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martes, 17 de junio de 2025

Estación de control: Sitio 512 (Israel)

Sitio 512

 

"Sitio 512" en el desierto israelí del Néguev, operado por EE.UU., para el seguimiento de misiles balísticos iraníes | Israel | 2025




El "Sitio 512" es una instalación de seguimiento y alerta de largo alcance para misiles balísticos, ubicada en la cima del monte Qeren (altitud 365 metros), en el desierto del Néguev, en el sur de Israel, con coordenadas geográficas 30.996163775618687, 34.49649843595818, referencia: Google Maps.



Construido y operado bajo la órbita del Departamento de Defensa (DoD) de los Estados Unidos, cuenta con un sistema de radar digital transportable AN/TPY-2, que opera en la Banda-X (8,55–10 GHz, con una longitud de onda de 3 cm), con una capacidad de detección de hasta 3.000 km. Este radar fue desarrollado originalmente por EE.UU. para integrarse al sistema de defensa antimisiles THAAD ("Terminal High Altitude Area Defense").

Al igual que su contraparte en Catar —también situada en un entorno desértico, coordenadas 24.511829051806657, 51.133523878454824, referencia: Google Maps—, el módulo de antena del radar AN/TPY-2, que genera temperaturas de operación muy altas, está parcialmente protegido del sol por una estructura tipo hangar. Dado su arco operativo de 120 grados, está orientado hacia la fuente potencial de amenaza: en el caso de Catar, hacia el suroeste (SW), apuntando hacia Yemen, y en el caso de Israel, hacia el noreste (NE), en dirección a Irán.

El módulo de antena del AN/TPY-2 mide 12,8 metros de largo, 2,6 metros de alto y pesa 34 toneladas. Se complementa, además de con la unidad de operación, con módulos transportables de generación de energía, refrigeración y control electrónico. Todo el conjunto puede ser remolcado por vehículos pesados como el HEMTT (Heavy Expanded Mobility Tactical Truck) M983, y también puede ser transportado por avión, por ejemplo en un C-17 Globemaster III o un C-5 Galaxy. Entró en servicio originalmente con el Ejército de los Estados Unidos en 2004.

En el teatro de operaciones israelí, esta instalación representa un activo estratégico para el seguimiento de misiles balísticos lanzados desde Irán hacia Israel. Funciona de manera integrada con los sistemas de información de las plataformas antiaéreas de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), especialmente el sistema "Arrow" ("חֵץ", "Flecha"), que incluye misiles capaces de interceptar misiles balísticos en la alta atmósfera ("Arrow 2") o incluso fuera de la atmósfera ("Arrow 3"); y con el sistema "Honda de David" ("קלע דוד", "David's Sling"), que utiliza interceptores "Stunner", diseñados para enfrentar amenazas balísticas de corto alcance.

El "Sitio 512" fue construido entre 2008 y 2009, y se amplió en 2017 y 2023 (aumentando su capacidad de alojamiento y soporte). El radar está bajo el soporte de la 1.ª Brigada Espacial del Comando de Defensa Espacial y Antimisiles del Ejército de EE.UU. (USASMDC), y operado por la 13.ª Batería de Defensa Antimisiles del 5.º Batallón de la 52.ª Brigada de Artillería Antiaérea (52 ADA), dependiente del 10º Comando Aéreo y de Defensa Antimisiles del Ejército de EE.UU. (AAMDC). Tiene capacidad para alojar a unas 1.000 personas, aunque actualmente opera con un personal aproximado de 300 efectivos. Funciona bajo el mismo esquema que otras instalaciones similares en Japón (Shariki y Kyogamisaki), Corea del Sur (Seongju), Catar (Al Wakrah) y Turquía ("Sitio K", en Kürecik).

Ortofotomapa del monte Qeren editado y anotado vía Google Maps por "Espada & Escudo". Modelo de referencia del AN/TPY-2 vía 3D Molier International.

jueves, 12 de junio de 2025

Proyección de poder aéreo: La posibilidad de ataques aéreos chinos desde el espacio

Avión cohete chino ataca prácticamente desde el espacio: es muy posible

Roman Skomorokhov || Revista Militar




 
El 26 de diciembre de 2024, China sorprendió al mundo al lanzar al aire no uno, sino dos nuevos prototipos de cazas que encarnan su visión de los sistemas aéreos de próxima generación: el Chengdu J-36 y el Shenyang J-XX/J-50.


 

A través de una cadena de filtraciones cuidadosamente dosificadas —porque, seamos sinceros, si alguien sabe guardar secretos militares, es el Imperio Celestial—, China ha dejado entrever una jugada que nadie vio venir. Dos aeronaves, completamente nuevas, salieron a la luz: un enorme avión sin cola y con ala en forma de diamante, identificado como J-36 (fuselaje número 36011), fabricado por Chengdu, y otro de menor tamaño —aunque igualmente imponente— de ala lambda, desarrollado por Shenyang, conocido de forma extraoficial como J-XX o J-50.

Que China estuviera trabajando en su propia visión de un sistema de combate aéreo de sexta generación era un secreto a voces. Pero nadie esperaba que dieran este paso tan pronto. Y mucho menos, que lo hicieran con semejante contundencia.

Primero, porque todos asumían que Estados Unidos marcaría el rumbo en este terreno. Su programa NGAD (Next Generation Air Dominance) había dominado el discurso sobre los cazas del futuro, y parecía cuestión de tiempo hasta que los norteamericanos se llevaran el primer aplauso. Pero China se adelantó.

Segundo, porque no se trató de una única plataforma experimental. China reveló dos programas distintos, desarrollados por dos fabricantes competidores, que avanzan en paralelo en investigación, desarrollo y producción. Chengdu y Shenyang, ambos trabajando al unísono, pero por caminos separados, hacia una misma meta: redefinir el dominio aéreo.

Y así, de un momento a otro, China no solo presentó su primer caza de sexta generación. Presentó también el segundo. Con apenas unas horas de diferencia.

No hay otra forma de decirlo: 2025 arrancó con China en el centro del escenario de la aviación militar global. Mientras otros hablaban del futuro, ellos lo pusieron a rodar por la pista.




Hoy, todas las miradas están puestas en una sola silueta: la del Chengdu J-36. No porque sepamos exactamente qué es —todo lo contrario—, sino porque lo que rodea a esta máquina está envuelto en una neblina de misterio, lo que, en tiempos como estos, es casi una invitación a imaginar. Diseño, capacidades, propósito… el J-36, creación inesperada de Chengdu Aerospace Corporation (CAC), nos deja espacio para especular, y eso lo hace aún más fascinante.

Lo que sí se ha filtrado —en fotos y videos cuidadosamente controlados— revela un avión con diseño de ala en diamante, sin superficies de cola. Un auténtico “ala volante” futurista. En sus primeras apariciones, el J-36 estaba propulsado por dos motores turbofán, pero luego surgieron imágenes que mostraban un tercer motor, algo que abrió una cascada de preguntas.

En cuanto a su tamaño, el J-36 es considerablemente más grande que el ya imponente J-20, también desarrollado por Chengdu. Algunos analistas estiman una longitud de 23 metros y una envergadura de 19,2 metros, lo que lo ubica por encima del J-20, que mide 20,3 m de largo con una envergadura de 12,88 m. A partir de eso, se proyecta un peso máximo al despegue (MTOW) de entre 50 y 60 toneladas.

¿Y qué clase de caza necesita ese tonelaje? Para ponerlo en contexto, el Su-34 ruso, que es más un bombardero táctico que un caza puro, tiene un peso bruto al despegue de 45 toneladas. Y aquí estamos hablando de un supuesto caza de superioridad aérea, con una masa comparable —o incluso superior— a la de un bombardero pesado.

