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sábado, 27 de abril de 2024

Australia: Plan para potenciar el dominio aéreo

Plan de Australia para potenciar el dominio aéreo



Los aviones F-35A Lightning II de la Fuerza Aérea recibirán mejoras en letalidad y capacidad de supervivencia en el marco del plan de financiación del Gobierno (foto: Fuerza Aérea de EE. UU.)

La Fuerza Aérea tendrá ataques mejorados y opciones de movilidad aérea a través del noreste del Océano Índico hasta el Pacífico, gracias a los grandes compromisos de financiación en el Programa de Inversión Integrada 2024. 

Se destinan entre 28.000 y 33.000 millones de dólares a reforzar las capacidades de la RAAF para apoyar la nueva estrategia de Defensa de disuadir a posibles adversarios de actuar contra Australia, así como a proporcionar vigilancia aérea de los accesos marítimos. 

Más de 10 mil millones de dólares se destinarán a la movilidad aérea, centrándose en la adquisición de 20 aviones Hércules C-130J para reemplazar la flota actual de 12 aviones Hércules de modelos más antiguos.

Australia adquirió 20 C-130J Super Hercules para reemplazar 12 modelos más antiguos (foto: Aus DoD) 

Se estima que entre 10 mil y 12 mil millones de dólares continuarán mejorando los aviones de combate para mitigar las amenazas y mantener la interoperabilidad con socios y aliados. 

Esto incluye mejoras en letalidad y capacidad de supervivencia para el F-35A Lightning II, el F/A-18F Super Hornet y el EA-18G Growlers. 

Entre 5.000 y 7.000 millones de dólares se destinarán a armas de ataque lanzadas desde el aire, incluido el desarrollo de misiles hipersónicos.

Compañero leal del MQ-28A Ghost Bat (foto: Boeing Defense)

Una inversión de más de 4 mil millones de dólares ayudará a desarrollar y adquirir sistemas aéreos no tripulados, incluido el MQ-28A Ghost Bat.

La siguiente etapa de desarrollo del MQ-28A Ghost Bat ya está aprobada, que avanzará en la integración del MQ-28A con aviones tripulados y las cargas útiles de misión, el sistema de combate integrado y los sistemas autónomos del MQ-28A.

La inteligencia, vigilancia y reconocimiento aéreos recibirán casi 4 mil millones de dólares para el mantenimiento y las actualizaciones del P-8A Poseidon, la adquisición de un cuarto avión MQ-4C Triton pilotado de forma remota y la entrega de una flota MC-55A Peregrine.

MC-55A Peregrine durante la prueba (foto: Centennial Plane Spotter)

Mucho más de 14 mil millones de dólares en defensa antimisiles se destinarán al sistema conjunto de gestión de batallas aéreas, sistemas de control y alerta temprana aerotransportados y la Red de Radar Operacional Jindalee.

La infraestructura de la base aérea del norte se beneficiará de unos 6.000 millones de dólares, y unos 4.000 millones de dólares se destinarán a reforzar la resiliencia del suministro de combustible. 

La Estrategia de Defensa Nacional y el Programa de Inversión Integrada están disponibles en el sitio web de la Estrategia de Defensa Nacional


jueves, 9 de marzo de 2023

China-Taiwán: Comparación del poder de sus cazas

J-20 y Su-35 chinos contra F-16 y Mirage 2000 taiwaneses

Dragón contra Halcón: la desigual batalla de cazas en la que China arrasaría a Taiwán en el aire

El J-20 chino, apodado Dragón Poderoso, es un caza de quinta generación muy superior a cualquiera de los que forman la fuerza aérea taiwanesa.



Mientras que los servicios de inteligencia taiwaneses afirman que las maniobras de China se han convertido en un gran simulacro de invasión, ambas partes toman sus posiciones movilizando el mejor material dentro de su ejército. Al estar separados por el estrecho de Formosa, las vías marítima y aérea se han consolidado como los dos pilares fundamentales de las dos estrategias con aeronaves que no tienen representación en España.

A los Su-35 que despegaron al tiempo que la mandataria estadounidense Nancy Pelosi descendía rumbo a Taipéi se unen los Mirage 2000 que Taiwán ha desplegado recientemente a una base aérea al este de la isla. Pero no son los únicos, ni mucho menos.

