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martes, 18 de agosto de 2020
viernes, 1 de febrero de 2019
INVAP: Nuevo radar para el aeropuerto de Paraná
EANA e INVAP firmaron un contrato para la instalación de un radar de última generación en el aeropuerto de Paraná
INVAP
EANA SE (Empresa Argentina de Navegación Aérea), del Ministerio de Transporte de la Nación, y la empresa rionegrina de tecnología INVAP firmaron el 10 de enero un contrato por la provisión e instalación de un nuevo radar secundario en Entre Ríos, que permitirá la identificación y seguimiento selectivo de las aeronaves, con nueva tecnología para precisar la posición de éstas, incluso en zonas de difícil cobertura.
El acuerdo fue suscripto en Buenos Aires por el Presidente de EANA, Ing. Gabriel Giannotti y el Subgerente General de INVAP, Ing. Marcelo Basigalup.
El nuevo radar, cuya puesta en servicio inicial está prevista para el mes de julio, será instalado en el Aeropuerto Justo José de Urquiza, de la Ciudad de Paraná. Este sistema, del tipo secundario monopulso, incorporará tanto el Modo S como un sistema ADS-B asociado, tecnología de vanguardia que cumple con las recomendaciones y estándares de la Organización de la Aviación Civil Internacional (OACI) y de EUROCONTROL, la Organización Europea para la Seguridad de la Navegación Aérea.
A diferencia de un radar primario, que procesa el eco reflejado de una señal que emite el radar, un radar secundario identifica el número de vuelo y altitud a la que vuela una aeronave, respondiendo en forma colaborativa a una interrogación del radar. Al operar en modo S, brinda a los controladores aéreos más información respecto de la aeronave observada, además de hacer un uso más eficiente y preciso del sistema. La funcionalidad ADS-B permite precisar al control aéreo en ruta la posición de las aeronaves mediante la información que los sistemas de éstas emiten periódicamente a través de sus equipos de navegación satelital, permitiendo observaciones muy precisas y confiables. El uso de ambos sistemas en forma asociada responde a los estándares internacionales que se impondrán a partir de 2020.
Además de la adquisición del nuevo radar de Paraná, y como parte del convenio marco firmado por ambas empresas en noviembre pasado, EANA confió a INVAP el mantenimiento de los 22 radares RSMA (Radar Secundario Monopulso Argentino) que la empresa de tecnología rionegrina ha desarrollado, construido e instalado en todo el país.
jueves, 4 de octubre de 2018
INVAP/CONAE preparadas para el lanzamiento del SAOCOM 1A
Argentina lanzará el próximo sábado su primer satélite radar y permite detectar la pesca ilegal
El Saocom 1A fue desarrollado por la Conae y el Invap. Permitirá brindar alertas por inundaciones, dar soporte al campo y hasta detectar pesca ilegal. A diferencia de los satélites argentinos anteriores, el Saocom 1A tiene tecnología de radar lo que le permite obtener información de la Tierra aunque sea de noche o haya nubosidad.
Si las condiciones meteorológicas son buenas, el próximo sábado a las 23.21 Argentina lanzará el primer Satélite Argentino de Observación con Microondas (Saocom 1A) desde la base Vandenberg de la fuerza aérea estadounidense en California, a bordo del cohete Falcon 9 de SpaceX. “El lanzamiento del satélite es como un parto, la fecha puede variar en cualquier momento”, advierte la investigadora principal de la misión Saocom, Laura Frulla, de la Comisión Nacional de de Actividades Espaciales (Conae).
La proximidad al lanzamiento hace que en la Conae se sienta un ambiente de ansiedad, nerviosismo y orgullo mezclado con mucho trabajo, en especial para quienes se ocupan de las aplicaciones que brindará el satélite. Este proceso comenzará una vez que despliegue los siete paneles que conforman la gran antena radar de 35 metros cuadrados y empiece a ser calibrado para dar datos sobre humedad de suelo en la región pampeana, detectar desplazamientos y brindar apoyo durante emergencias. Se estima que las imágenes - tomará 225 por día- estarán disponibles para los usuarios en nueve meses.
A diferencia de los satélites argentinos anteriores, el Saocom 1A tiene tecnología de radar lo que le permite obtener información de la Tierra aunque sea de noche o haya nubosidad. El instrumento emite un pulso de microonda que viaja hasta la Tierra donde rebota en la superficie por lo que el radar recibe un “eco”, el resultado de esa interacción, y así consigue los datos sobre formas y estructuras.
“Hace 10 años, cuando empezamos, tuvimos que estudiar todo ya que no había nada de experiencia en esto porque es un instrumento muy particular”, aclara Frulla quien asegura que en el mundo alcanzan los dedos de una mano para contar a los satélites con características similares y que son de origen japonés.
La misión implicó una inversión de 600 millones de dólares e incluye los dos satélites Saocom (el 1A y el 1B que será lanzado en 2019) y toda la infraestructura para dar servicio a ambos y a futuros proyectos espaciales. Abarca la instalación de la Estación Terrena Tierra del Fuego; el Centro de Control de Misión Saocom en el Centro Espacial Teófilo Tabanera en Córdoba, para recibir los datos y distribuir las imágenes satelitales; y el Laboratorio de Integración y Ensayos de CONAE.
El satélite, de tres toneladas, operará en banda L “que con cierta vegetación -explica Frulla- puede penetrar unos 50 centímetros y en suelo desnudo hasta dos metros”.
Investigación. Los dos Saocom junto con cuatro italianos, que operan en banda X, formarán el Sistema Italo-Argentino de Satélites para la Gestión de Emergencias. “Será la primera constelación que opere en banda X y en L, uno detecta más rugosidad y el otro penetra más la vegetación”, destaca Álvaro Soldano, responsable de mediciones in situ de la misión. Su trabajo es importante para la calibración del radar a través de la instalación de sensores en el campo con la colaboración del INTA para medir la humedad de suelo, compararlos con los datos satelitales y encontrar errores.
“Será la primera constelación que opere en banda X y en L, uno detecta más rugosidad y el otro penetra más la vegetación”, destaca Álvaro Soldano, responsable de mediciones in situ de la misión.
Con la información del Saocom también se podrán desarrollar guías de crecidas de los ríos y alertas de inundaciones; dar soporte al agro para la fertilización y la fumigación en el caso de fusariosis en el trigo; detectar pesca ilegal, derrames de petróleo, acuíferos bajo tierra y brindar datos a la navegación en cuanto a la posición de hielos polares y mapas de viento.
Cada panel del radar que elaboró la Comisión Nacional de Energía Atómica cuenta con un conjunto de 20 mini antenas y deberá mantener una determinada temperatura apara asegurar su funcionamiento. “Más allá de lo tecnológico, el principal desafío fue integrar a muchas empresas trabajando”, cuenta desde Conae Leonel Garategaray, responsable de la antena.
La construcción del Saocom estuvo a cargo de la empresa rionegrina INVAP y también participaron otras empresas locales como VENG, GEMA, STI y universidades y organismos nacionales. Garategaray asegura que “en el satélite van años de trabajo con mucha gente apasionada”.
En sintonía, Soldano agrega: “Esta misión es un logro argentino mucho antes de que se lance el satélite porque consiguió desarrollar tecnología radar, incluso para exportar”.
Una noche espacial
El lanzamiento del Sacom 1ª del sábado en la base californiana de la fuerza aérea estadounidense será presenciado por una comitiva argentina integrada (hasta el momento) por Agustín Campero, secretario de Articulación Científico Tecnológica de la Nación; Raúl Kulichevsky, director de la Conae; Alberto Lamagna, Vicepresidente de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y Vicente Campenni, CEO de INVAP. Además, estarán presentes autoridades de agencias espaciales internacionales, como Roberto Battiston, Presidente de la Agencia Epacial Italiana (ASI)En el Centro Espacial Teófilo Tabanera, en Córdoba, también se congregarán muchos ingenieros e integrantes de Conae a la espera de la primera señal del satélite y otros se quedarán en la ciudad de Buenos Aires a vivirlo con su familia y el público en la Noche Espacial del Centro Cultural de la Ciencia.
La actividad en el barrio de Palermo comenzará el 6 de octubre a las 20.30 e incluirá actividades vinculadas como charlas con especialistas, maquetas del satélite y la transmisión en vivo del lanzamiento.
La actividad en el barrio de Palermo comenzará el 6 de octubre a las 20.30 e incluirá actividades vinculadas como charlas con especialistas, maquetas del satélite, demostraciones del software para trabajar con imágenes, juegos sobre la actividad espacial, premios y la transmisión en vivo del lanzamiento. El ingreso es gratuito y para acceder a la emisión en el auditorio la entrada se retira una hora antes del evento. (Cecilia Farré - PERFIL)
jueves, 26 de julio de 2018
Satélite: INVAP ya tiene el SAOCOM listo
En medio de la incertidumbre, el INVAP despide a otro satélite que promete hacer historia
Uno de los satélites que del INVAPBARILOCHE (CORRESPONSAL) - Uno de los dos satélites Saocom proyectados por la CONAE ingresó hoy al contenedor final que lo llevará a Estados Unidos para ser lanzado al espacio. La semana que viene uno de los aviones más grandes del mundo llega a Bariloche para hacer el traslado. Tardó casi dos décadas para concretarse, costó alrededor de U$S 300 millones y aportará datos únicos sobre la Tierra. Será de gran ayuda para el sector agrícola, así como la prevención ante emergencias hidrológicas.
El INVAP se prepara para despedir al primero de dos satélites iguales, que ubicarán a la Argentina en las ligas mayores de observación científica. Y es que el Saocom 1A luego de pasar miles de pruebas y testeos, ingresó esta madrugada al contenedor que lo llevará hasta la Base Vandenberg de la Fuerza Aérea Norteamericana, sobre la costa de California, donde será lanzado por el cohete Falcon 9 de la empresa SpaceX en septiembre.
