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domingo, 4 de abril de 2021

Malvinas: La conducta en el campo de batalla de los pilotos argentinos

Malvinas: la flota británica bajo fuego, la “pelea de perros” con los Harriers y los gritos de guerra de los pilotos

Del 21 al 25 de mayo se desataron feroces ataques a los buques de la Royal Navy en el Estrecho de San Carlos. El “callejón de bombas”, el enfrentamiento en el aire con los ingleses, las imágenes de tres barcos en el fondo del océano y las voces en medio de las batallas:" ¡A ver como explotó esa putaaaaa! ¡Viva la patria! ¡Gringos de mierrrdaaaa!"
Por Gaby Cociffi || Infobae
Directora Editorial de Infobae | gcociffi@infobae.com


El ataque de los argentinos fotografiado desde el buque inglés. Volaban a 10 metros del mar, con los parabrisas incrustados de sal y lanzaban sus bombas casi rozando las antenas de las fragatas misilísticas (MoD -RN)


Son las tres y veinticuatro del 25 de mayo de 1982. La panza del avión A-4B Skyhawk acaba de rozar la antena del buque de guerra inglés en las aguas del Estrecho de San Carlos. Los 454 kilos de explosivos salen rasantes sobre el agua, rebotan, entran por la proa y desgarran las planchas de acero. El humo negro mancha el cielo de Malvinas.

-¡A ver cómo explotó esa puuuutaaaa!, grita el capitán Mariano Cobra Velasco, cuando lanza su bomba sobre el destructor inglés Coventry.

El mar se traga al destructor en sólo 25 minutos. Primero, una bomba explota en la sala de computadoras y destruye el comando. Segundos más tarde, la otra entra a la sala del motor delantero, estalla debajo del comedor y el barco comienza a escorarse sin remedio.

El capitán David Hart Dyke, con su cara quemada y en carne viva, logra nadar hasta un bote salvavidas. Años más tarde recordaría el infierno:

-Mi mundo explotó. En un instante percibí el calor y el crepitar del radar, que se desintegró frente a mi rostro. Cuando me recuperé no podía ver nada a través del humo denso y negro, sólo a la gente gritando en el fuego, pero podía sentir que el compartimento había sido totalmente devastado.


Jorge Bam Bam Barrionuevo, como numeral, y el jefe de la sección Mariano Cobra Velasco. Detrás, los Skyhawks con los que atacarían a la flota británica


La formación de cazas “Zeus” -Velasco junto al alférez Jorge Bam Bam Barrionuevo– celebra el blanco, el buque que se hunde, haciendo caso omiso al silencio de radio.

La orden del capitán Pablo Cruz Carballo -que comanda “Vulcano” y junto al teniente Carlos Tala Rinke acaban de atacar a la HMS Broadsword- no tarda en llegar:

-Péguense al suelo que están tirando misiles, pegaditos, no demasiado pegados ¿ok? ¿Están “chicas”? ¡Viva la Patria! ¡Viva la Patria, canejo! ¡Gringos de mieeerrrrrda! ¡Hiiijaaajaaajaaaa!

En el día de la Patria los pilotos argentinos dañan seriamente a la fragata Broadsword y hunden al Coventry. Están exultantes mientras dejan atrás el fuego enemigo.

¡Huijaa! Los ingleses disparan misiles

Los aviadores argentinos volaban a 10 metros del mar, con los parabrisas incrustados de sal, usando mapas escritos con marcador rojo porque no tenían radares y con bombas que muchas veces no explotaban porque debían lanzarlas a muy baja altura -a 60 metros, casi rozando los mástiles de las fragatas misilísticas- y las espoletas de retardo no llegaban a armarse.


EL HMS Coventry: el destructor tipo 42 tardó sólo 25 minutos en hundirse (Youtube - National Geographic Ch)


-¡Dio perfecto usted, señor! ¡Era una CL 42, eh! (clase de destructor). La vi clarito… , le dice Barrionuevo a Velasco después del ataque al Coventry.

-¡¡Huijaaajaaaaa!!, grita el capitán.

-Pegó en la trompa, las tres habían explotado muy bien, ¿eh? ¡Qué golazo!

-Hiiiijuujuuu ¿pegaron las tres?

-Sí, las tres. Pegaron las tres. Las vi, señor.

-¡A ver cómo explotó esa puuutaaaa!,

Carballo entra en la comunicación, ordena vuelo rasante porque los ingleses están tirando misiles:

-¡Esoooo! ¡Vamos, pendejo! ¡Vamos, pendejo! ¡¡Viva la Patria!!, cierra el capitán.

Los imponentes barcos de la flota británica que cruzaron el océano en 1982 para combatir en la guerra de Malvinas, hoy son fantasmas en el fondo del Atlántico Sur. Convertidos en despojos, podridas las maderas, corroídos los hierros, son testimonio de la hazaña de los pilotos argentinos.


Como una gigantesca ballena muerta en el fondo del mar, el destructor Coventry yace a 90 metros de profundidad en el Estrecho de San Carlos


Muy lejos de la espuma que en la superficie golpea furiosa la costa de la Isla Soledad, la HMS Ardent, el Coventry y la Antelope se han convertido en espectros de sal y algas marinas.

A 90 metros de profundidad, como una gigantesca ballena muerta, se distinguen el borroso casco del Coventry, a 18 metros la Antelope y muy cerca la Ardent: los buques de guerra que la aviación argentina atacó entre el 21 y el 25 de mayo de 1982.

Las imágenes de sus esqueletos se vieron reflejadas en las pantallas del sonar del buque inglés HMS Enterprise -que desde 2014 recorrió 150 mil millas marinas y 20 países en su trabajo de seguridad y operaciones marítimas- y quedaron fotografiadas para la historia.

Los marinos ingleses, observaron las figuras y recordaron:

-La HMS Ardent, yace en el lecho marino: 22 marineros de la Royal Navy descansan con ella. Ellos no envejecerán...

-La HMS Antelope se encuentra en San Carlos. Steward Stephens murió luchando por ella, y el sargento James Prescott murió intentando salvarla.

-La HMS Coventry fue hundida el 25 de mayo de 1982. Con ella descansan 19 marineros. Ellos dieron su mañana.

Ataquen a la Ardent

Los ataques debían ser sorpresivos. “Había que tirarle a los que nos encontráramos”, rememoraron años más tarde los pilotos que participaron de las infernales ataques aéreos contra la flota. Al despegar del continente todos sabían que los Harriers iban a entrar en acción. Y que esas “peleas de perros” en los cielos iban a provocar bajas para los pilotos argentinos. Algunos no iban a volver.


Los pilotos de los caza A-4B: el capitán Pablo Carballo, el alférez Leonardo Carmona, el primer teniente Carlos Cachón y el teniente Carlos Rinke El ataque a la Ardent desde la cabina de los aviones caza (DEF)


A las 11.30 del 21 de mayo despegó de la base aérea de Río Gallegos la escuadrilla “Mula” de los A-4B. El capitán Carballo lideraba, seguido por el teniente Rinke, el primer teniente Carlos Cachón y el alférez Leonardo Carmona.

Carballo voló en silencio de radio a casi 900 km por hora. El cielo y el mar brillaban en un azul intenso que se confundía y desdibujaba la línea del horizonte. Pensó: “Todo es tan azul que si caemos al agua nunca nos van a encontrar”. Miró la imagen religiosa de Jesús que tenía dentro de la cabina. Y encomendó su alma a Dios antes de la batalla.

Cachón tuvo que abandonar la misión por problemas con el reabastecimiento en vuelo. Ya sobre la Gran Malvina, el avión de Rinke presentó una falla en un tanque y le ordenaron regresar a la base. Carballo y Carmona siguieron solos. Al acercarse divisaron una fragata clase 21 en la bahía. En vuelo rasante se lanzaron al ataque.

-¡Viva la Patria!, se escuchó en la radio como un grito de guerra.

Hubo un momento de confusión: los británicos no les disparaban. ¿Sería un buque propio? En el ataque del 1° de mayo Carballo había ametrallado y bombardeado al Formosa creyendo que se trataba de un barco inglés. No quería cometer el mismo error. Y no disparó. Pero Carmona ya había descargado su bomba. Un segundo después los ingleses lanzaban sus proyectiles.

Frente a la fragata Ardent y en la soledad de su cabina, Carballo sintió “una confianza y una euforia especial porque sabía que volaba en la gracia de Dios”, según confesaría en un aniversario del combate.

 



El mar hervía por el fuego enemigo. Habían entrado a la zona caliente donde en cada segundo se jugaban la vida. El piloto vio una estela blanca pasar muy cerca de su ala derecha: los británicos habían disparado un misil. En medio las esquirlas y los proyectiles, disparó sus cañones de 20 mm y perforó el casco de la nave.

Sus auriculares le entregaban el sonido de una respiración entrecortada. como la de un moribundo, de alguien que agonizaba. Pero no había tiempo para pensar: elevó su avión y lanzó su bomba. Vio el humo negro cubriendo la proa del barco. Sólo al finalizar la misión supo que esa misteriosa y ahogada respiración era la suya.

En el segundo ataque, llegaron los Mirage. El capitán Horacio Mir González y el teniente Juan Bernhardt -con el indicativo “Cueca”- lograron que dos bombas MK-83 impactaran sobre popa y una tercera alcanzara la sala de máquinas. La Ardent, herida, puso rumbo a San Carlos.

