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domingo, 28 de septiembre de 2025

Argentina: El accidente que condenó al Pulqui



El día que el Pulqui se convirtió en Pulquiría





El 31 de mayo de 1951 marcó el punto de inflexión definitivo para el IA-33 Pulqui II. En lugar de apostar decididamente por su desarrollo y producción en serie, el gobierno peronista optó por relegarlo a la categoría de demostrador tecnológico, desarticulando con ello las posibilidades reales de que Argentina se posicionara a la vanguardia de la aviación militar global. Esta decisión, atribuible en última instancia a la voluntad del presidente Juan Domingo Perón, resultó determinante en el fracaso del proyecto.

Ese día, durante un vuelo de prueba a bordo del segundo prototipo, el capitán Vedania Adriel Mannuwal falleció al intentar eyectarse del aparato. La catástrofe evidenció fallas estructurales graves: un ala se desprendió en pleno vuelo por una soldadura deficiente, y el sistema de eyección falló debido a su complejidad técnica. Pero más allá del accidente en sí, lo alarmante fue que el aparato aún no estaba homologado y se lo estaba utilizando de manera irresponsable en maniobras de adiestramiento de pilotos, exponiéndolos a riesgos inaceptables.



El Pulqui II fue fruto de una coyuntura histórica excepcional. Argentina, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, se encontraba entre las pocas naciones con acceso a tecnología de propulsión a chorro. Esta situación fue facilitada, paradójicamente, por su relación con el Reino Unido, que le proveyó motores y repuestos militares sin restricciones. El Instituto Aerotécnico —posteriormente Fábrica Militar de Aviones— ya tenía experiencia en diseño y producción, pero nunca alcanzó una escala industrial significativa. Los modelos IAe-22 y Calquín, diseñados antes del peronismo, son prueba de ello.



Con la llegada del ingeniero alemán Kurt Tank a Argentina, se buscó aprovechar su experiencia en diseño avanzado. Su colaboración con el equipo local produjo el Pulqui II, un caza con alas en flecha, motor Rolls Royce Nene II, y una velocidad máxima en torno a los 1.080 km/h. Aunque en sus inicios el avión no estaba muy lejos del F-86 Sabre o el MiG-15 en términos de rendimiento, nunca pasó del estado de prototipo. Mientras sus contrapartes ya estaban en producción masiva y en operación activa, el Pulqui II apenas lograba acumular horas de vuelo entre constantes rediseños y accidentes.



El programa sufrió múltiples tropiezos técnicos: desprendimientos estructurales, fallos en el tren de aterrizaje, problemas de estabilidad y falta de potencia de la turbina. Estos no eran insalvables, pero requerían inversión sostenida, personal altamente capacitado y decisión política. Lo cierto es que ninguno de estos tres factores estuvo presente en la medida necesaria.



En el período clave entre 1950 y 1953, el gobierno peronista no proporcionó el respaldo financiero ni organizativo que hubiese permitido avanzar hacia una producción industrial. La tragedia del capitán Mannuwal, seguida por la muerte del piloto alemán Otto Bherens en 1952, no fueron advertencias técnicas, sino consecuencias previsibles de una política que priorizaba el simbolismo por encima de la operatividad. Aún más grave fue la utilización del prototipo en entrenamientos de combate, sin homologación ni preparación adecuada, un acto negligente que tuvo consecuencias mortales.



En 1953 voló finalmente un cuarto prototipo con varias mejoras —cabina presurizada, cañones instalados—, pero ya era tarde. Las grandes potencias estaban entrando en la era del vuelo supersónico. Mientras se desarrollaban modelos como el F-100 Super Sabre o el MiG-19, en Argentina apenas se aspiraba a fabricar una docena de aviones subsonicos de tecnología ya obsoleta.



Cuando se produjo el golpe de 1955, el Pulqui II seguía sin estar homologado. Solo un aparato estaba en condiciones mínimas de vuelo, y el proyecto estaba lejos de concretarse. Aunque un grupo reducido de técnicos intentó mantenerlo vivo, incluso realizando vuelos de larga distancia armados con municiones reales, el retraso tecnológico ya era irrecuperable. Los problemas de oxigenación que casi causan la muerte al capitán Rogelio Balado en uno de estos vuelos solo refuerzan esta conclusión: el aparato no estaba listo y el país ya no tenía margen para esperar.



En 1956, el brigadier Ahrens confirmó lo inevitable: solo había material para construir un puñado de unidades. A pesar de que se propuso fabricar 100 ejemplares, la infraestructura heredada del peronismo apenas permitía armar una docena en cinco años. Frente a ello, la oferta de cazas F-86 Sabre usados, disponibles de inmediato y a bajo costo, resultó una solución racional y pragmática.



La Fuerza Aérea finalmente recibió 28 F-86F, que lograron cumplir con los requerimientos operativos en un contexto regional cada vez más exigente. Por el contrario, el Pulqui II quedó como un testimonio estático en el hangar de pruebas. Su último vuelo fue hacia 1961. A esa altura, era un artefacto de museo que no respondía a ninguna necesidad real de la defensa nacional.