La inmensidad de la fuerza aérea china con más de 1.500 aeronaves en activo, según datos de este mismo 2022, contrasta con la modesta taiwanesa cuyo número de cazas no llega a las 300 unidades y la mayoría de ellos ya arrastran varias décadas de servicio. Tal diferencia también queda patente en los desarrollos propios que Pekín ha ido sacando adelante en los últimos tiempos con aeronaves que se encuentran dentro de la categoría de los cazas de quinta generación.

Mirage 2000 taiwanés Ritchie B. Tongo Efe

Esta gran diferencia queda patente en los primeros espadas de cada una de las fuerzas aéreas que deberían protagonizar los lances y ejecutar ataques de la mejor manera posible. En el lado chino se encuentran los Chengdu J-20 y los Sukhoi Su-35, mientras Taiwán dispone de aeronaves Dassault Mirage 2000 acompañadas por Lockheed Martin F-16.

Los reyes

El Chengdu J-20 (también conocido como Dragón Poderoso) es la joya de la corona de la aviación china. Su desarrollo se basa en un programa experimental realizado en los años 90 que finalmente cristalizó a principios del nuevo milenio en una aeronave furtiva. Realizó —oficialmente— su primer vuelo en enero de 2011 para entrar en servicio 7 años después cuando la rama aérea del Ejército Popular de Liberación puso en marcha el primer escuadrón que empleaba este modelo de caza.


Formación de J-20 chinos emperornie vía Wikimedia

Una de las propiedades más interesantes del J-20 es que se encuadra dentro de los cazas furtivos que consiguen pasar desapercibidos ante los radares enemigos. Se consigue empleando algunas técnicas de construcción, formas y materiales que suavizan las formas de la aeronave reduciendo considerablemente su sección transversal. Granjeándole a China el segundo puesto en países con cazas furtivos de quinta generación, tan solo por detrás de Estados Unidos con los F-22 y F-35.

Actualmente, según el último reporte de World Air Forces, China cuenta en activo con 19 unidades de J-20. Por su parte, algunos reportes de la Universidad de la Fuerza Aérea de Estados Unidos indican que en 2021 ya estarían en servicio más de 50 unidades de este modelo de caza; mientras que el ritmo de producción superaría ya los 150 aparatos fabricados. China no exporta esta aeronave.

El J-20 cuenta con una longitud de 21 metros por una envergadura alar de 13 metros. Dispone de un par de alerones delanteros muy similares a los que monta el Eurofighter Typhoon que le proporcionan una gran maniobrabilidad como buen caza de superioridad aérea.

Tiene un peso máximo al despegue de 37 toneladas impulsadas por un par de motores de fabricación nacional que le catapultan a 2 veces la velocidad del sonido. Cuenta con una autonomía de combate de 2.000 kilómetros y una amplísima carta de armamento disponible.


J-20 con la bahía central abierta emperornie vía Wikimedia

En total, puede acarrear hasta 11 toneladas de munición que se reparten entre su bahía interna situada en la panza del avión —como buen furtivo— y sus 4 anclajes subalares. La lista incluye misiles aire-aire de corto, medio y largo radio; pequeñas bombas de precisión y misiles antirradiación. También dispone de accesorios externos en forma de tanques de combustible extra para aumentar la autonomía.

Al otro lado del estrecho de Formosa se encuentra el Lockheed Martin F-16 estadounidense (conocido como Halcón) que sirve dentro de las filas taiwanesas. Esta aeronave es uno de los desarrollos más importantes de la historia del país norteamericano cuyas exportaciones se cuentan por miles a lo largo y ancho del planeta. Además, Taipéi firmó una serie de programas de actualizaciones —como ha hecho Marruecos— con el fin de mejorar los aparatos e instalar sistemas más modernos y capaces.

 

F-16A de Taiwán Global Aviation Travels vía Wikimedia

Las 150 unidades de F-16 recalaron en Taiwán a finales de los 90 componiéndose la flota tanto de aparatos con uno solo como de doble asiento y con el Bloque 20 de versión. A finales de 2021 los asiáticos recibieron la primera unidad actualizada con nuevo equipamiento propio de la versión F-16V, la última disponible y presentada por el fabricante. Adicionalmente, el país solicitó la adquisición de 56 aparatos totalmente nuevos con la última versión de serie en marzo de 2019 que el ejecutivo de Donald Trump aprobó solo unos meses después.