La “pelea de perros” con los Harrier

Una hora después, presagiando el fin del gigante, el cielo se tiñó de gris. Una persistente llovizna azotó a los seis Skyhawk A-4Q de la Armada que volaban hacia Malvinas y se preparaban para el tercer ataque.

Los cazas navales -comandandos por el capitán de corbeta Alberto Philippi, seguido por el teniente de fragata Marcelo Márquez y el teniente de navío César Arca– se elevaron llevando cuatro bombas con cola de retardo y 190 proyectiles de 20mm cada uno. Los seguían, a seis minutos de distancia, los tenientes de navío Benito Rotolo, Roberto Sylvester y Carlos Lecour. Era un ataque masivo.


La fragata Ardent soportó tres oleadas de ataques antes de hundirse. Fue golpeada 17 veces en 22 minutos por los pilotos argentinos (History Channel)


La voz de la torre de control de Río Grande rompió el silencio en la radio del líder. Advirtió:

-Una PAC (Patrulla Aérea de Combate) de cuatro Sea Harrier protegen a las unidades de superficie. En caso de no hallar el blanco deben dirigirse a San Carlos para atacar los barcos allí apostados.

Sobre las islas, Philippi balanceó las alas de su avión para avisarle a sus compañeros que había llegado la hora de descender en vuelo rasante para evitar los radares. Casi tocando el agua, con un techo de nubes plomo apretadas contra el mar, el piloto evaluó -en un segundo que pareció eterno- si seguir o regresar. Las condiciones climáticas eran pésimas, las fragatas captaban con su radar un blanco a cinco millas y los pilotos argentinos sólo tenían visibilidad a cuatro millas, desde los destructores lanzaban misiles Sea Cat y los aviones Harrier amenazaban con una dura batalla aérea.

-Sigo, se dijo.

Y muy cerca de Punta Federal ordenó:

-¡Vamos a atacar! ¡Viva la Patria!


Alberto Philippi y José César Arca. Ambos, junto con Marcelo Márquez, integraban 1ª sección de la 3a Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque Los Sea Harrier XZ 499 despegan del HMS HERMES (Imperial War Museums)


El capitán inglés Alan West estaba sobre el puente de mando en la Ardent cuando vio venir a los pilotos argentinos. “¡Cúbranse!”, les gritó a sus hombres. Y se lanzó cuerpo a tierra. Cuatro bombas impactaron y destrozaron el comedor, las comunicaciones, el comando.

Philippi se puso en fuga. Arca, que lo seguía de cerca, trató de esquivar las esquirlas de la bomba de su compañero. No pudo. Al atravesar la columna de fuego sintió un tremendo golpe en la cola del avión. Atrás suyo, Márquez también había lanzado sus bombas.

Juntos iniciaron el escape. Quince segundos después Márquez dio la alerta: dos cazas británicos los estaban atacando.

-¡Harrier, Harrier, enemigos a la izquierda!

Philippi no tuvo tiempo de lamentar la muerte de su compañero. El teniente inglés John Leeming había lanzado un Sidewinder. El misil impactó en la cola. El avión se estremeció y su nariz miró al cielo. El piloto argentino alcanzó a ver al caza británico que se acercaba veloz para derribarlo definitivamente.

Fueron sólo segundos donde la certeza del final y de la muerte lo abrazaron. Con la calma que precede a una gran tormenta, informó desde la radio:

-Fui impactado, estoy cayendo, estoy bien.

Y accionó la palanca para eyectar su asiento. El avión llevaba una velocidad de 900 kilómetros por hora. Al salir despedido, Philippi se desmayó. Cayó en una granja donde pasó la noche. Al día siguiente caminó hasta encontrar las líneas argentinas.



El aviador inglés Morell siguió el combate. Lanzó un misil contra el caza de Arca pero no logró derribarlo. Al girar, para salir de la línea de fuego, el piloto de la Armada se encontró con otro Harrier que estaba disparando sus cañones. Los proyectiles le dieron de lleno. Todas las luces de alarma del tablero se encendieron. Cuando se preparaba para el ataque final -porque sabía que ya no tenía resto-, sorprendido vio que los Sea Harrier abandonaban la lucha: se habían quedado sin combustible.

Arca tenía seis impactos en el ala izquierda y cuatro en la derecha. No podía regresar al continente. Bajó la velocidad, se alejó de Pradera del Ganso para evitar las baterías antiaéreas argentinas y se propuso salvar su nave: buscó aterrizar en el aeropuerto de Puerto Argentino.

Tres veces desde la torre de control le ordenaron que se eyectara. Se negó. “Baje tren de aterrizaje”, le llegó la voz de un oficial de la Fuerza Aérea. Lo hizo. Y entonces recibió la orden final: “La rueda izquierda del avión está trabada, aborte aterrizaje, eyéctese ahora”. Tuvo que obedecer.

Accionó la palanca, salió disparado y el avión comenzó a volar como conducido por un piloto enloquecido. Vio que su A-4Q había girado en el aire y se acercaba para impactarlo. Era el final. Rezó mientras caía en espiral. Pidió un milagro. Inexplicablemente, la nave viró cuando estaba a escasos metros. Arca cayó en las heladas aguas de Puerto Groussac. Lo rescataron extenuado y casi congelado media hora después.


Marcelo Gustavo Márquez murió combatiendo con un Sea Harrier luego de descargar sus bombas sobre la fragata Ardent 


Por la radio, la escuadrilla del teniente Rotolo -que volaba hacia el blanco- escuchó la frenética batalla aérea. Supo que al llegar sobre los buques de la armada inglesa tendría el camino despejado: los aviones enemigos ya no estaban en condiciones de combatir.

Junto a sus compañeros de formación se preparó para descargar sus 2000 libras de explosivos sobre la Ardent. Elevó su cazas a 60 metros, la altura mínima que daba tiempo para que las espoletas de las bombas se pudieran armar una vez lanzadas. “Me pareció que estaba tan alto que lancé las bombas e invertí el avión para bajar, algo que uno hace normalmente a 10.000 pies. Por suerte pude recuperar el caza a ras del agua”, relató el capitán de navío luego del ataque.

La bomba de Lecour explotó en las entrañas del buque muy cerca de los depósitos de combustible. Syvester lanzó sus cargas y terminó de dañar la cubierta. Habían sellado la suerte de la fragata inglesa.

La Ardent se convirtió en un infierno. Los marinos británicos intentaron vanamente controlar el fuego. Había que abandonar la nave. El comandante West, con lágrimas en los ojos, fue el último en hacerlo.


La Ardent hundida en las aguas del Estrecho de San Carlos. Una boya marca el lugar del naufragio 


La nave se vio sometida al ataque más concentrado que ningún otro barco haya soportado durante toda la guerra: fue “golpeada” 17 veces en 22 minutos por los pilotos argentinos, y uno de cada cuatro de sus tripulantes resultaron muertos o heridos. Perdió, en proporción, más hombres que ninguna otra unidad de combate británica.

Humeante, lanzó sus anclas en Grantham Sound. Sin posibilidad de salvarla, los militares ingleses la dejaron arder durante toda la noche. Veintidós hombres murieron en ese ataque. Más de 30 sufrieron heridas de gravedad. Se hundió a las 4.30 de la madrugada del 22 de mayo de 1982.

La fragata que se partió en dos como una nuez

El estrecho de San Carlos se convirtió en un pasadizo de fuego. “Bomb alley”, lo bautizaron los ingleses: callejón de bombas. Las oleadas del encarnizado ataque argentino fue tan dramático como en la Segunda Guerra Mundial.

El ataque argentino que condenó al naufragio a la Antelope, fragata tipo 21 de la Royal Navy, tuvo varios contratiempos. Al mediodía del 23 de mayo, comandados por el capitán Carballo, salieron a cumplir la misión el primer teniente Rinke, el primer teniente Luciano Guadagnini y el Alférez Hugo Gómez.


La foto de la fragata en medio de las llamas se transformó en una de las más icónicas de la guerra. La Antelope se partió en dos como una nuez y se hundió en la Bahía Ajax.(AP)

Los A-4B se dirigieron en vuelo rasante hacia los destructores que estaban en la cabeza de playa del Puerto San Carlos. Los ingleses divisaron a los caza y lanzaron sus misiles. Un Rapier estalló debajo del avión de Carballo que volaba a 10 metros del suelo. Una gigantesca nube de polvo, tierra y rocas envolvió al piloto. La fuerza de la explosión hizo que el caza quedara con su panza mirando al cielo, invertido.

-Tengo que eyectarme, pensó Carballo.

Pero no lo hizo. A todo o nada realizó un último esfuerzo para que la nave no se estrellara. Forzó los comandos, sacó al A-4B de la línea de fuego y pudo regresar al continente en medio de los misiles que le disparaban desde Pradera del Ganso.

Rinke venía detrás. No había podido separar su avión con los 20 segundos necesarios para no recibir las esquirlas de la bomba de su líder. Se metió de lleno en la turbulencia de la explosión. Cuando salió de esa nube de tierra y piedras tenía delante de sus ojos una enorme fragata inglesa. Largó su bomba MK-17 y emprendió la huida. El artefacto pegó en la popa del barco, pero no explotó.

El ataque que siguió fue el de Gómez: dejó caer su bomba de 500 kilos, pero tampoco estalló.