El proyecto Saocom, desarrollado por la Comisión de Actividades Espaciales (CONEA) comenzó en el año 2000 y luego de 18 años de arduo trabajo, con la participación de diversos organismos, se transformó esta semana en un sueño hecho realidad. En total se calcula que trabajaron unas 600 personas desde que se arrancó con la arquitectura del satélite en 2011. Por su gran capacidad tecnológica, aportará información muy valiosa para el sector agrícola y servirá no sólo para la Argentina, sino para cualquier lugar del mundo que lo requiera.
Nicolas Renolfi, jefe del proyecto Saocom por INVAP, precisó en una entrevista con LA NACION que el primero de los satélites terminados será trasladado al Aeropuerto Internacional de Bariloche durante la madrugada del 31 de agosto en siete u ocho camiones. "En total son unas 50 toneladas, entre lo que pesa el satélite, la antena y todos los soportes", expresó. Para su traslado llegará especialmente a la ciudad el Antonov, uno de los aviones más grandes del mundo, y la carga demandará alrededor de un día completo.
"El primero de agosto volaremos y al día siguiente esperemos estar en la base, donde el Saocom se coloca en una cuarto limpio igual al que tenemos acá en INVAP y se inicia una campaña de 45 días donde se hacen todos los ajustes finales, se carga el combustible, se encapsula en la punta del cohete y entra en el hangar donde está otros 10 días más para el despegue final", indicó.
Renolfi, es ingeniero electrónico y si bien se recibió en Tucumán, es oriundo de Santiago del Estero y trabaja en el INVAP desde 2013. "Cuando esto empezó hubo una lista muy grande requerimientos, se hicieron miles de pruebas y hubo varias redefiniciones de ingeniería, en total son dos satélites iguales que van a ser lanzados con un año de diferencia, nosotros simplemente hicimos el diseño del satélite, no la antena", explicó.
El satélite proyecta sacar más de 200 fotos por día para ser almacenadas en diversas bases terrestres. "En 2011 se acuerda con SpaceX que sea el lanzador y se empieza con la arquitectura final que demora hasta 2013, se hicieron los modelos de calificación, uno estructural y otro de ingeniería, y se arma con una redundancia por cualquier cosa que pueda fallar, después hicimos un modelo de calificación para la antena, que es muy compleja y es la más grande que va a lanzar al espacio en esa frecuencia", precisó Renolfi.
El Saocom es un satélite de órbita baja con fines científicos y llevará un radar de apertura sintética. Aportará imágenes en blanco y negro, con una resolución espacial entre 10 y 100 metros con diferentes ángulos de observación. "La gran diferencia con las cámaras es que no necesita de la luz, la imagen podrá atravesar una tormenta e, incluso, penetrar el terreno en centímetros o metros dependiendo de las características. Los dos objetivos principales son la medición de humedad desde la espacio, y ayudar en emergencias", explicó.
Las imágenes podrán ser tomadas independientemente de las condiciones meteorológicas y de la hora del día, de distintas zonas de la tierra, en tiempo real y se podrán hacer 3D. "Fotos tomadas de una misma montaña en verano y en invierno con nieve, permitirán saber el caudal de agua previsto; en el caso de las zonas inundadas, permitirá tener un detalle de cada región; las aplicaciones será muchas", dijo Renolfi y adelantó que habrá un trabajo conjunto con otros satélites italianos.
En 2013, INVAP empezó con la fabricación del satélite de vuelo y según Renofli su producción implicó "un salto muy grande" ya que en total se prepararon más de 400 placas para los dos satélites. Se fue integrando todo y finalmente se terminó en octubre de 2017. "Cada parte se ensaya y se lo somete a niveles superiores de lo que se espera luego deberá afrontar para que haya un margen", añadió el ingeniero a cargo.
Entre hoy y el viernes, el satélite pasa la última prueba dentro del contenedor, y si todo sale bien se lo sella electromagnéticamente para evitar que en el traslado cualquier radar pueda dañarlo. "No debería fallar nada, es un procedimiento de control por lo que no esperamos ningún sobresalto", finalizó esperanzado Rinolfi.
Datos
Se estima un tiempo de vida útil de por lo menos 5 años para cada satélite. Ambos comparten los mismos requerimientos de diseño, de funcionalidad y operatividad.La antena mide más de 30 metros de largo por 3,5 de alto y pesa 1,5 toneladas, mientras que el satélite es más chico pero pesa el doble.
El almacenamiento que será de varios terabytes por día, se realizará en dos bases terrestres una situada en Córdoba y la otra en Ushuaia.
Es un proyecto desarrollado en colaboración con la Agencia Espacial Italiana (ASI) e integra de manera operacional, junto con los satélites italianos COSMO-SkyMed, el SIASGE (Sistema Italo-Argentino de Satélites para Gestión de Emergencias).
Preocupados por contratos
El viernes pasado, durante una corta visita a la ciudad, el presidente Mauricio Macri dejó entrever que los contratos que tiene Nación con el INVAP "son de la época de la magia y la plata no está". Sus dichos generaron un pedido de informes en el Senado sobre el ajuste previsto. Advierten que la deuda actual con la empresa alcanza los $ 1.400 millones.Macri había dicho también el viernes: "Soy el primer fanático del INVAP, pero todos tenemos que entender que tenemos una restricción". Y adelantó que se seguirá ayudando y buscando financiamiento para la venta de equipos al exterior. "En cada iniciativa donde podamos apostar y apoyar la creatividad técnica del INVAP ahí estamos, queremos exportar trabajo argentino en todos los campos", finalizó.
sábado, 10 de junio de 2017
UAV: Sistema Aéreo Robótico Argentino (SARA)
Drones “made in Argentina”
El Sistema Aéreo Robótico Argentino (SARA) abre una nueva posibilidad para que nuestro país se sume al escenario global en materia de aviones no tripulados como dueño de la tecnología. Por Patricia Fernández Mainardi
DEF Online
Foto: INVAP
En la actualidad, hay dos proyectos motorizados por el Estado, específicamente por el Ministerio de Defensa, para el desarrollo en Argentina de vehículos aéreos no tripulados (VANTs): los clase I, como el P35 y Lipán, y el sistema SARA, conformado por VANTs clases II y III, y un paquete de tecnologías habilitantes para el diseño de un blanco aéreo de alta velocidad (BAAV).
Ambos proyectos cubren toda la gama de requerimientos para VANTs en función de su tamaño, capacidad de carga útil, autonomía de vuelo y usos posibles. En este sentido, los desarrollos de esta tecnología tendrán aplicación dual, es decir tanto en ámbitos civiles como militares.
Tal como sostienen desde Fabricaciones Militares, el desarrollo en Argentina de esta tecnología es una decisión política que reforzará la soberanía nacional y el desarrollo federal, ya que los VANTs permiten obtener una visión macro del territorio y el espacio aéreo en tiempo real para facilitar la toma de decisiones en todas las áreas.
Además, el desarrollo de estos proyectos gravitará positivamente sobre todo el sistema científico-tecnológico-industrial nacional por varios motivos: integrará el know-how del sistema científico-tecnológico nacional con las capacidades productivas instaladas del Polo Industrial-Tecnológico para la Defensa; integrará desarrollos y conocimientos existentes en tecnologías complejas como radares, telecomunicaciones, sensores, procesamiento de datos y navegación; impulsará el salto tecnológico no solo por el desarrollo de las aeronaves sino también de las cargas útiles, dispositivos que permiten que el vehículo cumpla su objetivo específico; y desarrollará la industria argentina y sus cadenas de valor.
Fabricaciones Militares y la Fábrica Argentina de Aviones fabricarán los sistemas de la mano de pymes e institutos científico-tecnológicos nacionales. Esto ayudará a fomentar la consolidación y el crecimiento de la cadena de proveedores tecnológicos locales en materia de seguridad y defensa; impulsará la ingeniería nacional con inversiones concretas en investigación y desarrollo a través de las empresas e institutos del Polo Industrial-Tecnológico para la Defensa y del Complejo Tecnológico-Industrial argentino en su totalidad; y potenciará el desarrollo científico-tecnológico nacional a partir de la sinergia con las universidades y los centros científicos de todo el país.
Esta tecnología transformará la manera en que se realizan en el país las tareas de búsqueda y rescate, ya que acortará los tiempos de respuesta y ampliará el tamaño de las superficies relevadas de forma remota. Junto con ello, en caso de emergencias y catástrofes, brindará un relevamiento preciso en tiempo real de las zonas afectadas. Además, permitirá el monitoreo de cultivos y será de gran utilidad para el resguardo de los recursos naturales, ya que hará posible controlar la actividad pesquera ilegal y vigilar los activos hidrocarburíferos nacionales.
FAdeA y Fabricaciones Militares, en conjunto con las unidades operativas del Ejército, de la Armada y de Fuerza Aérea, y con la colaboración del Estado Mayor Conjunto –que es quien nuclea los requerimientos de las tres fuerzas–, están llevando a cabo el trabajo. Además, para la producción de este sistema, FAdeA está desarrollando una red de proveedores nacionales, de componentes y software. Tanto el P35 como el LIPAN están fabricados en material compuesto, algunas partes son de carbono y otras de fibra de vidrio.
El P35 es un sistema de aviones no tripulados de reconocimiento cercano, diurno, y tiene la particularidad de que está diseñado para ser transportado en campo abierto por dos personas, en mochilas –es un sistema transportable– y puede ser desplegado en cualquier zona, armado rápidamente y lanzado a mano sin necesidad de ningún otro sistema. Tiene 1,40 m de envergadura, pesa 5 kg y puede llevar una carga útil de 1 kg. El motor es eléctrico y puede volar a 400 m de altura.
Por su definición y su concepción, el P35 es un sistema de reconocimiento de avanzada y le permite a una patrulla avanzada de una fuerza armada adentrarse en un terreno que no está controlado y poder tener observación, imágenes y video en tiempo real, de hasta 10 km más adelante, para ver la situación del potencial enemigo que se encuentre en esa zona y hacer un relevamiento.
Está diseñado para ser transportado y operado por dos personas, que es el componente mínimo de patrulla que podría adentrarse en un terreno enemigo. Una vez que está puesto en operación, las dos personas pueden mimetizarse en el terreno, porque tiene piloto automático y todo un plan de vuelo, que se realiza de forma automática, además de una autonomía de una hora, con lo cual el sistema puede estar enviando datos de imágenes, fotos y video en tiempo real, para que la patrulla pueda analizar y retransmitir la información durante esa hora de autonomía.