Si bien no hay fecha de llegada de estos últimos, se espera que el programa de actualización de los modelos originales concluya en 2023. En total, la Fuerza Aérea de la República de China —como se conoce al ejército del aire taiwanés— dispone de 112 F-16 activos y espera obtener otros 56 en un futuro próximo.

 

F-16 taiwaneses despegando Wikimedia

Por concepto, el J-20 chino con su faceta de superioridad aérea no tiene mucho que ver con el F-16, que se establece más como un caza multipropósito. Una auténtica navaja suiza que, en sus últimas versiones, nada tiene que envidiar a aeronaves de cuarta generación mucho más modernas.

Con 15 metros de longitud por 10 de envergadura, dispone de un solo motor firmado por General Electric que impulsa sus 19 toneladas de peso máximo a 2 veces la velocidad del sonido a gran altura. Tiene un techo de vuelo de 18.000 metros y una autonomía de vuelo de 546 kilómetros.

 

Lockheed Martin F-16B taiwanés Toshi Aoki vía wikimedia

Dispone de un nuevo radar fabricado por Northrop Grumman, un nuevo ordenador de vuelo y equipamiento de guerra electrónica avanzado. El armamento de este F-16 es mucho más extenso que el del J-20 al ser una aeronave con una gran capacidad de ataque tanto aire-aire como aire-superficie. Gracias a ello dispone de una ametralladora de 20 milímetros con 551 municiones, capacidad de lanzamiento de cohetes, misiles de todo tipo —incluido antiembarcaciones— y bombas guiadas.

Ruso contra francés

Un escalón por debajo en cuanto a tecnología se encuentra el Sukhoi Su-35. Esta aeronave de factura rusa está presente en el Ejército Popular de Liberación chino y se establece como una evolución directa del Su-27. Además, las buenas relaciones con el gigante asiático han permitido que Rusia licencie la fabricación de modelos equivalentes en suelo chino.

 

Su-35 chino

Según indica Eurasian Times, China dispone de 24 unidades del Su-35, la aeronave extranjera más moderna en operar en el país. Si se añaden las unidades de Su-27 y las fabricadas dentro de sus fronteras del país —J-11 y J-16— la cifra asciende a más de 300 aparatos en activo.

Era 2008 cuando despegó por primera vez el Su-35 y China tuvo que esperar has 2019 para recibir su lote tras aportar 2.500 millones de dólares a Moscú. Es uno de los cazabombarderos más capaces dentro de las filas chinas y cuenta con mejor tecnología que sus antepasados directos y que la inmensa mayoría de aeronaves de guerra que se fabrican en el gigante oriental.

Sukhoi Su-35 ruso Rob Schleiffert vía Wikimedia

El Su-35 tiene una autonomía de 1.600 kilómetros y una altitud máxima operativa de 18.000 metros. Su par de motores firmados por la compañía rusa Saturn con postquemador consiguen impulsar sus 34,5 toneladas de peso máximo a 2.400 km/h, aproximadamente 2 veces la del sonido.

En el apartado del armamento, además del cañón de 30 milímetros, dispone de 12 anclajes externos donde acarrear hasta 8 toneladas de armamento. Dispone de cohetes aire-tierra, varios modelos de misiles aire-aire con alcances que superan los 300 kilómetros gracias a los sistemas de guiado y misiles preparados para la guerra electrónica. Estos últimos son capaces de dejar fuera de juego a sistemas tan elementales como los radares de los aviones enemigos.

También dispone de bombas guiadas por cámara, por láser y por satélite. El Su-35 se encuentra actualmente operativo en Rusia y China, siendo este último país el primero en estrenar las exportaciones de la aeronave. Se sabe que Egipto pidió en 2021 un total de 24 unidades —que no han sido entregadas— y algunos reportes han indicado el interés de Argelia para hacerse con otro lote.

Francia también ha tenido históricamente un gran peso en cuanto a proveedor de sistemas militares en Taiwán. A principios de los años 90 llegaron a un acuerdo para la entrega de 60 Dassault Mirage 2000 que llegaron a finales de esa década a la isla asiática con el veto de ataque a superficie aplicado y equipando sistema de reabastecimiento en vuelo.

