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viernes, 11 de noviembre de 2022

Bahía de Cochinos: Por qué el dictador Castro congeló el cuerpo de un piloto americano

He aquí por qué Fidel Castro congeló el cuerpo de un soldado estadounidense después de la fallida invasión de Bahía de Cochinos


Durante la fallida invasión de Bahía de Cochinos en 1961, Estados Unidos envió civiles de la Guardia Nacional Aérea de Alabama en una misión de la CIA para apoyar el ataque. Como Estados Unidos no estaba involucrado oficialmente, su presencia era un secreto muy bien guardado. La invasión se convertiría en uno de los fracasos más vergonzosos de la CIA, amplificado por el descubrimiento del cuerpo de un aviador estadounidense, que Estados Unidos se negó a reclamar durante décadas.

Invasión de Bahía de Cochinos

1961: Miembros de la milicia de Castro en el área de la montaña Escambry en Cuba durante la desafortunada invasión de Bahía de Cochinos respaldada por Estados Unidos. (Foto de Three Lions / Getty Images)

En 1961, Estados Unidos financió y planeó una invasión en la costa suroeste de Cuba que sería llevada a cabo por exiliados cubanos. El plan original estaba destinado a emplear tanto el poder aéreo como el naval para garantizar el éxito, pero cuando llegó la fuerza de invasión de 1.500 efectivos, recibieron un apoyo mínimo. La comunidad internacional se enteró del ataque y el presidente John F. Kennedy decidió limitar el uso del poder aéreo. La invasión terminó en completo fracaso.

Estados Unidos hizo todo lo posible para ocultar su participación en la invasión, llegando incluso a pintar aviones con colores cubanos para crear confusión. El grupo invasor y los pilotos fueron entrenados por las fuerzas estadounidenses y la CIA.

Los aviones que iban a utilizar los cubanos exiliados tenían que ser los mismos que utilizaba la fuerza aérea cubana. Como usaron el B-26 Invader, este era el avión que se usaría en el ataque.

Sin embargo, en 1961, este bombardero envejecido de la década de 1940 solo fue utilizado por la Guardia Nacional Aérea de Alabama. Los pilotos de aquí fueron elegidos para entrenar y supervisar a los invasores, pero tenían órdenes estrictas de no participar en ninguna misión.

Thomas "Pete" Ray

Teniente Ray de la Guardia Nacional Aérea de Alabama (Crédito de la foto: Ejército de EE. UU.)

El teniente Ray de la Guardia Nacional Aérea de Alabama fue derribado mientras pilotaba un bombardero B-26 durante la invasión de Bahía de Cochinos. El avión fue alcanzado por fuego antiaéreo cubano poco después de atacar la sede de campo de Fidel Castro. En ataques similares, estos aviones arrojaron napalm sobre los objetivos que se encontraban debajo.

Aunque originalmente se prohibió a los pilotos estadounidenses participar en la invasión después de que la situación se volviera desesperada, la CIA les permitió volar a regañadientes. Según un artículo de 1998 de Los Angeles Times , la CIA reforzó el secreto de la operación a las tripulaciones: “No se puede dar suficiente importancia al hecho de que las tripulaciones estadounidenses no deben caer en manos enemigas. En caso de que esto suceda, a pesar de todas las precauciones, las tripulaciones deben declarar [que son] mercenarios contratados, que luchan contra el comunismo, etc .; Estados Unidos negará cualquier conocimiento ".

Después de aterrizar, Ray y su ingeniero de vuelo Leo Baker fueron descubiertos por soldados cubanos y fusilados.

Luego se recogió el cuerpo de Ray y se colocó en hielo.

Aunque Estados Unidos se rehusaba desesperadamente a asumir cualquier responsabilidad por el ataque, Castro sabía que ellos eran los que manejaban los hilos. Quería demostrar sin lugar a dudas que Estados Unidos había estado involucrado y el cuerpo de Ray era la mejor manera de hacerlo.

Pero Estados Unidos no cedió y la CIA continuó negando la participación de Estados Unidos y, por lo tanto, no repatriaría el cuerpo de Ray. Para la familia y los amigos de Ray, simplemente había desaparecido sin ninguna explicación, sin saber que el gobierno sabía exactamente lo que había sucedido.

Si querían repatriar el cuerpo de Ray, la CIA tendría que admitir su participación. Incluso los cubanos estaban confundidos por el trato frío de Estados Unidos hacia uno de sus muertos en la guerra.

Después de su desaparición, la esposa de Ray comenzó a tratar de encontrar respuestas sobre su muerte, que los asociados con la Guardia Aérea de Alabama mantuvieron en secreto con éxito. Desde entonces han circulado varios rumores sobre el acoso por parte de la CIA de quienes no dejan morir el tema. Uno de estos mencionados en el artículo de LA Times detalla cómo la CIA amenazó con colocar a la esposa de Ray en una institución mental por el resto de su vida si continuaba buscando respuestas.

El cuerpo de Ray es devuelto

En 1979 Cuba se dio cuenta de que la hija de Ray, Janet Ray Weininger, estaba tratando de recuperar el cuerpo de su padre. Como resultado, la devolución de su cuerpo tuvo lugar en 1979. Fue por esta época cuando la CIA informó en privado a Weininger que Ray había participado en la invasión y que, de hecho, había sido galardonado con el premio más alto de la agencia; la Cruz de Inteligencia Distinguida.

Aunque el cuerpo de Ray había sido devuelto y Weininger tenía respuestas, la CIA aún se negó a confirmar públicamente la participación de Ray en Bahía de Cochinos hasta 1998, cuando The Times presionó a la agencia para que finalmente admitiera su presencia.

Además de esto, se reveló que la CIA también creó una empresa falsa para pagar a las familias del piloto muerto una suma regular de dinero, e incluso financió la educación universitaria de sus hijos.

Una vez que esta información se hubo dado a conocer al público, el nombre de Ray finalmente se pudo agregar al Libro de Honor en el vestíbulo de la sede de la CIA.

miércoles, 8 de enero de 2020

Turquía: Cadena perpetua a cadetes que participaron en el golpe de 2016

70 ex cadetes de la fuerza aérea recibieron cadena perpetua en el juicio a los golpistas de Turquía

 War is Boring






Estambul (dpa) - Un tribunal de Estambul condenó el viernes a 70 ex cadetes de la Fuerza Aérea Turca a la vida por su papel en un intento de golpe de estado en 2016.

Sin embargo, 55 de los cadetes fueron juzgados en ausencia ya que se cree que huyeron al extranjero, informó la agencia estatal de noticias Anadolu.

El juicio involucra a un total de 72 sospechosos, de los cuales solo 15 estuvieron presentes en la audiencia. Fueron acusados ​​de "violar la constitución".

El fiscal general de Estambul había buscado condenas a cadena perpetua agravadas para todos los acusados, dijo Anadolu. Las condenas a cadena perpetua son los términos más duros en Turquía desde que abolió la pena de muerte en 2002, ya que no hay posibilidad de libertad condicional.

Los cadetes, con sede en Yalova, a las afueras de Estambul, fueron "ordenados a conducir" a Estambul a las 10:15 pm del 15 de julio de 2016, llevando municiones, según el fiscal.

De los 72, dos hombres que conducían los cadetes no fueron condenados.

Turquía culpa al clérigo islámico estadounidense Fethullah Gulen por el intento de golpe de estado de una facción de los militares. Gulen ha negado cualquier papel en el golpe, que dejó 251 muertos y más de 2,000 heridos.

La sombra de 2016 está siempre presente en Turquía a medida que continúan las redadas y arrestos semanales de los presuntos vinculados a los golpistas, al igual que los juicios.

En la reacción posterior a 2016, decenas de miles fueron purgados de la policía, el ejército y el poder judicial. Funcionarios, académicos y periodistas también fueron despedidos y las casas de los medios cerraron.

miércoles, 13 de marzo de 2019

Revolución Libertadora: El COAN bombardea Río Colorado


Bombas en el Sur



A las 05.00 horas del 18 de septiembre, efectivos adelantados por los comandos civiles revolucionarios detectaron una columna de 30 ómnibus Leyland con una pieza de artillería antiaérea a remolque, detenida en el camino que une Sierra de la Ventana con Tornquist. Comprendiendo acertadamente que se trataba del Regimiento 1 de Caballería de Tandil, el alto mando en Comandante Espora, despachó una poderosa escuadrilla de siete bombarderos Grumman y seis AT-6 North American, al mando del capitán de corbeta Eduardo Estivariz, para atacarla.
Los aviones navales despegaron cuando todavía era de noche y se dirigieron, hacia el norte, siguiendo el trayecto de la Ruta 33, en dirección a La Vitícola, sobrevolando campos cultivados, médanos y montes hasta las tierras de Napostá y Tres Picos a 300 km/h.
El sol iluminaba las sierras y la llanura cuando lejos, en el horizonte, apareció Tornquist. Estivariz miró su reloj y vio que daban las 07.40 horas y casi enseguida hizo un leve giro hacia la derecha, dejando la población a un costado. Fue entonces que detenida a ambos lados de la ruta provincial 76 detectó a la columna enemiga.
Prácticamente sobre el objetivo, el comandante de la escuadrilla tomó el micrófono y con voz decidida ordenó arremeter.

-Me lanzo al ataque. ¡Síganme!

Su avión, que encabezaba la escuadrilla, descendió unos metros y entrando en corrida de tiro lanzó sus bombas, seguido de cerca por los de Barry Melbourne Hussey, Juan Vasallo y el resto de la formación.
Las explosiones sacudieron la pampa y parecieron rebotar contra las sierras, levantando densas columnas de humo, fuego y piedras.
Debajo, en tierra firme, los efectivos del 1 de Caballería corrían en pos de refugio mientras las antiaéreas abrían fuego e intentaban repeler el ataque.
Los aviones viraron y efectuaron una nueva pasada, ametrallando la columna de vehículos de manera implacable y varios de ello fueron alcanzados aunque sin mayores consecuencias. “Como volábamos por una zona escarpada, no podíamos ver donde caían las bombas ni el efecto de nuestro ataque, porque debíamos escapar de las sierras, donde nos tiraban con fuego antiaéreo muy denso” explicaría años después el teniente Juan María Vassallo1.
El ataque duró cerca de 45 minutos y una vez agotadas las municiones, los aviones regresaron a la base dejando atrás dos efectivos muertos (un aspirante a suboficial de reserva y un conscripto) y otro soldado gravemente herido.
Cincuenta minutos después, en momentos en que las fuerzas leales intentaban reorganizarse, la Aviación Naval volvió a aparecer. La nueva incursión se prolongó casi una hora y fue seguida por una tercera a las 11.00. En la oportunidad, dos escuadrillas de seis North American cayeron en picada ocasionando nuevos destrozos en la columna del Ejército.
Las explosiones y la metralla volvieron a retumbar sobre la llanura, entremezclándose con el repique de las baterías antiaéreas y el fuego reunido de armas livianas.
Detrás de estos ataques llegó una cuarta escuadrilla de nueve bombarderos Catalina y once North American, que tenían como misión hostigar las posiciones del Regimiento 2 de Caballería al mando del teniente coronel Enrique Llambí. Su jefe, el teniente de corbeta Raúl Fitte, divisó el objetivo a lo largo de las laderas sudoccidentales de la sierra y enseguida se dio cuenta que el ángulo de ataque resultaría sumamente dificultoso. “Salimos sobre el abra del Despeñadero y divisamos camiones militares y jeeps. El asunto era no chocar contra las montañas, porque estaban muy encajonados”2.
Los aviones llegaron volando bajo, a uno y otro lado del desfiladero, obligando a la tropa de Llambí a correr en busca de cobertura mientras las antiaéreas a abrían fuego. Las bombas y los proyectiles dañaron varios camiones y piezas de artillería, sin que se produjeran bajas. Estas incursiones, en cierta medida demoledoras, no lograrían detener el avance leal, ya que sus avanzadas llegarían a ubicarse a menos de 150 kilómetros de Puerto Belgrano.