Y no olvidemos los tres motores. Una decisión que ha generado tanto desconcierto como teorías. Algunos apuntan a la falta de empuje suficiente de los propulsores chinos más avanzados, como los WS-15, que, según datos disponibles, generan unos 16.000 kgf de empuje cada uno. En comparación, los motores del Su-34 —AL-31F-M1— entregan alrededor de 13.000 kgf. Sobre el papel, los WS-15 superan esa cifra. Pero claro, está el eterno talón de Aquiles de la ingeniería china: la fiabilidad.

Si el J-36 necesitara realmente tres motores para alcanzar su rendimiento esperado, algo no cuadra con la idea de un caza ágil y maniobrable. Con dos WS-15 debería poder despegar… pero no necesariamente combatir con la agilidad que exige el dogfight moderno. Y sin maniobrabilidad, ¿sigue siendo un caza? O estamos, tal vez, ante un nuevo tipo de plataforma, más cercana a un bombardero sigiloso, un lanzador de armas hipersónicas, o incluso un nodo aéreo de guerra electrónica o control de enjambres.

Lo cierto es que, por ahora, el J-36 no despeja las dudas. Las multiplica.
Y eso lo hace aún más intrigante.


La elección de tres motores en el diseño del J-36 no es un simple capricho de ingeniería. Es, en muchos sentidos, una anomalía en el mundo de la aviación de combate moderna, donde la eficiencia, la maniobrabilidad y la reducción de peso mandan. Pero China, una vez más, parece estar jugando con sus propias reglas.

Una posibilidad es que Chengdu esté apostando al desarrollo definitivo del WS-15, el motor de quinta generación chino que promete empuje suficiente para mantener vuelo supersónico sostenido y mejorar radicalmente la relación empuje-peso. Pero lo interesante aquí no es solo el empuje. La adición de un tercer motor podría tener objetivos mucho más ambiciosos.

Más allá de mover una estructura pesada, tres motores significan también una enorme generación de energía eléctrica. Y eso podría ser la clave. Porque un caza de sexta generación no solo debe volar: debe ver más, procesar más, comunicarse más y defenderse más. Sistemas de guerra electrónica avanzados, sensores multifrecuencia, radares AESA, enlaces de datos de alta capacidad, e incluso armamento defensivo de nueva generación —como láseres de alta energía (HEL) o microondas de alta potencia (HPM)— requieren una cantidad colosal de energía y refrigeración.

Visto así, la configuración del J-36 parece mucho menos una rareza y mucho más una pieza central del concepto chino de guerra aérea del futuro. Un sistema de combate aéreo en red, donde el J-36 no es solo un avión de combate, sino el cerebro aéreo que coordina enjambres de UAVs, guía misiles inteligentes, y opera de forma autónoma junto a otras aeronaves, tripuladas o no.

Incluso si su rol se limitara únicamente a actuar como nodo de mando y control, el J-36 necesitaría una capacidad de procesamiento de datos y transmisión en tiempo real sin precedentes. Eso implica potencia bruta, capacidad de enfriamiento, redundancia, y arquitectura electrónica avanzada. Porque controlar un enjambre aéreo no es simplemente cuestión de presionar botones: es gestionar inteligencia, amenazas, objetivos, y trayectorias múltiples en fracciones de segundo.

Por eso, uno o dos motores quizá serían suficientes para una plataforma especializada en tareas limitadas, como el despliegue de drones. Pero China parece querer más: que cada J-36 sea un centro de mando volador, un sistema multirole de largo alcance, capaz de operar por sí solo o en conjunto, y hacer todo eso con autonomía operativa y sostenida.

Y en ese camino, no se descarta que futuras versiones del J-36 estén propulsadas por motores de ciclo variable (VCE), una tecnología emergente que permite que las turbinas operen a velocidades distintas según la necesidad. Esto no solo mejora la eficiencia del combustible, sino que permite gestionar de forma más inteligente el flujo de energía a los distintos subsistemas electrónicos del avión.

Con un peso estimado al despegue de entre 50 y 60 toneladas, el J-36 se sitúa en un terreno poco habitual para un caza. Esa envergadura se traduce en una enorme capacidad interna de combustible y espacios generosos para armamento, lo que le da alcance estratégico y capacidad de carga pesada.

Pero aquí surge la pregunta inevitable: ¿sigue siendo esto un caza? Porque todo en el J-36 —su tamaño, sus motores, su misión, sus sistemas— apunta más bien a una nueva categoría híbrida, algo entre caza, bombardero, centro de mando y lanzador estratégico.

Tal vez no estamos viendo el futuro de los cazas…
Sino el nacimiento de otra cosa completamente distinta.



Por ahora, todo lo que sabemos sobre el alcance y la capacidad de carga del J-36 está cubierto por una neblina de especulación. Pero, incluso en ausencia de cifras oficiales, hay pistas suficientes para armar el rompecabezas.

El objetivo estratégico parece claro: cubrir la primera cadena de islas —Japón, Taiwán, Filipinas e Indonesia— sin depender del reabastecimiento en vuelo. Para ello, el J-36 debería contar con un alcance significativo, lo bastante amplio como para entrar y salir del espacio aéreo hostil con autonomía plena. Y si se incorpora armamento de largo alcance, como misiles de crucero o armas aire-superficie de precisión, el radio de acción se extendería hasta la segunda cadena de islas, abarcando buena parte del sudeste asiático.

En cuanto a su carga útil, se espera que el J-36 esté equipado con una bahía interna de grandes dimensiones, capaz de alojar una variada gama de municiones. Entre ellas, destacan los nuevos misiles aire-aire de ultra largo alcance, como el PL-17, con un alcance estimado de más de 300 kilómetros, además de bombas guiadas por precisión y misiles de crucero lanzados desde el aire.

Pero insistimos: el J-36 no debe entenderse como un caza convencional. Su papel está diseñado para ser el centro de gravedad de un ecosistema aéreo mucho más amplio, que incluiría enjambres de drones, algunos quizás del tamaño de pequeños cazas tripulados, integrados y controlados en tiempo real desde esta plataforma.

Y aquí es donde empiezan a surgir las teorías sobre su enigmático tercer motor.
Tres versiones. Tres formas de intentar entender el propósito de esa decisión poco ortodoxa.

Versión 1: el motor adicional es necesario para mover al gigante.
Con un peso estimado cercano a 60 toneladas, el J-36 requeriría un empuje considerable solo para maniobrar como lo haría un Su-35, uno de los cazas más ágiles de gran tamaño. Pero incluso así, la física es inflexible: la maniobrabilidad del J-36 es, como mínimo, cuestionable. Su tamaño, su masa y su configuración aerodinámica no apuntan a una plataforma diseñada para el combate cercano. Velocidad y alcance, tal vez. ¿Agilidad? Difícil.

Versión 2: el tercer motor es una fuente de energía, no de velocidad.
Más allá de la propulsión, este motor adicional podría estar diseñado para alimentar sistemas de alta demanda energética: radares de largo alcance, sensores múltiples, enlaces de datos de gran ancho de banda, sistemas de guerra electrónica, e incluso armas de energía dirigida como láseres o microondas, necesarias para defensa activa o control de drones en enjambre.

Esta hipótesis tiene lógica. El avión se convierte así en una plataforma de comando, un servidor aéreo en red con capacidades ofensivas y defensivas que trascienden el combate tradicional. Pero incluso esta versión tiene puntos débiles: la complejidad, la fiabilidad, el mantenimiento en combate… todo eso se multiplica con un motor adicional.

Y luego está la versión 3. La más atrevida. La más difícil de comprobar, pero imposible de descartar del todo: el tercer motor no es lo que parece.

Tal vez no sea un motor en el sentido clásico. Tal vez sea una cubierta para otro sistema, un contenedor modular, una bahía adicional camuflada, un emisor de energía, o incluso una plataforma de lanzamiento para drones miniaturizados o sistemas hipersónicos. En un avión diseñado para engañar radares y desinformar al enemigo, nada puede descartarse por completo.

