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domingo, 15 de diciembre de 2024

Ataque aéreo: El implacable resultado de un ataque simultáneo multidireccional

Ataque simultáneo multidireccional


Por Esteban McLaren para FDRA




1. Introducción

Un ataque multifrontal simultáneo es atacar un blanco desde distintas direcciones al mismo tiempo. Es un elemento costoso de conseguir porque exige muchos recursos dado que la fuerza de ataque debe cubrir al menos dos frentes o direcciones y, más difícil aún, debe ser coordinado, es decir todo el movimiento debe hacerse al mismo tiempo. ¿Qué dificultades enfrenta el defensor? La saturación. Defiende un frente y, por costo de oportunidad, desatiende el otro y viceversa. La historia presenta un caso apasionante.

La Batalla de Midway fue un punto de inflexión crucial en la Segunda Guerra Mundial, donde un ataque simultáneo no intencionado de las fuerzas aeronavales estadounidenses desempeñó un papel decisivo. Durante la batalla, los aviones estadounidenses lanzaron ataques secuenciales desde una misma dirección a la vez. Los comandantes de portaaviones llegaron a esquivar la mayoría de estos ataques (¡un capitán lo hizo más de 70 veces en ese fatídico día!), torpedos y bombas caían por las bordas de estos enormes buques pero ni hacían mella en ellos. Sin embargo, una partida de ataque dirigida por el comandante McClusky perdió su rumbo y al volver para re-encausar el ataque lo realizó desde un inesperado Suroeste, coincidiendo con otra partida de ataque dirigida por el teniente Leslie provenía de Noreste al mismo tiempo, sorprendiendo por completo a la flota japonesa. Este ataque simultáneo desde dos flancos diferentes, llevado a cabo principalmente por bombarderos en picado SBD Dauntless, resultó en la destrucción casi inmediata de tres portaaviones japoneses empezando por el Kaga, lo que cambió el curso de la guerra en el Pacífico.

Las consecuencias de este ataque fueron devastadoras para la Armada Imperial Japonesa. La pérdida de cuatro portaaviones, junto con pilotos experimentados y aviones, debilitó gravemente su capacidad operativa. Esta victoria permitió a los Estados Unidos pasar de una posición defensiva a una ofensiva en el teatro del Pacífico, alterando el equilibrio de poder y marcando el inicio del declive de la supremacía naval japonesa.

2. La Batalla de Midway

La Batalla de Midway, ocurrida del 4 al 7 de junio de 1942, es una de las confrontaciones más importantes de la Segunda Guerra Mundial en el Teatro del Pacífico, marcando un punto de inflexión en la guerra. Durante esta batalla, un evento crucial fue el ataque simultáneo de dos formaciones de aviones estadounidenses desde diferentes direcciones, lo que resultó en la devastadora destrucción de los portaaviones japoneses.


2.1 Contexto previo

El 4 de junio de 1942, las fuerzas japonesas, bajo el mando del almirante Isoroku Yamamoto, lanzaron un ataque contra Midway con la esperanza de eliminar la amenaza de los portaaviones estadounidenses y asegurar el dominio en el Pacífico. Los japoneses confiaban en la sorpresa y la superioridad numérica. Sin embargo, gracias a la ruptura del código japonés por parte de la inteligencia estadounidense, los norteamericanos sabían de antemano los planes japoneses y prepararon una emboscada.


2.2 Ataques iniciales y esquiva de los japoneses

En la mañana del 4 de junio, los aviones estadounidenses lanzaron una serie de ataques aéreos desde sus portaaviones USS Enterprise, USS Hornet, y USS Yorktown contra la flota japonesa. Estos ataques iniciales consistieron en oleadas de aviones torpederos (principalmente TBD Devastators) y bombarderos en picado (SBD Dauntless). Los aviones torpederos atacaron primero, pero fueron diezmados por los cazas japoneses y el fuego antiaéreo; casi todos los aviones torpederos fueron derribados, y no lograron impactar a los portaaviones japoneses.

Durante estos primeros ataques, los comandantes de los portaaviones japoneses, como el vicealmirante Chuichi Nagumo, realizaron maniobras evasivas efectivas, logrando evitar los torpedos lanzados por los aviones estadounidenses. La combinación de maniobras hábiles, la protección de cazas Zero, y la falta de coordinación entre las diferentes oleadas de ataque permitieron a la flota japonesa esquivar la destrucción.


2.3 El ataque simultáneo decisivo

Sin embargo, mientras los aviones torpederos estadounidenses mantenían ocupadas a las defensas japonesas volando bajo y atrayendo a los cazas Zeros hacia niveles bajos, una fuerza de bombarderos en picado SBD Dauntless de los portaaviones USS Enterprise y USS Yorktown llegó a la escena desde una dirección diferente y en altitud. Liderados por los comandantes de escuadrón como el Teniente Comandante Wade McClusky y el Capitán de Corbeta Max Leslie, estos aviones aprovecharon que los cazas japoneses estaban ocupados a baja altura y que las maniobras evasivas japonesas habían dejado a los portaaviones en posiciones vulnerables.

En un giro del destino, los bombarderos en picado atacaron simultáneamente desde dos direcciones distintas: desde el noroeste y el sudoeste, tomando por sorpresa a los japoneses. Son las líneas de ataque 1 y 2 convergiendo a los blancos mientras sorpresivamente aparece una enorme ala de ataque 3 desde el suroeste, como se ilustra debajo. No deje de ver los dos videos añadidos para terminar de comprender el panorama de esta fantástica batalla aeronaval. Los portaaviones Akagi, Kaga, y Soryu fueron impactados casi simultáneamente en cuestión de minutos. Es que al querer esquivar los torpedos y bombas lanzadas por el grupo aéreo desde el Noreste, como lo habían hecho toda la mañana, quedaban alineados para los ataques provenientes desde el Suroeste. No había escapatoria. Las bombas penetraron en los hangares de los portaaviones, donde los aviones japoneses estaban siendo rearmados y repostados, lo que resultó en explosiones masivas que causaron incendios incontrolables. Este ataque decisivo resultó en la destrucción de tres portaaviones japoneses en rápida sucesión.


Más tarde, ese mismo día, un cuarto portaaviones japonés, el Hiryu, lanzó un contraataque que logró dañar severamente al USS Yorktown, pero fue finalmente localizado y destruido por aviones estadounidenses. Fue el fin de la Kidō Butai, la aviación naval imperial japonesa.



2.4 Consecuencias

La pérdida de los cuatro portaaviones japoneses en Midway fue un golpe devastador para la Armada Imperial Japonesa, ya que no solo perdió buques clave, sino también pilotos experimentados y aviones. La batalla cambió el equilibrio de poder en el Pacífico, permitiendo a los Estados Unidos pasar a la ofensiva en el teatro de operaciones.

El ataque simultáneo desde diferentes direcciones durante la Batalla de Midway se considera uno de los momentos más decisivos de la Segunda Guerra Mundial, demostrando la importancia de la coordinación y la sorpresa en el combate aéreo-naval. De todos modos, debe recalcarse que esta simultaneidad fue azarosa: el grupo que atacaba desde el Sudoeste simplemente se había perdido y volvía sobre sus pasos.




3. Pesadilla en el mar

Imaginen una operación naval a mar abierto. En dicha locación existe un alto potencial de ataques aéreos con bombas (tontas o LGB) o misiles antibuque (AShM) enemigos. Sin embargo, el infierno de Midway podría emerger personalizado en nuevos misiles AShM o misiles de crucero. Las nuevas amenazas, gracias a la digitalización, pueden hasta incluir diseño de guiado con inteligencia artificial. Por lo tanto, ni siquiera un humano estaría implicado en su gestión. 

Un capitán de un buque capital moderno (como un destructor, crucero o portaaviones) enfrentado a un ataque simultáneo de múltiples de AShM desde diferentes direcciones tendría a su disposición una combinación de capacidades de defensa avanzada, obviamente imposibles de obtener en el contexto tecnológico de la Segunda Guerra Mundial. Estas capacidades están diseñadas para detectar, rastrear y neutralizar las amenazas antes de que impacten en el buque. Adentrémonos en ellas.

3.1. Detección y seguimiento

  • Radar de vigilancia de largo alcance: Un radar como el AN/SPY-1 (utilizado en el sistema Aegis) o el más moderno AN/SPY-6, proporciona una cobertura de 360 grados, permitiendo la detección y seguimiento simultáneo de múltiples amenazas desde diferentes direcciones.
  • Sistemas de sensores electro-ópticos e infrarrojos (EO/IR): Estos sistemas complementan al radar al proporcionar capacidades de detección pasiva, cruciales para identificar misiles furtivos o para operar en entornos de alta interferencia electrónica.

3.2. Contramedidas electrónicas (ECM)

  • Jammers y perturbadores electrónicos: El buque puede emplear sistemas de guerra electrónica para intentar desviar o desorientar los misiles entrantes. Esto podría incluir la emisión de señales de interferencia (jamming) para interrumpir los sistemas de guía de los misiles o el uso de señuelos electrónicos que crean falsos blancos para confundir los sistemas de radar del AShM.

