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domingo, 20 de abril de 2025

SGM: El cordobés Tito Withington bombardeó el refugio de Hitler y combatió en Malvinas

“Adolfo, cariños desde Argentina”. La historia de Tito Withington, el piloto cordobés que bombardeó la casa de retiro de Hitler y sirvió en Malvinas



Piloto en la guerra, el Sargento de vuelo en la RAF Tito Withington junto a su perro Peter. Observar en su hombro la insignia de Argentina. (Archivo Claudio Meunier. Coloreada por Jean Marie Gillet).



Allan Claudio Withington Gutiérrez (Tito) nació en Villa Huidobro, Provincia de Córdoba. Fue piloto de la Royal Air Force en la Segunda Guerra Mundial y de la Fuerza Aérea Argentina en la guerra de Malvinas

Claudio Meunier || Para LA NACION

El sargento de vuelo Withington cree que va a morir. Está convencido de que sus efímeros 22 años y su humanidad se esparcirán por el aire. Es copiloto, integra una fuerza de 359 cuatrimotores pesados Avro Lancaster que pertenecen a la temible Royal Air Force británica. ¿Su misión? Bombardear el hogar de retiro de Adolf Hitler en Berchtesgaden, en la zona montañosa de Baviera, sur de Alemania.

La historia es increíble. El calendario de guerra no registra la acción, secretísima, pero sí la fecha: 25 de abril de 1945. Withington está acostumbrado a volar de noche, al amparo de la oscuridad, pero esta vez se aproxima al blanco a plena luz del día y se siente indefenso. Volar sobre Berghof -tal es el nombre de la residencia de vacaciones del líder nazi- se presenta como una experiencia desagradable. El fuego antiaéreo oscurece el cielo y sacude su nave. Ve explosiones en el aire que arrojan esquirlas hirvientes y amenazan su bombardero, repleto de combustible y explosivos. Aparece lo que luego describirá como una alfombra negra que crece y se multiplica en segundos. “Quienes vuelen dentro de ella, no vivirán”, sentencia. Es cierto, serán olvidados, pasarán a formar parte de la fría estadística de máquinas perdidas en acción.

Un cuatrimotor pesado Avro Lancaster como el que voló Tito Withington cuando bombardeó la casa de vacaciones de Adolf HitlerShutterstock

Un tripulante de su bombardero acaba de ingresar en el mundo del pánico. Reza y llama a su madre. Withington -como todos a bordo- lo escucha por sus auriculares y le ruge a través de la radio interna del avión:

-¡Silencio en la frecuencia!

Observa su reloj. Las agujas marcan las nueve y media de la mañana. Está satisfecho: llegaron a destino a la hora planeada. Sin embargo, las construcciones elegidas para su destrucción desaparecieron bajo una cortina de niebla artificial que los alemanes lanzaron sobre el área para despistar a los invasores. Parte de la aviación aliada se adelanta para resolver el problema: a baja altura, 16 bombarderos Mosquito lanzan bengalas fumígenas sobre la fortaleza alpina, demarcando el blanco.

De inmediato, la lluvia de bombas se manifiesta. Una de ellas lleva una dedicatoria, en idioma español, escrita con tiza: ¨Adolfo, cariños desde Argentina¨. Su autor, es el Sargento de vuelo Withington.

El objetivo, Berghof, es alcanzado. Pero Hitler no se encuentra allí, permanece en Berlín. Sin embargo, comunicaciones interceptadas y decodificadas dan cuenta de una importante visita en el lugar: el recién llegado es nada menos que el ex Jefe de la Luftwaffe, la fuerza aérea alemana, Hermann Göring, quien había sido destituido dos días atrás y puesto bajo arresto por orden de “el Führer”. Fue castigado por enviar un telegrama el 23 de abril de 1945 a la Cancillería del Reich solicitando permiso para asumir el liderazgo de Alemania.

Imagen de Berghof, nombre de la residencia de vacaciones del líder nazi, después del bombardeo

Queda por delante, el peor momento: escapar del área. El fuego antiaéreo, cierra el paso a la fuerza de ataque. Withington ve como, muy cerca suyo, los motores de un bombardero norteamericano explotan con los ocho tripulantes dentro. Observa tres paracaídas que se abren y flotan. Lo que queda del avión, desaparece en una bola de fuego arrastrando a sus desventurados miembros. Él piensa: “Hoy no voy a morir”. Y su Lancaster, por alguna especie de milagro, sobrepasa la mortífera trampa y deja atrás Bavaria.

Göring escapa con vida del bombardeo. Poco después es capturado y sentenciado en Núremberg. Se suicidará en su celda, el 15 de octubre de 1946: una píldora de cianuro lo ayuda a evadir la horca. Withington, sin embargo, vivirá seis décadas y hablará muy poco de aquella terrible experiencia.

EL CORDOBÉS INDOMABLE

Allan Claudio Withington Gutiérrez (Tito) nació en Villa Huidobro, Provincia de Córdoba. El 11 de septiembre de 1923. Hijo de Allan Withington, administrador rural y Doña Julia Gutiérrez, ama de casa, fue criado junto a sus dos hermanas en el campo, donde aprendió a cabalgar, enlazar, ayudar a carnear, marcar, señalar y cuerear. Solía conducir un pequeño sulky y también aprendió a guiar la carreta que transportaba fardos. Lo bautizaron Firpo, en homenaje al pugilista argentino, pues de pequeño le gustaba el box. Desafiaba y combatía en desventaja de edad. Sus contendientes eran otros niños, en su mayoría mayores, hijos de los peones. No la pasaba nada bien.

Sus padres, cansados de su conducta, le aplicaban disciplina. Ante esa adversidad, desarrolló un fuerte instinto de supervivencia y auto conservación: emergió un ágil atleta que evadía con éxito, ‘casi siempre’, el cinto de su padre, corriendo dentro de la casa, a través de las habitaciones.

Vencidos, sus progenitores no dudaron en pedir ayuda para encauzar tanta energía. Entonces, la civilización intervino. Tito fue enviado a Buenos Aires bajo la tutela de sus abuelos y se convirtió en alumno del colegio Oates en Hurlingham. La institución dirigida por el severo director “Mr. Cuff” logró calmar los bríos del pequeño Withington. Allí le enseñaron primero modales y luego el idioma inglés.

“Mi deber, como argentino, era unirme a la causa aliada”

Al concluir su ciclo secundario, Withington revela a su progenitor cuál será su futuro: le dice que quiere ser aviador. Su padre se opone, le sugiere una carrera universitaria. Por primera vez abandona su país y se embarca rumbo a Europa para participar en la Segunda Guerra Mundial. Llega al puerto de Liverpool a bordo de un buque de carga. Quiere participar de la contienda por dos razones, como lo relató infinidad de veces: “Mi amigo Ian MacQueen me enviaba cartas sobre su vida que me entusiasmaron. Volaba bombarderos Avro Lancaster. Cuando me enrolé en Londres, el 9 de julio de 1942, me acompañó a la oficina de reclutamiento. Un mes tardé en comprender lo que era la guerra. Me golpeó de lleno: Ian desapareció junto a su tripulación, se esfumó durante una misión y no los volvió a ver nadie. El otro motivo por el que decidí alistarme era combatir al monstruo bruto de Hitler. Mi deber, al que consideré una obligación, como argentino, fue unirme a la causa aliada. Impedir que la lucha llegara mi país... como en 1982, cuando me uní a la Fuerza Aérea Argentina al enterarme que Gran Bretaña quería nuestras Islas Malvinas”, solía decir.

Junto a su bombardero Avro Lancaster en la base de RAF Kelstern durante su año de servicio (1945) en la fuerza de bombarderos británica. (Archivo Claudio Meunier).