Porque si algo queda claro con el J-36, es que no se trata simplemente de un caza más. Es una declaración estratégica envuelta en incógnitas técnicas. Un enigma de tres motores, dos alas y una función que, quizás, aún no entendemos del todo.



Y es en este punto donde todos se acomodan en sus asientos, tal vez con palomitas en mano, y la película realmente comienza. Porque sí: el tercer motor es un motor… pero no en el sentido tradicional. O al menos, no con la función que todos estamos esperando. Lo que estamos viendo hoy, esa estructura con tres salidas y líneas futuristas, podría no ser más que una ilusión funcional.

Vale la pena recordar que lo que se ha mostrado hasta ahora no es el modelo final. Es un prototipo, un banco de pruebas, un laboratorio volador. Una plataforma pensada para ensayar ideas, validar sistemas, jugar con límites. Lo que salga al otro lado del túnel de desarrollo podría parecerse… o podría ser algo radicalmente distinto.

Y luego está ese detalle que ha empezado a circular en algunos medios especializados: una tercera toma de aire supersónica, ubicada en la parte superior del fuselaje. Un elemento que no encaja del todo con la lógica de un diseño convencional, y que abre nuevas preguntas sobre lo que realmente alimenta ese supuesto tercer motor.

¿Qué es, entonces?
¿Una fuente de energía secundaria?
¿Una entrada para un sistema oculto de propulsión o refrigeración?
¿O simplemente un señuelo, una pieza colocada adrede para confundir a los observadores y analistas occidentales?

Nada puede descartarse. Porque si hay algo que China ha demostrado con el J-36, es que no está jugando bajo las reglas conocidas. Está diseñando algo más. Tal vez una nave polivalente. Tal vez una plataforma modular con funciones intercambiables. Tal vez un caza que no quiere parecerse a ningún caza.

Y ese supuesto tercer motor puede ser la clave o la cortina de humo.
Pero lo más intrigante es esto: el misterio, por ahora, parece completamente intencional.



Le planteé esta hipótesis a un veterano de VASO —un hombre con más de 32 años de experiencia en construcción aeronáutica— y su respuesta fue inmediata: “Es una idea más que interesante.” Según él, lo primero que llama la atención en el diseño del J-36 es el enorme espacio interno disponible. Los chinos, al parecer, tomaron la decisión desde el principio: construir una aeronave con volumen sobrado. Pero lo curioso no es eso. Lo curioso es cómo eligieron usarlo.

En teoría, si se tratara simplemente de alimentar un tercer motor convencional, habría sido mucho más sencillo rediseñar las dos tomas de aire principales, recalcular sus secciones transversales y desviar parte del flujo hacia el tercer motor. Fácil de calcular. Más simple de construir. Menos complicado en el taller.

Pero no. Los ingenieros chinos decidieron hacerlo a su manera. Y ahí es donde aparece la posibilidad más audaz de todas: ¿y si ese tercer motor no es un turborreactor, sino un motor cohete de propulsante líquido?

Parece ciencia ficción, pero no lo es.

El clásico par oxígeno-queroseno ha sido utilizado durante décadas en cohetes como la Soyuz-2 o el Falcon 9. Es un sistema probado, eficiente y relativamente seguro. El oxígeno líquido, aunque frío y volátil, es mucho menos peligroso que oxidantes como el flúor o el amilo. Además, este tipo de motor ofrece un impulso específico altísimo, del orden de los 3.500 m/s, algo que ningún turborreactor podría soñar alcanzar.

Claro que hay obstáculos. Para encender un motor cohete de estas características, se necesita un sistema de ignición externo que sincronice perfectamente el suministro de oxígeno y queroseno a la cámara de combustión. En los cohetes espaciales, se usan arrancadores eléctricos o químicos desechables. Pero en aviación, ya se está empezando a trabajar con encendidos por plasma, sistemas más complejos pero reutilizables, capaces de funcionar a cualquier altitud.

Y aquí entra en juego esa extraña toma de aire superior que tanto ha dado que hablar. Si no está diseñada para alimentar un turborreactor, podría servir como sistema auxiliar para iniciar la ignición del motor cohete, o incluso como parte del sistema de enfriamiento y ventilación interna para el almacenamiento de oxígeno líquido.

Las grandes dimensiones del J-36 no solo lo hacen ideal para transportar más combustible o armamento: también permiten instalar tanques criogénicos de oxígeno líquido dentro del fuselaje, sin comprometer el centro de gravedad ni la distribución estructural. Y como en los motores cohete el oxígeno se bombea hacia la cámara de combustión, no se necesitan tanques de presión excesiva ni paredes ultra reforzadas.

¿El resultado? Un avión con dos motores turborreactores y uno cohete. Una bestia híbrida capaz de funcionar como una aeronave convencional… hasta que necesite un impulso brutal en altitud, velocidad o energía, y entonces active su carta oculta.

Es una idea radical. Pero el J-36, desde el principio, no ha seguido ninguna regla convencional.
Y si la especulación acierta, podríamos estar ante el primer caza-cohete táctico del siglo XXI.




Cualquier persona normal se preguntaría: ¿para qué necesita una cabra un acordeón si ya está alegre? Y para alegrarla aún más.


Los propios desarrolladores chinos no han sido tímidos al describir el J-36: lo han presentado como un prototipo capaz de atravesar cualquier defensa y golpear donde más duele. Una afirmación audaz. Pero que, inevitablemente, lleva a una pregunta fundamental:
¿Cómo se atraviesa una defensa aérea moderna?

La respuesta, en realidad, no ofrece muchas opciones. Y cada una de ellas tiene sus propios límites —teóricos, prácticos o simplemente físicos.

La primera posibilidad es la más popular en la doctrina moderna: la invisibilidad ante el radar. El santo grial de la guerra aérea del siglo XXI. Utilizando diseño furtivo, materiales absorbentes, formas anguladas. El problema es que, con cada año que pasa, la eficacia de esta teoría es más discutida. Porque, a fin de cuentas, la baja observabilidad no significa invisibilidad, y lo que antes era tecnología de vanguardia, hoy empieza a enfrentarse a radares de banda múltiple, algoritmos adaptativos y sensores pasivos. ¿Funciona? A veces. ¿Garantiza atravesar "cualquier defensa"? Muy dudoso.

La segunda opción es más atrevida y, en ciertos contextos, muy efectiva: volar por debajo del radar. Literalmente. Rozando el terreno, aprovechando pliegues del paisaje y obstáculos naturales para esconderse del haz del radar. Lo vemos hoy en Ucrania, con drones y misiles de crucero deslizándose entre colinas y bosques. Pero esto, llevado a un avión del tamaño y peso del J-36 —un ala de 15 toneladas danzando a 50 metros sobre el suelo— es otra historia.
Aquí la física se impone: la inercia, el volumen, el margen de error. Tarde o temprano, un giro mal calculado termina en impacto. Y un sistema tan complejo no puede arriesgarse a un simple bache en el terreno.

Entonces queda una tercera opción. La menos explorada. La más radical:
no esquivar la defensa aérea, sino sobrevolarla completamente.
Romper el tablero y jugar desde otro plano.

Estamos hablando de operar a altitudes estratosféricas, 50, 60 kilómetros, quizás más. Por encima de todos los “paraguas” conocidos de defensa aérea. Y aquí, los números hablan por sí solos.

Tomemos el S-400 ruso, uno de los sistemas de defensa más avanzados del planeta. Su misil más potente, el 40N6E, tiene un techo de interceptación de 30 kilómetros.
El sistema Patriot estadounidense, tan temido como extendido, no supera los 20 kilómetros.
Y aunque Estados Unidos dispone de sistemas navales como el Standard Missile, incluso su versión avanzada, el SM-6, se queda en 33 km de altitud máxima.

