Desde el avión de combate: una latinoamericana en la Fuerza Aérea
La uruguaya comenzó a llamar la atención al ser una de las dos mujeres en ingresar a la Escuela Militar de Aeronáutica en 1997, cuando su país abrió esa academia a ambos sexos, en sintonía con el resto de la región.
María Eugenia Etcheverry tiene puntos en común con la coprotagonista de la película de culto de los 80 Top Gun: rubias, lindas, y con autoridad en el mundo de la aviación. ¿La diferencia? Etcheverry es la piloto de esta historia.
La uruguaya comenzó a llamar la atención al ser una de las dos mujeres en ingresar a la Escuela Militar de Aeronáutica en 1997, cuando su país abrió esa academia a ambos sexos, en sintonía con el resto de la región.
Etcheverry y Carolina Arévalo, su colega mujer de promoción, sirvieron casi de conejillos (o conejillas) de indias para que la institución de la Fuerza Aérea Uruguaya (FAU) se adaptase a la novedad.
De aquellos tiempos cuando las mujeres invadían un terreno masculino, la Mayor de 38 años --que fue además la primera aviadora de combate del cono sur-- guarda un arsenal de anécdotas.
“Al principio nos cortaron el cabello porque el reglamento (pensado para hombres) decía que no podía rozar el cuello del uniforme, luego nos lo dejaron crecer porque cambió la percepción, y así fue con todo”, recuerda la piloto, que después de reivindicar la melena, la cortó de nuevo este año para no llevarla atada.
Cerca de 4% de la fuerza militar de Latinoamérica está compuesta por mujeres, según la Red de Seguridad y Defensa de América Latina (Resdal). En Argentina, Chile, República Dominicana, Uruguay y Venezuela entre el 16 y el 18% del contingente ya es femenino, de acuerdo a esta asociación.
Aunque la región sigue lidiando con asuntos de género, son mujeres quienes están al frente del Ministerio de la Defensa de Venezuela (almirante en jefe Carmen Meléndez) y de Ecuador (Guadalupe Larriva). En los últimos 15 años, otras guiaron el despacho en Argentina, Bolivia, Paraguay, Colombia, Ecuador, Uruguay y Chile, con la designación emblemática de Michelle Bachelet en 2002.
Pero la presencia femenina en puestos de mando dentro de los cuarteles es algo que recién comienza. Apenas en Venezuela y Bolivia llegaron a los máximos rangos militares porque son los únicos en la región que permitieron el ingreso de mujeres a las academias desde los años 70.
“No es un tema saldado, pero es mucho lo que ha cambiado. La perspectiva de género no es llenar cuotas, tiene que ver con una mirada al interior de las fuerzas armadas, y el que una mujer pueda estar al mando de una unidad es parte de eso”, explica Samanta Kussrow, investigadora de la Resdal.
En Bolivia, Gina Reque Terán ocupó este años los titulares al ser la primera mujer en ostentar el máximo grado de las Fuerzas Armadas de su país: general de Brigada. Su historia es aún más particular: hija de quien dirigió la captura del guerrillero argentino Ernesto “Che” Guevara en 1967, recibió el bastón de mando del presidente de izquierda Evo Morales.
Etcheverry también acaparó flashes al destacarse como piloto de combate en 2002. Pasó nueve años a bordo de un avión de ataque y en 2014 fue la primera mujer de la región en comandar una misión en un ejercicio internacional.
Este año sumó otro hito de género a su carrera: es la primera mujer en comandar una unidad de vuelo de la FAU.
Acostumbrada a responder cuanta pregunta curiosa surge sobre cómo es la vida en un entorno lleno de testosterona, Etcheverry recuenta con paciencia una historia tras otra.
“Nos trajeron una profesora de maquillaje para que nos diera una lección un sábado por la mañana. Me quedaba en detención ese fin de semana y terminada la clase, yo pintada como para la noche, me ordenaron dejarme todo encima y era ridículo, era como que no sabían que hacer con nosotras”, dice riendo.
La narrativa de Etcheverry está llena de momentos de humor, pero reconoce que no siempre fue fácil. Durante un recorrido en la base aérea de Durazno (180 km al norte de Montevideo), donde está destacada, comenta que “en algunos casos hubo discriminación, y ahí el destrato no era con palabras, era con acciones. Tenías que probarte. Ahora es diferente, las mujeres tienen el camino mucho más allanado”.
Pero 15 años después de su promoción, apenas 16% del personal superior de la FAU es femenino y, según sus cálculos, no hay más de 10 mujeres pilotos de combate.
Casada, con un hijo, admite que su experiencia no la blinda. “Mirá si podemos ser cerrados, que el otro día iba manejando y se me cruzó un camión, iba una mujer al volante y me sorprendí diciendo ‘¡che, es una mujer y está manejando un camión!'.”
“A las sociedades les cuestan mucho estos temas. En materia de género se avanza, pero todavía falta mucho por recorrer y está claro que no solo en la esfera militar”, comenta Kussrow.
En la Escuadrilla de Enlace, que brinda apoyo militar y civil, Etcheverry tiene 16 oficiales bajo su mando, todos hombres que parecen acostumbrados a su exposición mediática.
Conversando con uno de ellos sobre cómo es tener una mujer al frente, sale un inmediato: “No hay diferencias”.
Punzando más, vienen los matices que muestran que la transición aún continúa, al menos psicológicamente. “Y bueno, es como una mamá para nosotros, es estricta, y como mujer, más organizada”.
-Y si fuese hombre, ¿sería como un padre?
“No, un padre no, un hombre es un líder. No es que ella no lidere” -amagó, nervioso- “pero es que es diferente”.
El Nuevo Herald
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