3.3. Defensa antimisil de capa externa

  • Misiles antiaéreos de largo alcance: Misiles como el SM-6 (Standard Missile 6) en un sistema Aegis pueden ser lanzados para interceptar los misiles antibuque a larga distancia. Estos misiles tienen la capacidad de maniobrar a gran velocidad y de interceptar misiles entrantes incluso a altas velocidades (como los misiles supersónicos o hipersónicos).
  • Sistemas integrados de defensa en red: En un grupo de combate, como un grupo de ataque de portaaviones (CSG), otros buques también pueden contribuir a la defensa, lanzando misiles interceptores desde diferentes posiciones para aumentar la probabilidad de interceptación.


3.4. Defensa de capa media

  • Misiles de defensa de punto o corta distancia: Misiles como el RIM-162 ESSM (Evolved Sea Sparrow Missile) se encargan de la defensa en un rango medio, interceptando misiles que logran penetrar las defensas de largo alcance.
  • Cañones CIWS (Close-In Weapon Systems): Sistemas como el Phalanx CIWS o el Goalkeeper, que son cañones de alta cadencia de disparo, proporcionan la última línea de defensa, disparando ráfagas rápidas de proyectiles para destruir misiles entrantes a muy corta distancia.

3.5. Contramedidas activas

  • Señuelos lanzables (chaff y flare): El buque puede lanzar señuelos físicos como chaff (que dispersa tiras de metal para confundir el radar del misil) y flares (que emiten calor para desviar misiles guiados por infrarrojos).
  • Decoys Remolcados: Dispositivos como el Nulka, un señuelo activo lanzado que imita la firma radar del buque, pueden ser desplegados para atraer misiles lejos del barco real.

3.6. Maniobras evasivas:

  • Maniobras de alta velocidad: Aunque limitado por las capacidades físicas del buque, el capitán podría ordenar maniobras evasivas para intentar evitar que los misiles logren un impacto directo, especialmente en caso de que los misiles se acerquen desde diferentes ángulos.

3.7. Coordinación con la flota:

  • Defensa coordinada de grupo de combate: En un escenario de combate real, el buque capital estaría operando como parte de un grupo de combate, con otros buques y aeronaves de apoyo que proporcionarían una capa adicional de defensa. Por ejemplo, destructores o fragatas pueden actuar como piquetes de radar para interceptar misiles antes de que lleguen al buque capital.
Estas condiciones no están ampliamente difundidas entre todas las armadas del Mundo. Estos equipos se encuentran disponibles son en las armadas más modernas, incluso sólo en el US Navy, la cual es la mayor armada del Mundo. Es decir, un combatiente de superficie promedio en el Mundo quedaría sin poder emplear alguna de esas "capas" siendo altamente probable un impacto de un AShM sobre su estructura sin que mucho se pueda hacer.

3.8 Resumen

El capitán de un buque capital moderno tiene a su disposición una serie de capas de defensa que, cuando se utilizan de manera conjunta y efectiva, ofrecen una protección robusta contra ataques coordinados de misiles antibuque desde múltiples direcciones. La clave del éxito reside en la detección temprana, la rápida decisión para desplegar contramedidas, y la capacidad de coordinar todas estas defensas en un entorno de combate de alta intensidad. A pesar de las avanzadas defensas, un ataque masivo y bien coordinado de múltiples AShM sigue siendo una amenaza seria, subrayando la importancia de la redundancia y la preparación en la guerra moderna.



¿Cómo repeler un ataque multidireccional simultáneo? La mayoría de las veces, no puedes.

Perfiles de ataque del AShM Penguin y misil de crucero Tomahawks

Nótense la posibilidad de realizar curvas y explorar blancos para detectar y optimizar el perfil de ataque.






4. Algoritmos de ataque simultáneo

Sin embargo, la misma digitalización puede llegar a elementos de defensa mucho más pequeños, para blanco muy puntuales, en escalas también precisamente definidas. Existen sistemas avanzados de dirección de misiles y drones diseñados para coordinar ataques desde múltiples direcciones de manera simultánea, lo que incrementa las posibilidades de éxito en la misión. Este tipo de ataques coordinados se emplea especialmente en operaciones contra objetivos fuertemente defendidos, donde el objetivo es saturar o superar las defensas enemigas.

4.1 Ejemplos de tales sistemas

  1. Sistemas de enjambre (swarming):

    • Los drones pueden operar en enjambres, donde múltiples unidades trabajan de manera coordinada para atacar desde diferentes direcciones. Cada dron puede ser autónomo o controlado en red, compartiendo información en tiempo real para ajustar su ataque. El enjambre puede saturar las defensas enemigas al atacar simultáneamente desde varios ángulos. Uno puede recordar en una escena de Matrix Revolutions donde una evento así se observa. Y es sobrecogedor, por cierto.
  2. Misiles de ataque coordinado:

    • Misiles como el Tomahawk Block IV o el AGM-158 JASSM tienen capacidades avanzadas de navegación y control que les permiten realizar ataques coordinados. Estos misiles pueden ser programados para seguir diferentes trayectorias y llegar al objetivo desde varias direcciones al mismo tiempo, lo que complica la defensa.



  3. Ataques de saturación:

    • En este tipo de ataque, múltiples misiles son lanzados en un patrón diseñado para saturar las defensas enemigas. Los misiles pueden ser programados para atacar desde diferentes ángulos, alturas y velocidades, creando una situación en la que es difícil para los sistemas de defensa aérea interceptar todos los misiles entrantes.
  4. Guerra de enjambre con drones de ataque:

    • En contextos modernos, los drones kamikaze o loitering munitions (municiones merodeadoras) como el Harop o el Switchblade pueden ser desplegados en masa. Estos drones pueden ser programados para atacar simultáneamente desde múltiples direcciones, lo que aumenta la probabilidad de que al menos uno logre alcanzar el objetivo.

 




Google trabaja con drones con inteligencia artificial que permitan discernir blancos y decidir ataques


Una discusión muy técnica de cómo se pueden programar enjambres de drones y coordinarlos para ataques y otras misiones

4.2 Principio operativo

La coordinación, sincronización y redundancia al ataque se combinan para forzar casi a un resultado implacable final: el blanco será alcanzado y destruido.

  • Coordinación y sincronización: Estos sistemas dependen en gran medida de una coordinación y sincronización precisa, generalmente mediante comunicaciones avanzadas y sistemas de navegación como GPS, INS (Sistema de Navegación Inercial), o incluso tecnologías emergentes como la inteligencia artificial.
  • Redundancia de ataque: Al atacar desde diferentes ángulos y direcciones, se reduce la probabilidad de que un solo sistema de defensa sea capaz de neutralizar todas las amenazas entrantes, asegurando así que al menos uno de los misiles o drones alcance el objetivo.

Estos enfoques son fundamentales en la guerra moderna, especialmente contra adversarios que cuentan con sistemas de defensa aérea avanzados.

5. Conclusión

La capacidad para ejecutar ataques multidireccionales simultáneos, ya sea con misiles antibuque, misiles de ataque a blancos terrestres o drones, representa un avance crucial en la guerra moderna. Esta estrategia se basa en la coordinación de múltiples dispositivos de ataque que convergen sobre un mismo objetivo desde diferentes direcciones al mismo tiempo. Su importancia radica en su capacidad para desbordar las defensas enemigas, minimizar la posibilidad de interceptación y maximizar el impacto del ataque. La importancia en el campo de batalla moderno puede enumerarse así:

  1. Saturación de defensas: Un ataque desde múltiples direcciones complica significativamente la tarea de las defensas aéreas o antimisiles del adversario. Las defensas tradicionales están diseñadas para interceptar amenazas que provienen de una o pocas direcciones al mismo tiempo. Al enfrentarse a un ataque multidireccional, los sistemas defensivos pueden ser saturados, haciendo que algunas de las armas logren penetrar y alcanzar sus objetivos.

  2. Reducción de la efectividad de los contramedidas: Las contramedidas electrónicas y de defensa activa, como sistemas de interferencia o misiles interceptores, son menos eficaces cuando deben lidiar con múltiples vectores de ataque simultáneos. Esta multiplicidad obliga al enemigo a dividir sus recursos, aumentando las posibilidades de que uno o más de los vectores de ataque tengan éxito.

  3. Confusión y desorganización del enemigo: Un ataque multidireccional también puede generar confusión en las filas enemigas. La necesidad de responder a amenazas que provienen de diferentes direcciones puede desorganizar la defensa y dificultar la coordinación efectiva de la respuesta.

  4. Destrucción de blancos fuertemente defendidos: Los objetivos bien defendidos, como instalaciones militares clave, centros de comando y control, o buques de guerra, requieren ataques con alto grado de precisión y potencia. La capacidad de golpear simultáneamente desde diferentes direcciones aumenta la probabilidad de que se puedan neutralizar o destruir estos blancos. Incluso si parte de la defensa logra interceptar algunos misiles o drones, otros pueden seguir su curso y alcanzar el objetivo.

Un ejemplo claro de la efectividad de esta táctica se observó en el ataque a las instalaciones petroleras de Aramco en Arabia Saudita en 2019. En este ataque, una combinación de misiles de crucero y drones fueron lanzados desde diferentes direcciones hacia las instalaciones. Este ataque coordinado saturó las defensas antiaéreas saudíes, que no pudieron interceptar todas las amenazas, resultando en daños significativos.