Solo una excepción sobresale en este mapa de cifras: el SM-3, un interceptor diseñado no para el combate aéreo convencional, sino para interceptar misiles balísticos en la estratósfera. Un misil cinético, más cercano a un proyectil espacial que a una defensa aérea tradicional.

¿Y si el J-36, con su motor adicional y diseño masivo, no está pensado para evadir… sino para volar más alto que nadie?

Una plataforma que se eleva por encima del alcance de los radares, de los misiles, del ruido del combate.
Un atacante desde las alturas, descendiendo como un cometa en el momento preciso.
Un avión que, literalmente, vuela por fuera de las reglas.



En resumen, estamos hablando de un misil capaz de volar a altísimas altitudes y velocidades extremas. El SM-3, misil interceptor de tres etapas, puede alcanzar hasta 250 km de altitud y guía su trayectoria mediante un buscador infrarrojo, lo que lo convierte en una plataforma de intercepción extremadamente sofisticada. Pero también tiene sus límites.

Porque el SM-3 fue diseñado con una misión muy concreta: destruir objetos que no maniobran, como la ojiva de un misil balístico o incluso un satélite en órbita baja. Objetivos que siguen una trayectoria perfectamente predecible. Y aquí está el problema: nadie sabe cómo respondería este misil frente a un objetivo que maniobra activamente. Las pruebas necesarias para comprobarlo simplemente no se han realizado.

Además, Estados Unidos no tiene muchos misiles de este tipo. Son caros —muy caros—: cada unidad cuesta entre 18 y 24 millones de dólares, según su variante. Y por eso se emplean con cuenta gotas, solo en escenarios de máxima prioridad estratégica.

Así que si el escenario es un avión que opera a 50 o 60 kilómetros de altitud, justo donde la atmósfera aún permite cierto uso aerodinámico, pero muy por encima del alcance de casi todas las defensas, las posibilidades de interceptarlo son mínimas. Si además lleva un motor cohete, y no depende de oxígeno ambiental, puede alcanzar esa altitud con relativa facilidad.

Y no hablamos de un ataque a territorio continental. Porque China no necesita ni pretende atacar el territorio estadounidense. Lo que le preocupa está más cerca.
Hablamos del Océano Pacífico. De Taiwán. Y de los grupos de ataque de portaaviones (AUG) estadounidenses que se aproximan para defenderlo.

Ahí es donde este tipo de aeronave —una plataforma estratosférica armada, rápida y precisa— entra en juego.

Porque lanzar un misil balístico contra un AUG es una solución limitada. Sí, su ojiva es veloz, difícil de interceptar, pero poco precisa. Por diseño, su guiado final es tosco, y cualquier corrección de trayectoria es difícil debido a la alta velocidad de descenso y la resistencia atmosférica. La física pone sus reglas, y la precisión (CEP) se resiente seriamente.

En cambio, un avión de gran altitud puede detectar, rastrear y elegir su objetivo en tiempo real. Puede lanzar bombas guiadas o cohetes desde 50 km de altitud, sin entrar jamás en el alcance efectivo de los sistemas de defensa aérea de los buques.

Pensemos en eso: una bomba guiada, con bajo perfil radar, lanzada desde el borde de la estratósfera. Su caída sería limpia, rápida, difícil de interceptar, con un perfil térmico reducido. No es un proyectil que desciende como un meteorito desde el espacio, sino algo más controlado, más inteligente. Y si hablamos de municiones pequeñas y sigilosas, el radar del AUG tendrá problemas para verlas llegar… y más aún para detenerlas.

¿Imposible? Tal vez no tanto.
Basta recordar al mayor Bernhard Jope, que el 9 de septiembre de 1943, a bordo de un bombardero alemán, lanzó dos bombas guiadas Fritz X sobre el acorazado Roma de la marina italiana. Dos impactos. Un buque insignia hundido. Una lección temprana de lo que puede hacer un ataque guiado, preciso y desde arriba.

Hoy, casi un siglo después, la historia podría repetirse. Solo que esta vez, a 50 kilómetros de altitud, y con una tecnología que ni siquiera soñaban en 1943.

Un avión cohete estratosférico, armado con bombas guiadas o cohetes precisos, no es ciencia ficción. Es una respuesta táctica elegante y brutal para un problema real: cómo romper un grupo de combate naval sin entrar en su alcance.
Y si el J-36 apunta en esa dirección, no es solo un caza más.
Es un cambio de paradigma.




Dos bombas con un peso de 1.570 kg enviaron al fondo el nuevo acorazado con un desplazamiento de 46 toneladas.


No es difícil predecir lo que dos bombas de este tipo harán a un barco moderno, que prácticamente no tiene blindaje en comparación con los barcos de la Segunda Guerra Mundial.


Un avión cohete como el J-36 tiene una ventaja que cambia las reglas del juego: es reutilizable.
A diferencia de un misil balístico o de crucero, que es por definición un sistema de un solo uso —un billete de ida sin retorno—, un avión puede adaptarse. Puede cambiar de objetivo sobre la marcha, puede retirarse si la situación cambia, puede esperar el momento adecuado para atacar. Y si es pilotado —ya sea por un humano o por una IA autónoma avanzada—, tomará decisiones mucho más complejas que las de cualquier computadora a bordo de un proyectil.

Un misil, por su parte, solo tiene una opción: ser disparado y seguir su trayectoria. Sin corrección. Sin repliegue. Sin margen de maniobra táctica. Solo avanzar… o autodestruirse.

Y cuando hablamos de costos, el panorama es revelador.
Un misil balístico Bulava cuesta alrededor de 10 millones de dólares.
Un Iskander, unos 3 millones.
Incluso un misil de crucero Kalibr ronda el medio millón.
En cambio, una bomba guiada por láser o por satélite, lanzada desde gran altura y con precisión quirúrgica, cuesta una fracción de eso. Y en condiciones ideales, puede ser igual o más efectiva, sobre todo cuando el blanco es móvil y las circunstancias cambian en segundos.

Pero eso no es todo. Las bodegas del J-36 podrían no estar llenas de bombas o misiles. Podrían estar cargadas de drones asesinos. Vehículos autónomos de ataque, lanzables desde la estratósfera, capaces de dispersarse en formación, saturar sensores enemigos, confundir defensas y golpear desde múltiples ángulos. Y si hay un país con los medios para hacerlo, es China. El desarrollo de drones en enjambre, algoritmos de control distribuido y miniaturización armada está muy avanzado en sus laboratorios.

¿Controversial? Tal vez.
¿Audaz? Sin duda.
Pero todo concepto revolucionario comienza con una idea que desafía lo conocido.

El J-36 no es todavía una realidad consolidada. Es un prototipo, una visión, una pieza de ingeniería especulativa que apunta hacia lo que China imagina como el avión de ataque del futuro. Y como dice el proverbio chino:
“El viaje de mil millas comienza con el primer paso.”
Este podría ser ese paso.

La teoría puede parecer atrevida, pero no por eso carece de fundamento.
Y como ocurre siempre con los nuevos desarrollos militares chinos de alto perfil, las imágenes y los vídeos aumentarán. Veremos al J-36 rodar, despegar, maniobrar, tal vez entrenar. Poco a poco, el rompecabezas irá tomando forma, y con él, las respuestas a muchas de las preguntas que hoy solo podemos plantear.

Pero una cosa ya es clara:
China no está imitando el pasado. Está diseñando su propia versión del futuro.


sábado, 9 de enero de 2021

Tecnologías antisatélite norcoreanas

Armas antisatélite de ascenso directo de Corea del Norte

W&W





Esta imagen tomada y publicada el 4 de julio de 2017 muestra al líder norcoreano Kim Jong-Un inspeccionando la prueba de fuego del misil balístico intercontinental Hwasong-14.