Withington, que posee carácter y habilidad, es seleccionado para el curso de piloto que se dicta al otro lado del océano, en Oklahoma, Estados Unidos. Recibirá sus alas de piloto militar en la RAF en enero de 1944. Pero su aspiración de ser oficial es desechada. ¿El motivo? Problemas de disciplina. Durante su formación, Withington disputa un combate pugilístico contra un oficial de graduación que también es piloto. El demoledor castigo que le propina el argentino, deja a su contendiente fuera de lucha. Withington disfruta la victoria, pero sabe que todo tiene su costo. Poco después, el oficial toma represalias sobre su foja de servicio y Withington recibe el grado de “flight sergeant” (sargento de vuelo), el más bajo para un piloto.

Una vez terminado el curso, el jefe de la estación aérea le entrega sus alas (que lo convierten “oficialmente” en piloto), le estrecha la mano y le dedica unas pocas palabras:

-Sargento de vuelo Withington, felicitaciones. La guerra lo reclama. Hay órdenes para usted. Regresa a Europa.

Tras su adiestramiento en Estados Unidos, el cordobés Tito Withington recibe sus alas que lo convierten, oficialmente, en piloto

En Gran Bretaña, el cordobés se convierte en instructor de vuelo. El primer día, se presenta en la escuela con un sobrenombre que lo marcará el resto de su vida: “Tito”. A secas. Y ordena a todos lo que llamen así. Esto obedece a una razón precisa: se trata de una ocurrencia suya para alegrar a sus compañeros argentinos. Todos se divierten cuando sus alumnos, luego de cada práctica, se disculpan por sus maniobras realizadas con la torpeza de principiantes: “Sorry, Tito”, repiten. La frase, traducida al idioma español, por fonética, tiene un significado muy diferente al de un pedido de perdón...

El curso de la guerra lo lleva hacia a la acción. Realiza el curso de Ingeniero de vuelo y copiloto en bombarderos pesados. Se une al escuadrón 625 que opera cuatrimotores Avro Lancaster. Realiza diversas misiones, transporta ex prisioneros de países liberados que son repatriados a Gran Bretaña. Realiza misiones nocturnas lanzando tiras de papel metalizado a granel que, lanzadas por varios aviones y al mismo tiempo, saturan las pantallas de los operadores de radar alemán. Su Lancaster evade fuego antiaéreo, reflectores de búsqueda, cazas nocturnos y también la mala suerte, aquello que azota a tantos y que es esencial para seguir con vida.

Al finalizar la contienda en Europa, Withington se ofrece para combatir a los japoneses en el Pacifico. Pero no alcanza a cumplir su deseo: la guerra termina antes, tras el lanzamiento de dos bombas atómicas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. Entonces solicita su baja y repatriación. El 11 de septiembre de 1946 se embarca con destino a su patria, Argentina. Contra todo pronóstico, se vuelve un conductor de camiones. Detrás del volante recorre la Provincia de Buenos Aires y Santa Fe.

En junio de 1948, Aeroposta Argentina -la mítica empresa aérea patagónica- lo recibe. El jefe de la línea y organizador en la empresa, el mítico piloto Dirk Wessel Van Leyden entrevista a Withington. Realizan un vuelo de prueba, Van Leyden descubre que este joven de 25 años es un piloto autómata con mentalidad fría y calculadora. Piloto de carga a la Patagonia, será conocido por arrojar encomiendas desde el aire sobre estancias alejadas de la civilización, en las estepas de Santa Cruz.

Cdte Whitington, piloto civil comercial en Aeroposta Argentina S.A a su regreso de la Segunda Guerra Mundial. Withington fue elegido por Aerolíneas Argentinas, para realizar el curso de comandante en la primera promoción de la empresa estatal. (Archivo Claudio Meunier).

Pero no todo es aviación en la vida de Tito. En 1948 contrae matrimonio con Sheila María Hyland Archer, argentina, nacida en un campo de Ameghino, provincia de Buenos Aires. Ella es descendiente de irlandeses con dos hermanos voluntarios en la RAF: Harold, que sobrevivió a los vuelos en Avro Lancaster, y su hermano menor, Pedro, muerto sobre Orleans, Francia el 28 de julio de 1944 luego del desembarco en Normandía al ser derribado en su bombardero Lancaster por el as alemán Heinz Rokker. Tito y Sheila conforman una familia con siete hijos: cuatro varones y tres mujeres.

Claudio Alan Withington y Sheila Hyland, su esposa, junto a sus hijos. (Cortesía Cecilia Withington).

En 1950, cuando nace Aerolíneas Argentinas, Withington inscribe su nombre en la primera promoción de comandantes de línea. Continúa sus vuelos al sur y adquiere experiencia en bimotores DC-3 y cuatrimotores DC-4 y DC-6.

Una oferta prometedora lo aleja para siempre de Aerolíneas Argentinas. Se une a la planta fundacional de pilotos, en una nueva empresa. ¿Su nombre? Austral Líneas Aéreas. Volará el resto de su carrera en ella. Tito Withington registrará 30.000 horas de vuelo entre su trabajo como piloto comercial y sus tiempos en la RAF. Su carrera concluye el 25 de septiembre de 1978. La aviación comercial argentina pierde a uno de sus “millonarios del aire” (así se denomina a los pilotos que recorrieron, durante su carrera, un millón de kilómetros sin incidentes).

Como piloto de Austral, Tito Withington llevó a Nicolino Locche a Mendoza tras su consagración en Tokio. En la imagen, asoma por la ventanilla de la cabina de piloto.

Tito toma unas merecidas vacaciones, pero sólo mantiene los pies sobre la tierra unos pocos días. Se embarca como un simple pasajero a Estados Unidos. ¿El motivo? El Banco Italia adquirió un jet ejecutivo Learjet modelo 24D y lo contrató como su nuevo piloto.

VOLUNTARIO EN MALVINAS

El 2 de abril de 1982, sorprendido por la reconquista de las Islas Malvinas, se une a la causa. No entiende de política: Tito es solo un hombre de acción. Visita el edificio Cóndor de la Fuerza Aérea Argentina en Buenos Aires. Les dice que quiere volar con ellos. Le informan que será convocado y es consultado:

-Comandante Withington, ¿qué edad tiene y cuantas horas de vuelo registra?

Withington es categórico en su respuesta:

-59 años, 30.000 horas de vuelo y voluntad para el combate.

Tito, dos veces voluntario, marcha hacia una nueva guerra, pero esta vez en un avión sin armas. Realiza traslados de pilotos entre las bases repartidas en la Patagonia. Y, como integrante del escuadrón Fénix, realiza vuelos sobre el mar con otros Learjet simulando ser cazas de combate para confundir a los radares enemigos. Habla y grita en ingles en la frecuencia radial del enemigo.

El Lear Jet, propiedad del Banco de Italia, con el que Tito Withington operó en la guerra de Malvinas. ¿Su misión? Traslados y, sobre todo, tareas de distracción en radares enemigos.

Al finalizar la guerra, Withington -que luego de la Segunda Guerra Mundial había sido incorporado como suboficial Auxiliar en la Fuerza Aérea Argentina- recibe la jerarquía de Alférez. Ya no vuelve a volar. Su mujer, Sheila, sus siete hijos y sus nietos lo ayudan a plegar sus alas. Le duele horrores saber que su vida como piloto terminó.

Arrastrado por su idealismo, se acerca a la política. Pero dura un suspiro: observa cómo se manejan en este nuevo escenario y se aleja. Se da cuenta que grita, más de lo que grita siempre. Que ya es demasiado.

Su vida social es activa y, cada tanto, lo invitan a volar. Un silencioso Alzheimer lo aleja de lo cotidiano. Muere el 19 de noviembre de 2009 en San Isidro. Es su último vuelo, sin retorno.

Veterano de guerra de Malvinas, durante un desfile junto a sus compañeros del escuadrón Fénix, a su lado Restituto Olguin, con quien lo unió una amplia amistad. (Archivo Claudio Meunier).