El primer teniente Luciano Guadagnini murió durante el ataque a la Antelope. Un misil impactó en su avión y la explosión lo desintegró


Guadagnini cerró la embestida, y desprendió su carga sobre la Antelope. Un segundo después, sintió que un misil le había pegado en su ala derecha. El avión, descontrolado, amagó con estrellarse en el agua. El primer teniente logró enderezarlo, pero no pudo salvarse: su caza golpeó con violencia contra una de las antenas del destructor inglés y estalló. Los fragmentos del A-4B cayeron en las aguas del Estrecho.

En la noche del 23 al 24 de mayo, el sargento inglés James Pescott trabajó incansablemente para desactivar las bombas argentinas que habían penetrado la fragata. Pero una explotó y alcanzó el compartimento donde se guardaban los Sea Cat. Como un show de trágicos fuegos artificiales, los misiles iluminaron el negro cielo de Malvinas. La foto de la fragata en medio de las llamas se transformó en una de las más icónicas de la guerra.

La Antelope se partió en dos como una nuez y se hundió en la Bahía Ajax.

Barcos fantasmas

Los cascos hundidos de aquellos destructores son también las tumbas de los que combatieron. Por eso, desde 1986, Gran Bretaña instituyó una ley que protege los lugares de naufragio. Cualquier persona que retire o modifique los restos de un siniestro militar será procesada, a los convictos les serán requisados sus equipos de buceo y deberán pagar multas altísimas.

Los barcos fantasmas descansan desde hace 38 años sin que nadie altere su lecho de muerte. Sólo en el otoño de 1982, pocos meses después de la guerra, 39 integrantes de la Marina Real se sumergieron a 91 metros de profundidad para recobrar material sensible y documentos de la fragata Coventry.


La imagen de la Antelope muestra los restos de la fragata que se llevó la vida de 19 hombres 


Clive Gale, buceador naval que participó en aquella búsqueda, recordó: “El barco se hundió en sólo 20 minutos y con él se llevó documentos que eran de importancia para la seguridad del Reino Unido. Pero éramos conscientes de que estábamos buceando en el lugar donde 19 hombres encontraron su descanso eterno. Respetamos a los marinos que yacen allí junto a su barco”.

Durante la guerra de Malvinas 8 buques de la Armada Real británica fueron hundidos o destruidos, 8 quedaron fuera de combate, 5 casi inactivos y 10 averiados.

-¿Qué tuvieron ustedes para animarse a tanto?, se le preguntó al capitán Carballo años después de las batallas.

-Un avión viejo y un corazón argentino, respondió el piloto...


domingo, 21 de junio de 2020

SGM: El convoy PQ-18 y su protección

PQ-18

W&W



Despliegue de Convoy PQ18



A pesar de los aullidos de la protesta soviética, la fuerza británica era necesaria en otros lugares para la Operación Pedestal en el Mediterráneo. Después de la catástrofe de PQ17, la Royal Navy determinó que PQ18 no navegaría hasta que se pudiera proporcionar una fuerza de escolta mucho mayor. Sería septiembre antes de que el convoy finalmente partiera hacia Rusia.

El 2 de septiembre, PQ18 partió de Loch Ewe, Escocia. Compuesto por cuarenta buques mercantes (veinte estadounidenses, once británicos, seis soviéticos y tres panameños), se colocó una escolta pesada que incluyó un portaaviones por primera vez: el HMS Avenger con diez cazas Hurricane y tres bombarderos de torpedos Swordfish. Una fuerza de trabajo combinada de la Royal Air Force y la Royal Australian Air Force de los bombarderos de torpedos Hampden, los aviones de reconocimiento Catalina y Spitfire también se habían transferido a la base aérea de Vaenga, cerca de Murmansk, para posibles operaciones contra Tirpitz en caso de que ella se embarcara.




Bombarderos de torpedos de la Luftwaffe

Se planearon misiones de submarinos contra PQ18, cuyo nombre en código era Operación Eispalast. Se incluyó la QP14 saliente, pero se consideró de importancia secundaria. Una vez más, se prepararon grandes naves de superficie para su uso potencial contra el convoy, aunque, como siempre, se utilizarían los estrictos criterios de Hitler para determinar su activación. Se trasladaron al norte a Altafjord el 10 de septiembre (el almirante Scheer fue atropellado por cuatro torpedos del HMS Tigris mientras estaba en tránsito) y se mantuvieron listos para las órdenes de navegación que nunca llegaron. La paranoia de Hitler de perder sus grandes naves las hizo una vez más inútiles.

Mientras tanto, PQ18 fue detectado brevemente por el reconocimiento de la Luftwaffe el 8 de septiembre. Oesten reunió a un nuevo grupo de submarinos: Trägertod (Transportista asesino). Para el 10 de septiembre, U88, U403 y U405 estaban en ruta desde el área de Spitsbergen y Bear Island hacia una línea de patrulla más al oeste; U589, U377, U408 y U592 corrieron para unirse a ellos. Además, el U435 y el U457 estaban programados para el 12 de septiembre en Narvik y el U378 en Trondheim: y todos navegarían. U703 estaba repostando en Harstadt, llevando el número del grupo a once. Otros cuatro fueron destinados a operaciones contra QP14 luego de repostar combustible en Kirkenes: U255, U601, U456 y U251. A las 1.20 p.m. El 12 de septiembre, el avión de la Luftwaffe volvió a ver PQ18, el U405 se puso en contacto poco después y permaneció en la estación como baliza. Los U-boats se reunieron, uno de los próximos barcos que comenzaron a sombrear fue el U88 de Kaptlt Bohmann; El HMS Faulknor de la "escolta de combate" detectó a Bohmann antes del convoy: el U88 cargó con precisión y se hundió con los cuarenta y seis tripulantes a bordo.

Las escoltas y el avión de Avenger se mantuvieron ocupados intentando forzar a los barcos de sombra lejos de PQ18. Sin embargo, a las 9.52 de la mañana del 13 de septiembre, Kaptlt Reinhard von Hymmen realizó el primer golpe de torpedo en PQ18 cuando el vapor soviético de 3.559 toneladas Stalingrado fue hundido con uno de los tres torpedos, el barco se hundió en menos de cuatro minutos cargado de municiones, aviones y tanques Veintiuno de los ochenta y siete tripulantes fueron asesinados y el capitán, A. Sakharov, fue el último en abandonar el barco que se hundía, pasando cuarenta minutos en el agua antes de ser rescatado y pasar a ser piloto del convoy. Von Hymmen había extrañado a Stalingrado con dos de sus tres torpedos, pero uno había pasado junto al barco soviético y golpeó al barco de la libertad estadounidense de 7.191 toneladas Oliver Ellsworth, el barco de vapor realizaba un giro a la izquierda para evitar al ruso lisiado. El barco estadounidense fue abandonado incluso antes de que dejara de moverse, tres de los cuatro botes salvavidas se hundieron y arrojaron a sus ocupantes al agua, aunque todos excepto un guardia armado de la Marina de los EE. UU. Fueron rescatados. El naufragio finalmente fue hundido por los proyectiles de la escolta de arrastreros ASW HMT St Kenan.

Casi al mismo tiempo que Von Hymmen, Kaptlt Hans-Joachim Horrer disparó dos torpedos hacia el HMS Avenger desde U589 alegando haber anotado al menos un hit, aunque sus disparos fallaron. Puede haber sido las detonaciones del ataque del U408 que se escucharon a través del agua helada a bordo del barco sumergido. Ese mismo día, Horrer sacó a cuatro aviadores de la Luftwaffe de su bote de escape después de que su avión había sido derribado durante los ataques con torpederos He111 que destruyeron ocho barcos por la pérdida del mismo número de aviones. Los aviadores no tuvieron mucho tiempo para disfrutar de su buena fortuna, ya que al día siguiente U589 fue avistado por uno de los Peces Espadas de Avenger. Aunque el biplano fue ahuyentado por un bote volador Luftwaffe Bv138, el avistamiento trajo al destructor HMS Onslow a la escena, atrapando al U589 en la superficie. El U589 fue abatido sin descanso por el destructor hasta que el aceite combustible, los vegetales verdes y las piezas de la carcasa del submarino flotaron en la superficie marcando la tumba de los cuarenta y cuatro tripulantes y sus cuatro pasajeros de la Luftwaffe.
Ese mismo día solo quedaba otro hundimiento confirmado de PQ18. A las 4 a.m., el U457 de Brandenburgo golpeó el buque cisterna Atheltemplar de 8,939 toneladas, cuya carga de 9,400 toneladas de aceite combustible del Almirantazgo inmediatamente comenzó a arder. La tripulación abandonó el barco al sudoeste de Bear Island, mientras que el dragaminas HMS Harrier intentó hundir el barco en llamas con disparos, el intento falló y el barco quedó ardiendo ferozmente, luego fue encontrado por U408 después de que ella se volcó: el casco enviado al fondo con tiroteo. Brandenburg reclamó otro vapor de 4.000 toneladas hundido y dos golpes en un destructor de clase Jabalina, pero en esto se equivocó. Korvettenkapitän Rolf-Heinrich Hopman luego reclamó otro golpe destructor el 16 de septiembre después de que se escuchó que un torpedo del U405 detonó después de una carrera de más de siete minutos. Esto también permanece sin fundamento, aunque los Aliados definitivamente encontraron el U457 de Brandeburgo a las 3 a.m. de ese día. El submarino se zambulló a través de la pantalla de escolta de proa del puerto cuando se lo vio: cargas de profundidad del HMS Impulsive destruyeron el bote junto con las cuarenta y cinco manos mientras el aceite, los restos, el papel y un guante de cuero negro flotaban en la superficie para marcar el lugar. Los británicos iluminaron la escena con una llamarada de calcio antes de que se lanzara una carga de profundidad adicional que explotaría a 500 pies para garantizar que el barco se hundiera.