 

Mirage 2000 taiwanés Ritchie B. Tongo Efe

El lote también comprendía 480 misiles aire-aire de corto radio, 960 de medio radio, tanques de combustible, equipamiento de soporte en tierra y sistemas de monitorización. Del mismo modo, Taiwán adquirió contenedores de inteligencia electrónica para sus Mirage. Actualmente disponen de 46 unidades en activo.

Cuenta con una longitud de 14,36 metros y una envergadura de 9,13 con un peso en vacío de poco más de 7 toneladas y un peso máximo al despegue de 17 toneladas. Su sistema de propulsión está representado por un único motor fabricado por SNECMA que le permite alcanzar 2 veces la velocidad del sonido a gran altitud y una autonomía de 1.500 kilómetros.

 

viernes, 17 de febrero de 2023

La producción de la supremacía aérea norteamericana

Construyendo el Poder Aéreo Estadounidense

W&W


 

 

La construcción del poderío aéreo estadounidense, presagiada por la respuesta del presidente Franklin D. Roosevelt al triste final de la crisis checa de 1938, involucró varios tipos de esfuerzos vigorosos y sostenidos. Los aviones tuvieron que fabricarse en grandes cantidades, mejorar los diseños y desarrollar nuevos modelos según fuera necesario. Las Fuerzas Aéreas del Ejército tuvieron que establecer una red logística mundial para abastecer, mantener y reparar la vasta armada aérea así creada. El servicio debía reclutar y capacitar mano de obra -un término que al final de la guerra incluía a las mujeres- y luego debía cuidar de los reclutados, mantener su moral y velar por su salud y bienestar.

La fabricación de aviones, más que el entrenamiento de hombres y mujeres, marcó el ritmo para la creación del poder aéreo estadounidense para luchar en la Segunda Guerra Mundial. En pocas palabras, el brazo aéreo no podía entrenar, ni desplegar, ni luchar sin aviones, y parecía poco probable que el inventario creciera rápidamente debido a la baja tasa de producción de aviones de la nación. En 1939, cuando estallaron los combates en Europa, las empresas de los Estados Unidos produjeron solo 2195 aviones de todo tipo, aproximadamente la mitad de la producción de Japón, una cuarta parte de la de Alemania, dos tercios de la de Francia y una tercera parte de la de Gran Bretaña. Una industria estadounidense obviamente débil enfrentó el desafío de proporcionar no solo los aviones para las fuerzas estadounidenses, sino también los que necesitaban las naciones dispuestas contra el Eje. Tras la aprobación de la legislación de préstamo y arrendamiento en marzo de 1941,

De todos los combatientes en la Segunda Guerra Mundial, solo Estados Unidos logró construir el número y tipo de aviones necesarios para librar todas las formas de guerra aérea, ya sea estratégica, táctica, terrestre o basada en portaaviones, y para suministrar los servicios aéreos de sus aliados, así como los de sus propias fuerzas armadas. La Unión Soviética, por ejemplo, tenía una mano de obra, materias primas y capacidad de planta que rivalizaba con la de Estados Unidos; pero la invasión alemana obligó a desplazar las fábricas fuera de la zona de guerra y las autoridades soviéticas optaron por concentrarse en la aviación táctica para apoyar al Ejército Rojo. El otro gran aliado de Estados Unidos, el Reino Unido, carecía de los recursos en trabajadores, materiales y máquinas para producir una cantidad adecuada de aviones para cada propósito. Una vez que se ganó la Batalla de Gran Bretaña, los británicos aumentaron el énfasis en los bombarderos, alistando a la ciencia para ayudarlos a encontrar y destruir objetivos alemanes. Entre las potencias del Eje, Italia se vio perjudicada por la escasez de materias primas para la construcción y operación de aviones. De manera similar, Japón no se benefició de sus primeras conquistas; La guerra submarina estadounidense y una contraofensiva aliada inesperadamente rápida superaron a la industria bélica japonesa. Aunque no se movilizó por completo hasta febrero de 1944, la industria alemana demostró un mayor ingenio, a pesar de la creciente presión aliada, pero no pudo superar a los Estados Unidos excepto en especialidades tan limitadas como la propulsión a chorro y cohetes y el combustible sintético. Después de invadir Europa occidental y grandes extensiones de la Unión Soviética, Alemania no logró integrar los recursos de estas regiones, a excepción de los trabajos forzados o voluntarios, en el esfuerzo de producción. Hitler creía que su gente podía tener tanto armas como mantequilla y se negó a tolerar múltiples turnos o la presencia de mujeres trabajadoras en la industria de la aviación de Alemania. Al final de la guerra, un organizador de primera clase, Albert Speer, comenzó a darse cuenta del potencial de las fábricas alemanas, pero la derrota superó sus esfuerzos. El presidente Roosevelt, por el contrario, obligó a las empresas estadounidenses a expandirse, en parte estableciendo objetivos de producción que parecían inalcanzables incluso para él. En 1939 había hablado con audacia de producir 10.000 aviones al año, aunque tuvo que conformarse en ese momento con un tercio de esa cantidad en nueva construcción; y en mayo de 1940 anunció una meta de 50.000 aviones. En respuesta al ataque japonés a Pearl Harbor y las declaraciones de guerra de Alemania e Italia, exigió que la industria aeronáutica estadounidense construyera 60, 000 aviones en 1942 y 125.000 durante 1943. El nuevo Subsecretario de Guerra para el Aire, Robert A. Lovett, no podía creer que producir 125.000 aviones en un solo año fuera un objetivo realista. Comparó esto con “pedirle a una gallina que ponga un huevo de avestruz”. Era "poco probable que consiguieras el huevo, y la gallina nunca se verá igual", dijo. El teniente general Henry H. Arnold, como jefe de las Fuerzas Aéreas del Ejército, decidió aceptar el desgaste de la gallina. Roosevelt a menudo se conformaba con menos de lo que exigía, pero la industria estadounidense durante la guerra finalmente estuvo a 30 000 aviones de alcanzar su objetivo más ambicioso, alcanzando una producción máxima de 96 000 aviones en 1944. 