Los sistemas no tripulados también tienen un gran potencial de uso en el ámbito civil. En particular, el P35, por ser un elemento portátil, con una autonomía de una hora y un alcance de 10 km, permite monitorear cualquier situación de desastre natural, así como cualquier tarea de búsqueda y rescate. En campo abierto sin recursos especiales para poner en marcha un sistema de observación, permite ser desplegado rápidamente, operado con dos personas y tener información en tiempo real de la situación que uno quiera observar: incendios, inundaciones, búsquedas, accidentes. Toda esa información es posible verla y obtenerla en tiempo real con este tipo de sistemas.
El LIPAN es el segundo proyecto en el que trabaja FAdeA. Este es el sistema no tripulado de más uso que tiene el Ejército argentino; lleva una década prácticamente de operación. Fue concebido en el sector de inteligencia del Ejército, y se utilizó en forma pionera dentro de la región, para hacer las primeras experiencias de utilización y de concepto de utilización de un sistema de observación no tripulado. A lo largo de los años fueron desarrollando distintas capacidades, y en el año 2014, por decisión del Ministerio de Defensa, se lanzó el proyecto de convertir el sistema LIPAN en una producción seriada y certificada. Allí es donde FAdeA y Fabricaciones Militares llegaron a un acuerdo de trabajo para poder trasladar los conceptos de diseño que tenían del LIPAN, optimizarlos y llevarlos a un nivel de producción seriada y sostenible en el tiempo.
El LIPAN tiene características diferentes del P35, tanto por su tamaño y su alcance, como por la misión para la que fue concebido. El LIPAN ya tiene una envergadura de cerca de 4,5 m, un alcance que ronda entre los 70 y los 100 km, y en la actualidad pesa 70 kg, pero el proyecto contempla reducir su peso. Su carga útil es de unos 10 kg; la autonomía es de alrededor de 4 horas, y eso le permite ser operado desde una pista, un terreno no preparado, pero con mayor necesidad de personal para poder operarlo. Las ventajas que tiene son una mayor autonomía y un mayor alcance, con lo cual permite adentrarse mucho más en un terreno conocido o no, dependiendo si estamos hablando de una utilización de defensa o una utilización civil. Además, dentro de la carga de sensores que lleva, hoy tiene una cámara estabilizada, pero también cuenta con la posibilidad de incorporar una cámara térmica para visión nocturna. Esto ya le permite dar realmente otros usos y otras posibilidades de vigilancia y de patrulla, en zonas fronterizas, en grandes extensiones, en zonas costeras. Las aplicaciones realmente son muchas y variadas.
El proyecto SARA representa una inversión de más de 2095 millones de pesos y supone el avance del país en el emergente campo de los vehículos aéreos no tripulados, también conocidos como UAV, a través del desarrollo y fabricación nacional de prototipos operativos clase II y III, y de un paquete de tecnologías habilitantes para el diseño de un blanco aéreo de alta velocidad (BAAV).
Los VANTs clase II serán construidos utilizando materiales compuestos. Cabe señalar que se usará un motor a pistón de desarrollo nacional. Podrán llevar hasta 50 kg de carga útil, con 12 horas de autonomía y hasta 150 km de alcance.
La carga útil va a estar constituida por un sensor electroóptico consistente en un cabezal con cámaras divididas en diferentes tipos: aquellas que permiten obtener imágenes visibles y otras que habilitan la observación de imágenes infrarrojas. Los registros podrán ser transmitidos a tiempo, mientras que en tierra se dispondrá de un sistema que permite su análisis, procesamiento y distribución a los diferentes interesados. También contarán con un sistema de piloto automático que va a permitir el vuelo autónomo y con un sistema de control en tierra para manejar estos VANTs e indicarles el lugar por el que deben volar.
Los vehículos cumplirán tareas de vigilancia en zonas de frontera e incorporarán una plataforma de sensores electroópticos (ya desarrollada por INVAP para la Armada Argentina en el marco del proyecto SADI, Sistema de Adquisición de Imágenes).
Por otro lado, los vehículos no tripulados clase III serán bimotores y utilizarán una motorización turbohélice. La diferencia esencial con los clase II es que los clase III son aeronaves más grandes y de mayor carga útil (hasta 250 kg de carga útil, 20 horas de autonomía y hasta 1200 km de alcance). Otra diferencia tiene que ver con los sensores que pueden cargar: los VANTs clase III podrán llevar un sensor radar que va a permitir contar con información desde tierra con independencia de fenómenos que obstaculicen la visión, como por ejemplo la cobertura de nubes, ya que el radar es capaz de trabajar en condiciones en las cuales las imágenes no lo permiten. También tendrán la posibilidad de operar más allá del alcance de su estación de control terrena, a través de enlaces satelitales o utilizando otros VANTs de la misma clase como retransmisores. Además, cargarán radares que les permitirán cumplir con sus tareas primarias, en la vigilancia de los límites del mar argentino y como complemento de los radares 3D que se están fabricando en nuestro país, monitoreando los “conos de sombra” producidos por la propia curvatura de la Tierra.
En lo que respecta al paquete de tecnologías habilitantes para el diseño de un blanco aéreo de alta velocidad (BAAV), la técnica se utilizará para el entrenamiento de las Fuerzas Armadas y deberá ser reutilizable al menos en 20 ocasiones. Contempla el desarrollo de un motor que alcance los 900 km/h y esté acondicionado para operar en ambientes navales. Además, puede ser programado y reprogramado en vuelo, y tener la capacidad de retornar al punto de origen o abortar su vuelo en caso de perder comunicación o sufrir alguna falla en el sistema de control.
Cabe señalar que el proyecto SARA prevé diferentes instancias. En la primera fase, consistente en el diseño y desarrollo, intervienen diversos actores, tales como la Secretaría de Ciencia, Tecnología y Producción para la Defensa, coordinadora y articuladora de las capacidades industriales y el desarrollo de proveedores; INVAP, contratista y principal responsable del desarrollo; CITEDEF y el Instituto Universitario Aeronáutico (Córdoba), ambos como participantes de la investigación y del desarrollo; el Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, con sus Direcciones de Investigación y Desarrollo y requerimiento operativo; y por último, diversas universidades nacionales y pymes argentinas.
Esta primera etapa contempla la ingeniería de requerimientos funcionales y no funcionales de los sistemas y subsistemas, la definición de la solución técnica en materia de diseño (ingeniería básica) y la ingeniería de detalle, que incluye la generación de prototipos MET –modelos de evaluación tecnológica– para las pruebas de factibilidad y suficiencia de las tecnologías aplicadas.
Por su parte, la segunda fase del proyecto SARA sienta las bases de la transferencia completa de la tecnología del producto a Fabricaciones Militares y a FAdeA, lo que incluye la totalidad de documentos de la ingeniería básica y de detalle, herramientas, máquinas y otros elementos físicos de soporte productivo para la reproducción de los prototipos.
La propiedad intelectual, el know-how, la ingeniería y la comercialización de los VANTs clase II y III se entregarán a FAdeA, mientras que la propiedad intelectual del paquete de tecnologías habilitantes para el diseño de un blanco aéreo de alta velocidad (BAAV) se entregará a Fabricaciones Militares.
Por último, ya en una tercera etapa del SARA, el desarrollo de las líneas de producción y la fabricación en serie de los elementos respectivos a los VANT clase II y III quedarán en manos de la empresa aeronáutica FAdeA, mientras que Fabricaciones Militares será responsable de lo propio con los elementos correspondientes a la tecnología habilitante para el blanco aéreo. Junto con ellos, de esta etapa participaran pymes argentinas en la provisión de partes e insumos.
El Sistema Aéreo Robótico Argentino (SARA) abre una nueva posibilidad para que nuestro país se sume al escenario global en materia de aviones no tripulados como dueño de la tecnología. Por Patricia Fernández Mainardi
DEF Online
Foto: INVAP
En la actualidad, hay dos proyectos motorizados por el Estado, específicamente por el Ministerio de Defensa, para el desarrollo en Argentina de vehículos aéreos no tripulados (VANTs): los clase I, como el P35 y Lipán, y el sistema SARA, conformado por VANTs clases II y III, y un paquete de tecnologías habilitantes para el diseño de un blanco aéreo de alta velocidad (BAAV).
Ambos proyectos cubren toda la gama de requerimientos para VANTs en función de su tamaño, capacidad de carga útil, autonomía de vuelo y usos posibles. En este sentido, los desarrollos de esta tecnología tendrán aplicación dual, es decir tanto en ámbitos civiles como militares.
Tal como sostienen desde Fabricaciones Militares, el desarrollo en Argentina de esta tecnología es una decisión política que reforzará la soberanía nacional y el desarrollo federal, ya que los VANTs permiten obtener una visión macro del territorio y el espacio aéreo en tiempo real para facilitar la toma de decisiones en todas las áreas.
Desarrollo estratégico
Básicamente, se trata de una inversión histórica que posibilitará la producción en serie de una tecnología estratégica que permitirá no solo abastecer al mercado local, sino también abrir nuevos mercados para la exportación de productos tecnológicos de alto valor agregado.Además, el desarrollo de estos proyectos gravitará positivamente sobre todo el sistema científico-tecnológico-industrial nacional por varios motivos: integrará el know-how del sistema científico-tecnológico nacional con las capacidades productivas instaladas del Polo Industrial-Tecnológico para la Defensa; integrará desarrollos y conocimientos existentes en tecnologías complejas como radares, telecomunicaciones, sensores, procesamiento de datos y navegación; impulsará el salto tecnológico no solo por el desarrollo de las aeronaves sino también de las cargas útiles, dispositivos que permiten que el vehículo cumpla su objetivo específico; y desarrollará la industria argentina y sus cadenas de valor.