A las 09.30 horas de aquella fría mañana invernal, un avión naval de exploración detectó en la estación terminal de Saavedra (al pie de Sierra de la Ventana), un tren que transportaba tanques, semiorugas y blindados. Los vehículos bajaban a tierra y en torno a ellos había gran movimiento de hombres cuando el aparato se abalanzó sobre la formación dispusto a arrojar sus bombas.

Esa fría mañana, el Sr. Carlos A. Mey, vecino caracterizado de la zona, había visto llegar a las tropas del Regimiento Escuela de Tanques procedentes de Ciudadela, trayendo consigo seis unidades Sherman e igual número de blindados semioruga a bordo de un tren que se detuvo en la estación ferroviaria en la madrugada. Camiones y jeeps habían ingresado por la ruta transportando un considerable número de efectivos y piezas de artillería que se distribuyeron en línea paralela a las vías, después de apoderarse de la población sin resistencia. Cuando los relojes señalaban las 09.00, comenzaron a desembarcar los tanques con los suboficiales recibiendo órdenes de sus superiores y retransmitiéndoselas a los soldados a viva voz3.        
En esas estaban, con varios vecinos presenciando la maniobra, cuando media hora después apareció por el sur un AT-11 Beechcraft que enfiló directamente hacia el centro del pueblo con la clara intención de descargar sus bombas sobre la formación ferroviaria que se hallaba detenida en la estación. Los proyectiles impactaron en una locomotora y un vagón, que estallaron envueltos en llamas mientras las tropas y los civiles corrían desesperados en busca de cobertura.


Cañón de grueso calibre en la Base Comandante Espora (Fotografía: Isidoro Ruiz Moreno, La Revolución del 55, Tomo II)

El aparato efectuó un pronunciado viraje hacia la derecha y se alejó por el mismo camino por el que había llegado, sin dar tiempo a las fuerzas terrestres a devolver el ataque.
Ni los Sherman ni los blindados fueron alcanzados pero además de los daños mencionados, el edificio de la estación sufrió varios impactos de esquirlas.
A las 10.48, decoló de Comandante Espora una nueva escuadrilla de aviones Grumman y monomotores AT-6 North American, con la misión de hostigar a los tanques y detener su marcha a toda costa.
Como el grupo encargado de las demoliciones no había logrado destruir el puente carretero de Dufour, sobre la Ruta 33, las fuerzas blindadas aceleraron su aproximación para cruzarlo lo antes posible. El comando rebelde sabía que era imperioso detener a los tanques de inmediato porque de lo contrario, la revolución iba fracasar y por esa razón, el alto mando se vio urgido de lanzar ataques a intervalos cada vez más cortos.
La escuadrilla, al mando del capitán Estivariz, partió con los Grumman en primer lugar y los North American en segundo, estos últimos encabezados por el teniente de corbeta Juan Sidoti y una vez en el aire, se dirigieron hacia la columna blindada por el mismo camino que habían hecho las escuadrillas anteriores.
El primero en despegar fue el capitán Estivariz, que llevaba como artillero al teniente de corbeta Miguel E. Irigoin y como radiooperador al suboficial primero Juan I. Rodríguez. Le siguió como numeral el teniente de corbeta Barry Melbourne Hussey con el guardiamarina Juan Pedro Irigoin (hermano de Miguel) como ametralladorista, seguido por el teniente de navío Juan María Vasallo y el teniente Fernando Ruiz, hasta ese momento, integrante de uno de los grupos encargados de las demoliciones. Ruiz había solicitado personalmente a Vasallo, participar en una de las misiones de combate porque hasta ese momento no había entrado en acción: “Señor: soy el único piloto de la escuadrilla que no ha estado bajo el fuego antiaéreo, y yo sé el peligro que han pasado todos ustedes. A mí me avergonzaría que alguien supiera que no he volado; y aunque usted sabe muy bien que estuve en otra misión, le pido encarecidamente que me asigne un avión porque no podría vivir tranquilo”. Tras escuchar sus palabras, Vasallo, escuchó atentamente a su subordinado y orgulloso de comprobar que contaba con hombres de honor y valor, le dio el mando del Grumman Nº 4 que decoló detrás suyo.
La formación de Estivariz voló sobre la pampa infinita durante veinte minutos, sin detectar nada anormal. El día era claro y el cielo se hallaba completamente despejado y eso facilitaba notablemente la visión por lo que, al llegar a Saavedra, a su comandante le resultó sencillo ubicar las posiciones enemigas.
Estivariz señaló a Irigoin las unidades leales que se desplazaban por la carretera y tomando el micrófono estableció contacto con los demás aviones a través de la radio, anunciando a sus pilotos que iniciaba el ataque.
El bravo capitán efectuó una corrida baja y casi sobre el objetivo soltó sus bombas, tan cerca de la superficie, que las esquirlas dañaron su fuselaje y el de Barry Melbourne Hussey, que avanzaba detrás.

Los aviones hicieron varias pasadas lanzando sus cargas explosivas y ametrallando las posiciones del Ejército en tanto la población, a cubierto en sus viviendas, se estremecía con el sonido de las explosiones.
Una bomba dio sobre la calle, cerca de las vías pero otras dos cayeron en medio del pueblo, alcanzando el patio de la farmacia Oliveri, ubicada en un terreno en forma de triángulo distante a cuatro cuadras del lugar donde ardían la locomotora y el vagón y otra cerca de un almacén, que recibió sobre su frente una lluvia de esquirlas que lo dañaron considerablemente.
Carlos Mey notó que en cada pasada el primer avión bajaba la altura, por lo que dedujo que sus tripulantes intentaban minimizar los daños, tratando de no dañar los edificios circundantes y asegurar los impactos, un acto humanitario que, a su entender, les costaría la vida.
Pero esta vez, las tropas de Perón estaban preparadas.
Desde sus posiciones en tierra, los tanques abrieron fuego con sus ametralladoras pesadas, al tiempo que los efectivos de Infantería apostados en los techos del vecindario hacían lo propio con sus armas livianas concentrando el fuego sobre el primer aparato.
Según pudo apreciar Mey, “Al cruzar el pueblo por última vez, la máquina fua alcanzada por una barrera de fuego tendida por dos tanques y dos carros blindadas. Empezó a incendiarse por la mitad del fuselaje y perdió altura. El piloto reaccionó acelerando a fondo, pero el Grumman picó bruscamente y se estrelló contra un galpón de material que se alzaba ya en pleno campo. Estallaron la nafta y las dos bombas que llevaba”4.  
Alcanzado por varios impactos de 20 mm, el avión de Estivariz comenzó a desprender una estela de humo y a perder altura a gran velocidad, estrellándose en pleno campo, en las afueras de Saavedra. Barry Melbourne Hussay tuvo mejor suerte ya que pese a que su avión también comenzó a caer, logró controlarlo y estabilizar el vuelo, planeando unos cuantos metros hasta aterrizar bruscamente en un campo cultivado que se extendía entre dos hondonadas, muy cerca de las primeras estribaciones de las sierras.
Una vez en tierra, Melbourne Hussey e Irigoin desmontaron la ametralladora de a bordo y con ella a cuestas abandonaron presurosamente la nave y echaron a correr. Se detuvieron a 500 metros del distancia, muy cerca de unos arbustos y allí escondieron el arma, temerosos de que las tropas leales apareciesen en cualquier momento.
En Saavedra, mientras tanto, Carlos Mey intentó correr hacia el lugar donde se había estrellado el avión de Estivariz pero efectivos del Ejército se lo impidieron.
Los pilotos navales permanecieron allí escondidos hasta que, minutos después, echaron a caminar. Se encontraban en pleno descampado cuando repentinamente, distinguieron a lo lejos una camioneta particular conducida por un individuo a cuyo lado viajaba una mujer. Los aviadores desenfundaron sus armas y apuntaron pero al ver que el sujeto les hacía señas, se tranquilizaron. Era el dueño del campo, un ciudadano danés de apellido Edaguer, que había visto caer el avión y venía en su ayuda.
El escandinavo, hombre amable y correcto, subió a los pilotos a su vehículo y los condujo hasta su casa, a 4 kilómetros del lugar, donde los escondió, los alimentó y les proveyó ropas civiles para facilitar su escape.
Mientras los aviadores comían, el danés fue en busca de un vecino, otro sujeto amable que se ofreció a llevarlos hasta Bahía Blanca.
Repuestos de las alternativas de aquella jornada, alimentados y camuflados con ropajes comunes los dos pilotos se despidieron con un abrazo de su protector y su esposas, abordaron el rodado y partieron hacia la principal ciudad del sur, a la que llegaron después de dos horas de viaje y mucha incertidumbre.
Al llegar a Bahía Blanca, los aviadores se dirigieron rápidamente a la Municipalidad y una vez ante el capitán Castellanos y frente a otros oficiales, ofrecieron un detallado relato de su odisea, poniendo especial énfasis en la suerte que habían corrido Estivariz y sus compañeros. Castellanos los escuchó atentamente e inmediatamente después los envió a Comandante Espora a bordo de un jeep. Nada se sabía del comandante de la escuadrilla y sus compañeros, aunque según palabras del alto oficial, se tenía la esperanza de que aún estuviesen con vida.
El ataque de los Grumman, aunque sumamente osado, no cumplió su objetivo pese a que algunos camiones y semiorugas fueron destruidos y varios soldados resultaron heridos.