Aunque se ocupó de las posibilidades en lugar de las realidades al anunciar sus objetivos de producción, el presidente se mantuvo en estrecho contacto con los puntos de vista de los militares con respecto a sus necesidades reales de aeronaves. En el verano de 1941, este contacto dio como resultado el plan número uno de la División de Planes de Guerra Aérea AWPD/1, que proponía que las Fuerzas Aéreas del Ejército se expandieran en caso de guerra a 60.000 aviones y 2.100.000 hombres. En agosto de 1942, Roosevelt solicitó una nueva estimación que reflejara con mayor precisión las necesidades de una guerra de coalición contra Alemania, Japón e Italia. Específicamente, quería una estimación de “la cantidad de aviones de combate por tipos que deberían producirse para el Ejército y nuestros Aliados. en 1943 para tener un dominio aéreo completo sobre el enemigo”. Como en el caso de la solicitud presidencial de requisitos de producción del año anterior, la División de Planes de Guerra Aérea del Estado Mayor del Aire emprendió una respuesta. Aunque las reasignaciones durante la guerra habían disuelto el equipo que había producido AWPD/1, Arnold convocó a uno de sus miembros, Haywood Hansell, ahora general de brigada, de Inglaterra para que se hiciera cargo del nuevo estudio, llamado AWPD/42. Al responder a la pregunta del presidente, el grupo del general Hansen pidió la producción de unos 75.000 aviones y 8.000 planeadores, destinados a unas Fuerzas Aéreas del Ejército de 2.700.000 hombres, junto con 8.000 aviones para los aliados de Estados Unidos. Se omitió de la lista de aviones el bombardero intercontinental propuesto en AWPD/1; en lugar de invertir en el B-36, las Fuerzas Aéreas del Ejército utilizarían el B-17 y el B-24 para llevar la guerra a la Alemania de Hitler, y el B-29 o el B-32 aparecerían a tiempo para atacar a Japón desde bases en China. o en las islas del lejano Pacífico.

Además de responder a la pregunta básica, los planificadores del Estado Mayor Aéreo de Arnold, al igual que con AWPD/1, utilizaron una solicitud presidencial de proyecciones de producción de aeronaves como ocasión para una declaración de estrategia aérea. En su mayor parte, AWPD/42 reafirmó los puntos de vista anteriores sobre bombardear a Alemania para que se sometiera. La lista de objetivos críticos aumentó en veintitrés a 177, una expansión que reflejó la adición de tres industrias de guerra (construcción de submarinos, producción de aluminio y fabricación de caucho sintético) a los "sistemas de objetivos" contenidos en AWPD/1: electricidad energía; transportación; aceite; y la Luftwaffe, incluidos cazas, bases y fábricas de aviones. Con la Batalla del Atlántico lejos de ganar, la construcción de submarinos ocupó el segundo lugar en importancia solo después de la neutralización de la Luftwaffe. Si los aviadores estadounidenses destruyeran los 177 objetivos, El grupo de Hansen insistió, "el efecto sería decisivo y Alemania no podría continuar con su esfuerzo de guerra". La moral del enemigo recibió escasa mención, posiblemente porque el mariscal del aire Sir Arthur Harris del Comando de Bombarderos de la Royal Air Force había reclamado la destrucción de ciudades, que combinaba la destrucción física de las ciudades con la desmoralización de sus habitantes.