Fabricaciones Militares y la Fábrica Argentina de Aviones fabricarán los sistemas de la mano de pymes e institutos científico-tecnológicos nacionales. Esto ayudará a fomentar la consolidación y el crecimiento de la cadena de proveedores tecnológicos locales en materia de seguridad y defensa; impulsará la ingeniería nacional con inversiones concretas en investigación y desarrollo a través de las empresas e institutos del Polo Industrial-Tecnológico para la Defensa y del Complejo Tecnológico-Industrial argentino en su totalidad; y potenciará el desarrollo científico-tecnológico nacional a partir de la sinergia con las universidades y los centros científicos de todo el país.
Esta tecnología transformará la manera en que se realizan en el país las tareas de búsqueda y rescate, ya que acortará los tiempos de respuesta y ampliará el tamaño de las superficies relevadas de forma remota. Junto con ello, en caso de emergencias y catástrofes, brindará un relevamiento preciso en tiempo real de las zonas afectadas. Además, permitirá el monitoreo de cultivos y será de gran utilidad para el resguardo de los recursos naturales, ya que hará posible controlar la actividad pesquera ilegal y vigilar los activos hidrocarburíferos nacionales.
El P35 y el LIPAN
Este primer proyecto está siendo llevado adelante entre la Fábrica Argentina de Aviones (FAdeA) y Fabricaciones Militares. Consiste en la producción en serie de VANTs clase I a partir de dos sistemas que había desarrollado el Ejército, el P35 y el LIPAN. Ambos proyectos provienen de un requerimiento operativo del Estado Mayor Conjunto y fueron concebidos inicialmente en el seno del Ejército argentino. Los dos sistemas pertenecen a la clasificación de UAV clase I hasta 150 kg y están destinados a la obtención de información para uso de relevamiento de terreno e información de inteligencia dentro del ambiente militar.FAdeA y Fabricaciones Militares, en conjunto con las unidades operativas del Ejército, de la Armada y de Fuerza Aérea, y con la colaboración del Estado Mayor Conjunto –que es quien nuclea los requerimientos de las tres fuerzas–, están llevando a cabo el trabajo. Además, para la producción de este sistema, FAdeA está desarrollando una red de proveedores nacionales, de componentes y software. Tanto el P35 como el LIPAN están fabricados en material compuesto, algunas partes son de carbono y otras de fibra de vidrio.
El P35 es un sistema de aviones no tripulados de reconocimiento cercano, diurno, y tiene la particularidad de que está diseñado para ser transportado en campo abierto por dos personas, en mochilas –es un sistema transportable– y puede ser desplegado en cualquier zona, armado rápidamente y lanzado a mano sin necesidad de ningún otro sistema. Tiene 1,40 m de envergadura, pesa 5 kg y puede llevar una carga útil de 1 kg. El motor es eléctrico y puede volar a 400 m de altura.
Por su definición y su concepción, el P35 es un sistema de reconocimiento de avanzada y le permite a una patrulla avanzada de una fuerza armada adentrarse en un terreno que no está controlado y poder tener observación, imágenes y video en tiempo real, de hasta 10 km más adelante, para ver la situación del potencial enemigo que se encuentre en esa zona y hacer un relevamiento.
Está diseñado para ser transportado y operado por dos personas, que es el componente mínimo de patrulla que podría adentrarse en un terreno enemigo. Una vez que está puesto en operación, las dos personas pueden mimetizarse en el terreno, porque tiene piloto automático y todo un plan de vuelo, que se realiza de forma automática, además de una autonomía de una hora, con lo cual el sistema puede estar enviando datos de imágenes, fotos y video en tiempo real, para que la patrulla pueda analizar y retransmitir la información durante esa hora de autonomía.
Los sistemas no tripulados también tienen un gran potencial de uso en el ámbito civil. En particular, el P35, por ser un elemento portátil, con una autonomía de una hora y un alcance de 10 km, permite monitorear cualquier situación de desastre natural, así como cualquier tarea de búsqueda y rescate. En campo abierto sin recursos especiales para poner en marcha un sistema de observación, permite ser desplegado rápidamente, operado con dos personas y tener información en tiempo real de la situación que uno quiera observar: incendios, inundaciones, búsquedas, accidentes. Toda esa información es posible verla y obtenerla en tiempo real con este tipo de sistemas.
El LIPAN es el segundo proyecto en el que trabaja FAdeA. Este es el sistema no tripulado de más uso que tiene el Ejército argentino; lleva una década prácticamente de operación. Fue concebido en el sector de inteligencia del Ejército, y se utilizó en forma pionera dentro de la región, para hacer las primeras experiencias de utilización y de concepto de utilización de un sistema de observación no tripulado. A lo largo de los años fueron desarrollando distintas capacidades, y en el año 2014, por decisión del Ministerio de Defensa, se lanzó el proyecto de convertir el sistema LIPAN en una producción seriada y certificada. Allí es donde FAdeA y Fabricaciones Militares llegaron a un acuerdo de trabajo para poder trasladar los conceptos de diseño que tenían del LIPAN, optimizarlos y llevarlos a un nivel de producción seriada y sostenible en el tiempo.
El LIPAN tiene características diferentes del P35, tanto por su tamaño y su alcance, como por la misión para la que fue concebido. El LIPAN ya tiene una envergadura de cerca de 4,5 m, un alcance que ronda entre los 70 y los 100 km, y en la actualidad pesa 70 kg, pero el proyecto contempla reducir su peso. Su carga útil es de unos 10 kg; la autonomía es de alrededor de 4 horas, y eso le permite ser operado desde una pista, un terreno no preparado, pero con mayor necesidad de personal para poder operarlo. Las ventajas que tiene son una mayor autonomía y un mayor alcance, con lo cual permite adentrarse mucho más en un terreno conocido o no, dependiendo si estamos hablando de una utilización de defensa o una utilización civil. Además, dentro de la carga de sensores que lleva, hoy tiene una cámara estabilizada, pero también cuenta con la posibilidad de incorporar una cámara térmica para visión nocturna. Esto ya le permite dar realmente otros usos y otras posibilidades de vigilancia y de patrulla, en zonas fronterizas, en grandes extensiones, en zonas costeras. Las aplicaciones realmente son muchas y variadas.
Sistema Aéreo Robótico Argentino (SARA)
Para el proyecto SARA, iniciativa del gobierno nacional en el año 2010, el Ministerio de Defensa convocó a INVAP para que trabaje, dados los antecedentes que tiene esa empresa para colaborar en proyectos multidisciplinarios. Ese año se firmó un acuerdo marco y durante dos años se trabajó con todas las Fuerzas Armadas, incluyendo también a las de Seguridad, con la idea de fijar los requerimientos y especificaciones que tiene que tener este tipo de aeronaves y desarrollar un producto cuya plataforma sea de utilidad para todas las fuerzas armadas y de seguridad, con las variantes que cada una pueda introducir en razón de su actividad específica. Finalmente, el contrato definitivo entre el Ministerio de Defensa e INVAP se concretó en el mes de marzo con las firmas correspondientes.El proyecto SARA representa una inversión de más de 2095 millones de pesos y supone el avance del país en el emergente campo de los vehículos aéreos no tripulados, también conocidos como UAV, a través del desarrollo y fabricación nacional de prototipos operativos clase II y III, y de un paquete de tecnologías habilitantes para el diseño de un blanco aéreo de alta velocidad (BAAV).
Los VANTs clase II serán construidos utilizando materiales compuestos. Cabe señalar que se usará un motor a pistón de desarrollo nacional. Podrán llevar hasta 50 kg de carga útil, con 12 horas de autonomía y hasta 150 km de alcance.
La carga útil va a estar constituida por un sensor electroóptico consistente en un cabezal con cámaras divididas en diferentes tipos: aquellas que permiten obtener imágenes visibles y otras que habilitan la observación de imágenes infrarrojas. Los registros podrán ser transmitidos a tiempo, mientras que en tierra se dispondrá de un sistema que permite su análisis, procesamiento y distribución a los diferentes interesados. También contarán con un sistema de piloto automático que va a permitir el vuelo autónomo y con un sistema de control en tierra para manejar estos VANTs e indicarles el lugar por el que deben volar.
Los vehículos cumplirán tareas de vigilancia en zonas de frontera e incorporarán una plataforma de sensores electroópticos (ya desarrollada por INVAP para la Armada Argentina en el marco del proyecto SADI, Sistema de Adquisición de Imágenes).
Por otro lado, los vehículos no tripulados clase III serán bimotores y utilizarán una motorización turbohélice. La diferencia esencial con los clase II es que los clase III son aeronaves más grandes y de mayor carga útil (hasta 250 kg de carga útil, 20 horas de autonomía y hasta 1200 km de alcance). Otra diferencia tiene que ver con los sensores que pueden cargar: los VANTs clase III podrán llevar un sensor radar que va a permitir contar con información desde tierra con independencia de fenómenos que obstaculicen la visión, como por ejemplo la cobertura de nubes, ya que el radar es capaz de trabajar en condiciones en las cuales las imágenes no lo permiten. También tendrán la posibilidad de operar más allá del alcance de su estación de control terrena, a través de enlaces satelitales o utilizando otros VANTs de la misma clase como retransmisores. Además, cargarán radares que les permitirán cumplir con sus tareas primarias, en la vigilancia de los límites del mar argentino y como complemento de los radares 3D que se están fabricando en nuestro país, monitoreando los “conos de sombra” producidos por la propia curvatura de la Tierra.
En lo que respecta al paquete de tecnologías habilitantes para el diseño de un blanco aéreo de alta velocidad (BAAV), la técnica se utilizará para el entrenamiento de las Fuerzas Armadas y deberá ser reutilizable al menos en 20 ocasiones. Contempla el desarrollo de un motor que alcance los 900 km/h y esté acondicionado para operar en ambientes navales. Además, puede ser programado y reprogramado en vuelo, y tener la capacidad de retornar al punto de origen o abortar su vuelo en caso de perder comunicación o sufrir alguna falla en el sistema de control.
Cabe señalar que el proyecto SARA prevé diferentes instancias. En la primera fase, consistente en el diseño y desarrollo, intervienen diversos actores, tales como la Secretaría de Ciencia, Tecnología y Producción para la Defensa, coordinadora y articuladora de las capacidades industriales y el desarrollo de proveedores; INVAP, contratista y principal responsable del desarrollo; CITEDEF y el Instituto Universitario Aeronáutico (Córdoba), ambos como participantes de la investigación y del desarrollo; el Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, con sus Direcciones de Investigación y Desarrollo y requerimiento operativo; y por último, diversas universidades nacionales y pymes argentinas.