El programa de misiles balísticos de Corea del Norte se remonta a la década de 1980 con la adquisición de la tecnología Scud de la era soviética. En la actualidad, no existe ningún programa ASAT específico separado de los programas de misiles balísticos del país. Los sistemas norcoreanos comprenden dos componentes principales: capacidades de misiles balísticos lanzados desde tierra que maduran rápidamente y el desarrollo de algunos sistemas de radar.

Tecnologías DA-ASAT

Corea del Norte tiene múltiples sistemas de misiles balísticos, incluidos los de la clase de misiles balísticos de alcance intermedio (IRBM) y misiles balísticos intercontinentales, que posiblemente podrían usarse como base para futuras capacidades DA-ASAT. La primera es la familia Pukguksong de IRBM, que incluye el KN-11 (Pukkuksong-1) y el KN-15 (Pukkuksong-2). El KN-11 es un SLBM de combustible sólido de dos etapas con un supuesto alcance de 500-2,500 km, mientras que el KN-15 es la variante terrestre. Corea del Norte realizó una prueba exitosa de lanzamiento en frío del KN-15 en mayo de 2017.

El Hwasong-10 (Musudan) es un IRBM supuestamente modelado a partir del sistema de misiles soviético R-27 / SS-N-6. El sistema funciona con combustible líquido con un alcance máximo de 3500 km. El Musudan tiene un historial de pruebas irregular, pero la sexta prueba del sistema supuestamente fue un éxito.

El Hwasong-12 (KN-17) es un misil balístico más nuevo, probado el 14 de mayo de 2017, el 28 de agosto de 2017 y el 14 de septiembre de 2017, utilizando propulsor líquido y un motor de alto empuje y montado en un TEL. En marzo se realizó una prueba de vuelo adicional, posiblemente relevante para ICBM, utilizando un motor similar al KN-17. Esta fue posiblemente solo una variante más grande del IRBM Hwasong-10 existente, pero la prueba indica la capacidad de sobrepasar cómodamente a Guam y alcanzar altitudes orbitales de satélite más bajas. Se presume que el Hwasong-12 es un misil de una etapa con un alcance de 3.700-4.500 km.

Kim Jong Un anunció en el discurso anual de Año Nuevo de 2017 que el país estaba casi listo para probar en vuelo un misil balístico intercontinental. Desde entonces, ha habido dos pruebas de ICBM en 2017 de un sistema relativamente nuevo, el Hwasong-14. Corea del Norte probó el Hwasong-14 (KN-20) el 4 de julio de 2017 y el 28 de julio de 2017, utilizando una trayectoria elevada. Varias estimaciones sitúan el alcance alrededor de los 10.000 km, lo que coloca a las ciudades y objetivos estadounidenses en el espacio por encima de LEO potencialmente en riesgo. El Hwasong-14 es un diseño de combustible líquido de dos etapas.

El Hwasong-15 (KN-22) se lanzó por primera vez el 29 de noviembre de 2017, cuando este misil balístico intercontinental de combustible líquido voló en una trayectoria elevada a una altitud de 4.500 km. Si se vuela en una trayectoria estándar, podría tener un alcance factible de 13.000 km, lo que, según David Wright de la Unión de Científicos Preocupados, "es significativamente más largo que las pruebas de largo alcance anteriores de Corea del Norte". Según la Agencia Central de Noticias de Corea del Norte (KCNA), esta prueba de vuelo fue de "un cohete balístico intercontinental con una ojiva súper grande y pesada" que podría alcanzar "todo el territorio continental de los Estados Unidos".

Corea del Norte tiene otros presuntos sistemas de alcance de misiles balísticos intercontinentales que aún no se han probado ni desplegado en vuelo. El primero es el Hwasong-13 (KN-08), un misil balístico intercontinental de tres etapas que se vio por primera vez en el desfile militar de 2012, y una variante de este misil conocido como KN-14, acortado a dos etapas. Se trata de presuntos misiles balísticos intercontinentales móviles que se exhibieron en desfiles militares pasados, pero que aún no se han probado ni desplegado.

El único vehículo de lanzamiento de satélites operativo conocido de Corea del Norte es el Unha-3. Parece derivar componentes de diseño del Taepodong-2, que originalmente la inteligencia estadounidense creía que era un posible misil balístico intercontinental. Aunque operativo, la confiabilidad del Unha-3 no está asegurada. El TD-2 falló en varias pruebas a lo largo de la década de 2000, lo que generó algunas preguntas sobre su relación con el Unha-3 y la fiabilidad de este último. El primer intento de utilizar el Unha-3 para lanzar el satélite Kwangmyongsong 3 en abril de 2012 resultó en un fracaso, pero en diciembre de 2012 el Unha-3 colocó con éxito el primer satélite norcoreano (Kwangmyongsong 3-2) en órbita. El Unha-3 se utilizó para poner en órbita el segundo satélite (Kwangmyongsong 4) en 2016. Las imágenes comerciales de marzo de 2019 de la estación de lanzamiento de satélites Sohae de Corea del Norte indicaron que puede haber vuelto a las operaciones normales.

Se sabe que el Unha-3 es un cohete de múltiples etapas con propulsor líquido que requiere una plataforma de lanzamiento convencional y preparaciones visibles extensas. La primera etapa consta de cuatro motores Nodong, lo que la hace demasiado grande para uso móvil.

Aparte de los programas de misiles balísticos activos y SLV, Corea del Norte también tiene programas activos de motores sólidos y combustibles líquidos y los utiliza tanto en sistemas de misiles activos como en pruebas de desarrollo. Se está trabajando en la creación de motores de cohetes más avanzados. Esto se ha evidenciado en los intentos de crear un SLBM compacto con dos motores Hwasong-10, similar al del SLBM R-27 soviético, en una sola etapa, y conocido ahora como el motor del 18 de marzo después de probarlo en el lanzamiento del satélite Sohae. Centrar. El motor del 18 de marzo en particular está destinado a ser un "motor de alto empuje [para] ayudar a consolidar la base científica y tecnológica para igualar la capacidad de entrega de satélites a nivel mundial en el campo del desarrollo del espacio ultraterrestre".

Algunos han especulado que Corea del Norte podría combinar un misil balístico y una ojiva nuclear en un arma EMP, dirigida contra satélites estadounidenses o contra la infraestructura nacional. Sin embargo, parece poco probable en este momento que Corea del Norte dedique una de sus ojivas nucleares limitadas a una tarea no probada. Además, se desconoce qué tan grande es el rendimiento de una ojiva nuclear necesaria para afectar la red eléctrica de EE. UU. Aunque es probable que Corea del Norte haya demostrado una capacidad termonuclear en marzo de 2018, las ojivas nucleares del país no se acercan al rendimiento del rango de megatones que probablemente sería necesario. Además, la fuerza de misiles balísticos intercontinentales de Corea del Norte, aunque crece en sofisticación técnica y rendimiento, actualmente no es capaz de llevar una ojiva tan pesada. Se sabe que las pruebas nucleares históricas, como la prueba estadounidense Starfish Prime en 1962, generaron efectos que dañaron o destruyeron satélites en órbita en ese momento. Sin embargo, sería difícil predecir la capacidad de crear tales efectos contra los satélites militares, sobre todo porque muchos satélites militares de los Estados Unidos están reforzados contra la radiación y los efectos EMP.

Tecnologías ASAT coorbitales

Corea del Norte posee actualmente un desarrollo de satélites muy rudimentario y capacidad de comando y control, pero no ha demostrado ninguna de las operaciones de encuentro y proximidad o capacidades de guía activa necesarias para una capacidad de satélite coorbital.