En otra parte, QP14 fue objeto de un exitoso ataque de submarinos. Diecisiete barcos mercantes, bajo escolta pesada, fueron atacados por un total de siete submarinos que hundieron seis barcos. El U435 de Strelow hundió al dragaminas HMS Leda y tres barcos mercantes: el carguero estadounidense de 5,345 toneladas Bellingham; Vapor británico de 7.174 toneladas Ocean Voice; y el carguero británico de 3.313 toneladas Gray Ranger durante un solo asalto devastador el 22 de septiembre. El U255 de Reche hundió a Silver Sword, un sobreviviente estadounidense de PQ17 de 4,937 toneladas, mientras que el destructor HMS Somali fue gravemente dañado por el U703 de Kaptlt Bielfeld y luego se hundió en vientos huracanados mientras estaba bajo remolque.

PQ18 fue juzgado un éxito relativo por los aliados. Aunque se habían perdido trece barcos en total, veintiocho habían llegado sanos y salvos a la Unión Soviética. Además, tres submarinos y cuarenta aviones de la Luftwaffe, incluidos muchos veteranos expertos en operaciones marítimas, habían sido destruidos; la Luftwaffe nunca más pudo lanzar ataques tan fuertes contra los convoyes rusos, ya que los aviones fueron transferidos gradualmente al sur hacia el Mediterráneo. Las graves pérdidas acumuladas tanto por PQ17 como por PQ18 combinadas, junto con las demandas en otros lugares de naves aliadas como apoyar la Operación Antorcha, llevaron a la suspensión de los convoyes árticos hasta diciembre de 1942. En cambio, los mercantes de navegación independientes serían enviados en lo que se conoce como Operación FB.

Entre el 29 de octubre y el 2 de noviembre, trece barcos navegaron a intervalos de aproximadamente doce horas desde Escocia a Murmansk. Aunque sin escolta, había arrastreros ASW estacionados a intervalos a lo largo de la ruta y escoltas locales disponibles de Murmansk. De los barcos que zarparon, tres fueron obligados a abortar sus viajes y cinco fueron hundidos, los cinco restantes llegaron a la Unión Soviética. El 2 de noviembre, ObltzS Dietrich von der Esch en U586 ya había estado en el mar durante tres semanas, navegando con mal tiempo y sufriendo problemas mecánicos con las válvulas de escape del barco. Una orden inicial para reconocer a Jan Mayen se llevó a cabo antes de que el submarino avistara el buque de la Operación FB Empire Gilbert y comenzara una persecución de dos horas. El vapor de 6.640 toneladas se perdió por un disparo inicial de doble torpedo, pero un segundo par de torpedos lo golpeó en el babor a la 1.18 a.m. .. El barco se hundió rápidamente y cuando el U586 llegó a la escena, ella se fue. Los alemanes sacaron al chico de cubierta Ralph Urwin y al artillero Arthur Hopkins a bordo de un U586 desde una viga flotante, la pareja apenas pudo moverse después de sumergirse en el agua helada, y luego intentaron interrogar a seis sobrevivientes encontrados a bordo de una balsa, pero no recibieron respuesta. Llevando a un hombre más, el artillero Douglas Meadows, prisionero a bordo del submarino, el U586 abandonó la escena y luego desembarcó a los tres sobrevivientes en Skjomenfjord. Los otros sesenta y cuatro hombres nunca más fueron vistos.
Dos días después, el Liberty Ship sin escolta William Clark fue alcanzado por un torpedo en la sala de máquinas del U354 de Kaptlt Karl-Heinz Herbschleb. Un torpedo de golpe de gracia rompió el barco en dos y la envió al fondo, 31 de los 71 tripulantes murieron en el hundimiento o se perdieron en el mar mientras sus botes salvavidas se alejaban.

Los últimos barcos "FB" hundidos por U-boat fueron destruidos por el U625 de ObltzS Hans Benker contra su patrulla de guerra inaugural. El vapor británico Chulmleigh, de 5.445 toneladas, había sido bombardeado por aviones Ju88 y varado en el Cabo Sur de Spitsbergen cuando Benker torpedeó el naufragio varado y lo terminó con disparos el 6 de noviembre. Esa noche divisó el cielo del Imperio Británico de 7,455 toneladas y la golpeó con dos torpedos. Cuando el vapor se instaló en el agua, un golpe de gracia encendió su carga de municiones y ella explotó, arrojando escombros sobre un área amplia, una pieza que pesaba un kilogramo traqueteando por la escotilla de la torre de mando hacia la sala de control del submarino. Los sesenta hombres a bordo del carguero destrozado se perdieron.



Ilustraciones de Simon Parry.



PQ18 - El primer apoyo aéreo para los convoyes


El destino de PQ17 no pudo ser ignorado. Era necesario mantener el vínculo entre los aliados occidentales y la asediada Unión Soviética. Cuatro destructores británicos fueron enviados a Archangel cargados con municiones y barriles de armas antiaéreas de reemplazo, así como intérpretes en un intento de mejorar el enlace con los rusos. Los barcos llegaron el 24 de julio de 1942. El 13 de agosto, el crucero estadounidense USS Tuscaloosa zarpó hacia Rusia, escoltado por un destructor británico y dos destructores estadounidenses, transportando a la tripulación y equipo de la RAF, así como repuestos de aviones para dos escuadrones de bombarderos Handley Page Hampden destinados se basará en el norte de Rusia, como lo sería el Supermarine Spitfires de reconocimiento fotográfico y un escuadrón de barcos voladores Catalina consolidados del Comando Costero de la RAF. También se incluyó en la carga transportada por estos buques de guerra un centro médico desmontable con suministros médicos, pero mientras los soviéticos tomaron los suministros médicos, rechazaron el hospital que habría hecho tanto para mejorar la suerte de los marineros aliados que necesitan atención médica. llegando a un puerto ruso.

Los sobrevivientes de PQ17 fueron llevados a casa en el Reino Unido a bordo de los tres barcos estadounidenses más tres destructores británicos. Ultra inteligencia llevó a los tres destructores británicos a Bear Island, donde descubrieron al minero alemán Ulm, y mientras dos de los destructores bombardearon el barco, el tercero, Onslaught, disparó tres torpedos con el tercero penetrando en la revista, que explotó. A pesar de la explosión masiva, el comandante y cincuenta y nueve de la compañía del barco sobrevivieron para ser hechos prisioneros.

Menos exitosos fueron los bombarderos de Hampden. Ya obsoletos, varios fueron derribados en su camino a Rusia por los alemanes y, tal vez debido a una identidad equivocada, por los rusos, que pueden haber confundido el avión con el Dornier Do 17. Desafortunadamente, uno de los derribados por los alemanes se estrelló en Noruega y contenía detalles de la defensa del próximo par de convoyes, PQ18 y el QP14 que regresaba. QP14 iba a ser el objetivo del Admiral Scheer, junto con los cruceros Admiral Hipper y Köln y una pantalla de apoyo de destructores. Esta fuerza superficial se trasladó al Altenfjord el 1 de septiembre.

PQ18 fue el primer convoy del Ártico en tener un transportista de escolta, el Vengador de fabricación estadounidense. El barco tenía tres Swordfish equipados con radar del NAS N ° 825 para tareas antisubmarinas, así como seis Hawker Sea Hurricanes, con otros seis desmantelados y guardados debajo de la cubierta del hangar en una bodega, para la defensa de los cazas. Estos aviones fueron extraídos de los Escuadrones 802 y 883. Otro Sea Hurricane estaba a bordo del barco CAM Empire Morn. Otros barcos en la escolta de convoyes incluyeron el crucero Scylla, 2 destructores, 2 barcos antiaéreos convertidos de buques mercantes, 4 corbetas, 4 arrastreros antisubmarinos, 3 buscaminas y 2 submarinos. Había un barco de rescate para que los buques de guerra no tuvieran que arriesgarse a detenerse para recoger a los sobrevivientes, y tres buscaminas que fueron entregados a la Unión Soviética también asumieron este papel.

El convoy había ganado una compañía de escolta, pero la Flota de origen, que generalmente proporcionaba la escolta distante, una fuerza mucho más pesada que la que proporcionaba la escolta cercana, había perdido a su veloz portador de flota blindada, Victorioso, dañado mientras escoltaba la caravana del convoy Operación PEDESTAL a Malta y siendo reformado como resultado. También faltaban los barcos estadounidenses, transferidos al Pacífico. El C-in-C, Home Fleet, el almirante Sir John Tovey, también realizó otros cambios. Esta vez permanecería a bordo de su buque insignia, el acorazado King George V, en Scapa Flow, donde mantendría una comunicación telefónica constante con el Almirantazgo, mientras que su adjunto, el Vicealmirante Sir Bruce Fraser, se hizo a la mar en el acorazado Anson. Tanto PQ18 como QP14 tenían una fuerte escolta de destructores con la libertad de acción de dejar la escolta cercana a las corbetas, arrastreros armados, barcos AA y buscaminas si la situación lo justificaba. Para ahorrar combustible, el oficial al mando de los destructores, el contralmirante Robert Burnett a bordo del crucero ligero Scylla, ordenó que ninguna cacería de submarinos durara más de noventa minutos.