Cualquier intento de justificar el fracaso del Pulqui II por el golpe militar de 1955 ignora lo esencial: cuando la decisión de apostar por su desarrollo era crítica —entre 1950 y 1953—, el gobierno peronista no actuó. El proyecto se dejó avanzar a media marcha, mal coordinado, mal financiado y usado de forma propagandística. La responsabilidad por su estancamiento no recae en una revolución posterior, sino en la decisión política inicial de no convertirlo en una prioridad nacional real. Fue allí, en 1951, cuando se firmó su sentencia de muerte. Los pilotos terminarían nombrando internamente al avión como Pulquiría, por su pobre perfomance y riesgos asociados a su pilotaje.



Hoy, el Pulqui I y el Pulqui II están restaurados y preservados en el Museo Nacional de Aeronáutica en Morón. Son testimonios silenciosos de una posibilidad frustrada. Pero también representan una lección clara: la tecnología de punta exige más que intenciones; requiere decisión, coherencia y responsabilidad. Nada de eso estuvo presente cuando más se necesitaba.


martes, 3 de septiembre de 2024

Aviones Argentinos: FMA I.Ae. 27 Pulqui

INSTITUTO AEROTÉCNICO (FABRICA MILITAR DE AVIONES)
UN DIBUJO CON MAS DE 77 AÑOS DE HISTORIA





Hace unos años atrás, preparando una nota sobre la exposición aeronáutica realizada en el año en la avenida 9 de julio de la ciudad de Buenos Aires, encontré una foto del stand que había presentado para el evento, el Instituto Aerotécnico (Fabrica Militar de Aviones) y pude ver que en una de sus paredes estaba colgado un cuadro donde se veía un dibujo del I.Ae. 27 Pulqui I. La calidad de la foto no me permitía verlo en detalle, pero realmente me impacto.
Cuando ingrese a trabajar en FAdeA (2011) uno de los objetivos que me fije fue el de empezar a indagar sobre ese dibujo y si había llegado hasta nuestros días. Durante mucho tiempo no obtuve respuestas, y un día, por casualidad di con él en un depósito. Le comenté al ing. que en ese momento tenia a cargo el archivo y me prometió preservarlo. Tuve así la oportunidad de ver de cerca a ese magnifico dibujo de este avión histórico. Encontré también la firma del autor: el H.R. Palacios.
El ing. que tenía en custodia el cuadro se jubiló y nuevamente lo perdí de vista momentáneamente hasta que lo encontré en la oficina de ingeniería de la fábrica. También lo vi ubicado sobre una pequeña mesa en el micro cine de FAdeA rodeado de pequeñas maquetas del IA 63 Pampa que se entregaron a los ganadores de un evento interno.
En una conversación con el Ing. Norberto Morchio (jefe del equipo de diseño del Pulqui I) el me comento que lo había conocido a este extraordinario dibujante Palacios y que era empleado de la fábrica durante la década del 40.  
Lo que quiero hacer es redibujar o restaurar esa obra respetando totalmente el dibujo original y respetando en un todo la intención del dibujante agregándole como fondo la bandera argentina. Espero que el resultado les guste.
Agradezco al ing. Pablo Najle que me ayudo a encontrar nuevamente esta obra de arte que se encuentra actualmente en la sala de reunión de planificación del área de Ingeniería de FadeA.
Colaboración del Arquitecto Juan Ignacio San Martín.

domingo, 7 de mayo de 2023

Aviones Argentinos: IA-46 Ranquel


IA-46 Ranquel






Los I.Ae. 46 Ranquel, I.Ae. 46 Super Ranquel e I.Ae. 51 Tehuelche fueron una familia de modelos similares de aviones utilitarios y de agricultura construidos por Fábrica Militar de Aviones en Argentina a fines de la década de 1950.

Desarrollo y construcción

En la década de 1950, los ingenieros de la Fábrica Militar de Aviones esperaban crear una aeronave ligera adecuada para aeroclub y para uso agrícola. El diseño resultante fue un monoplano convencional de ala alta con tren de rodaje fijo y patín de cola. Los aviones recibieron sus nombres en honor a los pueblos Ranquel y Tehuelche, que son diferentes grupos aborígenes de la Patagonia.

La Fábrica Militar de Aviones comenzó la producción del Ranquel en Córdoba en 1958. Se trataba construcción con una estructura tubular con alas cubiertas de tela en los modelos Ranquel y Súper Ranquel, y alas cubiertas de metal en el modelo Tehuelche. El avión tenía una configuración con el asiento del piloto al frente y 2 asientos para pasajeros atrás. En total, se construyeron 133 aviones, algunos de los cuales sirvieron como remolcadores de planeadores para la Fuerza Aérea Argentina. La producción finalizó en diciembre de 1968.

Variantes

IA 46 Ranquel
Versión inicial de producción propulsada por un motor Lycoming O-320-A2B del cual se produjeron 1 prototipo y 115 ejemplares de serie.
IA 46 Super Ranquel
Versión propulsada por un motor Lycoming O-360-A1A y del cual fueron construidos 16 ejemplares.
IA 51 Tehuelche
Versión con alas cubiertas de metal, flaps de mayores dimensiones y mayor capacidad de combustible (500 L ; 130 US gal). Solo fue construido un ejemplar, el cual realizó su primer vuelo el 16 de marzo de 1963.