Conocido por ser un hombre serio, también una persona de risa inconfundible, atrajo a los pilotos más jóvenes, ellos no dudaban en seguirlo aunque fuese hasta las últimas consecuencias. Aquellos aviadores que lo conocieron, aquellos que escucharon hablar de él. Aquellos que lo siguen recordando, aquellos que lo conocen desde ahora, siempre fue llamado y como el, siempre lo quiso, Tito Withington.

Tito Withington junto a Jimmy Harvey oriundo de Junín. Ambos pilotos en la RAF durante la Segunda Guerra Mundial y luego pilotos comerciales en el país. Se convierten en los ultimos mohicanos de una conflagración antigua y otra moderna.

Fotografiado por su hija Cecilia en la localidad de Florida, Tito Withington junto a otras de sus aficiones, las motos. (Cortesía Cecilia Withington).





martes, 24 de diciembre de 2024

SGM: El rescate fortuito del máximo as argentino, Tte. Dudley Honor

El rescate de Honor de su derribo en Creta





Teniente de Vuelo Dudley S.G. Honor, Escuadrón Nº 274 de la RAF posa junto a un Hawker Hurricane del escuadrón en Gerawala, Egipto, al reunirse con su unidad tras su rescate.

En la tarde del 25 de mayo de 1941, su Mk.I Hurricane (W9266) y el de Fl. El teniente Hugh Down estaba atacando el aeródromo de Maleme, Creta. El avión de Down fue alcanzado, pero Honor derribó un SM79 italiano y un JU52 alemán antes de ser alcanzado por un Bf 110 y luego por un Bf 109. Su avión se estrelló en el mar, hundiéndose unos doce metros, pero debido a que llevaba un chaleco salvavidas autoinflable alemán, pudo llegar a la superficie. Después de nadar durante cuatro horas, logró arrastrarse hasta las rocas. Fue encontrado por campesinos cretenses y un grupo de soldados griegos y después de seis días escondido fue rescatado por un Sunderland de la RAF que pasaba y lo vio haciendo señales con su linterna de bolsillo. El piloto de Sunderland dijo que había una probabilidad de un millón de que lo vieran, estaban buscando al mayor general Weston y su personal, y con Honor dándoles indicaciones para llegar a la costa, localizaron al general en Sfakia aproximadamente el 31 de mayo. .

Dudley Sandry Garton Honor nació, de padres británicos, el 5 de septiembre de 1913 en Quilmes, Buenos Aires, Argentina, donde se educó.
Fue uno de los 600 voluntarios de Argentina que vinieron a luchar con la RAF y la RCAF.

Condecoraciones: DSO, DFC y Barras
Murió el 26 de diciembre de 2007 a los 94 años.

(El Hurricane muestra un relámpago amarillo del Escuadrón 247 y la parte delantera inferior del morro y los bordes de ataque lucen un camuflaje italiano, que se supone confunde a los equipos de armas AA terrestres italianos en el norte de África).

domingo, 22 de septiembre de 2024

Ases: Tte. de Vuelo Dudley Garton Sandry Honor, máximo as argentino

El rescate de Honor de su derribo en Creta





Teniente de Vuelo Dudley S.G. Honor, Escuadrón Nº 274 de la RAF posa junto a un Hawker Hurricane del escuadrón en Gerawala, Egipto, al reunirse con su unidad tras su rescate.

En la tarde del 25 de mayo de 1941, su Mk.I Hurricane (W9266) y el de Fl. El teniente Hugh Down estaba atacando el aeródromo de Maleme, Creta. El avión de Down fue alcanzado, pero Honor derribó un SM79 italiano y un JU52 alemán antes de ser alcanzado por un Bf 110 y luego por un Bf 109. Su avión se estrelló en el mar, hundiéndose unos doce metros, pero debido a que llevaba un chaleco salvavidas autoinflable alemán, pudo llegar a la superficie. Después de nadar durante cuatro horas, logró arrastrarse hasta las rocas. Fue encontrado por campesinos cretenses y un grupo de soldados griegos y después de seis días escondido fue rescatado por un Sunderland de la RAF que pasaba y lo vio haciendo señales con su linterna de bolsillo. El piloto de Sunderland dijo que había una probabilidad de un millón de que lo vieran, estaban buscando al mayor general Weston y su personal, y con Honor dándoles indicaciones para llegar a la costa, localizaron al general en Sfakia aproximadamente el 31 de mayo. .

Dudley Sandry Garton Honor nació, de padres británicos, el 5 de septiembre de 1913 en Quilmes, Buenos Aires, Argentina, donde se educó.
Fue uno de los 600 voluntarios de Argentina que vinieron a luchar con la RAF y la RCAF.

Premios: DSO, DFC y Bar
Murió el 26 de diciembre de 2007 a los 94 años.

miércoles, 1 de mayo de 2024

Ases argentinos: Bernardo De Larminat, de Neuquén a enfrentar al Afrika Korps

El gaucho que combatió a los nazis. Creció en Neuquén, se hizo piloto de cazas y fue “as del aire” en la Segunda Guerra Mundial


Por: Claudio Meunier
Diario La Nación



La estirpe de un piloto de caza en el desierto, simbolizada en esta reconocida tomada a De Larminat para la propaganda aliada. (Archivo Claudio Meunier).


En la interminable espera, Bernardo De Larminat, busca sus cigarrillos. Sus dedos palpan un sobre, recuerda que debe abrirlo y leerlo. Lo extrae con su mano temblorosa, aún no se recupera por completo de su primer ataque de Malaria que ha sumido días atrás, su cuerpo, en un denso sopor de fiebre.
Abre el sobre y, con su boca, sostiene una pequeña linterna encendida. El mensaje, fechado el 25 de agosto en Londres, proviene del Consulado General Argentino. Lo invitan a continuar su trámite de prórroga al servicio militar obligatorio en Argentina. Ríe en voz alta, sus compañeros lo observan, no entienden qué le ocurre. Él sabe que en días u horas podría estar muerto. La vida de un piloto de combate en el desierto es breve, demasiado breve. Pero, adelantamos el final de la historia, Bernardo no morirá (tampoco realizará su servicio militar en Argentina).

 

Nota del Consulado Argentino en Londres emitida el 25 de agosto de 1942 que arribo a Egipto poco antes de comenzar la segunda batalla de El Alamein contra las fuerzas alemanas en octubre de 1942. (Archivo Claudio Meunier).