Además, el convoy tendría el apoyo de la Fuerza Q y la Fuerza P, ambas compuestas por dos engrasadores de flota o tanques, y escoltando a los destructores, que se desplegaron delante del convoy a Spitzbergen, territorio noruego no tomado por los alemanes pero que tenía rusos En tierra trabajando en una concesión minera que data de la época zarista. Una operación de reabastecimiento para la guarnición en Spitzbergen estaba vinculada con la Fuerza P y la Fuerza Q.

Islandia fue la cita principal, pero llegar allí fue difícil a pesar de ser verano. Los mares fueron tan agitados que un Sea Hurricane fue barrido de la cubierta de Avenger, y las cuerdas de acero que aseguraban los aviones en los hangares no pudieron evitar que se soltaran y chocaran entre sí o a los lados del hangar. Las bombas fusionadas de 500 lb almacenadas en el pozo de elevación del hangar se soltaron y tuvieron que ser capturadas colocando abrigos de lona con ataduras de cuerda, que se aseguraron tan pronto como una bomba rodó sobre uno de los abrigos. La contaminación del combustible con agua de mar significó que el transportista sufrió problemas con el motor. También parece que la remota Islandia no era lo suficientemente remota o segura, ya que el portaaviones fue descubierto y bombardeado por un avión de reconocimiento marítimo de largo alcance Focke-Wulf Fw 200 Condor que arrojó un palo de bombas cerca de Avenger pero sin causar ningún dañar.

Los problemas del motor significaron que el convoy, ya visto por un submarino mientras pasaba a Islandia desde Escocia, tuvo que navegar sin el transportista y, el 8 de septiembre, otro convoy descubrió el convoy. La nube baja protegió el convoy de los aviones alemanes hasta el 12 de septiembre, cuando un bote volador Blohm und Voss BV 138 cayó a través de las nubes. Para entonces, Avenger había alcanzado al convoy y pudo lanzar un vuelo de cuatro huracanes marinos, pero no a tiempo para atrapar el avión alemán antes de que desapareciera.
El Swordfish era extremadamente vulnerable en los convoyes árticos que, a diferencia de los del otro lado del Atlántico, también tenían que enfrentarse a los combatientes alemanes. Como resultado, los cazas de Avenger no solo tuvieron que proteger los barcos en el convoy del ataque aéreo, sino que también tuvieron que proteger al Swordfish . A las 0400 del 9 de septiembre, los Sea Hurricanes fueron revueltos después de que un Swordfish en patrullas antisubmarinas fuera descubierto por un bote volador BV 138 y un avión de reconocimiento Junkers Ju 88, pero ambos desaparecieron en las nubes antes de que los Hurricanes pudieran atraparlos. Otra patrulla de Swordfish descubrió que los BV 138 estaban colocando minas delante del convoy.

PQ18 fue atacado repetidamente desde el aire, lo que significaba que los barcos tenían que hacer giros masivos y lanzar fuego antiaéreo, lo que hizo que la vida de los tripulantes de Swordfish fuera muy interesante ya que el reconocimiento de los aviones no era tan bueno como podría ser. y el biplano
Swordfish de un solo motor a menudo se confundía con el monoplano bimotor Ju 88s. Zanjar en el mar nunca fue algo a considerar a la ligera, pero en las aguas del Ártico, incluso en verano, el tiempo de supervivencia podría ser muy corto.

Los Sea
Hurricanes intentaron mantener una patrulla aérea constante sobre el convoy con cada avión pasando veinticinco minutos en el aire antes de aterrizar para reabastecerse de combustible, pero con solo seis aviones operativos, era imposible mantener una vigilancia constante sobre el Swordfish y el convoy. .

El 14 de septiembre, el primer
Swordfish del día encontró el U-589 en la superficie, pero se zambulló dejando el Swordfish para marcar el lugar con una llamarada de humo. Una vez que el avión se fue, el submarino salió a la superficie y continuó cargando sus baterías, pero el Swordfish alertó al destructor de que Onslow corrió a la escena. Una vez más, el U-589 se zambulló, pero el destructor atacó con cargas de profundidad y la destruyó. Como resultado, los alemanes, hasta ahora no acostumbrados a que un convoy tenga su propia cobertura aérea y reconocimiento aéreo, se vieron obligados a cambiar sus tácticas. Los BV 138 y Ju 88 de reconocimiento fueron enviados para intimidar a los Swordfish, obligándolos a retroceder sobre el convoy hasta que los alemanes estuvieron tan cerca de los barcos que fueron expulsados ​​por el fuego de AA. El Swordfish se aventuraría a salir, solo para ser expulsado nuevamente.

Más tarde ese día, el Swordfish detectó otro ataque de Ju 88s. Esta vez, Avenger misma era el objetivo. Su velocidad máxima era de solo 17 nudos, mucho más lenta que un portaaviones ordinario, pero afortunadamente los Sea Hurricanes interrumpieron el ataque y no se perdieron barcos del convoy, mientras que la mayoría de los once Ju 88 derribados habían sucumbido al fuego antiaéreo. . Otros ataques siguieron ese día, nuevamente sin pérdidas para el convoy, aunque otro avión alemán fue derribado. En un ataque final, tres de los cuatro
Hurricanes que patrullaban fueron derribados por fuego amigo de los barcos del convoy, pero los tres pilotos se salvaron. En este último ataque del día, el comandante en jefe de Avenger, el comandante Colthurst, peinó con éxito los torpedos arrojados por los alemanes. Una bomba lanzada por un piloto de Ju 88, que voló excepcionalmente bajo para asegurarse de que no fallara el objetivo, golpeó el barco de municiones Mary Luckenbach, que explotó, llevándose a su atacante con ella. El único sobreviviente del barco era un mayordomo que le había estado tomando una taza de café al capitán, la explosión lo hizo volar desde la cubierta superior y se encontró en el mar a media milla del convoy.

No todos los rescates se dejaron a las naves de rescate. En el apogeo de la batalla por PQ18, el destructor Offa vio un buque de carga, el Macbeth, golpeado por dos torpedos y comenzando a hundirse con su carga de tanques y otros materiales de guerra. El oficial al mando de Offa, el teniente comandante Alastair Ewing, tomó su nave junto a Macbeth y, a costa de algunas barandillas y puntales, se quitó toda la compañía de su nave antes de que se hundiera. Un piloto de Sea Hurricane había tenido mucha suerte de ser arrebatado del mar a los pocos minutos de ser destruido por el destructor Wheatland, que actuaba como escolta cercana de Avenger, su papel también era lo que se conoció como 'guardia de avión', pescando un desafortunado naval aviadores fuera del mar.


Al día siguiente, los restantes Sea Hurricanes y Swordfish volvieron a estar en el aire, y el primero rompió más ataques. No fue sino hasta el 16 de septiembre que los Swordfish fueron relevados de su patrullaje por los barcos voladores Catalina Consolidados de la RAF con base en tierra del Escuadrón No. 210 que opera desde Rusia. Sin embargo, el descanso fue de corta duración. Más tarde, ese mismo día, el convoy pasó el convoy de regreso a casa QP14 con los sobrevivientes del malogrado PQ17 y Avenger, con su avión y algunas de las otras escoltas transferidas a este convoy. El equipo de ingeniería aérea del barco había utilizado el intervalo para reunir cinco Sea Hurricanes, más que reemplazar los cuatro perdidos en el viaje de ida. En total, los Sea Hurricanes representaron un total de 5 aviones enemigos y dañaron a otros 17 de un total de 44 derribados. Fue una suerte que los tres Fairey Swordfish siguieran siendo útiles ya que no se transportaron aviones de reemplazo.

Durante el convoy, el oficial al mando de Avenger había cambiado el patrón operativo de los Sea Hurricanes para obtener el máximo beneficio de su pequeña fuerza, teniendo un solo avión en el aire la mayor parte del tiempo en lugar de tener todos sus aviones, o ninguno de ellos, en el aire a la vez.

Una vez que el vuelo de Sea Hurricane se había agotado tanto, cayó al barco CAM Empire Morn para lanzar su Hurricane, volado por el oficial de vuelo Burr de la RAF. El lanzamiento fue acompañado por fuego amigo de otras naves en el convoy hasta que finalmente estuvo fuera de alcance. A pesar de los problemas con los globos de bombardeo volados por algunos de los mercaderes, logró romper un ataque alemán, incendiando un avión. Una vez que se quedó sin municiones, salvó su precioso avión al volarlo al aeródromo Keg Ostrov cerca de Arcángel. Como se mencionó anteriormente, este uso "único" de los aviones de los buques CAM fue un gran inconveniente, ya que los comandantes de los convoyes eran reacios a usarlos en caso de que surgiera una situación más desesperada más tarde en el paso del convoy. Los casos de salvamento de cazas de CAM fueron muy raros.

Claramente, incluso un portaaviones de escolta con una mezcla de cazas y aviones antisubmarinos se vio en apuros para proporcionar una cobertura de aire adecuada. Es difícil escapar a la conclusión de que se habrían necesitado dos transportistas de escolta, o un barco más grande como Nairana o Vindex con hasta catorce Swordfish y seis cazas Wildcat, un avión mucho mejor que el Sea Hurricane. Una vez más, incluso con estos dos barcos, uno podría sugerir que el equilibrio entre los cazas y los aviones antisubmarinos era incorrecto para un convoy ártico.