Especificaciones

Datos de34

Características generales

  • Tripulación: 1
  • Capacidad: 2 pasajeros o 400 L (110 US gal; 88 imp gal) de productos químicos
  • Longitud: 7.45 m (24 ft 5 in)
  • Envergadura: 11.60 m (38 ft 1 in)
  • Altura: 2.15 m (7 ft 1 in)
  • Superficie alar: 18.0 m² (194 sq ft)
  • Peso vacío: 630 kg (1,389 lb)
  • Peso máximo al despegue: 1,160 kg (2,557 lb)
  • Capacidad de combustible: 140 L (37 US gal; 31 imp gal)
  • Planta motriz: 1 × Lycoming O-320-A2B, 110 kW (150 hp)


Rendimiento

  • Velocidad máxima: 180 km/h (110 mph, 97 kn)
  • Velocidad crucero: 162 km/h (101 mph, 87 kn)
  • Alcance: 650 km (400 mi, 350 nmi)
  • Autonomía: 4 horas
  • Techo de vuelo: 4,000 m (13,000 ft)
  • Régimen de ascenso: 2.40 m/s (472 ft/min)

 

 

 


domingo, 30 de agosto de 2020

Aviones Argentinos: DINFIA IA 45 Querandi

DINFIA IA 45 Querandi

“El pequeño y elegante avión argentino se hundió en el olvido”

Avions Legendaires (original en francés)





Desde el establecimiento de la Fábrica Militar de Aviones (FMA) en 1927, la historia de la industria aeronáutica argentina ha estado marcada por el desarrollo de aviones originales, la mayoría de los cuales lamentablemente no han excedido el umbral experimental o el de La fabricación de más de diez dispositivos. El prometedor y elegante bimotor IA 45 Querandi ilustra las dificultades de esta industria, que ha sido golpeada por la inestabilidad política y económica de Argentina durante la mayor parte del siglo XX.



Queriendo diversificar sus actividades hacia el mercado de la aviación civil, la Fábrica Militar de Aviones desarrolló y voló el FMA 20 El Boyero de turismo monomotor en 1940, pero su entrada en producción se suspendió para concentrarse en la fabricación de aviones. militar a pesar de la neutralidad mostrada por Argentina hasta 1944. Interesado nuevamente en el mercado civil, la FMA mientras tanto renombró Instituto Aerotécnico (IA), lanzó en la década de 1950 el desarrollo del motor bimotor IA 45 Querandi, así como el motor monomotor IA 46 Ranquel. El nombre Querandi elegido para IA 45 es el de un pueblo indígena que vive en la pampa, una vasta llanura argentina.



Diseñado bajo la dirección de José F. Elaskar, el prototipo del IA 45 Querandi realizó su primer vuelo el 23 de septiembre de 1957, al timón del piloto Pedro L. Rosell. El fabricante había cambiado su nombre nuevamente en 1956, convirtiéndose en la Dirección Nacional de Fabricación e Investigación Aeronáutica (DINFIA). De construcción completamente metálica, y con una apariencia muy ordenada, el Querandi estaba dirigido al mercado de aviones comerciales. Impulsados ​​por dos motores Lycoming O-320 de 4 cilindros con una potencia de unidad de 150 HP, estos fueron instalados en los bordes de salida del ala en una configuración propulsora, reduciendo así el ruido para los pasajeros. Capaz de transportar cuatro pasajeros además del piloto, el avión también podría equiparse en un avión de ambulancia para evacuaciones médicas. Sin embargo, quedó claro que la capacidad de carga limitada del avión sería una desventaja, y una versión mejorada realizó su primer vuelo solo en 1960. Equipado con motores Lycoming O-360 más potentes y una cabina reparada, el 'IA 45B podría acomodar a un pasajero adicional.



Ante el escaso interés del mercado civil ya dominado por aviones estadounidenses que ocupan el mismo nicho, como el Aero Commander y el Piper Apache, DINFIA recurrió a Fuerza Aérea Argentina, que prefirió adquirir aviones Commander. La DINFIA tuvo poco más éxito con el componente aéreo, el Ejército Argentino, que a su vez optó por Piper Apaches.



Sin embargo, los únicos dos ejemplos del elegante DINFIA Querandi escaparon de la rotura y terminaron sus carreras como aviones de enlace en la Fuerza Aérea Argentina y en los colores espartanos del Ejército Argentino. Hoy, muy pocos recuerdan este elegante y pequeño avión argentino, ya que no se guardó ninguna copia y muy pocas imágenes son accesibles.



Modelo: DINFIA IA 45B Querandi
Envergadura: 13,75 m
Longitud: 8,92 m
Altura: 2.79 m
Motorización: 2 motores de 4 cilindros Lycoming O-360
Potencia total: 360 CV.
Armado: ninguno
Carga útil: 5 pasajeros
Peso cargado: 1800 kg
Velocidad máxima : 275 km / h
Techo práctico: 7500 m.
Distancia máxima : 1100 km
Tripulación: 1