Nacido un 25 de diciembre de 1920 en Buenos Aires, Capital Federal, fue bautizado Bernardo Noel Marie De Larminat. Es hijo de Santiago De Larminat, un francés, pionero del desarrollo patagónico a comienzos del siglo XX.
Bernardo transita su niñez en la lejana Estancia Cerro Los Pinos, hogar de la familia, un paradisíaco terreno en la geografía de la provincia de Neuquén. Su vida, signada por la actividad rural lo mantiene alejado de cualquier contacto con la civilización. Y, menos aún, con la aviación.
La Segunda Guerra Mundial lo motiva. Principios de otros tiempos: hidalguía, representar a Francia mediante su voluntariado y la defensa de la democracia, por nuestro país, Argentina.
Decidido a convertirse en voluntario, intenta unirse a los argentinos que convergen hacia un campo de entrenamiento en Canadá donde se aglutinan los “Franceses Libres” del General De Gaulle.
Sin embargo, el buque de pasajeros que lo transporta alberga a otro grupo de argentinos idealistas con los cuales traba amistad y ellos, también van a la guerra a Canadá, pero con otro rumbo, a una escuela de vuelo.
El objetivo unánime del grupo es lograr el brevet y convertirse en aviadores de combate canadienses. Bernardo se une a la iniciativa y por primera vez en su vida piensa en algo que nunca ha prestado atención: volar.
Un diario de Toronto informa sobre los voluntarios argentinos que se suman al ejército canadiense para combatir en la Segunda Guerra Mundial
Aceptado en la Real Fuerza Aérea de Canadá, debe iniciar su instrucción de vuelo. Entonces descubre un escollo que no ha previsto, que le cierra el paso: no habla inglés. Pero su falta de conocimientos en el idioma le salvará la vida.
Mientras sus compañeros argentinos de raigambre británica avanzan con facilidad, Bernardo es enviado a tomar conocimientos básicos del inglés. Para su decepción, mientras se inicia como cadete de aviación, sus compañeros reciben sus alas de aviadores de combate y son enviados al teatro de guerra europeo.
Bernardo recién recibe sus alas de aviador el 6 de diciembre de 1941, unos meses más tarde que sus compañeros. Su instructor le sugiere:
-De Larminat, muy buen esfuerzo. No vaya a los bombarderos, sus compañeros argentinos han muerto casi todos en operaciones. No se haga matar, usted sabe qué hacer para evitarlo.
Los mejores promedios de cada promoción gozan de un beneficio único: pueden escoger la especialidad que quieren desarrollar. Volar cazas o bombarderos. Lo curioso es que la gran mayoría de las solicitudes son denegadas o reciben una respuesta contraria. Bernardo, que fue un cadete destacado, pone a prueba su suerte: solicita volar bombarderos. La respuesta no lo sorprende: su pretensión es rechazada y lo envían a entrenar como piloto de caza. La treta funciona.


Bernardo de Larminat nació en Capital Federal, pero fue criado en Neuquén. Participó en más de 300 combates, primero junto a la aviación canadiense y después con los “Franceses Libres” de De Gaulle


Despegue del Capitán De Larminat en un Spitfire Mk. VIII durante 1944 cuando era Jefe de Escuadrilla interino del escuadrón 417. (Archivo Claudio Meunier).


El 7 de diciembre de 1941, un día después de obtener sus alas, Bernardo es sacudido por una noticia que llega a través de la radio: la aviación japonesa consuma un ataque masivo sobre la flota americana amarrada en Pearl Harbour. Escucha el discurso del Presidente Roosevelt en el que declara la guerra a los totalitarios de Europa.
Bernardo se convierte en piloto de caza a sus 21 años y vuela uno de los aviones más avanzados de su época, el último grito de la tecnología, el mítico Spitfire. Dos años más tarde, después de recalar en distintas escuelas de vuelo perfeccionándose en combate aéreo, se moviliza primero a Europa y más tarde al norte de Àfrica. El 19 de abril de 1943, siendo un veterano del aire, algún milagro obra sobre él y esquiva su primer encuentro con la muerte (eterna y silenciosa compañera, lo acechará hasta el final de la contienda). Durante un vuelo de patrulla, su jefe de escuadrilla brama por la radio en un solo alarido.
-¡Media vuelta a la izquierda, cazas alemanes!
Bernardo responde a un instinto -mil veces ensayado- y realiza un violento viraje. Evade la lluvia de disparos que caen desde lo alto. Su compañero, que vuela delante suyo, no corre su misma suerte y cae derribado. Atrapado en su Spitfire. Bernardo observa a su alrededor, ha quedado solo, rodeado por al menos veinticinco cazas enemigos. Busca desesperado a sus camaradas, pero se han esfumado en el cielo. Los cazas alemanes ocupan su mundo: están abajo, arriba, por todos lados. Tira sobre uno de ellos y erra. Ataca a otro sin resultados. Son tantos, que puede elegir. Abre fuego sobre varios que corren rápido delante de su mira e impacta a uno de ellos.
Prácticamente al mismo tiempo, una fuerte explosión sacude su Spitfire. Siente un latigazo en su pierna izquierda que le arranca su pie en los pedales de control. Sí, ha sido alcanzado.


Bernardo De Larminat a bordo de su Spitfire realizando una patrulla sobre el desierto de Túnez. (Archivo Claudio Meunier).

Está rodeado, sobre territorio enemigo. Vuela cercado por cazas Messerchmitt 109, un avión que en manos de un buen piloto significa la muerte segura. Encerrado en una jaula invisible, Bernardo cree transitar sus últimos segundos de vida. Aprovecha la oportunidad, sabe que si disparan sobre su avión es probable que se impacten entre ellos. El capitán Gerhard Michalski, líder del grupo alemán, se da cuenta del desorden y de cómo el Spitfire se aprovecha de ellos en esos momentos. Ordena a unos pocos volar detrás del solitario Bernardo para derribarlo.
Pero el piloto argentino intenta su última maniobra antes de morir: simula perder el control de su Spitfire y se lanza en una alocada maniobra de espiral descendente. Michalski y sus pilotos observan la caída del avión que se sumerge entre unas nubes y luego desaparece. Bernardo emerge debajo de las nubes solo para sumar más desgracias a los hechos y retoma el control de su avión justo a tiempo, antes de morir incrustado contra una loma a la cual pasa rozando. Escapa a baja altura, alcanza la costa, sigue por las llanuras de Túnez, divisa un avión, es un bombardero alemán Stuka que realiza un vuelo de entrenamiento. Abre fuego y continúa sin poder ver qué le sucede a su adversario. Vuela a baja altura, las baterías antiaéreas del aeródromo enemigo cercano le disparan, también quieren acabar con su vida.
Bernardo logra arribar a la base, Goubrine, al sudoeste de Túnez, donde lo reciben sus mecánicos. Al detener el motor, escucha varios alaridos, los gritos se multiplican y crece su alarma. El tanque de nafta, que está ubicado delante la cabina, presenta un enorme orificio. De haber explotado, lo hubiera convertido en una masa de llamas. Tiene otro impacto sobre el motor, un tiro directo que lo hubiera hecho volar por el aire. Pero De Larminat, portador de la buena estrella del destino, evade la muerte.


Bernardo Noel Marie De Larminat a bordo de su Spitfire Mk.Vc mientras era piloto del escuadrón canadiense 417 que opero contra las fuerzas del Afrika Korps. (Archivo Claudio Meunier)


A sus 23 años, asciende a Jefe de escuadrilla. Guía al combate al selecto grupo de pilotos canadienses que apoyan con sus vuelos el avance del Octavo Ejército Británico. La muerte lo sigue y casi lo alcanza en 1944.
Todo concluye abruptamente cuando el motor de su Spitfire se detiene sobre el mar Adriático. Debe saltar en paracaídas, lo que traerá consecuencias para su físico. Al abrirse el paracaídas, su brazo se enreda y le provoca heridas de consideración. Cae en el agua. Por un momento, no consigue desabrochar su paracaídas, que comienza a arrastrarlo hacia las profundidades. Finalmente logra desprenderse y nada con un solo brazo. Un avión de rescate va en su búsqueda y todo concluye en un hospital, con un yeso. Durante su recuperación, recibe una mala noticia: los canadienses han decidido separarlo de las operaciones.
-Es suficiente, De Larminat: usted ha cumplido 300 misiones de combate. Puede volver a su hogar en Argentina o servir como instructor de vuelo en Canadá.
Rápido de reflejos, solicita la baja en la Fuerza Aérea Canadiense y, apelando a su origen francés, se enrola en la aviación francesa libre del General De Gaulle.
-Muy bien, De Larminat, dígame... ¿Qué puedo hacer por usted?, lo interroga el General Vallin, director de la Fuerza Aérea Francesa libre.
-Quiero volver a realizar misiones de combate, contesta Bernardo.
Vallin observa la intachable foja del guerrero argentino. Su experiencia en misiones de bombardeo en picada, sus tres derribos confirmados y otros dañados no lo hacen dudar a Vallin.
-Muy bien, De Larminat. Usted será Jefe de Escuadrilla y deberá operar en el avance sobre los Países Bajos contra los alemanes, responde Vallin.
Bernardo, entusiasmado por la respuesta, solicita unos días de licencia antes de unirse a su nuevo escuadrón, pues tiene un trámite que cumplir. El pedido es concedido.
Se presenta en el Consulado Argentino en Londres ataviado con el traje de salida de aviador para continuar con la prórroga al Servicio Militar Obligatorio en Argentina. El funcionario, avergonzado al observar sus tiras de capitán, lo invita un café y le sugiere:
-Por favor, olvídese del tema, hay varios casos, como el suyo, esto tendrá alguna solución.
Bernardo vuela como Jefe de Escuadrilla en el selecto escuadrón francés 341 compuesto por pilotos de su misma veteranía. Algunos de sus compañeros vuelan como él, sin interrupción, desde 1942. En esa misma unidad revistó el famoso voluntario franco brasilero y as de los cielos Pierre Clostermann. Bernardo será quien los guíe al combate. La muerte lo persigue y el 1 de abril de 1945 le tiende una nueva trampa. Pero De Larminat sabe lidiar con ella y, una vez más, la evade.
Luego de atacar un tren alemán detrás de las líneas enemigas, con fuego de cañón y bombas, los proyectiles antiaéreos nazis alcanzan el motor de su Spitfire que, averiado, se detiene. Bernardo sabe que no podrá volver a su base y que caerá tras de las líneas enemigas. Realiza un aterrizaje de emergencia con ruedas adentro. El caza se desliza sobre unos surcos, se lleva por delante un cerco, vuelan unos postes y, finalmente, su avión se detiene. Abre la cúpula de la cabina, se desabrocha los correajes y escapa del avión. Desecha su salvavidas amarillo que lo hace visible y desiste de incendiar el avión, como indica el protocolo, pues no quiere llamar la atención.