Actualmente hay seis objetos en órbita como resultado de dos lanzamientos espaciales de Corea del Norte. Dos de estos objetos son satélites. El primer lanzamiento exitoso de un satélite en órbita se produjo en diciembre de 2012 desde la estación de lanzamiento de satélites de Sohae. Los informes iniciales en ese momento sugirieron que el satélite, junto con un cuerpo de cohete de tercera etapa y dos pequeños pedazos de escombros asociados, se colocaron en órbita, pero que el satélite estaba "girando fuera de control" y no había frecuencias ultraaltas. (UHF) señales de radio detectadas desde el satélite. Esto sugiere que el satélite no estaba estabilizado o no funcionaba después del despliegue. Sin embargo, el satélite todavía seguía una trayectoria orbital relativamente predecible y no representaba una amenaza de colisión para otros objetos espaciales.

Corea del Norte lanzó un segundo satélite en febrero de 2016, llamado Kwangmyongsong-4. Tanto el cuerpo del cohete como el satélite (en la foto de abajo) entraron en una órbita estable. Al igual que con el satélite de 2012, se suponía que este satélite tenía fines de observación de la Tierra. Según los informes, la versión de 2016 pesaba casi el doble que el satélite de 2012, alrededor de 200 kg. Los satélites y los objetos asociados se encuentran en una órbita normal y predecible y no representan una amenaza de colisión significativa para otros objetos espaciales.

Ninguno de los dos satélites Kwangmyongsong se considera operativo. Se cree que ambos fallaron poco después del lanzamiento. Esto se evidencia por la falta de señales detectadas y la inestabilidad de las plataformas. Se informó que Kwangmyongsong 3-2 estaba cayendo el 17 de diciembre de 2012, cinco días después del lanzamiento, y se informó que Kwangmyongsong 4 estaba cayendo el 9 de febrero de 2016, solo tres días después del lanzamiento. Se puede determinar que los satélites están dando vueltas mediante sistemas de radares de seguimiento espacial, o incluso por astrónomos aficionados que observan variaciones periódicas de la intensidad de la luz reflejada por el sol cuando los objetos pasan sobre los observadores cerca del amanecer y el anochecer local.

Aunque ambos satélites se anunciaron como sistemas de detección remota, es dudoso que hayan realizado mucha actividad de sensores debido a sus primeras fallas. La experiencia de los satélites norcoreanos se considera rudimentaria, y las cargas útiles probablemente solo puedan producir imágenes de baja resolución en el mejor de los casos, y es dudoso que alguno de los dos satélites hubiera sido útil militarmente, incluso si no hubieran fallado prematuramente.

No hay indicios de que la serie de satélites Kwangmyongsong tuviera alguna capacidad contraespacial ni de que Corea del Norte tuviera la intención de intentar desarrollar dicha capacidad. Ninguno de los satélites realizó maniobras orbitales. Cualquier intento serio de contraespacio orbital requeriría una sofisticación que está mucho más allá de la capacidad de Corea del Norte en el futuro previsible.

 

Guerra electrónica

En numerosas ocasiones, Corea del Norte ha demostrado la capacidad de interferir con la navegación GPS civil utilizada por aviones de pasajeros, automóviles y sistemas de barcos en las cercanías de la frontera Sur-Norte y áreas costeras cercanas. Este tipo de interferencia (interferencia de enlace descendente) se dirige a los receptores GPS dentro del alcance de la fuente de la señal de interferencia, pero no tiene impacto en los satélites GPS ni en el servicio proporcionado a los usuarios fuera del alcance de las interferencias. El área afectada dependerá de la potencia emitida por el bloqueador y de la topografía local. En el caso de los incidentes notificados en Corea del Norte, se estimó que el alcance era de varias decenas de kilómetros.

Según funcionarios estadounidenses no identificados, este tipo de interferencia no afectaría a los miembros militares estadounidenses que utilizan las señales GPS militares. Los incidentes de interferencia del GPS a lo largo de la frontera Sur-Norte parecen haber tenido como objetivo deliberadamente receptores civiles, presumiblemente como parte de una estrategia o táctica política de Corea del Norte. Algunos eventos han coincidido con ejercicios militares conjuntos entre Corea del Sur y Estados Unidos. Corea del Norte también podría estar desarrollando inhibidores que sean efectivos contra las señales GPS militares, pero hasta la fecha no hay evidencia pública de tal desarrollo, prueba o uso.

No hay información pública que indique que Corea del Norte tiene la capacidad de bloquear las comunicaciones por satélite. Corea del Norte interrumpe rutinariamente las transmisiones terrestres de fuentes extranjeras, como la BBC, Voice of America, Radio Free Asia y KBS de Corea del Sur, para evitar que sus ciudadanos escuchen, pero no hay información pública sobre las capacidades de la RPDC para bloquear las transmisiones por satélite. Se estima que la interferencia del enlace ascendente de los satélites de comunicación no se ha producido, o rara vez se ha producido, ya que es probable que los operadores de satélites objetivo hubieran informado de ello. La interferencia de enlace descendente, que afecta solo a los receptores en un área local, puede estar ocurriendo dentro de Corea del Norte, pero no hay información disponible al respecto.

Conciencia de la situación espacial

Hay poca información disponible públicamente sobre las capacidades de SSA de Corea del Norte. Corea del Norte tiene un Edificio de Control General de Satélites, que es la sede de su Administración Nacional de Desarrollo Aeroespacial (NADA), y la instalación desde la cual rastrea y monitorea sus propios lanzamientos de satélites. Desde mayo de 2017, las imágenes han detectado construcciones en una instalación adyacente (que probablemente esté destinada a ser un centro de pruebas del entorno espacial y probablemente no tenga capacidades SSA). Se ha informado que Corea del Norte tiene radares de matriz en fase iraníes como parte de su red de defensa aérea; sus capacidades son desconocidas.

Política, doctrina y organización de contraespacio

Hasta el momento, no existe una doctrina clara para las armas contraespaciales en la RPDC. De hecho, existe una curiosa ausencia de discusión sobre las armas contraespaciales en los medios estatales de la RPDC. Examinar los archivos desde 2010 no revela una sola mención de ASAT o contraespacio. Los satélites y el espacio solo se mencionan en el contexto de programas pacíficos en el lenguaje de la RPDC.

Utilidad militar potencial

Es probable que Corea del Norte posea capacidades contraespaciales militares muy limitadas. Su falta de capacidades de conocimiento de la situación espacial (SSA), Hit-to-Kill (HTK) y operaciones de encuentro y proximidad (RPO) y capacidades de lanzamiento espacial muy limitadas muy probablemente lo limitan a ataques de área amplia, como ataques nucleares basados ​​en el espacio. Sistemas de detección de detonaciones (NUDET) en órbita terrestre baja (LEO) que podrían dañar un gran número de satélites durante largos períodos de tiempo. Tal ataque tendría una utilidad militar muy limitada en un conflicto. 

domingo, 3 de mayo de 2020

ABM: S-400 alcanza misil balístico a 400km de distancia

El sistema ruso de misiles de defensa aérea S-400 alcanza el objetivo balístico a 400 km

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El Ministerio de Defensa de Rusia (MoD) realizó una prueba del sistema de misiles de defensa aérea (ADS) S-400 Triumf (nombre de la OTAN: SA-21 Growler) contra un objetivo balístico de práctica a una distancia de 400 km, según el ejército.


S-400 TEL Transporter Erector Launcher vehículo en exhibición de defensa del ejército cerca de Moscú, Rusia.

El Ministerio de Defensa de Rusia informó la prueba antes mencionada el 28 de abril. El informe dice que un sistema de misiles de defensa aérea S-400 (ADS) de un Distrito Militar del Este (Vostochniy Voyenniy Okrug, VVO) empleó el sistema para derribar misiles balísticos simulados en el Alcance de Telemba (la República de Buriatia). “Según el escenario, un enemigo simulado disparó misiles balísticos para destruir las piezas de infraestructura en un complejo militar. Las tripulaciones de los sistemas S-400 bloquearon los objetivos a una distancia de aproximadamente 400 km, los rastrearon y destruyeron las amenazas ", dijo el Ministerio de Defensa, y agregó que los objetivos del jet hipersónico Favorit-RM y Armavir se habían utilizado para imitar a los objetivos. atacando misiles.