Otro ejemplo es el uso de drones suicidas (también conocidos como loitering munitions) en el conflicto de Nagorno-Karabaj en 2020, donde Azerbaiyán utilizó enjambres de drones para atacar simultáneamente desde diferentes ángulos, superando las defensas armenias y destruyendo posiciones fortificadas y sistemas antiaéreos.

Un tercer ejemplo, más cercano a nosotros, lo presenta el protocolo de asalto de posiciones a trincheras argentinas por parte de infantes de marina británicos (Royal Marines). Los asaltantes se distribuían de a tres cubriendo un amplio abánico frente a la posición argentina y realizaban la corrida. Los defensores al emerger recibían fuego de múltiples direcciones, lo que los confundía y daba ventaja al atacante.

Finalmente, la capacidad de ejecutar ataques multidireccionales simultáneos, ya sea mediante misiles, drones o cualquier otra fuerza o una combinación de ellas, es una herramienta poderosa en el arsenal militar moderno. Este tipo de ataques no solo aumenta la probabilidad de éxito contra objetivos bien defendidos, sino que también representa una evolución en las tácticas de guerra que busca maximizar el impacto y minimizar la capacidad de respuesta del adversario. A medida que la tecnología avanza y los sistemas de armas se vuelven más autónomos y precisos, es probable que esta táctica se convierta en un estándar en los conflictos futuros. Imagine el lector si el Comando de Aviación Naval hubiese contado con esa capacidad en sus Exocet lo inexorable que hubiese el ataque a un blanco altamente protegidos como los portaaviones del Task Force británica en Malvinas.

domingo, 19 de enero de 2020

Revolución Libertadora: Los Gloster atacan a la Escuadra de Ríos

La batalla del Río de la Plata

 

Eran las 08.00 de la mañana y empezaba a amanecer cuando los destructores de la Escuadra de Ríos, ARA “Cervantes” (D-1) a las órdenes del capitán Pedro J. Gnavi y ARA “La Rioja” (D-4), bajo el mando del capitán Rafael Palomeque, soltaron amarras y abandonaron las radas de la gran base naval para internarse en Río de la Plata.

Mientras eso ocurría, varias lanchas cruzaban el canal desde los astilleros hasta la Escuela, transportando efectivos de Infantería de Marina para que tomasen posiciones de combate en ese sector. Hacía mucho frío y la creciente humedad empapaba las cubiertas de las embarcaciones dificultando los movimientos del personal.



Mientras los destructores se alejaban separados 1000 metros uno del otro con el “La Rioja” delante y el “Cervantes” detrás, sus tripulaciones, a viva voz, recibieron la orden de colocarse sus cascos y salvavidas y adoptar zafarrancho de combate. La tranquilidad reinaba a bordo, en parte por la buena preparación de los cuadros y en parte porque nadie esperaba problemas porque la misión asignada parecía sencilla: había que bloquear la navegación en el Plata y evitar la llegada de buques a los puertos bonaerenses, algo que, a simple vista, no representaba riesgos de magnitud.
Los destructores navegaban lentamente, para dar potencia a sus motores una vez en aguas abiertas, debido a que sus calderas eran bastante vetustas. Lo hacían bajo estricto silencio de radio y con buen tiempo pese a que a lo lejos se percibía el avance de un frente de tormenta.
Había mucho viento y el frío calaba los huesos cuando el sol emergía lentamente por el horizonte provocando en las tripulaciones una sensación de agrado, no así en sus comandantes ya que, de persistir esas condiciones, la aviación enemiga podría actuar con facilidad.
Las naves llagaron a la boya de Punta Indio y de allí viraron hacia la costa uruguaya, frente a la cual navegaron lentamente en dirección oeste.
De los dos comandantes, el más preocupado era Palomeque, que en su celo profesional, había recomendado la máxima atención en espera de un posible ataque aéreo. Enfundado en su gabán, con las manos en los bolsillos y la gorra calada hasta las orejas, el veterano marino observaba los movimientos con sus anteojos de gran aumento (era corto de vista), sin decir nada.
La alegría y emoción inicial de los marineros más jóvenes fue desapareciendo ante las permanentes indicaciones de alerta que, en ambas embarcaciones, dieron lugar a sentimientos de seriedad y preocupación.
A estribor, sobre el puente de señales del “La Rioja”, se encontraban los cadetes Juan Angel Maañón y Jorge Augusto Fiorentino, atentos ambos a todos lo que ocurría. Los artilleros, por su parte, se hallaban en sus puestos, listos para accionar sus cuatro cañones de 120 mm, dos a proa y dos a popa, más dos montajes de ametralladoras Bofors de 40 mm, uno entre las chimeneas y otro en la popa, armamento poco adecuado para enfrentar un ataque aéreo.


Por el lado leal, la Fuerza Aérea ya estaba en alerta cuando las primeras luces del 16 de septiembre asomaban por el horizonte. El alto mando había llamado a sus miembros a una reunión urgente y poco después, desde la sede de Lavalle 2540, su titular, el brigadier Juan Ignacio San Martín, partió hacia el Ministerio de Guerra para ponerse a disposición de Perón y explicarle la situación.
Mientras San Martín se dirigía al Ministerio, su segundo, el brigadier Juan Fabri se trasladaba al Aeroparque para abordar un DC-3 del Comando en Jefe, decidido a volar inmediatamente a la Base Aérea de Morón.
Aquella mañana, temprano, el capitán de fragata Hugo Crexell, de la Aviación Naval, se presentó en el Ministerio de Ejército, expresamente convocado por las altas autoridades de Gobierno, para hablar personalmente con Perón. El valeroso piloto fue conducido por los pasillos del edificio hasta la oficina en la que el primer mandatario se hallaba reunido con miembros de su gabinete. Venía de realizar un importante programa de instrucción en el extremo sur del país, que incluía ejercicios de ataque a embarcaciones desde aeronaves que habían causado muy buena impresión en el Alto Mando. Y aunque todavía no lo sabía, en esos cruciales momentos, le esperaba una tarea de importancia, es decir, una verdadera misión de guerra.
Mientras caminaba por los pasillos, guiado por un oficial del Ejército, Crexell ignoraba que se le iba a encomendar una misión de guerra y que estaba a punto dirigir la primera batalla aeronaval de la historia argentina.
Junto a su guía, se detuvieron frente a una de las puertas de la dependencia e inmediatamente después, ingresó a un amplio salón donde lo recibió el ministro de Marina en persona, almirante Luis J. Cornes, quien lo condujo hasta la oficina donde se encontraba Perón en compañía de varios funcionarios.
-Este, mi general, es el piloto que se mantuvo leal el 16 de junio y que comandó los ejercicios aeronavales con gran pericia en el sur – le dijo Cornes al presidente después de cuadrarse y hacer la venia– Es quien está a cargo del Comando de Aviación Naval.
Nervioso e incluso perturbado, por hallarse ante una de las personalidades más poderosas de la historia de América, Crexell se cuadró y permaneció firme.
Perón se veía preocupado cuando le estrechó la mano y le dijo que debía “limpiar” de elementos rebeldes el Río de la Plata. Le dio algunas explicaciones y acto seguido, ordenó a San Martín que lo condujese personalmente hasta Morón, con la expresa directiva de “hacer lo que él creyera conveniente”; en una palabra, debían cumplirse todas sus directivas (las de Crexell) sin cuestionamientos de ninguna índole.
-Vaya usted con él y póngalo al mando – le ordenó a San Martín y dirigiéndose nuevamente a Crexell agregó – ¡Dele leña a esos traidores! ¡Adopte las medidas que crea necesarias!
Crexell hizo el saludo militar y junto a San Martín abandonó presurosamente el Ministerio en dirección al Aeroparque, donde lo aguardaba un helicóptero con los motores en marcha, listo para despegar.
La aeronave se elevó e inició su viaje hacia Morón, atravesando la Capital Federal hacia el oeste. Una vez en la base, el piloto naval saltó a tierra pensando que San Martín lo seguiría pero grande fue su sorpresa al ver que el alto oficial permanecía en su asiento, sin moverse.
Crexell volvió sobre sus pasos para preguntarle que ocurría y quedó absorto al escuchar del propio jefe aeronáutico que como no era bien visto en el lugar, regresaba inmediatamente a Buenos Aires.
Todavía absorto, Crexell retrocedió unos pasos y se quedó parado en la pista viendo como el helicóptero levantaba vuelo y se alejaba, sin comprender todavía cual era la situación.
Una vez frente al brigadier Fabri, el recién llegado hizo saber las órdenes que le había dado Perón y enseguida dispuso un vuelo de reconocimiento para familiarizarse con el área de operaciones y adoptar las primeras medidas. Subordinado a sus órdenes, Fabri mandó alistar un De Havilland que, al comando de un alférez, llevaría al mismo Crexell como navegante.
El avión partió sin inconvenientes y al cabo de media hora detectó a las unidades rebeldes navegando en aguas próximas a Colonia. El aviador naval ordenó el regreso y una vez en tierra, se encaminó a la central de operaciones para notificar la novedad a Fabri y a su segundo, el capitán Daniel de Marrote, ex colega suyo de la Armada pasado ahora a la Fuerza Aérea. Inmediatamente después, ordenó el primer ataque.
En un clima de gran excitación fue alistada una escuadrilla de cuatro Gloster Meteor a las órdenes del vicecomodoro Carlos A. Síster, el mismo que había ametrallado la Base Roja de Ezeiza el 16 de junio, a quien se le encomendó hostilizar y poner fuera de combate a las unidades de la Escuadra de Ríos.
Crexell en persona impartió las indicaciones en la sala de prevuelo y una vez finalizadas, los pilotos se pusieron de pie y se dirigieron a sus aviones para efectuar los controles correspondientes, trepar a sus cabinas y esperar que los mecánicos terminasen de cargar combustible.