1954. Bernardo De Larminat en su medio natural, el campo y la Patagonia junto a su perro y un apero detrás suyo. (Archivo Claudio Meunier).


Algunos tiros pasan encima de su cabeza. Son los alemanes que disparan y convergen hacia él desde un bosque vecino. Bernardo corre hacia un zanjón lleno de agua, cruza un cerco de espinos y, cubierto de barro, llega a una casa solicitando auxilio. Una joven lo atiende, le contesta en perfecto inglés:
-Lo siento mucho, no lo puedo ayudar. Estoy sola.
Continúa su escape perseguido por el eco de la batalla. Se dirige hacia un bosque de pinos, donde se esconde. Divisa barriles de nafta escondidos entre los árboles y se altera. ¿Qué hace eso ahí? Observa con detenimiento, descubre tropas alemanas ocupando los anillos del bosque. Resuelve esconderse muy cerca de ellos. Jamás pensarán que un evadido al cual buscan, está a metros de su improvisado destacamento.
Bernardo, que en ese momento cuenta con 320 misiones de guerra piensa:
-Qué estupidez es haber llegado hasta acá para morir en tierra y aislado, sin que mis padres sepan que me ha ocurrido.
Permanece escondido en una cueva, cubierto con vegetación. Aguarda la noche para escapar al amparo de la oscuridad. Cuando emerge de su escondite, descubre que sus piernas están completamente dormidas y apenas le permiten mantenerse en pie. Si es descubierto, es hombre muerto.
Miembros de la resistencia holandesa lo descubren y lo evacúan. Vestido con overol de mecánico y una gorra vieja, camina por las calles rurales hasta llegar a un refugio donde quedará a resguardo, junto a otros aviadores aliados derribados y un marino alemán que ha desertado de la guerra. Días más tarde, a bordo de una bicicleta, simulando ser un poblador local, Bernardo cruza a tropas alemanas que se retiran de la batalla. Los soldados fatigados le hacen señas para que se detenga, le solicitan cigarrillos. Bernardo, con naturalidad, les habla en francés y les convida cigarrillos. Los saluda y continúa su camino hacia las líneas aliadas.
Guiado por la resistencia hacia un regimiento canadiense, es recibido con alegría. A pesar de sus protestas insistentes, le cortan de pelo, lo someten a fumigaciones frenéticas, le inoculan vacunas contra piojos y lo obligan a tomar una buena ducha para disipar la adrenalina en su cuerpo, luego de seis intensos días como evadido en territorio enemigo. En el campo aéreo de su escuadrilla hay festejos a su regreso. El capitán Andrieux le ordena tomar una licencia de vacaciones en Paris. Bernardo se niega. Solicita unirse a las operaciones de inmediato. Un día más tarde, encabeza nuevos ataques junto a su escuadrilla sobre el frente alemán.
No muy lejos de ese frente, su hermano Andrés -voluntario argentino al servicio de la Francia Libre- combate como tripulante de un tanque Sherman a las órdenes del General Leclerc. Al igual que a Bernardo, la buena estrella del destino lo convierte en un veterano sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial.
Al capitular Alemania, el capitán Bernardo De Larminat recibe todo tipo de condecoraciones. Gran Bretaña le otorga la Cruz de Vuelo Distinguido. Además es consagrado “Caballero de la Legión de Honor” y recibe la Cruz de Guerra Francesa con cuatro palmas y siete citaciones del gobierno francés por su profesionalismo y devoción al deber en combate.
Feliz de haber evadido a la muerte día a día durante cuatro años, solicita su baja y retorna a su amada Patagonia, a su vida en el campo. Se siente un privilegiado por haber volado en uno de los mejores cazas de la Segunda Guerra Mundial. Bernardo decide que sólo volverá a volar como pasajero, en aviones de línea. Pero en dos oportunidades el destino lo vuelve a sentar frente a los comandos de un avión. La primera vez fue durante un remate de hacienda, en La Pampa. La firma consignataria lo transporta en calidad de pasajero. El piloto, al descubrir el interés de Bernardo por su avión, ya que no paraba de hacerle preguntas, lo invita a volar a su derecha, en el puesto de copiloto. Durante el vuelo, el avión ingresa a una zona de tormentas, el piloto se desorienta y pierde el control. De Larminat toma el comando, estabiliza el avión, le devuelve el control al piloto y le enseña algo aprendido en la guerra:
-¡Hombre! ¡Usted tiene que confiar ciegamente en sus instrumentos!


Bernardo De Larminat, junto a sus diez hijos. Criados en un ambiente rural continuaron el legado de su padre. (Archivo Mercedes De Larminat).


Una cruz en Neuquén, a la vera de un alambrado


Bernardo se casó con María Inés Teresa Francisca Cornet D’Hunval (Manina) y tuvieron diez hijos. Un matrimonio que vivió con el confort mínimo, en zonas rurales primitivas y alejadas de cualquier poblado. Sin comunicaciones y malos caminos, de esa forma se abrieron paso en la vida. A fines de los años sesenta, Bernardo se convirtió en vicepresidente de la Sociedad Rural de Choele Choel. Siguió trabajando el resto de sus días en el campo. Paso su últimos veranos en Tierra del Fuego. Luego de la esquila, le pedía el puesto de la Veranada en la cordillera a su hijo Eduardo. Con sus ochenta años a cuestas se iba a cuidar la hacienda que se arreaba allí, acompañado por algunas de sus hijas y nietos. No dejaba rincón sin recorrer. Cerros, turbales, cañadones. Dormía sobre el recado. Eran sus vacaciones, si alguna vez esa palabra estuvo en su vocabulario.


Manina y Bernardo, un matrimonio que, junto a sus hijos, reivindicaron con su ejemplo el trabajo ganadero y agrícola, sin descanso alguno, hasta sus ultimos días. (Fotografía Inés De Larminat).