Inevitablemente, cuando el convoy se acercaba a su destino, no había señales de la prometida cobertura aérea de la Fuerza Aérea Roja. Esto fue típico de las experiencias de aquellos en los convoyes a Rusia, sin que las fuerzas aéreas de Rusia ni su armada brindaran ningún apoyo. De hecho, aparte de algunos bombardeos costeros cuando los ejércitos rojos barrieron hacia el oeste, el principal logro de la armada rusa fue que sus submarinos hundieran a los mercaderes que transportaban a los refugiados alemanes lejos de los rusos y uno de estos ataques resultó en la mayor pérdida de vidas registrada en mar mientras los alemanes luchaban por evacuar a más de 1,5 millones de civiles.

Había muchos más convoyes a Rusia por venir en esta etapa, pero PQ17 y PQ18 fueron dos de los más famosos. Los convoyes eran una operación exigente tanto para la Royal Navy como para la Merchant Navy, una que Stalin nunca reconoció y no hubo una contribución soviética a las escoltas. Los convoyes continuaron, a pesar de los ataques alemanes y el clima, hasta el final de la guerra, con la excepción del período inmediatamente anterior, durante y después de los desembarcos de Normandía, cuando se requirió un esfuerzo masivo que exigió las escoltas y especialmente los barcos más grandes. Eso finalmente le dio a Stalin el único frente de batalla que reconocería como un "segundo frente".

domingo, 29 de diciembre de 2019

SGM: La controversia de la tercera oleada de ataque a Pearl Harbor

El Pearl Harbor japonés
"La controversia del nuevo ataque"

W&W




Muchos comentaristas han afirmado que los japoneses perdieron una gran oportunidad al no lanzar ataques de seguimiento contra los talleres de máquinas y las instalaciones de reparación de Navy Yard, la Base submarina y la granja de tanques de combustible. Dichas críticas son parte de la cuenta oficial de la batalla de la Marina de los EE. UU., donde los japoneses son castigados ya que "descuidaron dañar las instalaciones costeras en la Base Naval de Pearl Harbor, que desempeñó un papel importante en la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial". La mayoría de los comentaristas históricos se hacen eco de esta opinión, por ejemplo, Goldstein y Dillon (coautores de At Dawn We Slept) y Wenger han afirmado que

Un golpe de suerte para los estadounidenses el 7 de diciembre fue el hecho de que el plan de ataque de Pearl Harbor no contenía ninguna disposición para destruir el Navy Yard. Si los japoneses lo hubieran hecho, habrían puesto a la Flota del Pacífico de los Estados Unidos fuera de acción de manera mucho más efectiva que destrozando barcos individuales. La flota no habría tenido más remedio que regresar a la costa del Pacífico. Esta retirada podría haber alterado significativamente el curso de la guerra.

Esta evaluación parece haber comenzado con nada menos que el Almirante Chester Nimitz, Comandante en Jefe de la Flota del Pacífico, quien una vez comentó que la destrucción de los tanques de almacenamiento de combustible "habría prolongado la guerra por otros dos años". El venerable Morison recogió el tema en la historia semioficial de las operaciones navales de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial y dio a conocer la idea. Él afirmó:

Sin embargo, hay dudas sobre si los aviadores fueron dirigidos a los objetivos correctos, incluso desde el punto de vista japonés. Noquearon a la Fuerza de Batalla y diezmaron el sorprendente poder aéreo presente; pero descuidaron las instalaciones permanentes en Pearl Harbor, incluidos los talleres de reparación que pudieron hacer un trabajo increíblemente rápido en los barcos menos dañados. Y ni siquiera intentaron golpear la planta de energía o la gran “granja de tanques” de combustible, llena hasta su capacidad, cuya pérdida (en opinión del almirante Hart) habría retrasado nuestro avance a través del Pacífico mucho más tiempo que el daño a la flota.

Morison luego expresó su opinión sobre el tema:

Tácticamente hablando, los japoneses cometieron el error en el ataque de Pearl Harbor de concentrar sus ataques solo en buques de guerra en lugar de dirigirlos a instalaciones terrestres y tanques de combustible. No solo fue estratégicamente una locura, sino también políticamente, fue un error irremediable.

Prange, el gran historiador del ataque de Pearl Harbor, agregó:

Al no explotar la conmoción, el desconcierto y la confusión en Oahu, al no aprovechar al máximo su salvaje ataque contra los barcos de Kimmel, al no pulverizar la base de Pearl Harbor, al no destruir las vastas reservas de combustible de Oahu, y al no Al buscar y hundir a los transportistas estadounidenses, Japón cometió su primer y probablemente el mayor error estratégico de todo el conflicto del Pacífico.

Goldstein, Dillon y Wenger enmarcan el punto en estos términos:

Un golpe de suerte para los estadounidenses el 7 de diciembre fue el hecho de que el plan de ataque de Pearl Harbor no contenía ninguna disposición para destruir el Navy Yard. Si los japoneses lo hubieran hecho, habrían puesto a la Flota del Pacífico de los Estados Unidos fuera de acción de manera mucho más efectiva que destrozando barcos individuales. La flota no habría tenido más remedio que regresar a la costa del Pacífico. Esta retirada podría haber alterado significativamente el curso de la guerra.

Van der Vat afirmó que los tanques de combustible y las "instalaciones vitales de la costa" serían el "objetivo principal de la ola número tres" y que su destrucción "habría inutilizado la base y forzado a la Armada de los Estados Unidos a regresar a la costa oeste, en más de dos mil millas al este ", un reclamo repetido por Clarke y otros. El Capitán Joseph Taussig, Jr. afirmó que "Un golpe de suerte habría reducido gravemente los suministros de combustible en el Pacífico y creado una pesadilla logística ...". El Almirante Bloch, el Comandante del Distrito Naval con responsabilidad de defensa local, testificando antes de una investigación posterior al ataque dijo que si Japón hubiera golpeado las instalaciones de la costa "hubiéramos sido dañados infinitamente más de lo que estábamos". Peattie afirma que "... no hay duda de que estos objetivos podrían haber sido destruidos por la fuerza de Nagumo". Otro afirmó que destruir el El astillero habría retrasado las operaciones serias en el Pacífico por al menos un año.

Estas evaluaciones han sido absorbidas por la conciencia popular: un programa de televisión sobre "Los mitos de Pearl Harbor" afirmó que "si los japoneses hubieran lanzado un ataque de tercera ola contra los tanques de combustible y el astillero naval, los Estados Unidos se habrían visto obligados a tirar flota inválida de regreso a San Francisco ... dejando a Pearl Harbor indefenso ".

La historia del argumento en el puente de transporte donde Nagumo le dio la espalda a las demandas de su aviador de un tercer ataque se ha relacionado en muchos lugares, según la versión del evento de Fuchida:

A su regreso al mediodía, Fuchida le había dicho a Nagumo que todavía había muchos objetivos importantes dignos de ataque. Había una infraestructura completa de instalaciones de astilleros, tanques de almacenamiento de combustible, estación de energía e instalaciones de reparación y mantenimiento de barcos que apoyaban a la Flota del Pacífico de los EE. UU. También hubo muchos buques que no fueron tocados en los primeros asaltos.

Según Toland, el encuentro ocurrió de esta manera:

Fuchida regresó aproximadamente una hora más tarde y fue recibido por un exultante Genda; luego fue al puente e informó a Nagumo y Kusaka que al menos dos acorazados habían sido hundidos y cuatro gravemente dañados. Le rogó a los almirantes que lanzaran otro ataque a la vez y esta vez concéntrese en los tanques de petróleo ... El capitán de Kaga, a instancias del Comandante Sata, también recomendó un ataque contra instalaciones y tanques de combustible ... "Deberíamos retirarnos según lo planeado", aconsejó Kusaka a Nagumo, quien asintió. Un oficial de personal sugirió que intentaran localizar y hundir los transportistas estadounidenses. La opinión sobre el puente estaba dividida. "No habrá más ataques de ningún tipo", dijo Kusaka. Nos retiraremos ".

Toland agregó, en una nota al pie,

Algunas cuentas afirman que Fuchida y Genda le suplicaron repetidamente a Nagumo que regresara. En una entrevista en 1966, el almirante Kusaka recordó que simplemente sugirieron un segundo ataque y que sus palabras "Nos retiraremos" terminaron la discusión; a partir de entonces nadie expresó una opinión contundente.

Claramente, Kusaka, el Primer Jefe de Estado Mayor de la Flota Aérea, tenía una percepción diferente de lo que sucedió en el puente de Akagi esa tarde crítica.