Vicecomodoro Carlos A. Sister, Jefe de la sección de
Gloster Meteor que atacó a la Escuadra de Ríos 
(Fotografía: Isidoro Ruiz Moreno, La Revolución del 55,
Tomo II)

Cuando todo estuvo listo, Síster comunicó a la torre que despegaban y después de recibir la autorización, comenzó a rodar por el pavimento hacia la pista principal, seguido por sus escoltas. Una vez en la cabecera, se detuvo y menos de un minuto después, dio máxima potencia a sus turbinas y comenzó a carretear a gran velocidad, para decolar en primer lugar, seguido por sus tres numerales con una diferencia de quince segundos entre uno y otro.

Mientras los aparatos remontaban vuelo y enfilaban hacia el sudeste, a varios kilómetros de allí, en dirección a la Banda Oriental, los destructores rebeldes continuaban el bloqueo con sus tripulaciones en permanente estado de alerta.
Los realojes a bordo daban las 09.18 cuando la escuadrilla peronista fue detectada.
-¡¡¡Cuatro aviones a proa!!! – gritó uno de los vigías en el “La Rioja”.
Era el anuncio de alerta; el temido momento había llegado.
El capitán Carlos F. Peralta, segundo de a bordo, observaba con sus prismáticos desde el puente de mando, intentando ubicar a los aparatos. Como no lo logró, le pidió al cadete Maañón que lo hiciera y aquel respondió:

-¡Avanzan desde las destilerías de Dock Sud, mi capitán!

Peralta enfocó sus largavistas en esa dirección y pudo ver cuatro puntos pequeños que se acercaban a gran velocidad.
-¡¡Carguen cañones!!- ordenó, directiva que fue pasada a viva voz por los jefes de baterías.
-¡¡Artillería lista, señor!! – fue la respuesta.
En esos momentos, el comandante le ordenó al teniente de navío Ríos, que izase la bandera de guerra, indicación que aquel retransmitió a viva voz.

-¡¡¡Que nadie dispare hasta que de la orden!!! – gritó el capitán Palomeque mientras la aviación peronista avanzaba formada en “V”, tal como se los había enseñado Adolf Galland, el as de la Segunda Guerra Mundial contratado por Perón, en los cursos de entrenamiento.
A bordo del “La Rioja” la tripulación vio a los aparatos efectuar un amplio giro en dirección a Montevideo y colocarse en línea, uno detrás de otro, con el vicecomodoro Síster a la cabeza.
Al ver eso, el teniente Ríos no tuvo más dudas.
-¡¡¡Nos van a atacar, señor!!!
Palomeque permaneció incólume en el puente de mando observando con las manos en los bolsillos del gabán a los aviones que se le venían encima; Peralta, por su parte, se apresuró a tomar ubicación en su puesto de combate dando directivas a viva voz mientras el personal corría por la cubierta.
Con el sol de frente, las piezas de estribor apuntaron a las aeronaves y esperaron mientras los constantes alertas anunciaban el inicio de las hostilidades.
Los dos primeros cazas se descolgaron de las nubes disparando sus cañones furiosamente. El capitán Palomeque ordenó abrir fuego y la pieza Nº 1 comenzó a tronar, accionada por el guardiamarina Julio César Ayala Torales, a quien asistían los cadetes Edgardo Guillochón y Washington Bárcena.
-¡¡Viva la Patria, carajo!! – gritaron los oficiales en medio del ensordecedor estruendo.
El avión de Síster, pasó en primer lugar ametrallando la cubierta; inmediatamente después lo hizo el segundo, que volaba 1500 metros detrás. Sus proyectiles alcanzaron la estructura del buque, destrozando el foco de señales, varios termómetros y algunos objetos del cuarto de navegación, sin causar bajas.
La tripulación experimentó estupor y admiración al ver a su comandante de pie, en una saliente del puente, recibiendo el ataque sin buscar protección. Ninguna bala lo alcanzó.
Palomeque mandó al teniente Federico Ríos informar al almirante Rojas que había comenzado el combate y que se estaba respondiendo el fuego y cuando las máquinas atacantes se alejaban hacia el oeste, ordenó el “alto el fuego”.
-¡¿Averías o heridos?! – preguntaban los suboficiales en medio de la excitación.
-¡Sin novedad! – fue la respuesta.
Segundos después volvieron a sonar las alarmas, anunciando el segundo ataque.
Se  trataba de las otras dos aeronaves que llegaban a vuelo rasante accionando sus cañones. Las antiaéreas devolvieron el fuego llenando la cubierta de olor a pólvora y ensordeciendo a sus servidores con los estampidos. En su necesidad de aflojar tensiones, oficiales y marineros lanzaban vivas a la patria y duros epítetos contra un régimen al que, a esa altura, identificaban como su enemigo.
Los aviones pasaron sobre el destructor disparando de manera implacable y tomaron altura siguiendo a Sister y su compañero. El que volaba en último lugar fue el que más daños causó ya que alcanzó diversos puntos de la estructura, hiriendo gravemente al cadete Maañón. Un proyectil de 20 mm le había volado el maxilar inferior, provocándole una espantosa herida que lo dejó sin boca y sin varias de sus piezas dentales.
Sangrando en abundancia, el marino se sujetaba el mentón intentando mantener en su sitio la lengua, que le colgaba monstruosamente, sin reparar en los restos de dientes, sangre y trozos de carne que cubrían su gabán. Un sentimiento de horror estremeció a sus compañeros al ver su rostro desfigurado.
-¡¡¡Hijo mío!!! – gritó Palomeque tomando al marino por los brazos y casi enseguida, ordenó su inmediato traslado a la enfermería.
El “La Rioja” presentaba serios daños en su estructura, los más graves, seis orificios de 20 mm bajo la línea de flotación a través de los cuales penetraba el agua inconteniblemente.
La escuadrilla del vicecomodoro Síster retornó a Morón, aterrizando a las 10.00 horas, sin inconvenientes. Su jefe exteriorizaba euforia cuando descendió de su aparato y refirió a sus superiores los pormenores del ataque, solicitando inmediatamente una nueva incursión. Se dispuso entonces, el envío de una segunda formación al mando del vicecomodoro Orlando Pérez Laborda para que repitiese el ataque.
La nueva formación despegó quince minutos después y una vez en el aire, enfiló directamente hacia el objetivo, en momentos en que un frente de tormenta se aproximaba por el noreste.
Las embarcaciones se encontraban en medio del estuario cuando la Fuerza Aérea volvió a atacar.
El cadete José L. Cortés, del “La Rioja”, fue herido en el rostro. En el “Cervantes”, el cadete Juan Pieretti, recibió un disparo en la cadera y el capitán de corbeta Rodolfo de Elizalde resultó levemente quemado por una trazadora que le rozó su pierna derecha. Los marinos se encontraban en el puente de mando cuando se produjo el ataque y su rápida reacción, al arrojarse al suelo, los salvó de una muerte segura. Sin embargo, en esta nueva incursión, uno de los Gloster pareció ser alcanzado porque al alejarse hacia el oeste comenzó a perder velocidad al tiempo que efectuaba un brusco viraje antes de alcanzar la vertical del “La Rioja”. Pese a ello, cuando casi tocaba el agua se estabilizó y se alejó en dirección a Morón.



El "Cervantes" intenta cubrirse y hacer lo propio con el "La Rioja" desprendiendo una columna de humo (Imagen: gentileza Fundación Histarmar Historia y Arqueología Marítima)


Mientras se llevaba a cabo la segunda incursión, el capitán Crexell explicaba al vicecomodoro Síster y al oficial Islas, la forma en la que debían hacerse los siguientes ataques, modificando el ángulo de disparos con corridas de popa a proa y no de costado como lo habían hecho en la incursión anterior. Eso facilitaría la acción de los pilotos y los pondría a cubierto detrás de las densas columnas de humo que despedían las chimeneas de los destructores.
Los pilotos seguían las explicaciones con atención mientras Crexell las graficaba en el pizarrón de la sala de comando y cuando su superior terminó de hablar, corrieron de regreso a los Gloster, para llevar a cabo una nueva embestida.