Esta primera etapa contempla la ingeniería de requerimientos funcionales y no funcionales de los sistemas y subsistemas, la definición de la solución técnica en materia de diseño (ingeniería básica) y la ingeniería de detalle, que incluye la generación de prototipos MET –modelos de evaluación tecnológica– para las pruebas de factibilidad y suficiencia de las tecnologías aplicadas.
Por su parte, la segunda fase del proyecto SARA sienta las bases de la transferencia completa de la tecnología del producto a Fabricaciones Militares y a FAdeA, lo que incluye la totalidad de documentos de la ingeniería básica y de detalle, herramientas, máquinas y otros elementos físicos de soporte productivo para la reproducción de los prototipos.
La propiedad intelectual, el know-how, la ingeniería y la comercialización de los VANTs clase II y III se entregarán a FAdeA, mientras que la propiedad intelectual del paquete de tecnologías habilitantes para el diseño de un blanco aéreo de alta velocidad (BAAV) se entregará a Fabricaciones Militares.
Por último, ya en una tercera etapa del SARA, el desarrollo de las líneas de producción y la fabricación en serie de los elementos respectivos a los VANT clase II y III quedarán en manos de la empresa aeronáutica FAdeA, mientras que Fabricaciones Militares será responsable de lo propio con los elementos correspondientes a la tecnología habilitante para el blanco aéreo. Junto con ellos, de esta etapa participaran pymes argentinas en la provisión de partes e insumos.
lunes, 13 de febrero de 2017
Argentina: El inicio de los satélites científicos
Satélites científicos: un programa que ya cumplió 30 años y se plantea más logros
Desde 1987, cuando se inició la colaboración con la NASA para desarrollar el SAC-I, el país se convirtió en un actor reconocido de la actividad espacial; una aventura a prueba de errores
Nora Bär | |LA NACION
Integración del SAC-B, en la sala limpia de Invap en 1996
En 1987, Astrofísica, revista de divulgación científica que pretendía difundir esta disciplina entre los estudiantes de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, publicó una nota titulada "Los científicos de la NASA, interesados en un proyecto argentino".
Se refería a la llegada a Buenos Aires de una delegación de la agencia espacial norteamericana para interiorizarse de los esfuerzos de un pequeño grupo de investigadores de la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales, de San Miguel, y del Instituto de Astronomía y Física del Espacio, que estaban intentando desarrollar un satélite made in Argentina, el SAC-I.
El artículo, firmado por Horacio Ghielmetti, entonces director del Instituto de Astronomía y Física del Espacio y uno de los involucrados en esa aventura que daría nacimiento al programa de satélites científicos en el país, fue rescatado hace algunos días por Guillermo Giménez Calderón, investigador argentino residente desde hace 20 años en Brasil (y que da rienda suelta a su pasión por la historia de la ciencia en el blog http://historia-ciencia-tecnologia.blogspot.com.ar).
Tres décadas más tarde, la Argentina es un actor reconocido en el área satelital, donde colabora de igual a igual con las agencias espaciales más importantes del globo. Lleva lanzados cuatro satélites científicos, con un récord de 100% de efectividad (SAC-B, SAC-A, SAC-C y SAC-D/Aquarius), y tiene dos más "en las gateras", con fecha estimada de lanzamiento para fines de este año y el próximo (Saocom 1A y 1B) y otros dos (Sabiamar) para 2020.
"Yo había ingresado en la CNIE, que dependía de la Fuerza Aérea, en 1982 -recuerda Daniel Caruso, que fue jefe de proyecto de la misión SAC-D/Aquarius-. Era ingeniero egresado de la UBA y a los 27, cuando me tocó hacer el servicio militar, me destinaron a San Miguel, donde había un grupo de sistemas satelitales y otro de navegación guiada y control."
Caruso, que se formó durante un tiempo en Francia, fue uno de los que estuvieron en esa reunión clave. "Teníamos entre manos un proyecto humilde -cuenta-. Éramos siete, pero la gente de la NASA vio que teníamos ganas y pujanza."
Reunión en Baltimore, en los inicios de la actividad satelital
El SAC-I era un satélite de bajo peso, unos 150 kg, cuya misión científica se centraba en la detección de radiación electromagnética y partículas de alta energía de las fulguraciones solares. Más tarde, cuando el SAC-I se convirtió en el SAC-B, se acordó que el instrumental y el lanzamiento serían aportados por la NASA, y el satélite propiamente dicho sería responsabilidad local.
¿Pero por qué se habían interesado los experimentados científicos norteamericanos en un pequeño equipo de un lejano país en el otro extremo del planeta?
Gran parte de la respuesta a este interrogante está cifrada en un nombre: Mario Acuña, un ingeniero cordobés que había emigrado a los Estados Unidos, donde desde 1969 trabajaba en el Centro Espacial Goddard. Él se convertiría en un pionero de la exploración espacial y daría el puntapié inicial para impulsar los esfuerzos locales.
Ana María Hernández se había graduado de física en la UBA y después del 66 se había ido a hacer un doctorado en la Universidad de Pittsburgh, Estados Unidos, en el área nuclear experimental. En 1983 volvió desempleada y Ghielmetti le propuso que se fuera a trabajar con él en el germen de un satélite argentino.
"Ghielmetti tenía una estrecha relación con Acuña -recuerda Hernández, hoy investigadora de la Conae (premiada por la NASA por sus servicios excepcionales)-. Entonces propuso que presentáramos el proyecto del SAC-1, en el que habían trabajado la CNIE y el IAFE, a un llamado de la agencia espacial norteamericana para pequeños satélites."
El concurso era internacional y se presentaron 51 propuestas. El SAC-1 se ubicó en los primeros puestos, pero no fue seleccionado por razones programáticas. Sin embargo, abrió la posibilidad de conversar sobre una colaboración firme.
Claro que ni el IAFE ni la CNIE contaban con los fondos necesarios para transformar ese sueño en realidad. Hacían falta no sólo más recursos humanos, sino también materiales. Algunos de los que participaban en el proyecto, entre ellos Mario Gulich, el cerebro que estaba detrás del SAC-B, fueron entonces con la gente de la NASA hasta Bariloche para explorar la posibilidad de que Invap, en ese momento bajo la conducción del doctor Conrado Varotto, se ocupara del diseño y la construcción.
"El contrato era tan inusual que se lo llevé a un cuñado mío que era abogado para ver si no nos estábamos metiendo en un problema -se ríe Machado-. Y él me dijo que nunca había visto algo como eso."
Así nació, cuando todavía pocos países se animaban al espacio, el programa de satélites científicos locales, que a lo largo de las últimas décadas se convirtieron en los ojos del país en el espacio y ayudan a prevenir emergencias, a elaborar mapas de riesgo de enfermedades de interés agrícola, a tomarle el pulso al clima y a dar alerta temprana de inundaciones e incendios, entre muchas otras aplicaciones.
Los pioneros de esta epopeya vivieron historias impensadas, como mantener dos trabajos porque ganaban algo más de 300 dólares por mes o tener que dormir en la embajada argentina en Washington para ahorrar en alojamiento, o tomar riesgos nada desdeñables.
"Me acuerdo de que cuando lanzaron el Sputnik I yo tenía 8 años -recuerda Machado-. Ese día fuimos a visitar a mis abuelos. Estábamos en Parque Centenario y le pregunté a mi viejo, que era matemático, cuándo la Argentina iba a construir un satélite. Y él me contestó «Lo más probable es que se lo compremos a los que saben hacerlo». Eso me quedó grabado. Me dije que no podía ser, que teníamos que lograrlo. Para mí, fue el sueño del pibe."
1987
Interés de la NASA
Como consigna Guillermo Giménez de Castro (en http://historia-ciencia-tecnologia.blogspot.com.ar), Horacio Ghielmetti, entonces director del Instituto de Astronomía y Física del Espacio, lo comenta en la revista Astrofísica y menciona que se inicia una colaboración con científicos argentinos para desarrollar un satélite con fines científicos
1991
Crean la Conae
Se hace cargo del proyecto SAC-B, un satélite de observaciones solares que venían diseñando en colaboración con el IAFE y la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE)
1996
Lanzamiento del SAC-B
El primer satélite científico argentino que llegó al espacio fue desarrollado en colaboración con la NASA. Tenía por objetivo investigar las fuentes explosivas extragalácticas de alta energía
Mario Acuña
Este ingeniero cordobés, pionero de la exploración espacial que trabajó durante décadas en la NASA, fue una figura clave para el impulso de la actividad espacial en la Argentina
Mario Gulich
Físico, especialista en control orbital, fue el hombre detrás del SAC-I, luego rebautizado SAC-B.
Teófilo Tabanera
Gracias a la influencia de este visionario, el país estuvo entre los primeros en crear su propia agencia: la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales
Marcos Machado
Director científico de la CONAE
"A los ocho años supe del lanzamiento del Sputnik I. Para mí era «el sueño del pibe»"
Desde 1987, cuando se inició la colaboración con la NASA para desarrollar el SAC-I, el país se convirtió en un actor reconocido de la actividad espacial; una aventura a prueba de errores
Nora Bär | |LA NACION
Integración del SAC-B, en la sala limpia de Invap en 1996
En 1987, Astrofísica, revista de divulgación científica que pretendía difundir esta disciplina entre los estudiantes de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, publicó una nota titulada "Los científicos de la NASA, interesados en un proyecto argentino".
Se refería a la llegada a Buenos Aires de una delegación de la agencia espacial norteamericana para interiorizarse de los esfuerzos de un pequeño grupo de investigadores de la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales, de San Miguel, y del Instituto de Astronomía y Física del Espacio, que estaban intentando desarrollar un satélite made in Argentina, el SAC-I.