Al redactar AWPD/42, los planificadores del General Arnold incluyeron una estimación de 33.000 aviones fabricados para la Armada, una cifra basada en proyecciones oficiales en lugar de una coordinación específica entre servicios. Aún más precipitadamente, los aviadores del Ejército propusieron un comando costero propio, con 640 bombarderos medianos y pesados, que patrullarían las aguas de América del Norte y del Sur, Islandia y las Azores en busca de submarinos. Al almirante Ernest J. King, Jefe de Operaciones Navales, le molestó especialmente la idea de una patrulla hemisférica de las Fuerzas Aéreas del Ejército, ya que acababa de arrebatarle a un renuente Arnold una parte de la producción de bombarderos para que los aviadores de la Armada pudieran volar en misiones antisubmarinas de largo alcance. . Siempre consciente del hecho de que Arnold no era un verdadero jefe de servicio como el General George C. Marshall, Jefe de Estado Mayor del Ejército, y él mismo,

Como corresponde a un gigante industrial cuya fuerza radica en la producción en masa de bienes duraderos, Estados Unidos fue bendecido con gerentes que podían aplicar técnicas de línea de montaje a enormes bombarderos (aunque con resultados mixtos) e incluso a barcos. La industria automotriz tuvo a Henry Ford, su hijo Edsel y William S. Knudsen, el ejecutivo de General Motors que ayudó a asesorar al presidente en temas de producción y luego se convirtió en teniente general a cargo de material para las Fuerzas Aéreas. Hombres como JH "Dutch" Kindleberger de North American Aviation y Henry J. Kaiser en la construcción naval sabían cómo unir a los trabajadores, las materias primas y los componentes terminados en el lugar y la secuencia adecuados.

Sin embargo, el civil dentro del Departamento de Guerra que tenía la mayor responsabilidad en la compra y producción de aviones, el subsecretario Lovett, era abogado más que gerente. Su trabajo legal para la industria de la aviación lo familiarizó con los métodos de producción, los costos y las ganancias. Su experiencia le permitió juzgar la viabilidad de los objetivos de producción y armonizar los planes del brazo aéreo con los que el general Marshall y el subsecretario de Guerra, Robert P. Patterson, diseñaron para todo el Ejército, quienes lo hicieron para las Fuerzas Terrestres y de Servicio del Ejército. lo que Lovett hizo por las Fuerzas Aéreas.

El impresionante esfuerzo de producción comenzó en medio del caos. Apenas estalló la lucha en Europa cuando el brazo aéreo del Ejército se encontró compitiendo con los británicos y franceses por nuevos aviones. El colapso de Francia en 1940 no alivió la situación, pues Roosevelt posteriormente accedió a ayudar a China y la Unión Soviética. El general Arnold se opuso desde el principio a compartir los escasos recursos aéreos de Estados Unidos, expresando su queja tan enérgicamente que el presidente Roosevelt, según recuerda Arnold, le recordó al aviador que “había lugares a los que podían enviar oficiales que no jugaban a la pelota, como Guam. .” En cierto sentido, el Air Corps se benefició al aceptar, aunque de mala gana, el lanzamiento de aviones, ya que Gran Bretaña y Francia proporcionaron datos sobre el rendimiento de combate que condujeron a mejoras tales como una mayor potencia de fuego y blindaje.