Falleció el 6 de enero del 2010, a sus 89, años en Zapala. Fue sepultado en la Estancia El Bosque, El Huecú, Neuquén, junto a su esposa Manina, a la vera de un alambrado. Ese fue su deseo. Allí yace ahora, convertido en leyenda.
Respecto a su Servicio Militar Obligatorio, el gobierno de entonces decretó que a los pilotos voluntarios argentinos que combatieron junto a las fuerzas aliadas se los eximiera de tal obligación. Y no solo eso: la misma ley convirtió a Bernardo en Oficial de la Reserva en la Fuerza Aérea Argentina. Similar caso al de Claudio Alan Withington, un cordobés de Villa Huidobro que voló en la Segunda Guerra Mundial con la aviación británica (RAF) y que luego, en 1982, durante la Guerra de Malvinas, voló con la Fuerza Aérea Argentina.
.................Pero esa es otra historia...

jueves, 23 de noviembre de 2023

SGM: Los voluntarios extranjeros de la RAF

 

"No muchos, pero mucho": pilotos extranjeros en la batalla de Gran Bretaña, hubo más de lo que nos damos cuenta

Sarah Woodfin, War History Online



El as de vuelo polaco Jan Zumbach (izquierda) con el comandante de ala Stefan Witorzenc (centro) y el teniente de vuelo Zygmunt Blenkowsk

“Nunca en el campo de los conflictos humanos tantos han debido tanto a tan pocos”. Esta famosa declaración, de un discurso de Sir Winston Churchill, elogió a los pilotos de la Royal Air Force (RAF) de Gran Bretaña por su heroico trabajo en la defensa de las Islas Británicas contra la Fuerza Aérea Alemana (Luftwaffe) durante la Batalla de Gran Bretaña en la Segunda Guerra Mundial. .

Al comienzo de la batalla, las probabilidades numéricas estaban a favor de los alemanes. La Luftwaffe tenía 1.089 cazas y 1.576 bombarderos para su ofensiva contra los británicos, mientras que la RAF solo podía reunir alrededor de 700 cazas en defensa.


Sir Winston Churchill en 1942

Sin embargo, los pilotos británicos no soportaron la mayor parte de la defensa de su patria completamente solos. La RAF distingue a 2.937 pilotos por haber participado oficialmente en la Batalla de Gran Bretaña al realizar al menos una salida operativa entre el 10 de julio y el 31 de octubre de 1940; de este número, 595 eran pilotos extranjeros de otras 13 naciones, lo que representa el 20% de los pilotos de la RAF.

The New York Times señaló: “Es cierto, por supuesto, que la mayoría de las veces los británicos deben llevar la pelota; pero de todos modos, estos otros tipos están bloqueando y derribando bastante bien”.


Pilotos de la RAF del Escuadrón No. 312 (Checoslovaco).

¿Por qué los pilotos extranjeros buscarían unirse a la RAF para ayudar a los británicos a luchar contra la Luftwaffe en la Batalla de Gran Bretaña? La respuesta varía, dependiendo de si la pregunta se hace a los pilotos exiliados, de la Commonwealth o estadounidenses.

Los pilotos exiliados de las naciones europeas ocupadas por los nazis (Bélgica, Checoslovaquia, Francia y Polonia) buscaron venganza y razonaron correctamente que una vez que se detuviera el avance alemán, se alcanzaría el punto de inflexión en el que podrían comenzar a luchar para recuperar sus propios países. .

Los pilotos de la Commonwealth llegaron a Inglaterra porque percibieron que la amenaza actual para Gran Bretaña era simultáneamente una amenaza para ellos mismos; como dominios británicos, sin duda serían reclamados por los nazis si Alemania ganaba la guerra. ¡Mejor luchar contra la Luftwaffe sobre los cielos británicos en lugar de esperar a que los nazis aparezcan en sus propios países!

Un puñado de pilotos estadounidenses llegaron a Inglaterra por diversas razones, ya fuera por aventuras o por motivos más altruistas como el descrito por Arthur Donahue, quien registró sus experiencias con la RAF en un libro titulado Tally-Ho ! Yankee en un Spitfire .

Explicó: "Sentí que esta era la guerra de Estados Unidos tanto como la de Inglaterra porque Estados Unidos era parte del mundo, que Hitler y sus secuaces estaban claramente dispuestos a conquistar".


126 aviones alemanes o "Adolfs" fueron reclamados como derribados por los pilotos del Escuadrón No. 303 durante la Batalla de Gran Bretaña.
Esta es la partitura de “Adolfs” anotada en un Huracán.

Todos los pilotos extranjeros fueron adiciones bienvenidas a la RAF porque ya habían adquirido habilidades de vuelo en sus países de origen; como observó The Times , "Los aviones pueden producirse en masa, pero no hay atajos en el entrenamiento de pilotos, observadores y artilleros".

Aunque los británicos trabajaron duro para entrenar rápidamente a más pilotos, a fines de septiembre de 1940 solo cinco de los nuevos escuadrones pudieron agregarse a la fuerza operativa de Fighter Command.

Uno de ellos fue el Escuadrón No. 1 de la Real Fuerza Aérea Canadiense. Los otros cuatro fueron volados por los heroicos restos de las fuerzas aéreas de Polonia y Checoslovaquia. De los pilotos europeos exiliados, los belgas y los franceses se integraron en los escuadrones británicos, pero había tantos polacos y checos que cada nacionalidad tenía dos de sus propios escuadrones dentro de la RAF, así como hombres repartidos por otros escuadrones británicos.


Pilotos canadienses del Escuadrón No. 1 RCAF, fotografiados en octubre de 1940.

Los pilotos polacos y checos se hicieron famosos por la cantidad de aviones alemanes que derribaron. En una historia, el New York Times relató cómo uno de los escuadrones checos había derribado a nueve alemanes un día y siete otro día, y agregó: “Las acciones de estos hombres [sic] están siendo elogiadas ampliamente [en Gran Bretaña] donde los pilotos de combate de se puede utilizar cualquier nacionalidad.”

Uno de los mayores ases de la Batalla de Gran Bretaña fue el piloto checo Josef Frantisek, cuyo total de carrera de 28 aviones enemigos destruidos incluyó 17 derribados durante la Batalla de Gran Bretaña. Los polacos fueron considerados los más notables de los pilotos extranjeros de la RAF. La falta de temor por su propia vida los llevó a tomar grandes riesgos de los que generalmente salían ilesos, porque, como observó Arthur Donahue, “lucharon salvajemente, porque sus pilotos no tenían nada que perder”.

El renombrado Escuadrón 303 totalmente polaco derribó a más de 100 alemanes en solo un mes. Un piloto canadiense escribió: “Introdujeron su propia técnica en la lucha aérea. Navegaron directamente hacia el enemigo, manteniendo su fuego hasta el último momento. Así fue como ahorraron sus municiones y cómo derribaron a tantos enemigos con cada salida”.

Quizás un piloto británico, HA Fenton, proporcionó la mejor descripción de la consideración de los pilotos británicos por sus hermanos aliados: “Los polacos y los checos (de bendita memoria) resultaron ser vitales…. Fue asombroso lo rápido que nos convertimos en verdaderos amigos. Volé con un polaco por un lado y un checo por el otro y estaba encantado de que me cuidaran tan bien”.


303 pilotos de escuadrón.
LR: Fg Offr Ferić, Flt Lt Kent, Fg Offr Grzeszczak, Plt Offr Radomski, Plt Offr Zumbach, Plt Offr Łokuciewski, Fg Offr Henneberg, Sgt Rogowski, Sgt Szaposznikow (en 1940).

Los pilotos del Imperio Británico y la Commonwealth también hicieron importantes contribuciones a la RAF. Canadá transfirió un escuadrón completo de su propia fuerza aérea, completo con aviones, para la defensa de Gran Bretaña, pero varios otros Dominios contribuyeron con una valiosa mano de obra. Nueva Zelanda envió más pilotos (127) que cualquier otro Dominio, seguida de Canadá (113), Sudáfrica (25) y Australia (32).