Destructor ARA "Cervantes" navegando en aguas del Plata (Imagen: gentileza Fundación Histarmar Historia y Arqueología Marítima)

Siguiendo esas indicaciones, el tercer ataque al mando de Síster, fue demoledor.
Los relojes señalaban las 11.00 cuando el “La Rioja” volvió a ser ametrallado con ferocidad.
La escuadrilla sobrevoló su cubierta en cuatro oportunidades, acribillándola con sus cañones, desafiando valerosamente a las antiaéreas y ametralladoras de a bordo, que intentaban rechazarla. Poco fue lo que pudieron hacer porque la velocidad de los cazas era su mejor defensa.
En una de las pasadas, los aviones le ocasionaron al “Cervantes” numerosas bajas, algunas de ellas fatales.
Una bala atravesó la cabeza de Carlos Cejas, cadete de 4º año que servía una pieza Bofors a popa. El muchacho cayó sin sentido sobre cubierta, muriendo minutos después. Cerca de ahí, el ayudante Raúl Machado recibió una profunda herida en el brazo derecho que obligó su inmediata evacuación a la enfermería, donde el Dr. Luis Emilio Bachini, médico odontólogo de a bordo, intentaba hacer lo mejor que podía. Machado falleció en la camilla, cuando el facultativo se disponía a amputarle el brazo. La metralla alcanzó también al teniente de navío Alejandro Sahortes cuando intentaba introducir en el cuarto de máquinas al cabo principal Juan Carlos Berezoski, presa de una crisis nerviosa. Berezoski murió en el acto y Sahores cayó bajo los botes salvavidas con el estómago perforado y la arteria femoral despedazada.
Fue, sin ninguna duda, una tremenda incursión que dejó un saldo de 21 bajas, cinco de ellas fatales.
La labor del Dr. Bachini fue encomiable. Con la asistencia del capitán Rodolfo de Elizalde, armó en la sala de personal un improvisado hospital de sangre y asistido por el mencionado oficial y un cadete, hizo todo lo que estuvo a su alcance para aliviar el sufrimiento de los heridos.
La situación en el “La Rioja” era peor. Los cazas peronistas arrasaron su cubierta y perforando su estructura en varios sectores, destruyendo completamente el cañón Nº 1. El cadete de 2º año Edgardo Guillochón fue alcanzado por los proyectiles y cayó muerto, sobre la pieza que servía. Su compañero, Washington Barcena, recibió una esquirla en la pierna izquierda, que le hizo perder el equilibrio y caer al suelo pesadamente.
En la enfermería el cabo principal Araujo, que tenía nociones de primeros auxilios, se ocupaba de los heridos, atendiendo con esmero a Maañón y Cortés. Se trataba de un lugar reducido bajo el puente de mando, con dos camillas superpuestas y un pequeño ropero. En esas condiciones, el abnegado suboficial también realizó una labor excepcional, pese al escaso instrumental del que disponía.
Mientras sujetaba la lengua de Maañón para evitar que se la tragase, quitó con una gasa los restos dentales y las esquirlas del maxilar, lo mismo un pedazo de metal incrustado muy cerca de su ojo izquierdo. Finalizada esa tarea, le suministró uno de los pocos calmantes que había en el botiquín y le pidió que permaneciese quieto.
Sobre la camilla superior se hallaba el cadete José Luis Cortés con una grave herida en la cabeza. El bravo Araujo se la vendaba cuando los proyectiles del tercer ataque perforaron la estructura metálica del habitáculo, atravesándolo de lado a lado.
Una bala de cañón se incrustó bajo del omóplato derecho de Maañón, provocándole una nueva lesión. Otro marinero herido que se hallaba parado junto a la entrada, recibió impactos en las piernas al tiempo que la puerta en la que estaba apoyado saltaba de su marco. Araujo inyectó una dosis de morfina a Maañón y le practicó torniquetes al otro marinero, doloridos ambos por las nuevas lesiones.
Debido al duro castigo soportado por su embarcación, el capitán Palomeque se comunicó con el “Cervantes” para decirle que lo más conveniente era alejarse del área en dirección a la desembocadura del río, fuera del radio de alcance de los aviones peronistas.
Después de escuchar la propuesta, el comandante Gnavi manifestó estar de acuerdo y accedió, ya que de esa manera, podrían seguir cumpliendo con la misión de bloqueo sin arriesgar al personal de a bordo.
Palomeque llamó al almirante Rojas para informarle que las embarcaciones habían sido sometidas a violentos ataques y que tenían muertos y heridos a bordo. Y cuando pidió autorización para el repliegue, esta le fue concedida de manera inmediata.
Los viejos destructores viraron hacia el este y se dirigieron hacia el océano mientras a bordo se repartía el rancho a la tripulación. En esos momentos, cuando nadie lo sospechaba, se produjo un cuarto ataque.
Los buques navegaban hacia la desembocadura del Río de la Plata cuando por entre las nubes aparecieron cuatro Gloster Meteor que se abalanzaron sobre ellos.
Las cubiertas volvieron a ser ametralladas en tanto la tropa intentaba ponerse a cubierto. Y una vez más, el cadete Maañón fue alcanzado, esta vez en el pie derecho, cuando un proyectil perforó su borceguí y le rompió varios huesos del empeine y el talón. Sobre él se precipitó una vez más el valeroso cabo Araujo, aplicándole un nuevo torniquete y una nueva inyección de morfina que lo dejó completamente inconsciente.
Tras esta nueva incursión, los destructores dieron mayor potencia a sus motores y se alejaron de la zona a gran velocidad mientras las aeronaves de la Fuerza Aérea se retiraban hacia Morón. Las viejas embarcaciones estaban maltrechas pero salieron indemnes de la acometida. Habían disparado más de 1000 proyectiles y recibido 250 impactos y perdido algunas de sus piezas de artillería, dos el “Cervantes” y una el “La Rioja”.
Los buques navegaban escorados debido a los impactos que habían recibido bajo la línea de flotación y sobre esas vías de agua, trabajaban los equipos de reparaciones provistos de tacos de madera y alquitrán.


A la última incursión de los Gloster Meteor, le siguió un período de tensa calma en el que los ataques parecieron cesar.
Pese a los daños, el “Cervantes” aprovechó la oportunidad para detener un carguero estadounidense cargado de frutas, al que solicitó un médico. Lamentablemente los norteamericanos no tenían ninguno porque su tripulación era mínima y no lo necesitaban.
En esa tarea se hallaba ocupada la tripulación del destructor cuando repentinamente apareció en el aire una escuadrilla de bombarderos livianos Calquin que se dirigía directamente a los buques, procedente de Morón.
El hecho de que la nave de guerra se hallara en esos momentos junto a un mercante extranjero la salvó de lo que pudo haber sido un ataque demoledor. Las bombas cayeron a 50 metros, levantando altas columnas de agua sin provocar daños. Sin embargo, fueron motivo suficiente como para que el carguero virase y se alejase presurosamente hacia las bocas del río, al mismo tiempo que el buque de guerra se preparaba para repeler la agresión. Inmediatamente después de los Claquin apareció un Avro Lincoln a gran velocidad, con sus copuertas inferiores abiertas.
En un desesperado intento por evitar el ataque, el “Cervantes” se aproximó al mercante pensando que el aviador no se atrevería a dañarlo, pero el Avro Lincoln lanzó su bomba provocando un tremendo estallido que sacudió las estructuras de ambos buques.
Los destructores intentaron evitar las cargas virando continuamente de derecha a izquierda mientras abrían fuego y estremecían el aire con sus cañones.
El avión se alejó dejando a sus espaldas a los maltrechos buques bajo la lluvia, apuntando sus proas en dirección al Uruguay.
De las dos embarcaciones, el “Cervantes” fue la que peores condiciones presentaba. Escorado, con pérdida de velocidad y una turbina dañada, se hallaba prácticamente fuera de combate porque sus piezas de artillería casi no operaban.
Frente a la capital uruguaya el capitán Gnavi contactó a su par del “La Rioja” para notificarle que necesitaba imperiosamente entrar en puerto. Palomeque estuvo de acuerdo por lo que el “Cervantes”, colocando su artillería en crujía, puso proa a la vecina orilla y se alejó. A esa altura, la atención de los heridos era más que urgente.


El ARA "La Rioja" gravemente dañado se dirige a Montevideo seguido por el "Cervantes" (Imagen: gentileza Fundación Histarmar Historia y Arqueología Marítima)