El artículo, firmado por Horacio Ghielmetti, entonces director del Instituto de Astronomía y Física del Espacio y uno de los involucrados en esa aventura que daría nacimiento al programa de satélites científicos en el país, fue rescatado hace algunos días por Guillermo Giménez Calderón, investigador argentino residente desde hace 20 años en Brasil (y que da rienda suelta a su pasión por la historia de la ciencia en el blog http://historia-ciencia-tecnologia.blogspot.com.ar).
Tres décadas más tarde, la Argentina es un actor reconocido en el área satelital, donde colabora de igual a igual con las agencias espaciales más importantes del globo. Lleva lanzados cuatro satélites científicos, con un récord de 100% de efectividad (SAC-B, SAC-A, SAC-C y SAC-D/Aquarius), y tiene dos más "en las gateras", con fecha estimada de lanzamiento para fines de este año y el próximo (Saocom 1A y 1B) y otros dos (Sabiamar) para 2020.
"Yo había ingresado en la CNIE, que dependía de la Fuerza Aérea, en 1982 -recuerda Daniel Caruso, que fue jefe de proyecto de la misión SAC-D/Aquarius-. Era ingeniero egresado de la UBA y a los 27, cuando me tocó hacer el servicio militar, me destinaron a San Miguel, donde había un grupo de sistemas satelitales y otro de navegación guiada y control."
Caruso, que se formó durante un tiempo en Francia, fue uno de los que estuvieron en esa reunión clave. "Teníamos entre manos un proyecto humilde -cuenta-. Éramos siete, pero la gente de la NASA vio que teníamos ganas y pujanza."
Reunión en Baltimore, en los inicios de la actividad satelital
El SAC-I era un satélite de bajo peso, unos 150 kg, cuya misión científica se centraba en la detección de radiación electromagnética y partículas de alta energía de las fulguraciones solares. Más tarde, cuando el SAC-I se convirtió en el SAC-B, se acordó que el instrumental y el lanzamiento serían aportados por la NASA, y el satélite propiamente dicho sería responsabilidad local.
¿Pero por qué se habían interesado los experimentados científicos norteamericanos en un pequeño equipo de un lejano país en el otro extremo del planeta?
Gran parte de la respuesta a este interrogante está cifrada en un nombre: Mario Acuña, un ingeniero cordobés que había emigrado a los Estados Unidos, donde desde 1969 trabajaba en el Centro Espacial Goddard. Él se convertiría en un pionero de la exploración espacial y daría el puntapié inicial para impulsar los esfuerzos locales.
De la cancha al espacio
"Todo surgió en una cancha de fútbol del Goddard -confiesa, divertido, Marcos Machado, actual director científico de la Conae-. Yo estaba trabajando allá en una misión que se llamaba Solar Maximum o Solar Max. Un inglés viene y me dice: «Che, a vos te tiene que gustar el fútbol. ¿Por qué no venís el viernes?». Me puse los pantaloncitos, fui y ahí conocí a Mario Acuña. Nos hicimos amigos y un día nos fuimos a tomar unas margaritas por ahí cerca, y Mario me dice: «¿Por qué no hacen un satélite? ¿Por qué no intentan? ¡Se puede!». Él reunió a un grupo de técnicos con mucha experiencia, de «los viejos» de la NASA, para que nos asesoraran. Entre ellos, había uno al que apodaban «Doctor Satellite», Henry Hoffman: cuando un satélite tenía un problema llamaban al doctor, lo llamaban a Henry."Ana María Hernández se había graduado de física en la UBA y después del 66 se había ido a hacer un doctorado en la Universidad de Pittsburgh, Estados Unidos, en el área nuclear experimental. En 1983 volvió desempleada y Ghielmetti le propuso que se fuera a trabajar con él en el germen de un satélite argentino.
"Ghielmetti tenía una estrecha relación con Acuña -recuerda Hernández, hoy investigadora de la Conae (premiada por la NASA por sus servicios excepcionales)-. Entonces propuso que presentáramos el proyecto del SAC-1, en el que habían trabajado la CNIE y el IAFE, a un llamado de la agencia espacial norteamericana para pequeños satélites."
El concurso era internacional y se presentaron 51 propuestas. El SAC-1 se ubicó en los primeros puestos, pero no fue seleccionado por razones programáticas. Sin embargo, abrió la posibilidad de conversar sobre una colaboración firme.
Claro que ni el IAFE ni la CNIE contaban con los fondos necesarios para transformar ese sueño en realidad. Hacían falta no sólo más recursos humanos, sino también materiales. Algunos de los que participaban en el proyecto, entre ellos Mario Gulich, el cerebro que estaba detrás del SAC-B, fueron entonces con la gente de la NASA hasta Bariloche para explorar la posibilidad de que Invap, en ese momento bajo la conducción del doctor Conrado Varotto, se ocupara del diseño y la construcción.
Un salto al vacío
"Ellos [por los técnicos de la NASA] estaban acostumbrados a ver instalaciones de cierto estándar -recuerda Varotto-. Y nosotros en ese tiempo no las teníamos y nos dedicábamos a lo nuclear, todavía no habíamos incursionado en cuestiones satelitales. De todos modos, mi punto de vista era que Invap, como empresa de tecnología, tenía que ser capaz de afrontarlo. Les ofrecimos involucrarnos en el tema y hacernos cargo. Hubo un momento tenso en el que una persona con la que más tarde tendría una gran amistad me sacó un poco de las casillas. Entonces le planteé: «Dígame, ¿cuál es el problema? ¿Ustedes quieren un cuarto limpio [aséptico, para el ensamblaje del satélite]? Venga dentro de un mes y lo va a tener. Él lo tomó como una bravuconada, pero a partir de ese momento nos pusimos manos a la obra. Como la gente del IAFE y la CNIE no tenían presupuesto, le ofrecí a Gulich que Invap lo hiciera a su cuenta y riesgo. Y que si un día aparecían los recursos nos pagaban. Mario quedó espantado por la propuesta.""El contrato era tan inusual que se lo llevé a un cuñado mío que era abogado para ver si no nos estábamos metiendo en un problema -se ríe Machado-. Y él me dijo que nunca había visto algo como eso."
Así nació, cuando todavía pocos países se animaban al espacio, el programa de satélites científicos locales, que a lo largo de las últimas décadas se convirtieron en los ojos del país en el espacio y ayudan a prevenir emergencias, a elaborar mapas de riesgo de enfermedades de interés agrícola, a tomarle el pulso al clima y a dar alerta temprana de inundaciones e incendios, entre muchas otras aplicaciones.
Los pioneros de esta epopeya vivieron historias impensadas, como mantener dos trabajos porque ganaban algo más de 300 dólares por mes o tener que dormir en la embajada argentina en Washington para ahorrar en alojamiento, o tomar riesgos nada desdeñables.
"Me acuerdo de que cuando lanzaron el Sputnik I yo tenía 8 años -recuerda Machado-. Ese día fuimos a visitar a mis abuelos. Estábamos en Parque Centenario y le pregunté a mi viejo, que era matemático, cuándo la Argentina iba a construir un satélite. Y él me contestó «Lo más probable es que se lo compremos a los que saben hacerlo». Eso me quedó grabado. Me dije que no podía ser, que teníamos que lograrlo. Para mí, fue el sueño del pibe."
Un desafío para los científicos
1987
Interés de la NASA
Como consigna Guillermo Giménez de Castro (en http://historia-ciencia-tecnologia.blogspot.com.ar), Horacio Ghielmetti, entonces director del Instituto de Astronomía y Física del Espacio, lo comenta en la revista Astrofísica y menciona que se inicia una colaboración con científicos argentinos para desarrollar un satélite con fines científicos
1991
Crean la Conae
Se hace cargo del proyecto SAC-B, un satélite de observaciones solares que venían diseñando en colaboración con el IAFE y la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE)
1996
Lanzamiento del SAC-B
El primer satélite científico argentino que llegó al espacio fue desarrollado en colaboración con la NASA. Tenía por objetivo investigar las fuentes explosivas extragalácticas de alta energía
Mario Acuña
Este ingeniero cordobés, pionero de la exploración espacial que trabajó durante décadas en la NASA, fue una figura clave para el impulso de la actividad espacial en la Argentina
Mario Gulich
Físico, especialista en control orbital, fue el hombre detrás del SAC-I, luego rebautizado SAC-B.
Teófilo Tabanera
Gracias a la influencia de este visionario, el país estuvo entre los primeros en crear su propia agencia: la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales
Marcos Machado
Director científico de la CONAE
"A los ocho años supe del lanzamiento del Sputnik I. Para mí era «el sueño del pibe»"
martes, 11 de octubre de 2016
Tecnología argentina: Radar Primario 3D Largo Alcance
Proyecto Radar Primario 3D Largo Alcance
INVAP-FABRICACIONES MILITARES
Los radares son equipos electrónicos que miden una distancia registrando el tiempo de ida y vuelta de un pulso de radio. Hoy en día han llegado a ser sensores muy sofisticados que se usan no sólo en el área militar, sino también para el control aéreo comercial, la meteorología, la navegación y para tomar imágenes para aplicaciones para agricultura, recursos naturales, fines científicos y gestión de emergencias.
Los radares denominados "secundarios" interrogan a una radio automática de la aeronave para permitir su identificación. De allí que se los conozca como radares aptos para el control del "tránsito aéreo colaborativo", en tanto que únicamente son capaces de detectar aquellos aviones que quieran ser detectados; como por ejemplo todos los vuelos civiles comerciales legales. Contrariamente, los radares primarios logran, a través de sus características técnicas operativas, obtener información de los blancos detectados por sí solos, más allá de la colaboración o no de las aeronaves por lo que resultan ideales para el control de vuelos ilegales no identificados.
Situación previa y fundamentos del proyecto
En el año 2003, el Gobierno Nacional enfrentó una situación donde la operación y control de los vuelos comerciales se realizaba en la Argentina por radares secundarios de distinto origen ubicados en Ezeiza, Córdoba, Mendoza, Mar del Plata y Paraná. Este sistema resultaba insuficiente, provocando restricciones y demoras en los vuelos, con dificultades crecientes frente al incremento del tránsito aéreo registrado en nuestro país.