Fuchida publicó un artículo en las Actas del Instituto Naval de los Estados Unidos, que fue reimpreso en 1969 en una antología, La Armada japonesa en la Segunda Guerra Mundial. Este artículo fue escrito como una cuenta en primera persona.
Mi avión fue el último en regresar a Akagi, donde los aviones reabastecidos y reabastecidos se alinearon en la concurrida cubierta de vuelo en preparación para otro ataque. Me llamaron al puente tan pronto como el avión se detuvo, y pude ver al llegar allí que el personal del almirante Nagumo se había involucrado en acaloradas discusiones sobre la conveniencia de lanzar el próximo ataque. Estaban esperando mi cuenta de la batalla. [Después de informar sobre el alcance del daño] Expresé mis puntos de vista diciendo: “Todo lo considerado considera que hemos logrado una gran cantidad de destrucción, pero sería imprudente suponer que hemos destruido todo. Todavía quedan muchos objetivos que deben ser alcanzados. Por lo tanto, recomiendo que se lance otro ataque. ”… Hice todo lo que pude para instar a otro ataque, pero la decisión recayó completamente en el Almirante Nagumo, y él eligió retirarse sin lanzar el siguiente ataque.

En este relato, Fuchida menciona "discusiones acaloradas", pero solo afirma que recomendó un ataque adicional contra los "muchos objetivos restantes", lo que implica objetivos del conjunto de objetivos, barcos y aviones originales. No se menciona atacar el astillero o los tanques de almacenamiento de petróleo. Se incluyó una aproximación de esta escena en la película Tora! Tora! Tora! Fuchida fue uno de los principales asesores japoneses de los productores de esa película.

Hay otros dos relatos del informe posterior al ataque de Fuchida, ambos de Fuchida en relación con Prange, uno en At Dawn We Slept publicado en 1981, y otro en Samurai de Dios, la biografía de Fuchida de Prange, publicada en 1990. Ambos contienen líneas específicas. conversaciones por línea, incluidas citas atribuidas a Nagumo, Kusaka, Genda y otros miembros del personal.

Al partir, Pearl Harbor, Fuchida afirmó que "destinó mentalmente a la destrucción" de los tanques de combustible y las "vastas instalaciones de reparación y mantenimiento" a la atención de un ataque de seguimiento. A su regreso a Akagi, después de recopilar información de confirmación de otros pilotos, fue al puente para informar a Nagumo. Afirmó que se produjo "un argumento feroz" sobre el tema de una huelga de seguimiento. En Dawn, el intercambio se relaciona de la siguiente manera (basado en el testimonio de Fuchida que Prange dramatiza en tercera persona):

Entonces Kusaka retomó el interrogatorio. "¿Cuáles crees que deberían ser los próximos objetivos?" Fuchida respiró hondo. La redacción parecía indicar una intención agresiva. Regresó rápidamente, "Los próximos objetivos deberían ser los astilleros, los tanques de combustible y un barco ocasional". No vio la necesidad de atacar a los acorazados nuevamente.

En el Samurai de Dios, Fuchida (nuevamente a través de Prange) le da al intercambio un sabor diferente:

“Si atacamos nuevamente, ¿cuáles deberían ser los objetivos?” Preguntó Kusaka.

Fuchida no tuvo dificultad en contestar, ya que no había pensado en nada más hasta el Akagi. "Los acorazados dañados y las otras embarcaciones en el puerto, los muelles y los tanques de combustible", les informó ... Nagumo no tomó una decisión inmediata, despidiendo a Fuchida con una palabra de elogio. Tan pronto como se fue, Genda emprendió la batalla ... Sin embargo, Nagumo se negó a atacar a Pearl Harbor nuevamente o a buscar las esquivas planchas [americanas] ... Akagi izó una bandera de señal que indicaba la retirada hacia el noroeste. Molesto, Fuchida trepó al puente.

"¿Qué ha pasado?", Le preguntó a Genda.

Su compañero de clase se encogió de hombros. "No se puede evitar".

Eso no fue lo suficientemente bueno para Fuchida. Se volvió hacia Nagumo, saludó y preguntó sin rodeos: "¿Por qué no estamos atacando de nuevo?"

Kusaka evitó cualquier respuesta que Nagumo pudiera haber hecho. "El objetivo de la operación de Pearl Harbor se logra", dijo. "Ahora debemos prepararnos para futuras operaciones".

En silencio, Fuchida saludó y salió del puente. "Era un hombre amargado y enojado", recordó, "porque estaba convencido de que Nagumo debería haber atacado de nuevo".

Hay inconsistencias en estas cuentas que podrían ser revisadas por completo. Eso es innecesario, ya que la conversación, en cualquier versión, la "discusión acalorada", la "mendicidad" de Genda, acechando el puente después de una segunda confrontación, volviendo a atacar a los acorazados o no volviendo a atacar a los acorazados, todo, sin duda. , no ocurrió como relacionado.

Kusaka declaró en una entrevista que había descartado el tema de un ataque posterior desde el principio. Hubo un intercambio de una pregunta sobre el tema iniciado por un oficial de personal, no Fuchida o Genda; No consideraba que el intercambio fuera lo suficientemente importante como para mencionarlo en su relato del ataque.

Nagumo y Kusaka posiblemente habían discutido la pregunta antes de que Fuchida aterrizara. En la cuenta de Dull, el tráfico de radio interceptado infirió a los japoneses que aproximadamente cincuenta bombarderos terrestres todavía estaban operativos, y todavía estaban preocupados por los transportistas estadounidenses no ubicados. Nagumo y Kusaka decidieron que Kido Butai debería limpiar rápidamente el área. La cuenta de Dull no mencionó una confrontación con Fuchida.

Genda negó categóricamente que hubiera una confrontación o que surgiera una propuesta de huelga adicional. No "emprendió la batalla" para un ataque adicional, ya que se había dado cuenta mucho antes de que Nagumo tenía la mente puesta en ese ataque. Genda creía que mencionarlo sería inútil. ¡Dijo en sus memorias que estaba al tanto de la escena en Tora! Tora! ¡Tora !, pero negó explícitamente que tal intercambio haya tenido lugar o que Fuchida haya propuesto un ataque de seguimiento.

Aparentemente, Fuchida observó las declaraciones estadounidenses de la posguerra sobre la supuesta importancia de un tercer ataque contra las instalaciones de combustible y astilleros y creó conversaciones ficticias que elevaron su perspicacia a una estatura heroica.

El secretario ejecutivo del Instituto Naval de Estados Unidos le preguntó a Genda por qué los japoneses no bombardearon los tanques de combustible. "Él respondió ingenuamente que nadie había pensado en este objetivo". Cuando fue entrevistado en 1945 inmediatamente después de la guerra, antes de que todos los comentarios estadounidenses sobre atacar el astillero o los tanques de petróleo estuvieran disponibles en Japón, se le preguntó a Fuchida por qué no había habido una tercera ola. huelga contra Pearl Harbor. Fuchida no mencionó las propuestas para atacar aún más el astillero o los tanques de combustible.

Los objetivos de infraestructura habían sido considerados brevemente por los planificadores japoneses. Genda los rechazó en sus estimaciones iniciales porque no había suficientes municiones de sobra (recuerde su afirmación de que golpear decisivamente algunos objetivos críticos era mejor que golpear muchos objetivos con solo un daño menor). No había suficientes municiones para atacar a fondo los objetivos de la flota y OCA como era, y algunas bombas extrañas dirigidas contra el astillero o las granjas de tanques de petróleo durante la primera o segunda oleada habrían sido una media medida derrochadora, más como un centésimo -medida.

A miles de kilómetros de distancia, los miembros del personal de la Flota Combinada, incluidos el Jefe de Estado Mayor Ugaki y Yamamoto, consideraron las huelgas de seguimiento. Estos oficiales parecen haber estado buscando una aniquilación más completa de la Flota del Pacífico, y no estaban considerando objetivos de infraestructura.

Genda consideró permanecer en el área de Pearl Harbor durante días y enviar ataques repetidos, pero, como Willmott ha señalado:

... [Genda] no estaba necesariamente pensando en términos de ataques a instalaciones portuarias, instalaciones en tierra y similares. Estaba pensando principalmente en términos de infligir pérdidas devastadoras a la Flota del Pacífico de los Estados Unidos. De hecho, en la mañana del ataque, Genda se limitó a la propuesta de que Kates que regresara debería estar armado con torpedos para encontrarse con las fuerzas estadounidenses que intentaron montar un contraataque, pero que si no se materializaba, Kates debería estar armado para lo normal. rol de bombardeo. Tal deliberación no fue más que un procedimiento normal del personal, y parece haber poca evidencia que sugiera que Genda creía que sería necesario un ataque de seguimiento y, según admitió, no hizo ninguna representación ante sus superiores, lo que sugirió que estaba convencido de que necesidad de tal operación.

Algunos, particularmente los oficiales de personal más jóvenes asignados a la Flota Combinada, estaban inflamados con espíritu de lucha, avivados por el alivio de que se habían logrado grandes cosas a un bajo costo, y estaban listos para una actuación repetida; algunos sintieron que Kido Butai todavía estaba en aguas peligrosas, y las ganancias adicionales no valían el riesgo adicional.
Un hombre firme contra ese ataque fue Nagumo. Tenía dudas sobre la incursión desde el principio, y había soportado durante semanas la preocupación de que sus frágiles portadores pudieran ser golpeados a miles de kilómetros del puerto amigo más cercano. Cuando el ataque cumplió sus objetivos, estaba más que feliz de aceptar una victoria inesperadamente unilateral y partir.

La idea de que otros de repente desearían abogar por un ataque de regreso para atacar los astilleros y las instalaciones de combustible no encaja con la visión del mundo ciega en logística de los oficiales navales japoneses.

Darse cuenta de que los japoneses probablemente no habrían ido tras el astillero y los muelles y las granjas de combustible no finaliza el debate. ¿Sería un ataque de tercera ola contra esos objetivos tan destructivo y tan debilitante como muchos sostienen?