Eran las 18.30 cuando, a la vista de Montevideo, se aproximó el remolcador “Capella y Pons”, de la marina de guerra uruguaya se situó junto al “La Rioja” para solicitar amarras.
Su comandante, el capitán Diego Culachín, estableció contacto con el destructor y
Palomeque le informó que había un muerto y varios heridos a bordo y que necesitaba transferir inmediatamente para regresar a la batalla.
La operación de traspaso no se hizo esperar. Los marineros colocaron el cadáver del cadete Guillochon sobre una camilla, lo cubrieron con la bandera argentina y lo pasaron con sumo cuidado al buque uruguayo. Tras él hicieron lo propio, también en camillas, los cadetes Maañón y Bárcena y el suboficial artillero Ángel Stamati, que pese a sus graves heridas, pedía permanecer a bordo.
Cuando el último herido se hallaba en el “Capella y Pons” y el temporal comenzaba a agitar las aguas, la voz del cadete Ferrotto, a cargo de las señales, puso a todo el mundo en estado de alerta.
-¡¡Aviones enemigos!! – gritó – ¡¡Aviones enemigos!!
Cumpliendo directivas, la tripulación corrió a sus puestos tal como tantas veces lo había hecho durante los ejercicios y maniobras, mientras el remolcador uruguayo desenganchaba presurosamente y se alejaba.
A lo lejos, se recortó contra el gris plomizo del cielo, una formación de cuatro cazas que se acercaban velozmente hacia los destructores.
-¡¡¡Suelten amarras, carajo!!! – tronó la voz de un oficial.
-¡¡¡Preparen artillería!!! – ordenó otro.
-¡¡Alto!! - gritó alguien repentinamente - ¡¡Son aviones uruguayos!!
A través de sus prismáticos, el capitán Palomeque y sus oficiales pudieron distinguir a los cuatro aparatos Mustang P-51D de la Fuerza Aérea Uruguaya se aproximaban velozmente en la misión de cobertura, dispuestos a brindar protección a las naves argentinas en caso de ser hostigadas.
-¡¡Son aviones que se preparan para atacar! - volvió a gritar el cadete Ferrotto - ¡¡Nos atacan!!
-¡¡¡Pero cadete pel...!!! ¡¡¿No se da cuenta que son uruguayos?!! – gritó furioso el capitán Peralta.
Los aviones pasaron junto a los buques, volando a baja altura, luciendo en su cola los colores de su país, hecho que tranquilizó a los combatientes a bordo, devolviéndoles la serenidad.
Mientras el “Cervantes” era remolcado hacia Montevideo, el “La Rioja” metió presión a sus máquinas y se alejó aguas adentro dispuesto a proseguir la lucha, eludiendo legalmente la internación que el derecho internacional establece para las fuerzas beligerantes que llegan a países neutrales.
Tanto el “Cervantes” como el “Capella y Pons”, ingresaron lentamente en el puerto de Montevideo y amarraron junto a los diques, maniobra que presenció una multitud de ciudadanos uruguayos, hombres y mujeres, que se habían dado cita desde temprano para seguir de cerca las acciones de guerra1.
El desembarco de los muertos y los heridos impactó profundamente en el ánimo de quienes se habían acercado hasta allí y el descenso de los cadetes del “Cervantes” fue saludado con vivas y aplausos recordando a más de un uruguayo, hechos similares acaecidos dieciséis años atrás cuando los tripulantes del “Graf Spee” echaron pie a tierra en ese mismo lugar.



La contienda ha finalizado. El "La Rioja" muestra los daños que ha sufrido (Imagen: gentileza Fundación Histarmar Historia y Arqueología Marítima)


El puente del "La Rioja" acribillado por los cañones de 20 mm de los Gloster Meteor (Imagen: gentileza Fundación Histarmar Historia y Arqueología Marítima)


Según relatan diez periodistas en Así Cayó Perón. Crónica del movimiento revolucionario triunfante, cerca de la Aduana y frente a los accesos al puerto se había congregado una verdadera muchedumbre que pugnaba por acercarse al “Cervantes” en procura de novedades. Entre el público, había familiares y amigos de los tripulantes que intentaban averiguar si sus allegados se encontraban entre las víctimas.
A las 20.45 las radios uruguayas efectuaron un dramático pedido de sangre destinada a los marinos heridos, interrumpiendo sus programas habituales para hacer efectiva la solicitud. Decenas de personas se acercaron al Hospital Militar y al Hospital Maciel para ingresar de a dos por vez.
Los combatientes argentinos fueron alojados en barracones especialmente acondicionados en la zona portuaria donde fueron alimentados y asistidos con solicitud, al tiempo que se les prodigaba todo tipo de atenciones. También recibieron visitas, la mayoría de importantes personalidades del vecino país, una de ellas, la señora Matilde Ibáñez Tálice, esposa de quien fuera presidente del Uruguay hasta 1951, Luis Batlle Berres. La dama, nacida en Buenos Aires, se ocupó personalmente de muchas de las necesidades de los cadetes.
A poco de desembarcar, falleció el cadete Cejas y dos días después se produjo el deceso del cadete Vega, elevando el número de muertos a ocho. Maañón fue operado y atendido por el Dr. Vecchi, destacado facultativos uruguayo, quien advirtió al soldado que podía morir en la intervención. Maañón dio su consentimiento para ser intervenido pero antes escribió una carta de despedida a su padre, explicando las alternativas que había vivido2.


En horas de la noche se montó una guardia de honor en dependencias de la Armada Uruguaya, donde los caídos en combate fueron velados. La misma fue puesta a cargo del teniente de fragata Fernando Nis que durante el segundo ataque de los Gloster Meteor, se encontraba en la sala de máquinas junto a su jefe, el teniente de navío Alejandro Sahores, abatido por los proyectiles enemigos. El cadete de 4º año Luis Bayá, formó parte de la guardia.
Mucha más gente se acercó hasta el lugar para hacer llegar sus condolencias o, simplemente, curiosear, mientras decenas de periodistas pugnaban por obtener información. Y mientras eso sucedía, las radios seguían brindando amplia cobertura de los acontecimientos, lo mismo los periódicos, que a la mañana siguiente anunciaban las noticias con grandes titulares.
Tanto el “La Rioja” como el “Cervantes” tuvieron una brillante actuación. Con ellos, la Armada Argentina protagonizó la primera batalla aeronaval de su historia, pagando con sangre la experiencia vivida. Sus comandantes y las tripulaciones estuvieron a la altura de los acontecimientos, destacando muy especialmente el capitán Rafael Palomeque por su brillante accionar en cumplimiento del deber. Habían operado más allá de lo exigido y se habían desempeñado heroicamente, poniendo a resguardo el honor nacional. El almirante Rojas tenía motivos de sobra para enorgullecerse de su gente3.


Plana Mayor del "La Rioja". Sentado en primera fila, al centro, su comandante, capitán Rafael Palomeque (Imagen: gentileza Fundación Histarmar Historia y Arqueología Marítima)


Tripulación del "La Rioja" junto a su comandante, Cap. Rafael Palomeque detrás del salvavidas (Imagen: gentileza Fundación Histarmar Historia y Arqueología Marítima)


El "La Rioja" en el dique seco de los Astilleros Tandanor de Buenos Aires, después de la batalla (Imagen: gentileza Fundación Histarmar Historia y Arqueología Marítima)

Notas


  1. Pueblo y autoridades demostrarían una altura digna de su tradición al momento de ofrecer ayuda y atención a combatientes extranjeros.
  2. Afortunadamente el Dr. Vecchi era una eminencia y el valeroso cadete sobrevivió y una vez finalizada la contienda regresó a su país para reincorporarse a la Marina, retirándose años después, con el grado de capitán de fragata.
  3. Los detalles del enfrentamiento fueron extraídos de “El torpedero “La Rioja” y su intervención en la batalla aeronaval del Río de la Plata”, de Juan Manuel Jiménez Baliani, aparecido en el Boletín del Centro Naval Nº 773 de Febrero de 1994; La Revolución del 55, Tomo II, de Isidoro Ruiz Moreno, Puerto Belgrano. Hora 0. La Marina se subleva, de Miguel Ángel Cavallo y Así Cayó Perón. Crónica del movimiento revolucionario triunfante, de diez periodistas argentinos.

1955 Guerra Civil. La Revolucion Libertadora y la caída de Perón

sábado, 29 de abril de 2017

AShM: Misil MARTEL (UK/Francia)

Misiles Martel 

 

Los británicos comenzaron sus proyectos, misiles anti-buques al final de la Segunda Guerra Mundial. La principal amenaza para la Royal Navy era la marina de guerra soviética que había creado una "armada de aguas azules" después de la guerra. 

Durante la Segunda Guerra Mundial los cohetes británicos se utilizaron con éxito contra buques. Los Rockets permitieron que la aeronave realice maniobras evasivas en el "run in" y eran eficaces contra los submarinos y escoltas. La cabeza de guerra penetradora resultó ser mucho mejor que el propio explosivo. 

Después de la guerra se desarrolló el cohete que pesado Red Angel que pesaba 478kg y con una cabeza de guerra de 40kg resultaba una forma económica y rápida. Una salva de cohetes de 127 mm se consideraba equivalente a una salva de destructor. El cohete pesado sería como tirar un barco de guerra. La amenaza se produjo a partir de los cañones de 152 mm de la Sverdlov crucero contra las líneas británicas de las comunicaciones y los cohetes seguían siendo insuficientes. 

Los ataques de las bombas guiadas por el modelo alemán Firtz-X en contra de los acorazados Roma y Warspite de la la Royal Navy también impresionaron y quería un arma similar. Al final de la Segunda Guerra Mundial se desarrolló un kit de orientación para la bomba Tallboy, pero no tuvo éxito. 

A medida que sus portaaviones estaban fuera de servicio, eran pocos y necesitaban un misil anti-barco para avión sobre la base de la tierra. Estudió por primera vez el proyecto Blue Slug, una versión de guerra del Sea Slug con la cabeza de combate del cohete Red Angel. El proyecto quedó en el papel. 

El Blue Boar de 1947 era una bomba pesada guiada por TV con un campo de visión de 27,5 grados. El uso principal sería contra los buques, pero se volvió un arma del bombardero Valiant. El Proyecto G comenzó como una bomba de 2270kg. El Blue Boar en un ángulo de planeo de 40 grados con un alcance de 46 km. Podría ser tirado a ciegas por encima de las nubes, pero temía que las contramedidas pudiesen jammear el enlace de datos. Fue cancelado debido a que era pesado de transportar en el Gannet de la Royal Navy. 

La Yellow Sand también fue una bomba planeador "homing bomb", basada en el Fritz-X. Fue probada en el bombardero Valiant, pero siguió siendo inadecuada para el Gannet por ser demasiado grande. 