Cuando Melbourne Hussey e Irigoin llegaron a la base aeronaval, los Grumman de su escuadrilla se hallaban de regreso, cargando combustible para volver a salir; los North American, por su parte, presentaban numerosas perforaciones, producidas por el nutrido fuego antiaéreo de las fuerzas peronistas.
Durante toda aquella mañana, la aviación rebelde ametralló y bombardeó al enemigo en Saavedra, Sierra de la Ventana, Tornquist, Gral. Lamadrid y Coronel Pringles sin lograr detener su avance. También se combatió en Río Colorado, a donde había llegado la Agrupación 5 de Montaña procedente de Neuquén.
Aquella madrugada, ruidos inusuales despertaron a la población y grande fue la sorpresa de quienes se disponían a iniciar una nueva jornada laboral cuando al asomarse por las ventanas vieron al pueblo prácticamente "ocupado" por fuerzas militares. Era de noche aún cuando algunos vecinos salieron a la calle a preguntar que ocurría. Camiones con tropas, soldados y tanques se desplazaban por las calles, sobre todo en cercanías de la estación ferroviaria, donde la actividad era ajetreada. Uno de ellos, el ingeniero Portalet, de la empresa Aguas y Energía se acercó a un oficial para preguntar que sucedía y este le respondió que regresase a su casa y permaneciese allí.
Los primeros en percatarse de que algo grave iba a suceder fueron los moradores de la Colonia de Tránsito, vecina a la estación, el foguista Cavana y el maquinista Nardelli, quienes advirtieron a sus coterráneos y se dispusieron a alejar a sus familias del lugar.
Alertados por un radioaficionado local, los mandos rebeldes enviaron patrullas de observación hacia ese punto, confirmando la presencia de la importante unidad de combate.
A las 08.00 del 18 de septiembre, cuando un Catalina piloteado por el capitán de corbeta Justiniano Martínez Achaval se aproximó en vuelo rasante y paralelo a las vías del ferrocarril, con la misión de confirmar la presencia del enemigo en las inmediaciones de Río Colorado. Viajaban con él, su copiloto, el teniente de corbeta Jorge Priano; un radiotelegrafista, un mecánico y tres guardiamarinas, que fueron quienes detectaron la camioneta militar que se desplazaba a gran velocidad por el camino contiguo al ramal ferroviario, en dirección norte. Ignorando que en la misma viajaba el teniente coronel Adolfo Druetta, comandante de la Agrupación 5 de Montaña, el avión se puso a la par y efectuó varios disparos de ametralladoras, obligándola a detener su marcha y enarbolar bandera blanca.
La aeronave siguió vuelo hacia Río Colorado donde las tropas la vieron llegar a muy baja altura, obligándolas a dispersarse y arrojarse cuerpo a tierra para ponerse a cubierto.
El Catalina lanzó sus bombas e inmediatamente después se elevó varios metros, iniciando un amplio viraje hacia el noroeste. Sus proyectiles alcanzaron a una de las formaciones detenidas en la playa de maniobras, destruyendo sus dos locomotoras, que volcaron envueltas en llamas y dos vagones que estallaron y comenzaron a incendiarse.
En su segunda pasada, las cargas de Martínez Achaval dieron en un tercer vagón, repleto de combustible que, al estallar, desató un incendio de proporciones que convirtió al lugar en un verdadero infierno. Al pasar por tercera vez, ametralló el sector de la estación y sus alrededores y luego se retiró mientras gruesas columnas de humo se elevaban lentamente hacia el despejado cielo matinal.


Bombardeo a Río Colorado (Imagen: montaje para el documental del mismo nombre de la Productora Oveja Negra)

Un suboficial y un soldado muertos fueron los resultados de aquella primera incursión, además de los daños ocasionados en la estación ferroviaria y sus alrededores. Un carrier, que en esos momentos se desplazaba por la calle paralela alas vías, recibió los impactos de varias esquirlas, una de las cuales dio en la cabeza de un conscripto que viajaba cubierto por una lona y lo dejó momentáneamente ciego. Evacuado hacia la Escuela Nº 18 donde la Agrupación había montado su comando a las órdenes del general Jorge Boucherie, recibió las primeras atenciones y al cabo de unos minutos, recuperó la visión.
Desde La Colonia, población vecina, se podían observar las columnas de humo elevándose al cielo y lo primero que sus moradores pensaron fue en la suerte de los residentes y en los tanques de petróleo repletos que aguardaban en las vías. "Si las bombas los alcanzaron, aquello debe ser un desastre", pensaron los más concientes.
Una hora y media después Río Colorado sufrió un segundo ataque, en esta ocasión a cargo de dos Beechcraft AT-11 que aparecieron volando a baja altura para elevarse unos metros antes del objetivo y lanzar, al menos, ocho bombas que destruyeron varios vagones más y ocasionaron daños en los edificios de la estación y sus adyacencias. A las 19.30 llegó un bombardero pesado Avro Lincoln que ocasionó graves pérdidas en equipos y materiales.


Base Aeronaval Comandante Espora. Personal de tierra monta una bomba en el anclaje de un PBY Catalina (Fotografías: Miguel Ángel Cavallo: Puerto Belgrano. Hora Cero. La Marina se subleva)

PBY Catalina se aproxima a Río Colorado para arrojar sus bombas (Fotografía: Miguel Ángel Cavallo, Puerto Belgrano Horas Cero. La Marina se subleva)

Justiniano Martínez Achaval fue enviado por el comando de la aviación rebelde para llevar a cabo un nuevo raid sobre el Regimiento 3 de Infantería que avanzaba por la ruta que une las localidades de Gral. Lamadrid y Cnel. Pringles. El oficial naval despegó al frente de tres Catalinas y enfiló directamente hacia el objetivo, seguido por sus escoltas. Tanto el jede de la escuadrilla como su segundo numeral llevaban sus miras colocadas, no así el tercero, que antes de lanzar sus bombas, debería estar atento a las indicaciones y señales que su jefe le hiciera, después de cruzar el blanco en dos sentidos para determinar la velocidad y dirección del viento.
Los pesados aparatos se elevaron lentamente uno tras otro y veinticinco minutos después, detectaron el blanco. Ni bien lo hicieron, Martíenz Achaval comunicó por radio que se lanzaba al ataque y enseguida bajó la nariz para iniciar el descenso. Su copiloto, Guillermo Walter Mackinlay se hallaba aferrado a los mandos, atento a todos los detalles mientras desde tierra les empezaban a disparar con furia.
Una de las trazadoras perforó el fuselaje de Martínez Achaval y pasó ardiendo entre él y su copiloto, sin alcanzarlos. Un segundo proyectil dio cerca del tanque de combustible y un tercero perforó en el timón, sin mayores consecuencias; “Nos miramos a la cara: estábamos vivos”, le explicaría Martínez Achaval a Isidoro Ruiz Moreno cuatro décadas después*.
Las aeronaves llegaron volando lo más cerca posible una de otra y a muy baja altura, y de esa forma arrojaron sus bombas y alcanzaron el blanco, provocando serios daños a las unidades del Ejército cuando repelían el ataque.
Pero entonces ocurrió algo que llenó de furia al jefe de la escuadrilla.
De manera sorpresiva, antes de llegar al objetivo su piloto efectuó un viraje, se elevó y se alejó presurosamente, desprendiendo sus bombas cuando se hallaba a gran altura. La actitud de aquel hombre enfureció a sus compañeros, especialmente a Martínez Achaval quien, fuera de sí, lanzó una imprecación.

-¡Cuando lleguemos, a ese lo mato!

Después de lanzar sus bombas, Martínez Achaval hizo un pronunciado giro y seguido por el único escolta que le quedaba, se dirigió de regreso a la base, donde aterrizó veinticinco minutos después. Una vez en tierra, se desabrochó el cinturón de seguridad, abandonó la cabina y descendió del aparato.
Hecho una furia, le dio una serie de indicaciones a los operarios y casi enseguida se encaminó hasta el hangar, en espera del desertor. Al llegar al lugar ordenó al personal técnico que se retirase y esperó.
El primero en aterrizar fue el avión Nº 2 y cuando el tercer Catalina tocó pista, Martínez Achaval envió a un mecánico con la orden de que el piloto se presentase ante él, sin pérdida de tiempo. Según Ruiz Moreno, Guillermo Mackinlay se quedó junto a él para evitar que cometiera una locura.
Mientras el desertor se aproximaba, Mackinlay pidió a Martínez Achaval que se serenara y que hablara con calma. El oficial le respondió que con un tipo así no podía mantener ningún diálogo y le puso como ejemplo al Sargento Cabral, cuyo comportamiento en el campo de batalla había sido tan diferente.
Cuando el desertor llegó al hangar, Martínez Achaval, lo increpó duramente, mientras Mackinlay lo sujetaba del brazo:

-¡Usted traicionó mi confianza. Usted traicionó a la Aviación Naval y a toda la Marina! ¡Mándese a mudar de aquí, desaparezca de la base inmediatamente. No quiero volver a verle  la cara nunca más!5.

El piloto no dijo nada; simplemente se sonrojó y tras permanecer unos segundos allí parado, se retiró en busca de sus pertenencias.
No lejos de allí, el Regimiento 3 de Infantería “restregaba sus heridas” y evaluaba los daños en cercanías de las sierras cuando se produjo un nuevo ataque.
Su segundo comandante, el teniente coronel César Arrechea, vio a los North American desde el interior del camión en el que recorría las posiciones, acompañado por su ayudante, el sargento primero Roque Arturo Negro. Viendo venir el peligro, Negro gritó a su superior que se bajara y corriera en busca de cobertura, pero Arrechea, preocupado por la suerte de aquel, le dio un fuerte empujón y lo arrojó fuera, en el preciso momento en que los aviones comenzaban a batir la zona.
Una vez fuera del camión, Negro y Arrechea se dirigieron velozmente hacia un grupo de matas con la firme determinación de ponerse a cubierto pero las ráfagas alcanzaron de lleno al primero, provocándole graves heridas.
Desesperado, Arrechea lo vio caer y deteniendo su corrida, volvió sobre sus pasos para socorrer a su subalterno. El suboficial presentaba impactos en todo el cuerpo y manaba mucha sangre por las heridas cuando Arrechea, profundamente apesadumbrado, se agachó sobre él y le tomó la cabeza pidiéndole que resistiera. Todo fue inútil. El valeroso soldado murió en sus brazos cuando pronunciaba el nombre de su pequeño hijo.
Las ráfagas de los North American también abatieron a los soldados Lafarciola y Fermia e hirieron gravemente a otros catorce efectivos, seis de los cuales eran oficiales y los ocho restantes, conscriptos.
Los aviones descargaron sus bombas de 50 kg alcanzando a varios vehículos del regimiento mientras volaban a baja altura, con total desprecio de sus vidas.
El ataque fue cruento y efectivo. Las avanzadas del Ejército tuvieron que desplegarse por el terreno abandonando sus vehículos y piezas de artillería para evitar ser blanco fácil. Sin embargo, alcanzaron a responder la agresión con fuego reunido de ametralladoras, fusiles y pistolas sin causar el más mínimo daño a los cazas.
El castigo que sufrió el 3 de Infantería en esta nueva oportunidad fue tremendo. Cuando el coronel Quinteiro que encabezaba el grueso de la columna, llegó al lugar, se encontró con un cuadro realmente desolador.
Lo primero que hizo fue asistir a los heridos, ordenando su traslado al hospital de la cercana localidad de Laprida mientras el grueso del regimiento marchaba hacia Gral. La Madrid, donde acamparían cerca del mediodía.
En aquella localidad, Arrechea intentó adquirir cajones para depositar los cuerpos de los efectivos muertos pero sus gestiones fueron vanas. Según su relato, la población les era hostil e hizo lo posible por dificultar su estadía. Recién en Cnel. Pringles consiguieron féretros, a pesar de que allí también los sentimientos contra el gobierno eran sumamente marcados.
El Regimiento procedió a incautar todo el combustible que pudo pero el mismo resultó insuficiente, y el tema que comenzó a preocupar seriamente a sus jefes.