En dicho contexto, el Decreto N° 1407/04 estableció el Sistema Nacional de Vigilancia y Control Aeroespacial, con el objetivo de contar con un control efectivo del espacio aéreo nacional tanto para las actividades civiles, como las vinculadas a la seguridad nacional y defensa. Por otra parte, el Decreto contenía un segundo objetivo: dar la mayor participación posible a la industria argentina en su implementación.
En este marco, la DGFM y el INVAP S.E., firmaron en diciembre de 2007 un contrato para la fabricación nacional de un Radar Primario 3D de Largo Alcance, el cual fue ratificado por el Decreto Nº 1774/08. Mediante este convenio, la DGFM tiene a su cargo la Dirección del Proyecto y será la propietaria de los derechos y patentes del producto terminado, en tanto INVAP posee la capacidad técnica para el desarrollo de tales productos. El mencionado convenio presenta una gran relevancia, tanto desde la óptica de la operación y control del espacio aéreo nacional como desde el desarrollo de la industria nacional y su vinculación al sistema científico-tecnológico, en los términos generales expuestos a continuación:
Radarización para el control del espacio aéreo con tecnología nacional
El impacto más inmediato del proyecto consiste en la radarización del espacio aeroespacial argentino para incrementar la capacidad de operación y control, tanto con fines de seguridad y defensa nacional, como de tránsito aéreo comercial. Esto último resulta de gran relevancia para el crecimiento de sectores como turismo que imponen la necesidad de un creciente tránsito aéreo.
A tales fines, se espera en 2012 el cumplimiento de la última etapa del proyecto, y la posterior entrega de seis unidades de dicho radar. Por otra parte, se posee mediante el mismo de un producto de tecnología, diseño y producción nacional, contándose de esta forma con un mayor nivel de autonomía para el abastecimiento y mantenimiento de dichos radares.
Potencial exportador, posicionamiento de liderazgo y complementariedad productiva regional.
Se presenta una importante demanda de estos productos en el marco de "planes de radarización" para el control aeroespacial en los países de la región, siendo prueba de ello las actuales negociaciones iniciadas con los respectivos Ministerios de Defensa de Bolivia y Paraguay través de la intervención conjunta de la DGFM e INVAP S.E. ofreciendo la posibilidad de provisión de radares derivados de los proyectos RSMA y RP3DLAP.
A su vez, este proyecto en lugar de no competir con Brasil, se evidencia una situación de complementariedad con la ya establecida tecnología en centros de control militares y de tránsito aéreo en dicho país. Muestra de ello consiste en la presentación conjunta de radares argentinos y centros de control brasileños recientemente en Bolivia.
Esto brinda una rápida salida exportadora en forma competitiva a los países de la región, con productos altamente diferenciados, de calidad y tecnología de última generación y alto valor agregado; sentando las bases para consolidar a Argentina como líder regional en el diseño, producción y comercialización de radares.
Desarrollo del sistema científico tecnológico y su integración a la industria nacional.
Este tipo de proyectos demandan capacidades científicas y tecnológicas que promueven el desarrollo del sistema científico-tecnológico nacional, en una relación inextricable con la estructura productiva industrial. Estas son condiciones ineludibles para una estrategia de desarrollo nacional, al profundizar los vínculos entre las universidades y demás organismos del sistema científico-tecnológico, a las necesidades y potencialidades de las firmas e industria nacional.
En este sentido, el proyecto de Radar Primario 3D de Largo Alcance desarrolla fuentes de trabajo altamente calificadas con técnicos y científicos argentinos, cumpliendo con ambas condiciones expuestas. Así, se presenta una nueva exigencia hacia adelante: la profundización mediante el desarrollo de nuevos productos e incremento en el valor agregado y contenido nacional. Por otra parte, se abre un camino a la recuperación de las capacidades de diseño y producción en sectores fuertemente competitivos en tecnología, abandonados en el desmantelamiento de la estructura industrial de los últimos 35 años.
Presentación en FIDAE 2010
En el año 2005 INVAP comenzó el desarrollo del primer modelo de radar primario 3-D. A fines de 2007, la Dirección General de Fabricaciones Militares e INVAP suscribieron el contrato RP3DLAP para el diseño, desarrollo, construcción, puesta en servicio, certificación, homologación y provisión de un prototipo de Radar Primario 3D de Largo Alcance. En 2012 dicho radar estará operativo y tendrá como función principal la de proporcionar datos de situación y movimiento de la actividad aérea dentro del volumen de su cobertura, de forma que permita realizar tareas de detección, vigilancia, identificación y control en el espacio aéreo de su responsabilidad. Este desarrollo complementa la tarea realizada por INVAP dentro del Sistema Nacional de Vigilancia y Control Aeroespacial (SINVICA) sancionado en 2004, a través del Decreto N° 1.407.
Características sobresalientes del Radar Primario Argentino (RPA)
o Frecuencias de operación en banda L (banda D)
o Agilidad de frecuencia dentro del ancho de Banda disponible
o Modos de operación configurables
o Parámetros de pulsos totalmente programables
o Electrónica y módulos transmisores / receptores totalmente de estado sólido
o 3-D con barrido electrónico en elevación
o Antena monopulso con muy bajo nivel de lóbulos secundarios
o Procesamiento digital de las señales con MTI, CFAR, MTD/Doppler
o Mapa de clutter actualizado automáticamente
o Radar Secundario (IFF)
o Procesador combinador de plots y de seguimiento
o Formato de salida Asterix
o Conjunto de contra-contra medidas electrónicas (ECCM)
o Nuevo diseño con últimas tecnologías (alta confiabilidad, soporte logístico prolongado)
o Monitoreo integrado de todo el sistema
o Simulador de entorno radar
o Alcance instrumentado: 5 - 240 MN
o Altura máxima: 100 Kpies
o Operación remota
o Transportable por tierra, agua o aire.
o Fácilmente desplegable en el sitio.
Fuentes
FABRICACIONES MILITARES - Destacado Tecnología
FuerzasAeronavales
Mach 3
INVAP-FABRICACIONES MILITARES
Los radares son equipos electrónicos que miden una distancia registrando el tiempo de ida y vuelta de un pulso de radio. Hoy en día han llegado a ser sensores muy sofisticados que se usan no sólo en el área militar, sino también para el control aéreo comercial, la meteorología, la navegación y para tomar imágenes para aplicaciones para agricultura, recursos naturales, fines científicos y gestión de emergencias.
Los radares denominados "secundarios" interrogan a una radio automática de la aeronave para permitir su identificación. De allí que se los conozca como radares aptos para el control del "tránsito aéreo colaborativo", en tanto que únicamente son capaces de detectar aquellos aviones que quieran ser detectados; como por ejemplo todos los vuelos civiles comerciales legales. Contrariamente, los radares primarios logran, a través de sus características técnicas operativas, obtener información de los blancos detectados por sí solos, más allá de la colaboración o no de las aeronaves por lo que resultan ideales para el control de vuelos ilegales no identificados.
Situación previa y fundamentos del proyecto
En el año 2003, el Gobierno Nacional enfrentó una situación donde la operación y control de los vuelos comerciales se realizaba en la Argentina por radares secundarios de distinto origen ubicados en Ezeiza, Córdoba, Mendoza, Mar del Plata y Paraná. Este sistema resultaba insuficiente, provocando restricciones y demoras en los vuelos, con dificultades crecientes frente al incremento del tránsito aéreo registrado en nuestro país.
En dicho contexto, el Decreto N° 1407/04 estableció el Sistema Nacional de Vigilancia y Control Aeroespacial, con el objetivo de contar con un control efectivo del espacio aéreo nacional tanto para las actividades civiles, como las vinculadas a la seguridad nacional y defensa. Por otra parte, el Decreto contenía un segundo objetivo: dar la mayor participación posible a la industria argentina en su implementación.
En este marco, la DGFM y el INVAP S.E., firmaron en diciembre de 2007 un contrato para la fabricación nacional de un Radar Primario 3D de Largo Alcance, el cual fue ratificado por el Decreto Nº 1774/08. Mediante este convenio, la DGFM tiene a su cargo la Dirección del Proyecto y será la propietaria de los derechos y patentes del producto terminado, en tanto INVAP posee la capacidad técnica para el desarrollo de tales productos. El mencionado convenio presenta una gran relevancia, tanto desde la óptica de la operación y control del espacio aéreo nacional como desde el desarrollo de la industria nacional y su vinculación al sistema científico-tecnológico, en los términos generales expuestos a continuación:
Radarización para el control del espacio aéreo con tecnología nacional
El impacto más inmediato del proyecto consiste en la radarización del espacio aeroespacial argentino para incrementar la capacidad de operación y control, tanto con fines de seguridad y defensa nacional, como de tránsito aéreo comercial. Esto último resulta de gran relevancia para el crecimiento de sectores como turismo que imponen la necesidad de un creciente tránsito aéreo.
A tales fines, se espera en 2012 el cumplimiento de la última etapa del proyecto, y la posterior entrega de seis unidades de dicho radar. Por otra parte, se posee mediante el mismo de un producto de tecnología, diseño y producción nacional, contándose de esta forma con un mayor nivel de autonomía para el abastecimiento y mantenimiento de dichos radares.
Potencial exportador, posicionamiento de liderazgo y complementariedad productiva regional.
Se presenta una importante demanda de estos productos en el marco de "planes de radarización" para el control aeroespacial en los países de la región, siendo prueba de ello las actuales negociaciones iniciadas con los respectivos Ministerios de Defensa de Bolivia y Paraguay través de la intervención conjunta de la DGFM e INVAP S.E. ofreciendo la posibilidad de provisión de radares derivados de los proyectos RSMA y RP3DLAP.
A su vez, este proyecto en lugar de no competir con Brasil, se evidencia una situación de complementariedad con la ya establecida tecnología en centros de control militares y de tránsito aéreo en dicho país. Muestra de ello consiste en la presentación conjunta de radares argentinos y centros de control brasileños recientemente en Bolivia.
Esto brinda una rápida salida exportadora en forma competitiva a los países de la región, con productos altamente diferenciados, de calidad y tecnología de última generación y alto valor agregado; sentando las bases para consolidar a Argentina como líder regional en el diseño, producción y comercialización de radares.
Desarrollo del sistema científico tecnológico y su integración a la industria nacional.