Composición de una tercera ola de ataque


Trescientos cincuenta aviones fueron enviados en las dos oleadas del ataque. De ellos, 29 (8%) fueron derribados y otros 111 dañados, 52 de los cuales 10 a 15 (quizás hasta 20) sufrieron daños tan graves que fueron arrojados a la basura. Otros fueron descartados como insalvables. Del resto de los aviones dañados, no se sabe cuántos no se pudieron volar hasta que fueron reparados por la fuerza de mantenimiento de los barcos. Willmott informa que una vez que todos los aviones regresaron a los transportistas, los japoneses tuvieron 265 aviones disponibles para operaciones.

Los japoneses no habrían lanzado otro ataque de dos olas con todos los bombarderos disponibles. Les preocupaba que los transportistas estadounidenses, hasta ahora no ubicados, aparecieran y atacaran. Un ataque duplicado de dos olas no dejaría a los aviones para buscar o atacar a los transportistas estadounidenses. Indudablemente habrían preparado un ataque armado con municiones de contraenvío.

Si se lanzara otra huelga, el primer orden del día sería lanzar un reconocimiento para garantizar que los transportistas estadounidenses no interfirieran. Podrían estar en casi cualquier lugar, al noreste entre Hawai y San Francisco, al este (San Diego), al noroeste (Midway), al oeste (Johnston Island) o al sur (Palmyra y las áreas operativas de entrenamiento del sur). Debido a que los japoneses habían hecho un tránsito nocturno de alta velocidad, ni siquiera podían estar seguros de que los transportistas no estuvieran al norte. Una búsqueda de 360 ​​grados a 250 nm sería prudente. Si los japoneses usaran intervalos de búsqueda de 10 grados con un solo avión en cada pista, se requerirían 35 aviones.

El avión para esta búsqueda podría provenir de varias fuentes. Primero, había dos cruceros que acompañaban a la fuerza, Tone y Chikuma, especialmente diseñados para manejar seis hidroaviones de reconocimiento cada uno. Si contribuyeron con diez aviones, el saldo de 25 saldría de los complementos de los transportistas. Estos serían los bombarderos de ataque B5N Kate en los portaaviones, que tenían la doble misión de reconocimiento y ataque. Estaban los aviones transportados por los dos acorazados rápidos que acompañaban a los transportistas, pero estos aviones generalmente se empleaban en la patrulla antisubmarina interna.

Los portaaviones japoneses comenzaron con 144 aviones de ataque B5N Kate y 135 bombarderos D3A Val. 16 Kates se perdieron o cancelaron después del ataque junto con 31 Vals, dejando 128 Kates y 104 Vals. El avión de repuesto embalado requeriría al menos 24 horas para ensamblarse.

Si un tercio de los aviones restantes se retuviera como reserva anti-embarque, 70 bombarderos de ataque B5N Kate (con dos o tres bombas de 250 kg cada uno) y 70 bombarderos de buceo D3A Val (con una bomba de 250 kg cada uno) podrían emplearse en un Ataque de tercera ola. Podrían entregar entre 210 y 280 bombas de 250 kg.

Esta es una estimación alta. Es más probable que los japoneses hubieran retenido al menos la mitad de sus aviones como seguro contra los transportistas enemigos, y, al ver al B5N Kate como su verdadero asesino de barcos, habrían retenido una mayor proporción de ellos para el anti-envío Huelga. Se entregaron 100 de los torpedos de “aguas poco profundas” modificados para esta operación, y 40 se gastaron en el ataque. Eso podría haber limitado el número de Kates B5N en la huelga anti-envío a 60. Sin embargo, también puede haber torpedos no modificados a bordo.

Doscientos ochenta bombas de 250 kg se pueden usar como una estimación superior de la munición que podría lanzar un ataque de tercera ola.

viernes, 14 de junio de 2019

Malvinas: Los ataques del 25 de Mayo


Historia: así fue el 25 de mayo durante la guerra por las Malvinas


En una de las acciones más importantes del conflicto, la Fuerza Aérea hundió el destructor británico Coventry; y la aviación de la Armada, el Atlantic Conveyor.
Mariano Iannaccone - Vía País


El 25 de mayo de 1982, durante la guerra por las Islas Malvinas entre Gran Bretaña y Argentina, había comenzado con importante bajas para nuestro país.

En ese momento, el escenario bélico principal era el estrecho de San Carlos, donde las tropas del Reino Unido, cubiertas de ataques aéreos por gran parte de su flota, intentaban consolidar su cabeza de playa después del inicio del desembarco días atrás.

Las condiciones climáticas eran óptimas para volar, lo que fue aprovechado por la aviación argentina, cuyos valientes pilotos luchaban motivados especialmente por la celebración del día patrio.

Los británicos sabían bien qué significaba para su oponente esa jornada y ciertamente esperaron preparados la ofensiva.

Durante la entonces llamada “nueva era de los misiles”, ese día la armada enemiga se defendía de las oleadas de aviones de combate argentinos disparando desde sus buques sofisticados proyectiles electrónicos.

A la vez, daban cobertura aérea a su flota los cazabombarderos Harrier de los escuadrones embarcados en los portaaviones Invencible y Hermes.

Para las 14 de esa trascendental jornada, el destructor tipo 42 Coventry (la tercera nave más importante en ese momento de la marina británica) llevaba derribados tres aviones argentinos, a través del sistema de misiles de largo alcance Sea Dart.


El destructor británico HMS Coventry, en el Atlántico Sur, antes de ser atacado .

Relatos de la época indican que el clima a bordo del buque era de plena euforia.

A unos mil metros, como escolta del barco mayor, navegaba la fragata tipo 22 Broadsword, que ya el 21 de mayo había sido atacada por aviones M-5 Dagger de la VI Brigada Aérea.

En pocos minutos, ambas naves padecerían un devastador ataque de la Fuerza Aérea Argentina.

Douglas A-4 Skyhawk del Grupo 5 de Caza (V Brigada Aérea) sorprendieron a los buques, cuyos sistemas de radares habían quedado “ciegos” debido a la arriesgada técnica de vuelo rasante de los pilotos de la Fuerza Aérea, que volando a unos 900 km/h les descargaron sus bombas de 500 libras.


Los aviones argentinos durante el ataque al Coventry, tomados desde el barco.

En los registros de comunicación radial del combate quedó un memorable “¡Viva la Patria!” pronunciado por el entonces Capitán Pablo Carballo, al comando de uno de los aviones nacionales.



Últimos minutos antes del hundimiento del Coventry.

El Coventry, del que pudieron sobrevivir 283 tripulantes, se hundió lentamente entre maniobras de rescate llevadas a cabo por pilotos de helicópteros Sea King y Westland Wessex británicos.



El memorial del hundimiento del Coventry, en Pebble Island (isla Borbón), al norte de las Islas Malvinas.
La Broadsword, mientras tanto, sufrió una avería importante.

A mediados de los ’90, la fragata fue vendida por el Reino Unido a Brasil, que actualmente la tiene en servicio, con el nombre de F Greenhalgh.

El hundimiento del Atlantic Conveyor

El mismo 25 de mayo de 1982, otra notable acción de la aviación argentina hundió el Atlantic Conveyor, un buque carguero civil que había sido requisado por el gobierno británico para el transporte de aviones Harrier, helicópteros Chinook y múltiples elementos vitales para la campaña terrestre de las tropas del Reino Unido.


El portacontenedores Atlantic Conveyor transportaba helicópteros Chinook y aviones Harrier.

Un par de aviones Super Étendard de la Armada Argentina, equipados cada uno con un misil AM39 Exocet (la misma combinación de armas que el 4 de mayo había provocado el hundimiento del destructor tipo 42 Sheffield) atacó un grupo naval de batalla, entre el que estaba el portaaviones Invencible, localizado a unos 150 km al noreste de las islas.



Uno de los aviones Súper Etendard de la Armada, siendo reabastecido en pleno vuelo.

Uno de los misiles se perdió en el mar; el otro, desviado por una lluvia de chaff (láminas de aluminio que eran lanzadas por los barcos enemigos para “confundir” la guía electrónica de los Exocet), dio de lleno en el Atlantic Conveyor.

Como resultado del ataque, los británicos perdieron, entre otro valioso equipamiento, todos menos uno de los helicópteros Chinook, que estaban destinados a transportar a las tropas más de 100 kilómetros en el avance desde San Carlos hacia Puerto Argentino.


El Atlantic Conveyor, después del ataque de la Aviación Naval Argentina.

Los Harrier que el barco cargaba habían sido trasladados días atrás a los portaaviones, que tras el ataque serían alejados definitivamente al doble de la distancia, con el fin de evitar un nuevo acercamiento aéreo.


El memorial del hundimiento del Atlantic Conveyor en las Malvinas.

La guerra por las islas Malvinas culminó con la rendición argentina el 14 de junio del ’82.

Hasta 45 días después del cese del fuego, las fuerzas británicas tuvieron como rehenes a un importante número de oficiales argentinos en el archipiélago, temiendo nuevos ataques de la aviación nacional.

Incluso, el estado de alerta en las islas permaneció hasta finales de aquel año.

Efectivos británicos que llegaron a las Malvinas después del 14 de junio y hasta fines del 1982 son considerados igualmente veteranos de guerra y reciben sus pensiones.