A finales de los 50 años los británicos comenzaron el desarrollo del Green Cheese para el Valiant y luego se diseñó para equipar a los aviones que se convertirían en el Buccaneer. El objetivo eran los crucero Sverdlov de la Unión Soviética. Se le añadió un motor de cohete para picar en un ángulo de 30 grados. Las alas se plegaban para caber en la bahía de armas del Buccaneer y Gannet. El sensor de radar activo en la nariz le daba la capacidad de "dispara y olvida". La bomba era cara y pesada (1.724kg) y se canceló. 

Junto con el Green Cheese la Fairey estaba desarrollando un misil anti-buque con la capacidad rozaolas equipado con un motor turborreactor Rolls-Royce Soar. El Green Cheese se parecía a un pequeño avión. Volvería a usarse un sistema operativo de radar de banda X, con una capacidad de bloqueo en blanco después del lanzamiento y podía volar muy bajo. El problema era el motor que necesitaba 30 segundos para dispararse. Si avión tenía una cúpula trasera en ese entonces tenía que retraerla, como en el caso del Shackleton. 

La Marina Real le gustó la idea de un misil capaz "rozar las olas" por tener más posibilidades de no ser alcanzado por las defensas en comparación con el Green Cheese. El alcance de 64 kilometros era mucho más grande y mantenía la distancia entre el Gannet y las defensas del objetivo. La orientación era el mayor problema y fue por ello que fue cancelado. 

La solución provisional fue comprar cazas Scimitars equipados con AGM-12 Bullpup. El Bullpup tuvo que ser lanzado en picado desde aviones hacia el objetivo y en los límites de la defensa. Eran inexactos y poco fiables, y rara vez se utilizaban en la práctica en la década de 1960. Luego de la RAF requisitos OR.1168/GDA.101 lanzado en 1962 para desarrollar un arma capaz standoff y tiro a baja altura. Los objetivos posibles incluían puentes, aeropuertos y portaaviones. La capacidad deseada contra los buques fue para desactivar las defensas de la nave y hundir un barco pequeño. La capacidad anti-radar se agregó como un sensor pasivo. 

Bristol propuso la Tychon, una bomba que fuese una versión propulsada de la Momentum. Era lanzada a baja altura y luego se elevaba para picar hacia el blanco. El diseño modular de la Tychon podía recibir varios sensores y cabezas de combate, incluyendo cabezas nucleares y de reconocimiento. Fue estudiado por una versión disparada desde tierra y una versión naval del cohete disparado desde el Sea Slug. A los almirantes británicos no les gustaba la idea. 

 
Las propuestas objeto de estudio por la Royal Navy para equipar a sus aviones anti-buque. Los ejemplos anteriores fueron canceladas. 

 
Los detalles de los proyectos propuestos para la Royal Navy para un misil anti-buque y los misiles que se utilizaron en el proyecto de Martel (AS.30 y RG.10). 

Ellos querían un misil con variantes de orientación con anti-radar y la televisión. Ya está pensando en reducir los riesgos y los costos y se unió a los franceses. Matra se estaba desarrollando un misil AS.37 con sensor pasivo AD.37. 

El proyecto que se desarrolló era el proyecto AJ.168 anglo-francés y luego fue llamado Martel. Martel comenzó como un proyecto llamado De Havilland RG10 y Matra R630 para un misil anti-radar. El RG10 tenía alas en cruz tuvo que ser tomado internamente con dos alas plegadas. Fue un proyecto que participaron en el concurso que ganó Buccanneer para ser armado. 

En 1963, De Havilland viró hacia Hawker Siddeley Dynamics y comenzó a desarrollar una versión guiada por televisión del AS.37 que se llamó AJ.168. Marconi desarrolló el sensor de televisión y la vaina de enlace de datos. La imagen de video del misil se pasa al enlace de datos y el navegador que utiliza un joystick para controlar y ajustar la trayectoria del misil. Para los disparos de larga distancia usaba puntos de referencia en tierra. La altitud se mantenía por un barómetro. 

MARTEL 
El misil fue rebautizado MARTeL Missile, Anti-Radiation. Television. Martel se introdujo a mediados de los 70 y afectó el concepto de ataque naval con la capacidad de disparar fuera del área de destino (punto muerto) y con alta precisión. 

El Martel pesaba 550 kg y una cabeza de guerra semi-penetrantes 150 kg con un radio de destrucción de 30 pies. Tiene 4,18 metros de largo y 40 cm de diámetro. Martel utiliza un motor cohete de combustible sólido a una aceleración de dos etapas y apoyo. Inicialmente, estaba equipado con un motor de cohete para acelerar el faisán, pero Basilio fue elegido como AS.37 equipo. Las quemaduras de la aceleración del motor para Cassandra 2,4 segundos y 22,2 segundos para el apoyo. El alcance máximo de 60 kilometros vuela a Mach 0.9, pero el alcance efectivo está determinada por los sensores es de 12 millas y millas Martel TV 22 a las Martel anti-radar. 

Las pruebas de vuelo se inició en febrero 1970 a julio 1973 y se dispararon un total de 25 Martel TV. Las pruebas en el AS.37 comenzó en septiembre de 1974. Las pruebas en la televisión y Martel Martel radar se reunieron en octubre de 1975 junto probar el concepto. 

Martel se produjo hasta los años 70 con la TV Martel se producen menos de mil unidades. Martel funcionó hasta 1988, cuando fue sustituido por el águila de mar. El último disparo fue en las Bermudas en los años justo antes de la Guerra del Golfo comenzó en 1990. 

Martel sirvió en la Marina Real en Buccanner hasta 1978 cuando fueron transferidos a la RAF. El 12 Escuadrón de la RAF era un escuadrón de Vulcano y se convirtió en una fuerza dedicada a la huelga marítima. El Buccanners había cambiado sus secuaces, porque las alas de Martel eran grandes. El tren de aterrizaje se ha reforzado con el regreso de los misiles, mientras que las bombas fueron desechados antes de aterrizar. 

En una foto de la TV Martel utiliza un fantasma para tratar de detectar el misil en el radar fue el mismo tamaño que varios misiles soviéticos. Había una capa de nubes en el campo de tiro de 1.500 a 2.600 pies de Martel derribado y el fantasma en la dirección opuesta de la capa por encima de 3000 metros. El navegador fue capaz de bloquear en la fase terminal de misiles y el televisor apagado y Martel elevó verticalmente y se sumerge pasando muy cerca el fantasma de las dos trayectorias. 

Martel entró en servicio en la Marina Real en octubre de 1973 en S.Mk.2 Buccaneer. Se instaló en el Phantom F-4 para evitar la duplicación de la capacidad de Buccanner. Se propuso que se instale el Nimrod y se le ofreció el cableado, pero nunca voló operativo. Los cables se utilizaron para apoyar la instalación de misiles Sidewinder para su propia defensa durante la Guerra de las Malvinas. 

Francia no sólo se utiliza el AS.37 la AJ-168. Francia utiliza el AS.37 en su Jaguar y Mirage contra objetivos en el mar y en tierra. Irak utilizó la Armat en sus Mirage F1 y quizás AS.37 contra radar iraní. Francia utilizó la AS.37 contra Libia en la operación Epervier. El 07 de enero 1987 cuatro Jaguar de combate disparó un Martel cada uno. Tres y no un cohete cayó en un libio SA-6. 

La RAF idea de usar el radar Martel contra Argentina en el Vulcan Negro Buck redadas, pero no confiaba en que se mantendría un vuelo largo y alto, ya que no fue diseñado para ello. 

Diversas variantes han sido propuestas como la cabeza nuclear Grupo Megaton Martel Martel y municiones dispensador. Activa Materl radar fue bien recibida y, finalmente, llevó al Proyecto águila de mar. 

La RAF nunca le gustó Martel y considerado un fracaso. El enlace de datos ocupa un gancho de la disminución de la carga de tres misiles. El sensor de la televisión era fácil de enlace de datos Jammer y no fue capaz en cualquier momento. Volando a media altura las defensas eran vulnerables y sólo podían disparar un arma a la vez. Se consideró no válido como un arma stand-off. Aun así, era mejor que la sacudida perfiles de ataque con bombas convencionales. 

 
Esquema de la instalación de los Martel en los Buccaneer. 
 
Un Buccaneer equipado con dos Martel TV, un Martel anti-radar y la vaina de enlace de datos. 
 
Fotografía de un Martel atacando un blanco durante una prueba el 7 de mayo de 1968. 

Operación del AJ.168 
El Martel TV le permitía ver al navegador para ver el blanco de una Marconi vidicón cámara montada en la nariz del misil. El Buccanner tiene un televisor en la cabina que había sido diseñado para el Phantom y el F-111K. Es necesario para bloquear el objetivo antes de disparar, y necesita mucho entrenamiento. El navegador utiliza un joystick para el centro de la cruz vistas en la televisión y mantener el misil en el blanco hasta el impacto. La precisión se considera muy alta. La precisión fue una petición de un CEP de 10 pies 20 pies, pero era fácil de obtener. 

Mientras que Martel, dependiendo del tema de radar radar para guiar a los AJ.168 no tienen esta limitación. Por otro lado Martel TV dependen del buen tiempo y no funciona por la noche. El tiempo requerido era 8.4 o menos, con el techo encima de los 2.000 metros, y una visibilidad mínima de 3 millas. Por lo general opera minutos al día, 30 después del amanecer o antes del atardecer. Bajo un cielo claro de la TV puede detectar un barco de 15 minutos después del atardecer. 