Las tropas leales acampaban entre Laprida y Pringles y reponían fuerzas consumiendo su ración cuando un suboficial se acercó a Arrechea para informarle que en la estación del ferrocarril de la última población mencionada tenía un llamado del teniente coronel Francisco Tellechea, oficial del Estado Mayor.
Una vez al teléfono, Arrechea recibió la orden de abandonar tanques y camiones en ese punto porque los mismos iban a ser conducidos hasta Tornquist por un tren que estaba próximo a arribar, y desde ese punto el Regimiento iniciaría el avance final sobre Puerto Belgrano.
La directiva sorprendió al oficial porque tratándose de infantería motorizada, abandonar los vehículos significaba perder capacidad operativa y quedar a merced de la aviación enemiga, hallándose como se hallaban, dentro de su radio de acción6.  
Arrechea planteó sus reparos y por esa razón, Tellechea le pasó con su jefe, el general Francisco Antonio Imaz, a cargo del Estado Mayor. Arrechea hizo lo mismo, pasando el tubo al coronel Quinteiro, y así se generó entre ambos, un diálogo agrio y cortante.

-No voy a cumplir la orden - dijo Quinteiro después de escuchar a Imaz.
-Usted se hace responsable de las consecuencias – respondió aquel.
-Me hago responsable, pero a esa orden no la cumplo.
El general Imaz cortó visiblemente molesto y unas horas después, el Regimiento 3 de Infantería reanudaba la marcha con destino al sur. Su avance fue una verdadera odisea con la Aviación Naval hostigándolo permanentemente con bombas de 50 kilogramos y ráfagas de 20 mm a lo que solo pudieron oponer fuego de piezas antiaéreas, muy poco efectivo, dada la velocidad de los AT-6.

El 18 de septiembre la Aviación Naval efectuó 264 salidas de combate, sin contar las misiones de exploración sobre las localidades de Tandil, Azul, Olavarría, Tres Arroyos, General Pico, San Antonio Oeste, Villa Iris, Stegmann y Dufaur. Durante las mismas, se detectaron numerosos vehículos abandonados a la vera de los caminos, la mayoría camiones y ómnibus empantanados o destruidos por el fuego aéreo y numerosas señales del avance enemigo.
Semejante esfuerzo se hizo sentir. Las fuerzas rebeldes comenzaron a experimentar síntomas de agotamiento, las bombas de 50 kg empezaron a escasear y el combustible también, echo que el capitán Rial comentó a sus pilotos, sumamente preocupado. Y no era para menos ya que las tropas peronistas continuaban su avance a solo 80 kilómetros de las bases.

Comenzaba a caer la tarde cuando el teniente Hussey, recién llegado de Bahía Blanca, fue abordado por su par, Juan Vassallo quien le propuso una salida de exploración en busca de Estivariz y sus hombres. Decididos a dar con el paradero de sus compañeros, abordaron sus respectivos aviones y partieron, Hussey acompañado por Jorge Irigoin, sumamente preocupado por la suerte de su hermano.
Las aeronaves se dirigieron velozmente hacia Sierra de la Ventana, sobrevolando el área comprendida entre Tornquist y Saavedra, sin encontrar ningún rastro. Regresaron a Espora embargados por la angustia aunque con alguna esperanza todavía de que los aviadores se encontrasen con vida.
Mientras tanto, otras patrullas daban cuenta de que el avance gubernamental comenzaba detenerse, noticia que despertó grandes expectativas en el alto mando rebelde. Sin embargo, como se dijo anteriormente, sus fuerzas daban señales de agotamiento y ante la amenaza que representaban los regimientos enemigos a solo 80 kilómetros del dispositivo de defensa, los comandantes Perren y Rial pusieron en marcha un plan para evacuar a las familias del personal militar que vivía allí, a efectos de preservarlas del inminente ataque. Se elaboró además un ambicioso plan que consistía en cruzar a la cercana Isla Verde, frente a Bahía Blanca, para operar desde allí contra el ejército leal en un último esfuerzo por defender la revolución. A tal efecto, fueron alistados los buques “Ingeniero Iribas”, “Juvenal” y el BDT Nº 14, que aguardaban listos en las radas para poner en marcha la operación.
Las familias de los militares, abordaron varios ómnibus de la Marina y a bordo de los mismos se trasladaron hasta el hotel de Bahía Blanca, donde fueron alojadas. Mientras esto acontecía en ambas bases, el equipo de demoliciones del teniente de navío Jorge Yódice, voló el paso a nivel de la ruta que unía Tornquist con Bahía Blanca, a la altura de La Vitícola[7] mientras en Bahía Blanca y Punta Alta se efectuaban detenciones tendientes a neutralizar actos de sabotaje. Al mismo tiempo, efectivos rendidos del Regimiento 5 de Infantería que todavía se hallaban en sus cuarteles, fueron trasladadas hacia Espora y Puerto Belgrano.
Se aguardaba el ataque peronista de un momento a otro. La incertidumbre reinaba por todas partes y la angustia comenzaba a hacer mella en el ánimo de muchos de los protagonistas de esta historia, entre ellos dos oficiales de más alto rango quienes, para sorpresa de todos, se presentaron con sus valijas, listos para abordar el primer ómnibus a Bahía Blanca.
En tales circunstancias, a las 17.40 de aquel 18 de septiembre, el comandante de Espora, capitán de navío Jorge Perren, envió al almirante Rojas el siguiente comunicado: “Base rodeada por fuerzas superiores. Inicio evacuación mujeres y niños. Requiero muy urgente regreso ‘9 de Julio’ para cooperar con la defensa”.
Oscurecía en el sur mientras proseguían los desesperados ataques para detener el avance de las fuerzas leales que continuaban su avance implacablemente. Sin embargo, dada la escasez de combustible y municiones, las incursiones aéreas a hacerse cada vez más espaciadas y menos efectivas. En una de ellas, el teniente de corbeta Jorge Priano arrojó una bomba sobre una tropilla de caballos, matándolos a todos. “…le tirábamos a todo lo que se movía” dijo varios días después, al relatar los hechos.
La noche cayó con la certeza de que a la mañana siguiente los tanques gubernamentales se presentarían frente a las bases navales y atacarían por lo que, como última medida, se dispuso descarrilar otra locomotora a 80 kilómetros de Río Colorado.
Cerca de las 22.00, el general Lonardi se comunicó con Rial para preguntar cual era la situación en el sur. La respuesta lo dejó sumamente preocupado pero las palabras que seguidamente pronunció el oficial naval, le devolvieron algo de esperanza.

-No se rinda mi general. La Marina va a seguir luchando hasta las últimas consecuencias.

Lo que Rial ignoraba, era que el general Lonardi en ningún momento había pensado capitular.


Vista aérea de Río Colorado

Una de las bombas ha hecho impacto en un vagón de petróleo detenido en la estación de Río Colorado


Los destrozos en Río Colorado después del bombardeo de la Aviación Naval (Fotografía: Miguel Ángel Cavallo, Puerto Belgrano Horas Cero. La Marina se subleva)


Vagones destruidos en Río Colorado (Fotografía: Miguel Ángel Cavallo, Puerto Belgrano Horas Cero. La Marina se subleva)

Arden vagones de petróleo en Río Colorado (Fotografía: Isidoro Ruiz Moreno, La Revolución del 55, Tomo II)

Notas

  1. Isidoro Ruiz Moreno, op. Cit., p. 236
  2. Ídem, p. 237.
  3. Rodolfo J. Walsh, "Aquí cerraron sus ojos", Revista "Leoplan", octubre de 1956, Bs. As. pp. 46 y ss.
  4. Ídem.
  5. Isidoro Ruiz Moreno, op. cit, p. 240.
  6. El radio de acción de la aviación rebelde era de 150 kilómetros en torno a Punta Alta.
  7. El equipo estuvo custodiado por una sección de Infantería de Marina a cargo del teniente de navío Luis Arigotti

martes, 20 de junio de 2017

Argentina: El bombardeo de la Plaza de Mayo

El día en que los militares argentinos bombardearon la Plaza de Mayo
El 16 de junio de 1955, un fallido golpe de Estado contra Perón dejó más de 300 civiles muertos en el centro de Buenos Aires
Federico Rivas Molina | El País


Casi 20 años antes del bombardeo a La Moneda en Chile, que terminó con el presidente Salvador Allende muerto y Augusto Pinochet en el poder, otro ataque más sangriento pero menos conocido intentó matar al presidente Juan Domingo Péron en Buenos Aires.


El 16 de junio de 1955, hace hoy 62 años, Buenos Aires vivió la única escena de guerra de su historia. No fue contra un enemigo externo. 34 aviones de la Fuerza Aérea y la Marina argentina bombardearon a la población civil que se encontraba en ese momento en Plaza de Mayo. Querían asesinar al general Juan Domingo Perón en su despacho de la Casa Rosada. Fue una masacre: las bombas estallaron sobres transeúntes, autos y trolebuses que se movían por el centro de la ciudad en un mediodía como cualquier otro. Mujeres arropadas de invierno, niños que se dirigían a la escuela y oficinistas fueron objetivos de los militares. Perón no cayó ese 16 de junio, pero sí tres meses después, en septiembre, cuando inició un largo exilio en España. El triunfo de la Revolución Libertadora, como la llamaron los golpistas, y el profundo antiperonismo que se instaló durante décadas en Argentina silenciaron el número y el nombre de los muertos.


 Autos y buses en llamas tras el bombardeo a la Plaza de Mayo el 16 de junio de 1955.

En 2009, una investigación del Archivo Nacional de la Memoria (ANM) determinó que el bombardeo a Plaza de Mayo y otros puntos del poder peronista, como la sede de la Confederación General del Trabajo (CGT), dejó 308 muertos. Pero el documento advirtió que a esa cifra debía sumarse “un número incierto de víctimas cuyos cadáveres no lograron identificarse, como consecuencia de las mutilaciones y carbonización causadas por las deflagraciones”. Los historiadores elevan a 364 los muertos, además de casi 800 heridos. Sólo 12 de las víctimas estaban dentro de la Casa Rosada, donde impactaron 29 bombas. “El resto de las bombas, proyectiles y fusiles semiautomáticos FN de fabricación belga que los infantes de Marina estrenaron ese día estuvieron dirigidos a la población”, según el informe del ANM.