Los irlandeses contribuyeron con 10 pilotos, e incluso hubo 3 pilotos de Rhodesia, 1 de Jamaica y 1 de Barbados. Muchos de los pilotos de la Commonwealth se utilizaron en puestos de liderazgo y capacitación. El famoso escuadrón polaco 303 fue comandado inicialmente por Johnny Kent, un canadiense. Otro canadiense, “Butch” Barton, se hizo cargo del Escuadrón 249; un piloto australiano recordó: "Yo y el resto del 249 habríamos seguido a 'Butch' a cualquier parte".

Un piloto sudafricano, AG "Sailor" Malan, dirigía el Escuadrón 74, y "su compañero as, Alan Deere, consideró que Malan era el mejor tirador que jamás había visto".


Pilotos de la RAF belga del Escuadrón No. 609.

Además de los pilotos exiliados y de la Commonwealth, 9 estadounidenses se unieron a las filas de los pilotos de la RAF para luchar en la Batalla de Gran Bretaña. Un trío de estadounidenses—Eugene Tobin, Andrew Mamedoff y Vernon Keogh—que sirvieron bien en el Escuadrón 609, originalmente “vinieron para ayudar a los finlandeses a luchar contra los rusos en 1939, se cambiaron a Francia cuando los finlandeses se rindieron y [luego] hicieron su a través del Canal de la Mancha hacia lo que vieron como la última isla bastión de la libertad en Europa”.

Otro estadounidense, William Fiske, fue un ex as olímpico de trineo que demostró tener tanto éxito pilotando un caza Hurricane como guiando un trineo. Antes de que lo mataran el 17 de agosto, al popular joven piloto se le atribuyó la destrucción de varios aviones alemanes.

A Arthur Donahue, el único estadounidense en su escuadrón, se le preguntaba con frecuencia si Estados Unidos iba a ayudar a Gran Bretaña; su respuesta típica era “No lo sé. Me han enviado, ¿no? Si bien los estadounidenses no tuvieron un impacto enorme, simplemente porque solo había 9 de ellos, la RAF agradecía cualquier cantidad de ayuda, sin importar cuán pequeña fuera.


Póster de la Segunda Guerra Mundial que contiene las famosas líneas de Winston Churchill

A fines de octubre de 1940, la Batalla de Gran Bretaña había terminado. Los pilotos exiliados, de la Commonwealth y estadounidenses que volaron con la RAF ayudaron a lograr la victoria británica aportando sus habilidades a la RAF cuando Gran Bretaña más las necesitaba.

Lucharon con éxito, derribando aviones alemanes fuera de proporción con su propio número. "No muchos pero mucho" fue el lema del Escuadrón 312 totalmente checo, y estas palabras son una descripción adecuada para todos los pilotos extranjeros que ayudaron a Gran Bretaña a derrotar a la Luftwaffe de Alemania contra viento y marea en la Batalla de Gran Bretaña.

jueves, 16 de marzo de 2023

SGM: Escuadrón de combate polaco No. 303

Escuadrón de combate polaco No. 303

Weapons and Warfare


 




El escuadrón de combate polaco n.º 303 ("Kościuszko") (en polaco: 303 Dywizjon Myśliwski "Warszawski im. Tadeusza Kos'ciuszki") fue uno de los 16 escuadrones polacos de la Royal Air Force (RAF) durante la Segunda Guerra Mundial. Fue el escuadrón de la RAF con la puntuación más alta de la Batalla de Gran Bretaña.

El escuadrón recibió su nombre del héroe de la revolución polaca y estadounidense, el general Tadeusz Kos'ciuszko, y del 7º Air Escadrille polaco homónimo fundado por Merian C. Cooper, que sirvió a Polonia en la guerra polaco-soviética de 1919-1921. El No. 303 se formó en Gran Bretaña como parte de un acuerdo entre el Gobierno polaco en el exilio y el Reino Unido. Tenía un historial de combate distinguido y se disolvió en diciembre de 1946.

El Escuadrón No. 303 (polaco) se formó el 2 de agosto de 1940 en RAF Northolt y entró en funcionamiento el 31 de agosto. Su cuadro inicial era de 13 pilotos oficiales y 8 suboficiales y 135 personal de tierra polaco. Al principio, los oficiales de la RAF en servicio fueron designados para servir como CO (S/L RG Kellett) y comandantes de vuelo (F/L JA Kent y F/L AS Forbes) junto con los polacos, ya que los pilotos polacos no estaban familiarizados con el RAF Fighter Command. lenguaje, procedimientos y formación.

El nombre elegido por el escuadrón fue en honor al famoso Escuadrón polaco Kosciuszko que luchó durante la guerra polaco-soviética en 1920. El Escuadrón No. 303 también estaba vinculado al Kosciuszko Escadrille original a través del personal que había servido en el escuadrón. Más tarde, otras unidades de la fuerza aérea de la unidad antes mencionada pasaron a llamarse 7, 121 y 111 Escadrilles de la Fuerza Aérea Polaca.

La batalla de Gran Bretaña agosto-octubre de 1940

Durante la Batalla de Gran Bretaña, el Escuadrón No. 303 estaba equipado con aviones de combate Hawker Hurricane. Tripulado por veteranos experimentados, equipado con un caza a la altura técnica de la mayoría de sus oponentes, y respaldado por expertos por la bien establecida infraestructura de comando, comunicación y logística de la RAF, pudo convertirse en una fuerza de combate eficaz durante la batalla. Tras un periodo de entrenamiento, el 24 de agosto de 1940, la escuadra fue revuelta por primera vez, aunque no entró en contacto con ningún avión enemigo. El 30 de agosto de 1940, el escuadrón obtuvo su primera victoria cuando aún no estaba oficialmente operativo, cuando un Messerschmitt Bf 110 alemán de 4./ZG 76 (inicialmente registrado incorrectamente como Dornier Do 17) fue derribado por F/O Ludwik Paszkiewicz durante un vuelo de entrenamiento. El naufragio fue excavado en 1982.

El 31 de agosto de 1940, el escuadrón se revolvió al final de la tarde en su primera salida operativa. En una pelea de perros sobre Kent, el vuelo "A" reclamó cuatro victorias confirmadas y dos probables sobre Messerschmitt Bf 109, posiblemente de LG 2. Los reclamantes fueron S/L Kellet, F/O Henneberg, P/O Feric y el sargento. Karubin.

Durante el 2 de septiembre de 1940, el escuadrón fue revuelto tres veces. En la última lucha, P/O Feric derribó un Bf 109 y luego hizo un aterrizaje forzoso cerca de Dover mientras el ex piloto de la Fuerza Aérea Checoslovaca, el sargento. Josef František reclamó un Bf 110. Al día siguiente sobre Dover, Frantisek obtuvo su segunda victoria; con un total de 17 victorias, fue el piloto de combate aliado con mayor puntuación durante la Batalla de Gran Bretaña. El 5 de septiembre, nueve Hurricanes No. 303 interceptaron una formación de bombardeo alemana escoltada por Bf 109, y los polacos reclamaron cinco Bf 109 y tres Junkers Ju 88 por una pérdida: P / O Lapkowski rescatando heridos.

El 6 de septiembre de 1940, nueve Hurricanes se lanzaron hacia las formaciones de bombarderos entrantes. Sin embargo, durante el ascenso, fueron rebotados por Bf 109 del III./JG 27. S/L Kellet y F/L Forbes aterrizaron a la fuerza y ​​resultaron levemente heridos, mientras que el sargento Karubin rescató heridos, S/L Krasnodebski fue severamente quemado y otros tres huracanes resultaron dañados. El escuadrón reclamó cinco Bf 109 (de JG 27 y JG 52), un Do 17 y un Heinkel He 111. El F/O Witold Urbanowicz fue designado comandante interino del escuadrón.