La televisión tiene una mayor toma de contraste directamente en el sol con un mayor contraste entre el barco y el mar, mostrando una buena silueta del buque. Un disparo diagonal también aumenta el efecto de la silueta. El tamaño y el tipo de objetivo también cambia el funcionamiento de la televisión, así como la velocidad y las condiciones del mar. El rastro de un barco es fácil de ver en la televisión y se puede ver antes de que el barco y antes de disparar. Los barcos soviéticos puede lanzar cortinas de humo, sino que incluso puede estimular el ataque si se necesita mucho para ser creado. 

Martel TV volaba a 2.000 pies de altura con un barómetro de mantenimiento, pero varía mucho. De 18 misiles que se disparan sólo cinco llegaron a la altura correcta y el resto voló alrededor de mil metros con un error promedio de 300 pies. El misil puede volar más alto o menos, dependiendo en el techo de nubes. 

Operación del AS.37 
La versión anti-radar tiene dos opciones para los sensores pasivos. El avión tiene tanto para aumentar las posibilidades de éxito. Los sensores pueden detectar los radares primarios de vigilancia, pero no detecta los radares de control de incendios. Cada sensor hace una búsqueda en la banda de pre-programados o si no se conoce la frecuencia de radar. 

Las pruebas han demostrado la capacidad de engancharse con objetivos por encima del horizonte radar y mucho antes de ser detectado. Como el radar detecta un mucho más pilotos se detecta el uso de radar de la aeronave para determinar la mejor posición de disparo para evitar disparos fuera del alcance de los misiles. 

El rango útil a baja altura es de 17 kilómetros y alcanza una velocidad de crucero de Mach 0,9. La versión anti-radar se dispara sólo a baja altura, pero se cree que se pueden activar hasta 35 mil pies de altura. El rango estimado depende de la naturaleza de la cerradura, la antena del radar horizonte y la altitud calculada. El ataque será muy alerta, como un vuelo de Buccaneer de 200 pies puede ser detectada mucho antes de la sesión 30 nm 16-17 nm. El AS.37 bloqueo de antes y después de la inyección se libera. Martel anti-radar opera en cualquier momento, y tirar los modos de disparo, pero el sensor se puede ejecutar en el mal tiempo. Martel anti-radar emisiones por debajo del radar enemigo, pero no está garantizado que va a emitir hasta meta. Martel TV más consistente en este sentido. 

El Martel anti-radar tenía espoleta de proximidad o de impacto. El radio de destrucción de 30 pies se consideraba suficiente. Puede alcanzar los alrededores del radar de una nave radar y causar daños. 

Después de que el objetivo era adquirida el giroscopio tardaba tres minutos en armarse con los Buccanners teniendo que cuidar las maniobras. Volando a 420 nudos la secuencia tenía que empezar con el objetivo a 38 nm para disparar a 17,5 nm. El avión se limitaba a las maniobras tácticas y reducía la necesidad de utilizar la sorpresa pues precisaba usar el radar Blue Parrot mucho antes de los disparos. Con el disparo realizado a un rango menor los errores de alineación del Martel tendría menos probabilidades de ser atacado por un misil lanzado desde la nave. El motor estarían todavía en marcha y aumentaba la energía y la capacidad destructiva. 

 
El disparo de un AS.37 desde un Mirage F.1C francés durante pruebas. 

Tácticas de Martel 
El Martel entró en servicio en 1972/1973 y tuvo muchos problemas. El misil creaba muchas tareas y modos de ataque y tuvo que ser llevado por unos pocos aviones. El navegador quedaba abrumado en navegar, utilizar los misiles, la gestión del ataque, contramedidas electrónicas y de radar de alerta. Así que tienes que navegar, coordinar y supervisar las funciones de ataque del misil. Por lo que sólo tomaron los misiles guiados por TV o anti-radar. 

Un ataque con el Buccaneer Martel considera que la saturación de las defensas de un ataque coordinado contra varios objetivos. Martel es una foto de cada punto de vista de cada avión y es vulnerable a todas las defensas de la meta. Un ataque múltiple puede saturar las defensas y garantías al menos un hit. 

Por lo general, el ataque se hacía por lo menos con cuatro aviones más que actuaban como Director de Ataque de los Buccaneers. Puede combinar el lanzamiento de los Martel anti-radar y TV. Podóan ser dos televisores y dos anti-radar en dos pares. El éxito es mayor con cuatro misiles por TV. El Martel anti-radar se usaba más para la supresión de radar y Director de Ataque podía llevar dos. El objetivo era obligar al enemigo a mantener su radar en silencio o dañar las defensas de la nave. Para confundir lo ideal era atacar desde una dirección diferente con los Martel TV. 

El Director de Ataque (Attack Director) es responsable de la coordinación general del ataque, indicando la ubicación, disposición, y la identificación positiva del objetivo y mantener la visión global tácticas antes, durante y después del ataque del Martel. El ataque del Director funciona como un explorador de formación a 100 nm destaca la posición del objetivo. Es más largo en el área del objetivo, pero el manejo, uso de radar de alerta y las contramedidas electrónicas pueden dar inmunidad razonable. 

Después de identificar el Director de Ataque del objetivo debía estar en condiciones de determinar la dirección ideal del ataque y actuar como un señuelo. Su presencia podía obligar a los barcos enemigos para vincular sus radares vulnerables a salir de Martel anti-radar. El Director de Ataque debía ser ligera, pero necesitaba dos Martel anti-radar para atacar a los radares de vigilancia. El riesgo era perder la sorpresa. 

 
Tácticas de tiro de un Martel con un Attack Director coordinando y suprimiendo las defensas. El Martel tiene un sensor pasivo, sino que sólo se utilizó en las operaciones anti-buque de los Buccaneer de la Royal Air Force. El operativo Buccaneer en Alemania no estaban equipados con Martel. En la práctica, el Buccaneer "disparaba" sus misiles y continuaba volando hacia el objetivo simulando al misil para entrenar al personal a bordo del buque. Ellos fueron llamados ataques ASMD (Anti-Ship Missile Defence). 

Un ataque con Martel TV puede verse obstaculizada por las contramedidas electrónicas. El radar Blue Parrot se utilizaba para la asignación y también se puede negar la información jameando a distancia. Los Buccaneers aún podían estar cerca para usar el poder de los radares para hacer "burnthrough" pero a riesgo de entrar en los límites de la defensa. Por lo tanto el objetivo debe ser designado en el enfoque con unos pocos barridos del Blue Parrot. 

En el ataque con la formación Martel TV está en compás de espera en un punto de control designado por el Director de ataque a 60-70nm del objetivo volando a 200 pies. Cuando eran llamados se dispersaban entre 1/2 millas de distancia uno del otro. Se abrirá maniobra para dar una o dos escaneados con el radar y determinar la posición de destino y otra vez. Volando a 420kts para un mejor manejo del caso de una alerta de radar. 

El disparo se hacía a 200 pies de altura lo que le daba inmunidad contra los misiles SA-N-1 y SA-N-3. Si había barcos más amenazante podía hacer "corridas" a menos de 200 pies. Después de disparar el Buccaneer iniciaba la maniobra después de su lanzamiento (maniobra después del lanzamiento - Post Launch Manouvers - PLM) a 420kts y mucho más cerca del objetivo. Los disparos en el máximo tiene que subir a 500 pies para mantener la alineación con el enlace de datos, pero no consideran que disminuye las posibilidades de sobrevivir del Buccaneer. 

La distancia óptima para el lanzamiento del Martel TV era de 8-10 millas disminuyendo las posibilidades de adquisición de radares de defensa y disminuye el lanzamiento de SAM. El Martel entonces tenía un giroscopio calibrado a 31 nm. El radar Blue Parrot se utilizaba para marcar un grupo objetivo de 40 nm. El rodaje de 8-10 nm dejaba al avión fuera del alcance de los misiles SA-N-4. La maniobra después de la toma se realiza con facilidad para escapar de la zona objetivo. 

El Buccaneer suelen tardar de dos Martel anti-radar de la mayoría de los dos objetivos tiene dos radares de vigilancia. El sensor pasivo puede alcanzar bloqueo intermitente desde los 25-30nm. El rodaje se realiza en 12-15 mn y alcanzar el objetivo antes que el Martel TV. 

La versión anti-radar podía operar con "corridas de a pares" con dos misiles en cada ala del Buccaneer, pero sólo uno siendo disparado. La otra opción es un par de Buccaneer con un misil anti-radar con una orientación y un televisor. Martel TV seleccionado y luego está listo para el lanzamiento. 

Dos misiles anti-radar se utilizaban para atacar a los radares de vigilancia soviético como el Topsail y Headnet y otras partes de la nave serían atacadas por los Martel TV. Cada barco soviético tenía un punto de objetivo. Probablemente sería una instalación de misiles anti-buques o el centro de operaciones de combate. Otro lugar sería en el encima de la flotación para evitar errores. Los Buccaneers aún podían portar otras cuatro bombas de 454 kg en la bahía de armas internas para un ataque posterior contra objetivos con las defensas ya degradadas por el Martel. 

 
 
Acercamiento a un misil Martel. 

Ejercicio Open Gate - 12º Escuadrón de la RAF (Gibraltar) 

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