 Azotea de la Casa Rosada tras los bombardeos.

Buenos Aires amaneció nublada y fría el 16 de junio de 1955. Un comunicado oficial anunciaba un acto en homenaje a Perón que debía incluir el sobrevuelo de “aviones Gloster Meteor de las unidades caza-interceptoras de la Fuerza Aérea Argentina” sobre la Catedral, ubicada frente a la Plaza de Mayo y en diagonal con la Casa Rosada. Pero lo que a las 12.40 sobrevoló el lugar fue un avión Beechcraft, el primero de las 34 que bombardearon el centro de la ciudad durante casi seis horas. Las dos primeras bombas de 100 kilos cayeron sobre la sede del Gobierno y el ministerio de Hacienda, ubicado enfrente. La tercera explotó sobre un trolebús cargado de pasajeros. Todos murieron en el impacto.

Los golpistas se dirigieron entonces a la sede de la CGT, el departamento de Policía y la residencia oficial de Perón, en Palermo. Hacia las cuatro de la tarde volvieron con más bombas y fuego de metralla sobre la Casa Rosada. El golpe no tuvo éxito en su objetivo de matar a Perón, que alertado por las fuerzas leales se había refugiado en el ministerio de Guerra, a 200 metros del lugar. Y si no hubo una masacre aún peor fue por la determinación de Perón de considerar al golpe una cuestión a resolver “entre soldados”.


 Víctimas civiles del bombardeo de los golpistas.

Advertido de que los sindicatos se estaban reuniendo en la CGT para marchar hacia el centro, dio la orden de replegarse. “Usted vuelve a la CGT y comunica, de parte del presidente de la Nación, que a la Plaza de Mayo no debe concurrir ni un solo hombre. Si estos asesinos, para matarlo a Perón, están bombardeando impunemente la ciudad, no les va a temblar la mano para hacerlo sobre un montón de obreros. Éste es un enfrentamiento entre soldados y, si caemos, caeremos entre soldados”, le dijo Perón a un mensajero.

El Golpe fue dominado y los cabecillas huyeron hacia Montevideo en los mismos aviones con que habían bombardeado Buenos Aires. Tres meses después de la masacre alcanzaron el éxito y la mayoría de los protagonistas de junio ocupó cargos importantes en el nuevo Gobierno. Nunca hubo detenidos ni nadie pagó por los muertos. El saldo político del bombardeo sólo puede medirse en décadas. La escalada de violencia y la guerra entre peronistas y antiperonistas duró casi 30 años, con un punto en marzo de 1976, cuando la Fuerzas Armadas derrocaron a Isabel, viuda de Perón. La masacre de Plaza de Mayo es historia, pero la disputa que le dio origen aún figura en el ADN de la política argentina.

sábado, 21 de mayo de 2016

Cazabombarderos: El F-16A en la FAV

Los Dragones Venezolanos 
por Luis Puesan e Ivan Peña | 01-Jan-06 

 

La política de los Estados Unidos en vender sofisticados sistemas de armamento a Latino América ha sido muy conservadora al mismo tiempo selectiva. El gobierno de Estados Unidos, después de la Segunda Guerra Mundial, ha permitido a muy pocos países latinos comprar aviones de primer orden; en los pocos casos donde han permitido la venta tienen muchas limitaciones que no son concebidas en compras de aviones similares de otros orígenes. Cabe de señalar que la mayoría de los aviones militares de origen norteamericanos utilizados por las fuerzas aéreas latino americanas han sido de segunda mano. No obstante, muchas de las pocas ventas de aviones de primer orden venidos han tenido que enfrentarse en batallas cámpales de negociaciones entre los gobiernos solicitantes, el fabricante que quiere ganarse el negocio contra la actitud de recelo a Latino América de los congresistas norteamericanos influyentes en la aprobaciones de ventas de armas, muchos de ese resentimiento tiene connotaciones de carácter racista. Muchos de los políticos norteamericanos argumentan que las intenciones de Estados Unidos son más bien para prevenir una carrera armamentista entre gobiernos latinoamericanos. Pero al mismo tiempo no se oponen en vender sistemas ya anticuados a países con conflictos como por ejemplo Perú, Colombia, Chile y Ecuador todos usan aviones A-37B Drangonfly. A esos países también se les han vendido el mismo avión de combate a través de la historia como es el caso del P-47D Thunderbolt después de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, esta política norteamericana de limitaciones de sistemas de armamento de alta tecnología esta trabajando en contra de los Estados Unidos. Casi todos los países Sudamericanos han comprado sus aviones de combates en países donde no están sujetos a estas restricciones aun así estos prefiriendo los aviones norteamericanos. Los gobiernos latinos han podido encontrar un mercado de sistemas similares a los norteamericanos en Europa, Israel y últimamente Rusia, en algunos casos a más bajo precio. 
 
Unidad 2337 en 2003. Foto de Ivan Peña 

Los Estados Unidos comienzan a cambiar esa política cuando recibe una solicitud de interés de compra de aviones F-16 por parte del gobierno de Venezuela sometida por el fabricante General Dynamics ante el Congreso norteamericano. La Fuerza Aérea Venezolana ya estaba estudiando el re-emplazo de su flota de aviones franceses Mirage III y 5. Una comisión de oficiales de alto nivel estudio de antemano las opciones que tenia Venezuela en ese entonces. Entre los aviones evaluados se encontraba el israelí IAI Kfir C-2, los franceses Dassault Mirage 50 y Mirage 2000, y por ultimo el General Dynamic F-16A Fighting Falcon. Los tres primeros aviones básicamente eran sistemas que los pilotos y mecánicos de la FAV estaban familiarizados porque todos eran basados en el Mirage IIIE de una forma u otra. El F-16 representaba lo mejor para las ambiciones militares venezolanas. 

 
Foto de Luis A. Garcia 

En Febrero de 1977, el presidente Carter anuncia una nueva política de transferencia de armas en un intento de reducir la proliferación de armas en el mundo. En esta política nueva, los fabricantes de armas norteamericanos no podían vender a gobiernos extranjeros con la misma capacidad de tecnología que los usados en el inventario norteamericano, con excepción de 4 países de la NATO e Israel. Originalmente el gobierno norteamericano se negó en ceder el F-16 a Venezuela cuando se hizo la primera solicitud. Pero por fortuna, el Pentágono propuso la creación de una propuesta para el programa FX Export Fighter (Caza de Exportación) siguiendo el modelo del programa que dio a la creación del caza F-5. 
El programa de Caza de Exportación FX contemplaba un avión con capacidad de maniobra, costo y efectividad entre el F-5E y el F-16A, capaz de ser un avión de múltiple uso incluyendo el rol de misiones aire-aire pero con limitado capacidad de ataque. Otra de las especificaciones era que su alcance y capacidad de carga de armas tenia que ser substancialmente inferior a la versión norteamericana o cualquier caza en el inventario de la USAF; y su mantenimiento y uso debería ser fácil de mantener para una fuerza aérea del tercer mundo sin mucha capacidad técnica. 

 
Foto de Luis A. Garcia 
Una de las provisiones que este programa había concebido (y que mas tarde jugaría un papel importante en las relaciones de los Estados Unidos y Venezuela), era que el avión no podía ser mejorado sin la ayuda o permiso de los Estados Unidos. Condiciones similares a estas aun fueron ejercidas en el contracto de venta. El Departamento de Defensa no tenía las intenciones de ser el auspiciador directo del programa, por lo que el desarrollo del caza de exportación FX dependería enteramente de la empresa que tomara el riesgo de fabricar el avión. 
 
Foto de Ivan Peña 

Los aviones que compitieron para ese programa fueron, el Northrop F-5G/F-20 y el General Dynamic F-16A/79. Este último era una versión bastante degradada de la existente versión de exportación del F-16, motorizado con las turbinas General Electric J-79-17X. Esta turbina es la misma turbina usada en las últimas versiones del McDonnell Douglas F-4E/F Phantom II pero con un empuje extra, esta fue adoptada en el avión israelí IAI C-7 Kfir. En noviembre de 1979 se anuncio que General Dynamic gana el concurso. 
Para comparar la potencia de esta turbina con la F100 de los F-16 de la época tenemos que estas rendían unas 17900 libras de empuje de potencia con comparación a 23,830 libras de la turbina F100. La turbina cuando era sobrecargada en velocidades extremas, el empuje hacia que la nariz del avión se inclinara ligeramente aumentando la temperatura del escape de calor de la misma a 100° F (56° C). Aun que esta impresionante empuje adicional, la turbina J-79 era mas inferior y solo la fuerza extra podía ser usada por un corto periodo. Pero la parte negativa de la turbina J-79 era su alto consumo de combustible cuando el avión aceleraba a velocidad militar . Su consumo era mucho mayor que la turbina F-100. 
La turbina J-79 debió ser modificada para ser adaptada al sistema hidráulico y compuertas internas del F-16. Un total de tres turbinas J-79-17X fueron construidas. La primera fue consumida en 60 horas de vuelo en intervalos de 5 horas a velocidades de dos veces la velocidad del sonido. La designación de la turbina cambia a J79-GE-119. 
Debido a que la turbina J-79 requería menos flujo de aire que la turbina F-100, la toma de aire del F-16A/79 fue modificada acorde. Y además el largo del avión fue aumentado debido a que la turbina J-79 es 18 pulgadas (46cm) mas larga de esta forma el fuselaje trasero del avión fue extendido. 

 
Foto de Ivan Peña 
El costo del F-16/79 fue proyectado a ser un millón de dólares menos que el F-16A estándar. En 1980 el precio del avión fue calculado en 8 millones de dólares. El costo del desarrollo del avión F-16/79 fue de 18 millones repartiendo el costo entre General Dynamic y General Electric. 
No se llevo a cabo ninguna prueba de la estructura del fuselaje ya que este era prácticamente un F-16 degradado pero significantemente más pesado y con una señal de calor infra-roja mucho mayor. Su nivel de vuelo y maniobrabilidad era muy inferior al F-16 estándar. El primer vuelo fue el 29 de octubre de 1980. 
El F-16/79 fue ofrecido a Venezuela en sustitución de los F-16A/B ordenado originalmente. Un equipo de evaluación de la Fuerza Aérea Venezolana voló el F-16/79 en febrero de 1981. El gobierno de Venezuela no acepto las condiciones de venta de este avión pero las condiciones norteamericanas cambian después que el presidente Ronald Reagan entra a gobernar los Estados Unidos. 
 