El 7 de septiembre de 1940, la ofensiva aérea alemana cambió a los muelles de Londres. El Escuadrón No. 303 fue dirigido con éxito hacia las corrientes de bombarderos entrantes y reclamó 12 Do 17 y dos Bf 109, con P/O Zumbach, P/O Feric, Sgt. Szaposznikow y el sargento. Wojtowicz todos anotando dobles victorias. P/O Daszewski fue derribado y gravemente herido, mientras que F/O Pisarek rescató. Su Hurricane se estrelló en el jardín trasero de una casa en Loughton, matando a una familia de tres en su refugio. Otros dos aviones resultaron dañados. El 9 de septiembre de 1940, se codificaron 12 huracanes y Zumbach (ambos del JG 53) y uno de Frantisek, un Bf 109 del 7./JG 27, hicieron dos reclamos sobre los Bf 109, quien también reclamó un He 111 del KG 53 como un "probable", mientras que un Bf 110 fue derribado por F/L Kent. sargento Wunsche tuvo que rescatar con quemaduras sobre Beachy Head, y el sargento. Frantisek se estrelló.

A las 16:00 horas del 11 de septiembre de 1940, el escuadrón atacó una formación de bombarderos al sur de Londres. F/O Cebrzynski resultó fatalmente herido por el fuego de respuesta, mientras que el sargento. Wojtowicz derribó dos Messerschmitt Bf 110 antes de ser derribado y asesinado. Los pilotos reclamaron dos Bf 110, un Bf 109, tres Do 17 y cuatro He 111.

En las peleas de perros masivas sobre Londres el 15 de septiembre de 1940, el escuadrón estuvo muy involucrado, con nueve huracanes liderados por F / L Kent interceptando una incursión alemana a media mañana. Se reclamaron nueve muertes: seis Bf 109, un Bf 110 y dos Do 17. Por la tarde, una formación de vuelo liderada por S/L Kellet reclamó cuatro victorias, mientras que el Vuelo "B" de cinco fuertes liderado por F/O Urbanowicz, reclamó dos Do 17, para dos pilotos polacos derribados (el sargento Brzezowski muerto, El sargento Andruszkow saltó mientras el P/O Lokuciewski resultó herido en la pierna y regresó a la base a salvo). Durante el día, el Escuadrón No. 303 obtuvo 15 victorias.

En la tarde del 26 de septiembre de 1940, el Escuadrón No. 303 se apresuró hacia una gran incursión enemiga sobre Hampshire, y los polacos obtuvieron 13 victorias por tres huracanes dañados (las pérdidas reales de la Luftwaffe fueron nueve en total). Hubo más intensos combates el 27 de septiembre de 1940, con 11 huracanes enfrentados por escoltas masivas a una formación de 30 bombarderos KG 77. El escuadrón obtuvo 15 victorias: seis Bf 109, dos Bf 110 de LG 1, cuatro "He 111" (probablemente Ju 88) y tres Ju 88, aunque F/O Paszkiewicz y el sargento Andruszkow murieron. F / O Zak resultó herido y salió disparado sobre Horsham y cuatro Hurricanes se perdieron en total. Solo seis aviones estuvieron en servicio durante la tarde, participando en una incursión de 15 Ju 88. Dos bombarderos fueron derribados antes de que interviniera la escolta, y también se reclamó un Bf 109. F/O Urbanowicz reclamó cuatro aviones alemanes durante el día. El 30 de septiembre de 1940, F / O Urbanowicz una vez más obtuvo cuatro victorias, además, P / O derribó un Do 17. Radomski, quien salió disparado, al igual que el sargento. Belc, mientras que el sargento. Karubin reclamó un Bf 109.

El 5 de octubre de 1940, los pilotos polacos reclamaron cinco Bf 110 y cuatro Bf 109, aunque el P/O Januszewicz murió. (Eprobungsgruppe 210 perdió dos Bf 110 Jabos y JG 3 y JG 53, un Bf 109 cada uno). Una pelea por el estuario del Támesis el 7 de octubre vio reclamos por tres Bf 109 de LG 2. El 11 de octubre de 1940, el escuadrón fue transferido para descansar a Leconfield en el Grupo No. 12, poniendo fin a su participación en la Batalla de Gran Bretaña.

El Escuadrón No. 303 reclamó la mayor cantidad de aviones destruidos de los 66 escuadrones de combate aliados que participaron en la Batalla de Gran Bretaña, a pesar de que se unió a la refriega dos meses después de que comenzara la batalla.

Su éxito en el combate se puede atribuir principalmente a los años de extenso y riguroso entrenamiento previo a la guerra que muchos de los veteranos polacos de servicio habían recibido en su tierra natal, mucho más que muchos de sus camaradas más jóvenes e inexpertos de la RAF que luego fueron arrojados a la batalla. . La táctica y la habilidad también jugaron un papel; en una ocasión, el sargento Stanislaw Karubin del No. 303 recurrió a tácticas extremas para derribar a un caza alemán. Después de una batalla aérea prolongada, Karubin perseguía a un caza alemán a la altura de las copas de los árboles. Mientras se acercaba a la cola del caza alemán, Karubin se dio cuenta de que su Hurricane se había quedado sin municiones. En lugar de regresar a la base, cerró la distancia y subió justo por encima del caza alemán.

Retirado de la batalla para descansar el 11 de octubre de 1940, el escuadrón había reclamado 126 muertes en seis semanas. En relación con los aviones derribados, las pérdidas fueron pequeñas con 18 huracanes perdidos, siete pilotos muertos y cinco gravemente heridos. Aunque se sobreestimó el número de reclamos de la Batalla de Gran Bretaña (como ocurre con prácticamente todas las unidades de combate), el Escuadrón No. 303 fue una de las mejores unidades de combate en la batalla y la mejor equipada para huracanes. Según el historiador John Alcorn, se verifican positivamente 44 victorias, lo que convierte al Escuadrón No. 303 en el cuarto escuadrón con mayor puntuación de la batalla, después del Escuadrón No. 603 AuxAF (57,8 derribos verificados), 609 AuxAF (48 derribos verificados) y 41 (45,33 derribos verificados). mata), que todos volaron Spitfires. También tuvo la mayor proporción de muertes por pérdidas; de 2,8:1. Sin embargo, j. Alcorn no pudo atribuir 30 aviones derribados a ninguna unidad en particular y, según Jerzy Cynk y otros historiadores polacos, el número real de victorias del Escuadrón No. 303 fue de 55 a 60. Según el historiador polaco Jacek Kutzner, el número verificado de muertes del Escuadrón 303 es de alrededor de 58,8, lo que aún lo ubicaría por encima de todos los demás escuadrones en cuanto a muertes verificadas. Esto se presenta en el gráfico de Kutzner, que muestra las muertes confirmadas de Polonia (columna izquierda), las muertes confirmadas de todos los escuadrones aliados, incluidos los polacos (columna central) y las pérdidas alemanas reales en cada día en que el Escuadrón No. 303 estuvo involucrado en combates aéreos (columna derecha). ). En sus primeros siete días de combate, el escuadrón reclamó casi 40 aviones enemigos. El Escuadrón 303 tenía entre 55 y 60. Según el historiador polaco Jacek Kutzner, el número verificado de muertes del Escuadrón 303 es de alrededor de 58,8, lo que aún lo ubicaría por encima de todos los demás escuadrones en cuanto a muertes verificadas. Esto se presenta en el gráfico de Kutzner, que muestra las muertes confirmadas de Polonia (columna izquierda), las muertes confirmadas de todos los escuadrones aliados, incluidos los polacos (columna central) y las pérdidas alemanas reales en cada día en que el Escuadrón No. 303 estuvo involucrado en combates aéreos (columna derecha). ). En sus primeros siete días de combate, el escuadrón reclamó casi 40 aviones enemigos. El Escuadrón 303 tenía entre 55 y 60. 

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