Este tipo de proyectos demandan capacidades científicas y tecnológicas que promueven el desarrollo del sistema científico-tecnológico nacional, en una relación inextricable con la estructura productiva industrial. Estas son condiciones ineludibles para una estrategia de desarrollo nacional, al profundizar los vínculos entre las universidades y demás organismos del sistema científico-tecnológico, a las necesidades y potencialidades de las firmas e industria nacional.
En este sentido, el proyecto de Radar Primario 3D de Largo Alcance desarrolla fuentes de trabajo altamente calificadas con técnicos y científicos argentinos, cumpliendo con ambas condiciones expuestas. Así, se presenta una nueva exigencia hacia adelante: la profundización mediante el desarrollo de nuevos productos e incremento en el valor agregado y contenido nacional. Por otra parte, se abre un camino a la recuperación de las capacidades de diseño y producción en sectores fuertemente competitivos en tecnología, abandonados en el desmantelamiento de la estructura industrial de los últimos 35 años.
Presentación en FIDAE 2010
En el año 2005 INVAP comenzó el desarrollo del primer modelo de radar primario 3-D. A fines de 2007, la Dirección General de Fabricaciones Militares e INVAP suscribieron el contrato RP3DLAP para el diseño, desarrollo, construcción, puesta en servicio, certificación, homologación y provisión de un prototipo de Radar Primario 3D de Largo Alcance. En 2012 dicho radar estará operativo y tendrá como función principal la de proporcionar datos de situación y movimiento de la actividad aérea dentro del volumen de su cobertura, de forma que permita realizar tareas de detección, vigilancia, identificación y control en el espacio aéreo de su responsabilidad. Este desarrollo complementa la tarea realizada por INVAP dentro del Sistema Nacional de Vigilancia y Control Aeroespacial (SINVICA) sancionado en 2004, a través del Decreto N° 1.407.
Características sobresalientes del Radar Primario Argentino (RPA)
o Frecuencias de operación en banda L (banda D)
o Agilidad de frecuencia dentro del ancho de Banda disponible
o Modos de operación configurables
o Parámetros de pulsos totalmente programables
o Electrónica y módulos transmisores / receptores totalmente de estado sólido
o 3-D con barrido electrónico en elevación
o Antena monopulso con muy bajo nivel de lóbulos secundarios
o Procesamiento digital de las señales con MTI, CFAR, MTD/Doppler
o Mapa de clutter actualizado automáticamente
o Radar Secundario (IFF)
o Procesador combinador de plots y de seguimiento
o Formato de salida Asterix
o Conjunto de contra-contra medidas electrónicas (ECCM)
o Nuevo diseño con últimas tecnologías (alta confiabilidad, soporte logístico prolongado)
o Monitoreo integrado de todo el sistema
o Simulador de entorno radar
o Alcance instrumentado: 5 - 240 MN
o Altura máxima: 100 Kpies
o Operación remota
o Transportable por tierra, agua o aire.
o Fácilmente desplegable en el sitio.
Fuentes
FABRICACIONES MILITARES - Destacado Tecnología
FuerzasAeronavales
Mach 3
sábado, 16 de julio de 2016
Industria Argentina: Satélite INVAP SAC-A
El SAC-A fue el segundo satélite construido por INVAP para la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE). Se trató de un aparato de demostración que tuvo como objetivo poner a prueba los sistemas ópticos y de energía, navegación, transmisión de datos y control terrestre de las futuras plataformas SAC, especialmente del satélite SAC-C.
Tras dos meses de funcionamiento en el espacio, el satélite de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales cumple su misión tecnológica sin problemas, siguiendo la órbita fijada a 410 kilómetros de altura. El SAC-A llegó al espacio el 14 de diciembre de 1998, cuando el Transbordador Espacial "Endeavour" lo eyectó de su bodega. Desde entonces uno a uno fueron probados los equipos y sistemas que componen el satélite argentino. Muchos fueron fabricados en el país y volaban por primera vez. Faltaba comprobar su desempeño en el espacio, para poder utilizar esa tecnología en otros satélites. Ya se verificó el correcto funcionamiento de los sistemas e instrumentos que lleva. Ahora el SAC-A se está dedicando a fotografiar distintas áreas del planeta, especialmente al territorio argentino, como lo muestra la imagen de la Costa Atlántica. Este pequeño "ojo" pronto dará lugar a un satélite con "mirada" mucho más poderosa: en diciembre estará en órbita el SAC-C, primer satélite argentino de teleobservación, cuyas imágenes servirán para distintas aplicaciones en agricultura y evaluar catástrofes como incendios o inundaciones.
A través de la CONAE el desarrollo especial de la Argentina alcanzó un nuevo logro.
Los técnicos realizando los últimos chequeos al finalizar el armado del SAC-A.
La exitosa operación del satélite argentino SAC-A, coloca a nuestro país entre los pocos que tienen la capacidad de generar tecnología para complejos satélites. El que ahora está en órbita y gozando de buena salud, tiene la forma de un cubo, pesa 64 kilogramos y es considerado un satélite liviano, del tipo que las agencias espaciales internacionales están adoptando. "Faster, cheaper and better" dicen en la NASA. De rápida construcción, barato y bueno. Y ponen como ejemplo al SAC-A. Los técnicos de CONAE e INVAP (contratista principal del proyecto) lo construyeron en 11 meses, costó 1 800 000 pesos y ya quedó demostrado su calidad pasando con éxito la etapa crítica de todo desarrollo espacial: el manejo y control del satélite mientras está orbitando la Tierra.
El diseño y la integración final del SAC-A duró ocho meses y el costo total de la misión fue de 15 millones de dólares. Al finalizar con todos sus objetivos de diseño, el satélite fue utilizado por la CONAE durante otros dos meses para enseñar telemetría y control de satélites a estudiantes secundarios.
Ahora, y desde el 9 de enero, el SAC-A está realizando tranquilamente sus operaciones de rutina: recolectar, almacenar y transmitir los datos de los instrumentos que lleva y chequear los distintos subsistemas, tales como potencia, control térmico, posicionamiento y orientación. En una palabra, se está llevando a cabo un completo entrenamiento en la operación del satélite, etapa necesaria para pasar al próximo desafío: manejar un satélite más sofisticado e importante para nuestro país como es el SAC-C, primer satélite de teleobservación argentino, que se lanzará a fin de año.
Un satélite bajo control
El satélite argentino instalado en la bodega del transbordador.
El SAC-A se controla desde el Centro de Operaciones de Misión. en el Centro Espacial Teófilo Tabanera de la CONAE, en la provincia de Córdoba. Allí los responsables de la misión toman las decisiones acerca de los comandos que deben enviarse para operar el satélite. Para ello se dispone de un modelo de ingeniería, que es un satélite idéntico funcionalmente al que está volando. En él se ensayan, simulan e investigan situaciones que luego se plantearán al satélite en vuelo, de modo tal que este "mellizo" asegura diagnósticos y verifica que los comandos enviados al "real" sean los correctos. Así se evita que un comando erróneo lo deje fuera de control y provoque su pérdida definitiva, como ha ocurrido en la historia espacial internacional con importante costo económico.
Los instrumentos que lleva el SAC-A y su desempeño
1. Rueda de Inercia: sistema que permite girar y estabilizar el satélite. Es un dispositivo diseñado y construido en el país. Su funcionamiento es perfecto, responde en un 100% al control propio del satélite y a los comandos desde tierra.
2. Sistema de Recolección de Datos: se está experimentando para la puesta a punto del sistema de seguimiento de ballenas. Funciona acorde a lo previsto: recibe señales desde tierra como las que producirán los instrumentos que portarán las ballenas. Almacena datos y los envía a Tierra cuando se le ordena.
3. Celdas Solares: fabricadas en el país por la Comisión Nacional de Energía Atómica. Los parámetros de generación de energía son óptimos. También se las utiliza como sensor para detectar el Sol y así apuntar mejor al SAC-A, de modo que los paneles generadores de potencia para todo el satélite reciban la máxima energía solar.
4. Sistema GPS Diferencial: este sistema usa la información que produce la constelación de satélites para posicionamiento global. Es la primera vez que se utiliza en un satélite, no sólo para determinar la posición orbital y su velocidad, sino también para determinar su orientación.
5. Magnetómetro: este instrumento provee datos del campo magnético terrestre. El análisis de los datos obtenidos permitirá perfeccionar el modelo de campo magnético conocido y estudiar las interacciones físicas entre el Sol y la Tierra.
6. Cámara Pancromática de Teleobservación: esta cámara experimental puso a prueba las técnicas de espacializar una cámara fotográfica digital de circulación comercial, esto implica prepararla para funcionar en el espacio. Con ella también se prueba la manera de tomar imágenes, procesarlas, catalogarlas e insertarlas en un sistema de distribución. Especialmente agrega experiencia con imágenes propias, a la ya acumulada en los dos últimos años de operar con satélites internacionales. Los experimentos con esta cámara son muy recientes, de hecho los últimos en el cronograma de tareas del SAC-A.
Imagen tomada por el SAC-A, el 8 Feb´99, del Golfo San Matías (Península Valdés)
La primera imagen obtenida sobre el territorio nacional corresponde a la zona del estuario del Río de la Plata, hasta el momento se tomaron un centenar de imágenes, pero muchas tienen coberturas nubosas que no permiten identificar territorio. Una próxima etapa programada es la de obtener imágenes en lugares determinados, orientando la cámara para tal fin. Hasta donde se experimentó la cámara, el comportamiento fue exitoso, lo que constituye un hito histórico: se están obteniendo imágenes satelitales con tecnología satelital propia.
Comprobado el correcto funcionamiento de los distintos sistemas e instrumentos que lleva el SAC-A, los técnicos están satisfechos. Porque la experiencia que les ha dado hasta ahora la operación del satélite, es única e irreemplazable. Enseña, poniendo a prueba al satélite, al equipamiento del Centro de Operaciones y a los científicos, tecnólogos y personal de la CONAE e INVAP, que con su vocación y profesionalismo impulsan día a día el desarrollo espacial argentina.
Revista Aeroespacio
INVAP
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