Foto de Ivan Peña 

Hubo varios sucesos en el ámbito político que favorecieron la venta de los aviones F-16A/B bloque 15 con turbinas F-100 a Venezuela. El primero de estas fue la elección del Presidente Ronald Reagan como señalamos, y con el la nueva retórica de enfrentar con mano dura al bloque soviético; rompiendo así la continua política norteamericana de no vender armas de primer nivel a países del Tercer Mundo amigos a los Estados Unidos en especial Latino América. El segundo suceso fue el avance político y militar que el régimen comunista de Cuba en especial en el aérea del Caribe y Centro América; junto con la adquisición de los aviones MIG-23/27 y los planes del gobierno sandinista de Nicaragua de alterar el balance militar en Centro América con la posible compra de aviones MIG-21MF, y el posible uso de Cuba o la Unión Soviética de bases dentro de Nicaragua amenazando el Canal de Panamá. La presencia militar cubana en Nicaragua y en varias islas del Caribe, se le sumaba el posible surgimiento de un gobierno pro-cuba en El Salvador, contribuyeron favorablemente a que Venezuela fuera dotada de aviones F-16 para también defender los pozos petroleros en casos de una crisis mundial con la Unión Soviética y los Estados Unidos. El tercer suceso que favoreció a Venezuela, fue la desintegración del Tratado Interamericano de Asistencia Reciproca durante la Guerra de las Malvinas en Mayo-Abril 1982. 
Precisamente en Mayo de 1982, el gobierno de Venezuela firma un acuerdo de venta con General Dynamics, el cual es admitido en el programa de venta militar llamado Peace Delta. 
La Fuerza Aérea de Venezuela veía al F-16 en ese entonces como el arma perfecta. Un avión multi-propósito y a la vez el avión más avanzado de la época en tecnología. La Fuerza Aérea contemplaba mantener ese avión por lo menos 30 años. El acuerdo comprendía la compra de 24 F-16 bloque 15 completamente nuevo, estos se dividían en 18 aviones monoplaza clase A y 6 biplazas clase B. 
El personal venezolano fue entrenado en 1983 en la Base Aérea Luke en Arizona, Estados Unidos, sede de la 311° Unidad de Escuela de Entrenamiento de Caza de la USAF. Entre el primer grupo pilotos de graduados se encontraba el General de Brigada Regulo Anselmo Espin. Fue el primer venezolano certificado en el vuelo del F-16. Aparte de este grupo de piloto, la Fuerza Aérea Venezolana envía a Estados Unidos 54 técnicos que recibieron entrenamiento en la Base Aérea de Luke y en la planta de ensamblaje de General Dynamic (actualmente operada por Lockheed Martin) en Forth Worth, Texas. 
El primero de los aviones fue aceptado por la Fuerza Aérea el 16 septiembre de 1983. El costo de cada avión fue de 25,620,000 dólares. Y el monto total pagado por el gobierno fue de 615 millones de dólares. Los primeros seis aviones aterrizaron en la Base Aérea El Libertador el 15 de noviembre de 1983. Los demás aviones comenzaron a llegar a partir de mayo de 1985. 

(Haga clic aquí para ver la nota completa)

domingo, 9 de agosto de 2015

Guerra aérea: Las guerras libias (Parte 1)

Las Guerras Libias, 1980-1989, Parte 1 
Por Tom Cooper 



Un Exitoso Golpe con Malos Resultados 

En 1969 el Rey Idriz de Libia fue derrocado por un golpe apoyado por la CIA. La razón para el apoyo americano fue una serie de desacuerdos con el régimen anterior. Ciertamente, en ese momento nadie pudo predecir que Libia - bajo el liderazgo de su nuevo dictador, el Coronel Kadaffi - iba a antagonizar con los USA masivamente durante los siguiente años. 

Poco después de trepar al poder, Ghadaffi forzó a los USA y a Gran Bretaña de abandonar todas sus bases y retirar sus tropas estacionadas en el país. En el desorden que prosiguió, Libia contactó a Francia, requiriéndole ayudar para construir bases militares fuertes, una movida mejor ilustrada por un pedido de no menos de 53 cazabombarderos Mirage 5D, 32 interceptores Mirage 5DE (equipados con el radar Cyrano y AAMs R.530F SARH), 10 Mirage 5DR reconocimiento planes, y 15 Mirage 5DD biplazas, enviados en Enero de 1970. Justo antes de este pedido, también un considerable equipo de apoyo, repuestos y armas fueron comprados, así como nueve helicópteros SA.321M Super Frelon, diez SA.316B Alouette IIs, y 12 entrenadores CM170 Magister. Antes del final del mismo año, los libios incluso se las arreglaron para asegurar una compra de 16 transportes C-130H Hercules desde USA. 

 
Mirage 5D libio, uno de los caballitos de batalla de la Fuerza Aérea libia en los últimos 30 años. No menos de 53 fueron comprados a Francia a principios de los 1970s. (Colección de Tom Cooper) 

La inicial Fuerza Aérea Libia (LAF) - pronto pasó a ser renombrada "Fuerza Aérea de la República Árabe Libia" (LARAF) - era una pequeña fuerza, y había inmensos problemas con entrenar suficiente personal para todas estas aeronaves. Por ello, la cooperación con la Fuerza Aérea Egipcia (EAF) fue establecida y esta destacó unos 50 pilotos para entrenar a los Mirages libios. En 1973, algunos de los Mirages y pilotos libios - junto con ejemplares adicionales construido especialmente para Egipto - tomaron parte en la Guerra de Octubre contra Israel, si bien, parece que la mayoría de las misiones de combate voladas por cazas libios fue realizada por egipcios, incluso si las autoridades libias luego reclamaron que no menos de 400 salidas fueron voladas por pilotos de la LARAF durante la guerra. 

El último de los originales 110 Mirage 5s no había aún sido provistos a Libia, cuando los primeros rumores acerca de los inmensos problemas con entrenamiento de los cadetes de la LAF se hicieron públicamente conocidas. Supuestamente, los libios eran estudiantes pobres, lentos y haraganes y pese a el gran número de candidatos, sólo un puñado podía calificar para jets rápidos. Muy pronto, esto forzó a la LAF a tomar a varios instructores extranjeros bajo contrato, y ya en 1971 el primer grupo de pakistaníes estaba trabajando con cuatro unidades libias estacionada en la BAM el-Adem/Gamal Abdel Nasser, la cual se convirtió en la principal base para las operaciones de los Mirage 5 libios. 

De todos modos, en 1974, la LAF ordenó 38 interceptores Mirage F.1s, incluyendo seis biplazas F.1BD, 16 F.1ED (estos estaban equipados „sólo“ con AAMs SARH R.530F y IRH R.550 Mk.1: LARAF nunca tuvo ningún Super 530s), y 20 cazabombarderos F.1AD. Dado que el tipo era nuevo incluso para la FA francesa en ese momento, las primeras provisiones siguieron sólo en Enero de 1978. Un total de tres unidades fueron equipadas con F.1s, y estos fueron inicialmente primero estacionadas en la BAM Okba bin Nafi, cerca de Trípoli. Simultáneamente con este pedido, el ejército libio también compró 20 helicópteros de transporte Meridionali-Boeing CH-47C Chinook, así como diez Cessna O-1 Bird Dogs. 

 
En 1974, Libia fue también uno de los clientes iniciales de los Mirage F.1AD, una variante de ataque simplificada, equipada con sonda de reaprovisionamiento en vuelo y un telémetro láser, 20 de los cuales fueron comprado por la LARAF. (Dassault) 

Durante la Guerra de Octubre, 1973, los libios establecieron contactos con Moscú, y para el resto de los 1970s, así como todos los 1980s, la LARAF se convirtió en uno de los más importantes clientes soviéticos, y una de las más poderosas fuerzas aéreas en África y Mediterráneo. Inicialmente, los libios fueron ágiles en asegurarse la provisión de 14 bombarderos Tu-22B y unos 24 interceptores MiG-23MS. Para el momento en que esto ocurrió, a finales de 1973 y principios de 1974, los libios iban ya por primera vez en rumbo de colisión con los USA, los cuales estaban obviamente curiosos de saber más acerca del desarrollo de la Fuerza Aérea libia. El 21 de Marzo de 1973, por ejemplo, un C-130B-II del 7406th CSS USAF, fue interceptado por cazas libios mientras operaba al Norte de Trípoli, y - de acuerdo con los reportes disponibles - dañado por fuego de cañón en lo que fue un infructuoso intento de hacerle descender por la fuerza en Libia. 

 
Por un período corto de tiempo a mediados de los 1970s, diversos bombarderos de reconocimiento soviéticos Tu-16PP operaron desde Libia - con insignias libias completas! Dos pueden ser vistos mientras carretean desde la previa BAM Wheelus“... (US DoD) 
 
Interceptado incluso antes de su provisión en 1974, estos dos Tu-22Bs fueron interceptados por Phantoms de la USN mientras volaban sobre el Mar Mediterráneo en su camino a Libia. (USN) 

Las decisiones posteriores del liderazgo libio incrementaron el antagonismo con el Occidente. En 1973, Libia anexionó todo el norte de Chad, la llamada „Franja de Aouzou“, y después Kadaffi se convirtió en amigo cercano y apoyo de personajes tiránicos como el dictador ugandés Idi Amin, ó el „Emperador“ centro-africano Bokassa. En 1977, Libia también lucho una corta guerra contra Egipto, y en 1979 apoyó a las tropas de Amin en un intento de ataque contra Tanzania. Finalmente, en 1979, los libios también atacaron Túnez, mientras posteriormente el país estableció intensivos contactos con algo así como 50 diferentes organizaciones terroristas alrededor del mundo. Claramente, más temprano ó después, una confrontación más directa con los USA iba a ser inevitable, especialmente una vez que la nueva administración de presidente Reagan subió al poder en Washington, en 1981. 

Durante la segunda mitad de los 1970s la LARAF recibió grandes cantidades de modernos cazas de construcción soviética. Para 1980, no menos de 143 MiG-23MS’ y MiG-23BNs fueron provistos. 

Interesantemente, la mayoría de estos fueron inmediatamente puestos en profundo almacenaje, justo como un total de más de 80 MiG-25PDs y MiG-25RBs, dado que simplemente no había suficiente personal para cuidarlos y volarlos a todos, pero también porque el régimen libio aprendió de sus experiencias árabe e israelí en 1973, y quiso siempre tener una reserva para el caso de una guerra. También, parece que los soviéticos podrían haber planeado hacer uso de estas aeronaves en caso de una guerra contra la NATO. Simultáneamente, el componente libio de ataque fue también reforzado por aproximadamente 36 Su-20Ms, y unos 60 Su-22M-2/3Ks. Otra vez, una porción de estos fue almacenado para provisión, y obviamente se mantuvo en reserva, así que para el verano de 1981, la LARAF permanentemente voló sólo algo de 155 cazas de todos los tipos. 