El S-400 ADS está diseñado para involucrar aeronaves estratégicas y sistemas aéreos tácticos, misiles balísticos, amenazas hipersónicas y otros activos de ataque aéreo en un entorno disputado electrónicamente, dice el Ministerio de Defensa. El Triumf ataca objetivos aerodinámicos y balísticos a distancias de hasta 400 km y hasta 60 km, respectivamente. La altitud de compromiso objetivo del S-400 se encuentra entre varios metros y varias docenas de kilómetros. Cabe mencionar que el sistema permite a su tripulación atacar objetivos balísticos que vuelan a una velocidad de hasta 4.8 km / s.

Se informa que la intercepción mencionada anteriormente es la primera prueba confirmada del S-400 contra misiles balísticos de alta velocidad. Según el exportador de armas Rosoboronexport de Rusia (una subsidiaria de la corporación estatal Rostec), la modificación orientada a la exportación del Triumf derriba objetivos balísticos en un rango entre 5 km y 60 km, con altitudes de compromiso objetivo entre 2 km y 25 km. El S-400 ADS completo guía simultáneamente hasta 160 misiles tierra-aire (SAM) y ataca hasta 80 objetivos aéreos.

Tal desempeño proporciona al Triumf una perspectiva positiva del mercado. En comparación con su competidor más cercano, el ADS Patriot PAC-3 (Patriot Advanced Capability 3) de fabricación estadounidense, el S-400 se enfrenta a casi el doble de objetivos aéreos (el PAC-3 mantiene la vista en unos 40 vehículos aéreos) y tiene un ventaja en términos de seguimiento (el PAC-3 rastrea unos 125 objetivos aéreos). Al mismo tiempo, el Patriot es un fuerte jugador de mercado entre pares y no debe descartarse: es un sistema eficiente, que es capaz de hacer frente a la mayoría de las amenazas aéreas en el campo de batalla moderno.

Otro competidor del S-400 en el mercado global de activos de defensa aérea de largo alcance es el sistema HQ-9A, que ha sido diseñado por la industria de defensa de la República Popular China (RPC). El HQ-9A es una copia modernizada de una variante anterior del sistema SAM de largo alcance S-300 (SA-10 Grumble) y no puede competir con S-400 y Patriot en términos de confiabilidad y efectividad de combate.

La RPC también comercializa su nuevo sistema SAM de rango medio LY-80. Sin embargo, se informa que esta arma de defensa aérea tiene un rendimiento relativamente malo al atacar misiles de crucero: el LY-80 los detecta a una distancia de no más de 20 km. Esta desventaja reduce drásticamente sus capacidades antimisiles: el LY-80 no puede ser referido como un "asesino de misiles".

lunes, 25 de marzo de 2019

SAM Honda de David israelí ya puede interceptar ICBM

El sistema de defensa aérea David's Sling interceptó con éxito misiles de medio a largo alcance

Army Recognition


Según una declaración emitida el 19 de marzo de 2019 por el Ministerio de Defensa de Israel, el avanzado sistema de defensa contra misiles de Israel, David's Sling, interceptó con éxito misiles de mediano a largo alcance en un ejercicio conjunto con los Estados Unidos. Esta serie de pruebas, designada como David's Sling Test-6 (DST-6) fue la sexta serie de pruebas del Sistema de Armas de Honda de David.



Imagen de archivo Prueba de disparo del sistema de misiles de la defensa aérea David's Sling (Fuente de la imagen Wikipedia)

La serie de pruebas examinó las capacidades y el rendimiento de todo el Sistema de Armas de Honda de David. Estas pruebas exitosas son un hito importante en la capacidad operativa de Israel para defenderse contra amenazas existentes y futuras en la región.

La información recopilada durante la prueba está siendo analizada por los ingenieros del programa y se utilizará para el desarrollo continuo y el despliegue del Sistema de Armas de Honda de David. Esta serie de pruebas proporciona confianza en las capacidades israelíes futuras para defenderse contra cohetes de gran calibre y otras amenazas en desarrollo.

El proyecto del Sistema de Armas de Honda de David es un esfuerzo cooperativo entre los Estados Unidos e Israel para desarrollar una defensa contra cohetes de gran calibre y misiles balísticos de corto alcance. El Davids Sling es parte del sistema de defensa de múltiples capas de Israel, que también incluye el Iron Dome, un sistema destinado a interceptar cohetes de corto alcance desde Gaza, y el Arrow-3 de largo alcance, un sistema de misiles antibalísticos.

El David's Sling es un sistema militar de las Fuerzas de Defensa de Israel desarrollado conjuntamente por el contratista de defensa israelí Rafael Advanced Defense Systems y el contratista de defensa estadounidense Raytheon, diseñado para interceptar aviones enemigos, drones, misiles balísticos tácticos, cohetes de alcance medio a largo y crucero. Misiles, disparados en rangos de 40 km a 300 km.

martes, 29 de mayo de 2018

SAM: El S-500 le pega a un objetivo a 300 millas

El Sistema de Defensa Aérea S-500 de Rusia, según los informes, alcanza su objetivo a casi 300 millas de distancia


The Drive - War Zone

Sistema de defensa antiaérea S-500 Triumfator-M o Promotheus con alcance de 595 km (foto: Sputnik) 



Según los informes, Rusia ha llevado a cabo la prueba de misiles tierra-aire de mayor alcance con su S-500. Si y cuando entre en funcionamiento, el sistema de defensa antiaérea y misilística podría aumentar significativamente las capacidades antiaborto y de negación de área del ejército ruso en Europa, el este de Asia y otros lugares, pero ya tiene años de retraso.CNBC fue el primero en informar sobre el desarrollo, citando fuentes anónimas familiarizadas con la inteligencia de los EE. UU. En el programa ruso, pero su historia no dice cuándo ocurrió el lanzamiento. De acuerdo con las personas anónimas, el S-500 fue capaz de alcanzar un objetivo a poco más de 300 millas de distancia, que es unas 50 millas más lejos que el récord anterior. El rango establecido del sistema S-400 existente cuando se usa el misil 40N6 es de casi 250 millas.Aunque el sistema, también conocido como Triumfator-M o Prometheus, ha estado en desarrollo activo desde al menos 2009, existen pocos detalles firmes sobre sus capacidades. Los medios rusos han informado en el pasado que los S-500 de producción final podrán entablar combate con oponentes hasta 370 millas de distancia (= 595 km).Dependiendo del tipo exacto de misil que porta el lanzador, supuestamente podrá derribar ambos objetivos de respiración de aire, incluyendo aviones tripulados, drones y misiles de crucero, así como misiles balísticos. Esta última capacidad parece ser la más importante para los rusos y muchos informes indican que es probable que el S-500 de carretera móvil actúe principalmente como un reemplazo más flexible y sobreviviente, o al menos un suplemento, para los sistemas fijos basados ​​en silos de Rusia. El sistema de misiles antibalísticos A-135.







Los S-500 de lo contrario complementan los sistemas de misiles S-400 existentes en la superficie y proporcionan defensa de misiles balísticos de teatro y otras capacidades de largo alcance según sea necesario. El sistema de defensa antiaérea y de misiles también completaría el sistema de defensa de misiles balísticos A-235, todavía en desarrollo, que es otro sistema de carretera móvil que, según los informes, es principalmente un arma antisatélite.Los S-500 serían ideales para proporcionar defensa regional de misiles balísticos a lo largo de las fronteras europeas de Rusia con la OTAN. Es en muchos sentidos aproximadamente análogo al sistema de defensa de área de gran altitud de la Terminal fabricado en Estados Unidos, o THAAD, aunque el objetivo es claramente ofrecer flexibilidad para responder a amenazas aéreas más convencionales, también.También es posible que eventualmente exista una versión naval que otorgue a los futuros buques de guerra rusos una capacidad de defensa antimisiles. Según los informes, dos de los nuevos misiles para el S-500, 77N6-N y 77N6-N1, serán capaces de interceptaciones a mitad de camino contra misiles balísticos, con un amplio rendimiento similar al sistema de defensa antimisiles balísticos Aegis de la Marina de EE. UU. 3 interceptor en algunos destructores de la clase Arleigh Burke.El siguiente video es una prueba de un sistema de misiles antibalísticos basado en silos rusos.