Antes que esto llegara a ser así, por directas órdenes del Cnel. Kaddaffi, la LARAF comenzó a "flexionar sus músculos", y cazas libios fueron pronto observados volando operaciones de reconocimiento en las áreas alrededor de Malta, Creta, e incluso el Mar Jónico. Usualmente, no serían interceptados por cazas italianos, americanos, ó de la NATO : en al menos un caso, sin embargo, estuvieron probablemente envueltos en un incidente que permanece un misterio hasta hoy. 

 
No menos de 43 MiG-23MS y MiG-23BNs pueden ser vistos en esta fotografía de reconocimiento de la BAM Benina, cerca de Benghazi, tomada en 1981. (US DoD) 


El Misterio de Ustica 

Una de los posiblemente primeros choques libio-americanos pudo haber pasado temprano en la tarde del 27 de Junio de 1980, cuando, a aproximadamente las 20:59h hora local, el McDonnell Douglas DC-9-15 (C/n 45724/22, construido en 1966, codificado I-TIGI), Vuelo Número 870, propiedad de la aerolínea italiana Itavia, en vuelo desde Bologna (aeródromo Borgo Panigale) hacia Palermo (aeródromo Punta Raisi) sobre Sicília, se estrelló en el Mar Tirreno, entre Ustica y las islas Ponza, afuera de la costa siciliana, unas 80 millas al sur de Nápoles. Nadie de cuatro miembros de la tripulación y 77 pasajeros sobrevivió y los restos se hundieron a una profundidad de unos 3500 metros. 

Tristemente, es un hecho que los accidentes catastróficos con aeronave de pasajero ocurren muchas veces en el año pero, sin embargo aún cuando son trágicos para todos los involucrados y shockeantes para observadores, las razones para la mayoría de ellos pueden ser aclaradas debido a los excelentes métodos de investigación desarrollados en los últimos 30 años. En este caso, desde los primeros momentos luego de la caída esta tragedia fue cubierta bajo espeso velo de secreto por razones completamente desconocidas. En esta caso una entera serie de investigaciones llevadas a cabo por autoridades italiano fallaron en aclarar las razones detrás de la muerte de 81 personas a bordo del DC-9 de Itavia. 

Durante las operaciones SAR, las cuales duraron muchos días, restos flotantes y 38 cuerpos fueron recuperado de área de varias cientos de kilómetros cuadrados. Durante los primer pocos años después del accidente, la evidencia compilada durante las operaciones SAR era la única disponible para la reconstrucción de la tragedia. Como ninguna de esta era conclusiva, varias comisiones formadas durante los 20 años fallaron en encontrar por qué la aeronave se estrelló, excepto que probablemente se rompió en vuelo y la causa de esta fue un misil ó una explosión interna. Sin importar: muy pronto hubo sospechas que el DC-9 había sido derribado y esta visión ha sido expresada fuertemente por mucha gente desde entonces. 


Investigaciones sin Resultados 
Toneladas de papel han sido gastados en el tema: reportes de diario mientras tanto regularmente implicaron a la Fuerza Aérea Italiana, la US Navy, los libios, los israelíes, los rusos - realmente, casi todos - en la tragedia. Incluso el líder libio Khaddafi mezcló la culpa en Estados Unidos, pero no ofreció evidencia. Diversos programas de TV, un film y varios libros fueron publicados, la mayoría de ellos „probando“ la teoría, que el DC-9 fue impactado por un misil aire-aire ó superficie-aire. Al menos ocho diferentes hipótesis fueron presentadas sobre „por qué esto pasó“, comenzando desde algunos explicando que el DC-9 fue derribado por un submarino francés disparando un SAM SM-1 Standard desde una instalación especial en la aleta, que el avión amerizó pero cuando estaba aún a flote unos hombres rana ubicaron cargas explosivas para hacerlo definitivamente hundirse, que cazas americanos ó franceses intentaron derribar el avión en el cual el líder libio Ghaddafi iba en camino, ó que incluso Khaddafi voló con uno de los MiGs, intentando derribar el avión con el cual volaba el presidente americano. 

La principal razón para tales afirmaciones locas son que, que mientras tanto, la investigación oficial estaba detenida en el medio de una extraña serie de problemas y controversias. La primera comisión que trabajó en el caso, dirigida por Santacroce, el fiscal general de Roma, presentó el primer reporte a finales del verano de 1980. Fue documento relativamente decepcionante, de unas 35 páginas de largo. El más importante momento en la investigación hasta ese momento era la pregunta de las bandas con los datos de las observaciones de radar de dicha área. Las bandas del control de vuelo en Ciampino mostraron a saber que poco antes de que DC-9 se estrellara, una aeronave desconocida se le aproximó por el Oeste. Pero, como los datos en las bandas no eran completamente claros, y dado que realmente mostraban tres posibles contactos (pero también posible contactos „falsos“), Santacroce le requirió a al Defensa Aerea Territorialle (DAT) italiano su ayuda. Esta fue una movida lógica dado que los radares de la Fuerza Aérea Italiana eran ciertamente capaces de proveer una mejor imagen de la situación. Extrañamente, todos sus pedidos permanecieron sin respuesta y fueron completamente ignorados por la DAT. Sólo después de algunos insistentes pedidos y ayuda del Ministerio de Defensa italiano, Santacroce finalmente obtuvo el „permiso“ para hablar con la gente que trabajó en el centro de control del DAT responsable para el área donde el accidente pasó. Pero, éstos respondieron no recordar nada y que todas las bandas bandas con registros de esa tarde habían sido arrojadas a la basura! Por ello, la investigación había terminado antes de incluso comenzar, porque una parte de los militares italianos la bloquearon. 

En 1983, uno de los principales matutinos italiano entrevistó a John Transue, asesor de guerra aérea en el Pentágono, quien investigó las cintas remanentes con los registros del radar en Ciampino de esa tarde. Transue afirmó que el objeto volador acercándose al DC-9 tenía las características de un interceptor, que operaba de acuerdo con las clásicas tácticas de intercepción, y que la más pequeña distancia entre éste y el jet de Itavia era ideal para lanzar misiles aire-aire. El americano también remarcó, que la 6ta Flota americana muy probablemente tenía registros de esa noche, pero que hasta ahora nadie de Italia los había requerido, por lo que también fueron destruidos después de algún tiempo. 

Diversas miembros del parlamento italiano y el presidente Cossiga, el cual en 1986 le pidió al Primer Ministro Craxi resolver este enigma de una vez y para siempre, inició la serie final de investigaciones. En 1987, las cortes italianas contrataron a una compañía americana para buscar y recobrar piezas de los restos, así como para proveer un video documentado acerca de ellos. Durante esa empresa, no menos de 5.000 piezas del DC-9 (aproximadamente 65% de el avión), incluyendo los datos grabado de vuelo, fueron recuperado. Los remanentes del avión recuperado y los rastros del radar disponible a los investigadores parecen ser compatibles con el escenario de una aeronave no identificada acercándose desde el Oeste, disparando dos misiles SARH desde una distancia de diez millas náuticas y guiándolos hacia el desafortunado DC-9. 

Entonces, en Septiembre de 1990, el juez italiano Priore acusó a cuatro generales italianos - incluyendo un ex-jefe de la fuerza aérea - por actuar ocultando registros de radar para intentar de cubrir lo que pasó en la noche de Junio 27, 1980. En la acusación, Priore escribió que toda la evidencia de radar (de acuerdo con el así llamado „reporte de radar“) que permaneció indicado que el avión de línea fue impactado por un misil ó hundido en el mar después de virar para evitar un accidente. El también dio crédito a una teoría que un misil se desvió durante un ataque por un caza americano, ó uno de los miembros de la NATO, contra un avión libio que se pensaba transportaba al líder libio Moammar Khaddafi. De acuerdo con Priore, una aeronave militar se interpuso en el sendero de vuelo del DC-9 justo cuando el avión de línea estaba pasando, más probablemente intentando cubrir de volar en paralelo al DC-9. Concluyó que esto debió ser hecho por un avión militar, dado que ningún otro avión civil estaba volando esa ruta en ese momento y en ese lugar. Uno de los generales fue encontrado culpable y sentenciado, sin embargo, aún ninguna explicación sobre lo que pasó fue encontrada. 

 
Reconstrucción del daño causado al DC-9 por posibles impactos de dos AAMs. Luego de examinar los restos de la aeronave, investigadores británicos y suecos se opusieron a la teoría de acuerdo con la cual fue derribado por AAMs, y en vez concluyeron que la razón más probable para la catástrofe era una bomba ubicada en el toilette en la parte trasera de la aeronave. (Luigi di Stefano) 

Actualmente, hay un gran proceso en Italia, envolviendo a más de 2.000 testigos, los cuales debieran finalmente resolver este misterio. Interesantemente, hoy, hay dos muy importantes resultados de las investigaciones llevadas a cabo hasta ahora. La primera versión, apoyada primero por técnicos italianos que trabajaron en la reconstrucción de las partes salvadas de los restos, dicen que el DC-9 fue impactado por dos misiles de guiado semi-activo por radar mientras volaba a su altitud de crucero, 25.000 pies. Uno de los posiblemente dos misiles que impactaron el avión de línea, impactó el fuselaje en frente del ala de estribor, pasó a través de la aeronave y detonó, con los restos saliendo hacia afuera por el lado de la puerta del fuselaje, pero dejando rastros de astillas en diversas diferente partes de los restos. De acuerdo con esta versión, esta detonación arrancó un hoyo grande y diversos pequeños en la lado de la puerta del fuselaje y una violenta descompresión siguió, la cual arrastró a 13 pasajeros, algunos asientos, equipaje y diversas objetos afuera de la aeronave, todos los cuales fueron luego hallados unos 20 kilómetros (15 millas) desde el punto donde el avión impactó en el mar. Más probablemente, así la teoría, ambos misiles fueron del tipo de guiado por radar semi-activo, dado que impactaron en el medio del fuselaje: los misiles guiados por IR hubiesen causado sustancial daño a los motores y el timón de dirección, pero ningún rastro de ello pudo ser encontrado. 

La segundo versión, basada en el trabajo de diversos técnicos independientes de Alemania, Suecia y UK, que produjo el reporte de la „investigación técnica“, contadores que afirman que no hay realmente evidencia que ningún misil impactara la aeronave y que todo el daño fue causado por el choque con el mar, pero apoyan la teoría que el avión realmente se rompió en vuelo, después de haber sido explotado por una bomba puesta en el área del baño trasero (estribor). Supuestamente, la bomba no sólo causó que el techo del avión parcialmente se volara, sino también un motor, otros objetos y 13 pasajeros. Un argumento apoya ambas de estos teorías: ambos registros del grabado de datos de vuelo y grabador de voz de cabina dejaron de trabajar a exactamente la misma hora debido a la desconexión de la fuente de poder. Por ello, no hay no grabaciones de lo que pasó en los últimos momentos del DC-9. 


¿Una tapada? 
Cuando se lee y escucha todos los posibles reportes y teorías acerca esta tragedia publicados hasta ahora, un cosa queda clara desde el primer momento: incluso si el DC-9 se estrelló después que estallara una pequeña bomba ubicada en el área de su toilet trasero, el cielo sobre el Mare Tirreno (Mar Tirreno) pareció ser el lugar donde ocurrió algo muy caótico y misterioso en la noche del 27 de Junio de 1980. Pero, ¿qué y por qué? 

Para la mayoría de los italianos, los resultados de la „investigación técnica“ no satisfacían, primero porque de los resultados del trabajo de sus propios técnicos los cuales hablaban acerca del impacto(s) de misil(es), tanto porque de la „reporte del radar“. Pero, incluso más importante para ellos los siguiente hechos, los cuales no fueron explicados hasta ahora. 

Comenzó en los momentos después que el DC-9-15 desapareció de las pantallas de los controladores de vuelo italianos en Ciampino, sin ninguna señal de problemas previos y sin enviar ningún mensaje de alerta. Luego que diversos llamados desde el control de vuelo permanecieron sin respuesta y el avión no apareció en las pantallas del radar otra vez, el controlador dio la alarma par las salidas SAR desde el aeródromo Ciampino de Roma. Después de contactar a éstos, obtuvo la respuesta que ya iban en camino. Así parece que los equipos de rescate de Ciampino tuvieron el pedido de movilizarse antes que nadie notara lo que observaba el control de vuelo civil. Pero, de acuerdo con los primeros reportes oficiales publicados, esta fue imposible, dado que había ejercicios militares en Licola, los cuales fueron responsables de las misiones SAR en ese área del Mar Tirreno. 

Al contrario, un día después del accidente, el ministro de Defensa italiano realizó la afirmación que permaneció oficial hasta hoy: De acuerdo con ella, no hubo aeronaves italianas, americanas, francesas ó ningún otro miembro de la NATO en la proximidad del DC-9 que se estrelló, y no hubo ejercicios militares en esa área. Dado que oficiales americanos, franceses y de la NATO también fuertemente negaron que cualquier actividad militar tuviera lugar en los cielos sobre Mar Tirreno esa noche. Así, de acuerdo con los oficiales militares, cualquier „error“ de unos pilotos de la OTAN era imposible. De acuerdo con algunos rumores, sin embargo, durante luego investigaciones, alguien encontró que los radares militares grabaron el movimientos de aeronaves de la NATO en el corredor aéreo „Ambra 13 Alpha“ (el triángulo entre Ponza, Ustica y Palermo, donde el DC-9 se estrelló), que se volaron algunos ejercicios de „rutina“. Sin embargo, pareciera que sólo testigos los cuales parecían dispuestos a hablar (ó ya habían hablado demasiado) fueron muertos en una serie de accidentes de tráfico. 

Todos estos hechos aún tal vez podrían ser declarados fantásticos, si no hubiera un grupo de pastores sicilianos, quienes casi un mes después del accidente, el 18 de Julio de 1980, hallaron restos de un jet militar desconocido en el lado norte del Monte Sila de 1929 metros de alto, en el medio de la provincia italiana de Calabria. El cuerpo del piloto estaban aún atado en su asiento de eyección, y en su casco, el nombre del piloto estaba escrito: Ezedin Koal. Los investigadores encontraron que Koal volaba un MiG-23 de la Fuerza Aérea de la República Árabe de Libia. De acuerdo con la siguiente autopsia tenía muerto por lo menos 15 a 20 días. La investigación del restos mostró que el choque fue mayormente probable causado por un misil aire-aire, el cual explotó con mucha proximidad del avión y dañó los tanques de combustible. Inmediatamente, hubo intentos evidentes de las autoridades militares italianas de limpiar todo lo que uniera este incidente con la caída del DC-9. Fue explicado que el avión se estrelló mientras el piloto intentaba desertar a Italia. Sin embargo, nadie intentó explicar oficialmente como pudo un piloto libia de MiG-23 volar tan profundo en el espacio aéreo italiano, sin ser detectado por ningún radar de italiano y de la NATO en la vecindad ó por qué un dañado MiG-23 libio golpeó el lado norte una montaña en Calabria, si el piloto intentó desertar desde Libia? Interesantemente, mucho después, en 1997, uno de periódicos de Italia afirmó que no menos de 30 cazas diferentes estuvieron envueltos en el accidente del DC-9 ó al menos volaron en la vecindad en ese momento, todos los cuales con sus IFF- y transponders de radar intencionalmente apagados para evitar ser identificados por un controlador de vuelo civil. 


¿Qué pasó sobre Ustica? 
Técnicamente, el autor de esta artículo es un observador externo y no envuelto en ninguna investigación concerniente a la catástrofe del Vuelo 870, sin embargo, ha seguido la controversia rodeando la historia por años, intentando compilar tanto material como sea posible. La historia presentada aquí es seguramente ningún esfuerzo para "resolver el misterio", sin más bien una compilación de las interesantes versiones de lo que pudo haber pasado con el DC-9. 

Las tensiones entre Washington y Trípoli eran ya altas cuando en la noche de 27 de Junio de 1980, supuestamente un avión con el presidente americano Carter debiera haber volado sobre el Mediterráneo, y cruzar el Mar Tirreno. También supuestamente, aproximadamente en el mismo espacio aéreo una aeronave desconocida con el líder libio abordo iba en camino, llevando a Khaddafi de vuelta de una visita a Europa Oriental. Hay también rumores, que hubo algunos ejercicios de fuego vivo de la Fuerza Aérea Italiana y la Armada francesa sobre Sicilia en la misma noche. De cualquier modo, una buena parte de las bases italianas y de la NATO estaban en condición alerta, como usualmente cuando altos políticos están transitando sus áreas ó había ejercicios de fuego vivo. Más probablemente alrededor de las 20:45h hora local tanto los radares en diferentes bases italianas ó de la NATO, ó en los barcos de la 6ta Flota americana, detectaron uno ó dos aeronave no identificadas primero cruzando Sicilia, y luego acercándose hacia Roma. Después de muchas alarmas se dispararon en diferentes aeródromos - y posiblemente uno de los portaviones franceses el cual tomaba parte en los ejercicios de fuego vivo - diversos aeroplanos de la NATO - es imposible decir si Starfighters italianos, F-8 Crusaders ó Super Etendards franceses, Mirage F.1s ó Phantoms españoles, F-4 Phantoms ó incluso F-14 Tomcats americanos (en ese momento, dos portaviones americanos estaban en el Mediterráneo, el USS Saratoga CV-60, con el CVW-3 abordo y el USS John F. Kennedy, con el CVW-1 abordo) - despegaron e intentaron interceptar a los intrusos: probablemente MiG-23MS libios. Esta desmejorada versión de exportación no era tan moderna como los originales MiG-23Ms soviéticos, de todos modos, ofrecía un alcance que era suficientemente largo para alcanzar Nápoles despegando desde Trípoli, y también tenían algunas capacidades de combate nocturno si era volado por pilotos bien entrenados. 

Seguramente, lo que posiblemente siguió permanece desconocida, pero uno de los probables resultados de la caza del MiG-23 fue, que uno de los MiGs detectó al DC-9 y - pensando que había encontrado al avión del presidente de USA - disparó dos misiles de guiado de radar semi-activo K-13R/AA-2-2 Atoll los cuales alcanzaron sus blancos, antes que fuese derribado y los restos se estrellaron - casi intactos - en el Monte Sila. 

Otra posible versión, sin embargo, es que ambos libios fueron derribados por cazas de la NATO. Un MiG-23 se retiró, mientras el otro tuvo muchos cazas de la NATO en persecución en caliente detrás de su espalda. Huyendo en la oscuridad, el piloto libio finalmente se acerco al DC-9 e intentó escapar volando sólo a unos metros debajo del avión de línea. Posiblemente, uno de los pilotos que lo estaban buscando finalmente tuvo un buen contacto de radar, viró y disparó dos misiles. De lo que la investigación mostró hasta ahora, es imposible de decir cuál de estos tipos alcanzó a la aeronave de línea, R.530s franceses, AIM-7 Sparrows americanos, Aspides italianos (principal armamento de los F-104Gs de la IMI) ó de construcción soviética AA-2-2 Atolls guiados por radar? Probablemente dos impactaron al DC-9. La cabina de pasajeros fue fuertemente dañada, causando una súbita descompresión a alta nivel. Partes del fuselaje se separó y - de acuerdo con reportes oficiales- siete minutos luego el avión finalmente se estrelló en el mar. Los MiG no pudieron hacer mucho más luego, dado que la explosión también dañó sus tanques de combustible, causando una catastrófica pérdida de combustible. Con la mayoría de sus sistemas dañados el piloto libio finalmente se volvió desorientado y voló hacia el Monte Sila. Fue el fin de una posible aventura, el sentido del mismo ciertamente permanece un misterio. 

Más Preguntas sin Respuestas 
Lo que sea que haya pasado en al noche del 27 de Junio de 1980, después USA se sintió compelida a enviar sus aeronaves de reconocimiento más cerca de Libia, dentro del Golfo de Sidra, a fin de ser capaz de monitorear las operaciones de la Fuerza Aérea libia (LARAF) más cercanamente. Apenas tres meses después, el primer accidente serio entre aviones de reconocimiento americanos y cazas libios fue reportado, cuando el 16 de Septiembre de 1980 un RC-135U de la 55ta SRW fue interceptado por lo que se reportó hasta 15 interceptores libios Mirage F.1ED y MiG-23MS. Supuestamente, sólo el rápido arribo de diversos Phantoms de la US Navy detuvo a los libios de derribar a la aeronave de ELINT. A primera vista, pareciera que este y otro similar incidente apenas un mes después, sin embargo, no estaban en una conexión directa con lo que le pasó la DC-9 italiano. 

Uno puede sólo preguntar que clase de terrible verdad está detrás de toda esta tapada y por qué fue necesaria para oficiales italianos de alto rango de peligrar sus carreras, proveer verdades a medias y desinformaciones? ¿por qué fue la fuerza aérea italiana lista a perder tanto de su credibilidad en este caso? ¿Por qué algunos de los cazas de la NATO intentaron interceptar a un intruso desconocido pero finalizó golpeando al DC-9? ¿Fue realmente un avión „de ala en delta“ - como uno de los supuestos testigos afirmó - envuelto en este incidente? Ó, ¿fue el avión simplemente perdido por una bomba ubicada en el toilette, como las investigaciones más reciente de los restos por un grupo de técnicos internacionales concluyó? 

El hecho, que incluso después 20 años tanta gente en Italia aún le importe lo que realmente pasó, lanzando a las autoridades italianas a iniciar el proceso final de búsqueda por la verdad. Eventualmente sin embargo, las razones para este misterio no va a ser probablemente hallado debido al examen del accidente mismo, pero desde alguna revelación externa que pruebe las razones reales detrás de tal derribo. Los italianos ahora esperan, que este proceso monstruoso hará a alguien hablar. 


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© Traducción EMcL (2007)