El Kremlin podría ver un nuevo ímpetu significativo para seguir adelante con el S-500 ya que Estados Unidos ha estado hablando abiertamente sobre la posibilidad de nuevos misiles de crucero lanzados desde el mar con armas nucleares, así como nuevos misiles terrestres de largo alcance y sistemas de artillería de cohetes. El ejército de los EE. UU. Dice que estos sistemas son necesarios para satisfacer diversas preocupaciones de seguridad emergentes, pero especialmente las que provienen de Rusia como resultado de su política exterior cada vez más asertiva.Además, los militares rusos podrían ver al S-500 como esencial para defender su flanco oriental, particularmente contra cualquier posible intrusión china. China no está limitada en particular por las disposiciones del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, o INF, del que Rusia es parte con los Estados Unidos.Como tal, China ha desarrollado una gran variedad de misiles balísticos de alcance medio e intermedio con cargas útiles convencionales y nucleares, así como variantes especiales maniobrables que pueden comprometer objetivos navales en movimiento. Por supuesto, los Estados Unidos han acusado a Rusia de violar el propio INF con un misil de crucero lanzado en tierra con capacidad nuclear.



Misiles balísticos de alcance medio DF-26 chino. 
Hay informes de que el S-500 podrá disparar misiles hipersónicos, pero no está claro si esto se refiere o no a los misiles balísticos en su fase terminal de vuelo o a los misiles que navegan a velocidades hipersónicas, como los vehículos con impulso de planeo. o misiles de crucero hipersónicos que respiran aire. El fabricante de misiles Almaz-Antey también ha afirmado que el sistema podrá derribar aviones sigilosos, como el F-22 Raptor y el F-35 Joint Strike Fighter, un reclamo que el Kremlin hizo sobre el S-300 y el S- 400, también, pero esa capacidad dependería de la capacidad de los radares asociados para detectar y rastrear objetivos poco observables.El informe de CNBC no dice qué radares u otros sensores se usaron en la última prueba de largo alcance. En la actualidad, se entiende que el radar de adquisición de banda S 91N6E (M), el radar de adquisición de banda C 96L6-TsP, el radar de interacción multimodal 76T6 y el radar de interacción con misiles antibalas 77T6 son todas partes del S-500 sistema, pero no está claro si este es el conjunto completo de sistemas asociados o cómo funcionan necesariamente juntos.





Componentes del sistema S-500.
  

Con estos sensores, Almaz-Antey dice que el sistema S-500 completo también podrá realizar funciones de defensa aérea más tradicionales a distancias extremas. Los informes han señalado el interés de Rusia en poder utilizar las armas para derribar aviones de apoyo de combate, como el avión del Sistema estadounidense de alerta y control aerotransportados E-3 (AWACS), que ya enfrentan la necesidad potencial de operar más allá y más allá de las líneas del frente a la mejora de las defensas aéreas integradas.En total, incluso si las versiones del S-500 que finalmente ingresan al servicio tienen capacidades de compromiso del objetivo más limitadas de lo que Almaz-Antey ha afirmado hasta ahora, con un alcance máximo de casi 300 millas, el sistema seguirá representando una amenaza considerable en un papel tradicional de defensa aérea, especialmente cuando se superponen con S-400 y otros sistemas. Dependiendo del alcance y las capacidades de los radares asociados, si el Kremlin colocara los misiles en su enclave de Kaliningrado, el anillo de alcance cubriría los Estados bálticos de Estonia, Letonia y Lituania, así como gran parte de Polonia, todos los cuales son OTAN miembros. La mayor parte del Mar Báltico estaría dentro del alcance, también.



Colocar sistemas adicionales en la región de Crimea de Ucrania, que Rusia ocupa ilegalmente, podría representar un desafío significativo para las fuerzas que operan en el Mar Negro. Y las fuerzas rusas en Siria también podrían expandir dramáticamente su cobertura de defensa aérea con S-500, ya que el país tiene solo unas 450 millas de largo en diagonal. Desde el puesto de avanzada sirio del Kremlin en Khmeimim, los operadores SAM podrían tener el alcance para atacar objetivos tan lejanos como el norte de Israel, Jordania y el oeste de Irak.En el Lejano Oriente de Rusia, las baterías S-500 podrían estar fácilmente dentro del alcance de Corea del Sur y Japón. Ser capaz de desafiar a este último país podría ser otra opción importante para los rusos, quienes disputan el control sobre porciones de las Islas Kuriles, que separan el Mar de Ojotsk del Océano Pacífico Norte.Pero si bien la prueba S-500 de largo alcance informada definitivamente sería un hito importante en el programa, sin saber cuándo ocurrió, qué parámetros fueron, y si refleja otros éxitos en las pruebas, es difícil decir qué tan cerca está el sistema de operando A partir de 2016, los militares rusos estaban considerando comprar al menos cinco baterías completas y tenerlas en servicio para 2020.



Los lanzadores montados en remolque asociados con el sistema de misiles S-400 de superficie a aire, que Rusia podría desplegar junto con los S-500.

Sin embargo, en 2009, Almaz-Antey había esperado que al menos pudieran lanzar los primeros modelos para el año 2012. Para el 2013, esto había caído al 2017 y el año siguiente se había retrasado hasta 2018. El ejército ruso aún no ha anunciado que ha tomado entrega de cualquier producción S-500s.Sin embargo, el potencial de las ventas en el extranjero podría ayudar a impulsar el programa. Solo en los últimos 18 meses, Almaz-Antey ha visto una explosión de interés en el sistema existente S-400 y la creciente proliferación de misiles balísticos podría hacer que el S-500 sea atractivo para varios países. Incluso China, que probablemente sea parte de la razón por la cual Rusia desarrolló el sistema en primer lugar, podría ser un cliente. El país acaba de recibir su primer lote de S-400 en abril de 2018 y tiene un claro interés en la defensa de misiles antibalísticos.Y con la ayuda del gobierno ruso para presentarlo a los aliados y socios, el sistema podría ser un verdadero competidor de otros sistemas de defensa antimisiles y balísticos en el mercado. Los contratistas de defensa estadounidenses Raytheon y Lockheed Martin también han asegurado recientemente nuevas ventas de sus sistemas Patriot PAC-3 Missile Segment Enhancement (MSE) y THAAD respectivamente.Desafortunadamente, el fabricante ruso de misiles podría ser víctima de su propio éxito. La planta que fabrica el S-400 estará produciendo armas para cumplir con los pedidos existentes hasta por lo menos 2025. No está claro dónde Almaz-Antey planea construir el S-500.




Lots of demand, limited supply: Chief of Almaz-Antey's Obukhovskiy plant (makes the S-400 system) says it is 100% booked with orders until 2025. https://t.co/kNtaUKbz1I.
— Russian Defense Policy (@russiandefpolic) 15 de mayo de 2018 ">



Parece difícil imaginar que la compañía no hubiera contabilizado las demandas de la futura producción de S-500, al menos hasta cierto punto. Aún así, el aumento en la demanda del S-400 podría haber puesto patas arriba esas proyecciones.

De todos modos, tanto el gobierno ruso como Almaz-Antey siguen comprometidos con el programa. Si la prueba reportada es una indicación, las características y capacidades exactas del sistema pueden ser de gran interés para posibles socios y oponentes cuando finalmente lo haga.