El deseo del presidente de ayudar a las naciones extranjeras tuvo el mayor impacto en la disponibilidad de combatientes. Estados Unidos transfirió más de 17.000 de estos aviones durante el transcurso de la guerra. Los tipos desviados en mayor número a los diversos Aliados fueron los P-39 y P-40, cazas adecuados cuando se diseñaron antes de la guerra, pero pronto fueron superados por tipos más modernos. De manera similar, el general Arnold sacrificó unos 7.000 bombarderos ligeros o aviones de ataque, la mitad de los A-20 destinados a las Fuerzas Aéreas o versiones de ese exitoso avión designados específicamente para la exportación. Sin embargo, en los envíos a los aliados de Estados Unidos se incluyeron casi 3.000 aviones para los que las Fuerzas Aéreas del Ejército no tenían planes: el A-29 Hudson de Lockheed, el A-30 Baltimore de Martin y el bombardero en picado A-31 Vengeance de Vultee (fabricado como A- 35). Gracias a la producción en masa, estas transferencias, junto con el envío de unos 2.000 B-24 y 3.000 C-47, tuvieron poco efecto a largo plazo, aunque al principio del conflicto, antes de que empezara a salir un gran número de aviones de las líneas de montaje, la ausencia del A- 20, P-39 y P-40 bien pueden haber obstaculizado a las Fuerzas Aéreas en los primeros meses de la guerra. Sin embargo, en general, los fabricantes estadounidenses satisficieron las necesidades tanto del préstamo y arrendamiento como de las fuerzas armadas de los Estados Unidos.

Aunque Roosevelt anunció objetivos poco realistas para la producción de aviones, tomó medidas concretas para aumentar la capacidad productiva para que finalmente pudieran alcanzarse. A partir de 1940, su administración brindó incentivos a los constructores de aeronaves, minimizando el riesgo financiero para el fabricante. Dado que las empresas estadounidenses habían luchado por sobrevivir durante la depresión de la década anterior, se mostraron renuentes a invertir en capacidad de planta adicional que podría no ser necesaria si Gran Bretaña colapsara o Estados Unidos evitara involucrarse en el conflicto. La respuesta de Roosevelt fue construir las fábricas a expensas del gobierno y permitir que las operaran corporaciones privadas; al final de la guerra, las Fuerzas Aéreas habían utilizado los fondos del Departamento de Guerra asignados con el propósito de contratar 34 plantas importantes. Aunque se cancelaron o enmendaron nueve contratos para incorporar otro financiamiento, la inversión total del gobierno se acercó a $ 1.5 mil millones, unas 20 veces la cantidad gastada en todo el Air Corps en 1939. Se gastó dinero adicional, quizás otros $ 1 mil millones, en instalaciones menores. , herramientas y otros equipos, y la ampliación de las plantas existentes. Gracias en gran medida a los gastos federales, la cantidad de superficie dedicada a la fabricación de fuselajes, motores y hélices se multiplicó por más de 13, desde unos 13 millones de pies cuadrados en 1940 hasta un máximo de unos 175 millones de pies cuadrados en diciembre de 1943. . se gastó en instalaciones menores, herramientas y otros equipos, y la expansión de las plantas existentes. Gracias en gran medida a los gastos federales, la cantidad de superficie dedicada a la fabricación de fuselajes, motores y hélices se multiplicó por más de 13, desde unos 13 millones de pies cuadrados en 1940 hasta un máximo de unos 175 millones de pies cuadrados en diciembre de 1943. . se gastó en instalaciones menores, herramientas y otros equipos, y la expansión de las plantas existentes. Gracias en gran medida a los gastos federales, la cantidad de superficie dedicada a la fabricación de fuselajes, motores y hélices se multiplicó por más de 13, desde unos 13 millones de pies cuadrados en 1940 hasta un máximo de unos 175 millones de pies cuadrados en diciembre de 1943. .

Además de construir fábricas y arrendarlas a los fabricantes de aeronaves, la administración Roosevelt persuadió al Congreso para que aliviara las restricciones sobre el exceso de ganancias, otorgara ventajas impositivas a los constructores de aeronaves y levantara la prohibición de los contratos negociados que había causado al General de División Benjamin D. Foulois tales vergüenza cuando era Jefe del Cuerpo Aéreo en la década de 1930. El Congreso promulgó las reformas poco a poco durante los años de la guerra. La sustitución de la negociación por la competencia que consume mucho tiempo y la concesión de exenciones fiscales fueron medidas obvias para satisfacer la demanda de una mayor producción. El tema de las ganancias excesivas resultó ser mucho más complejo. Aunque la ganancia era quizás el incentivo más fuerte, debían prevalecer algunas restricciones, ya que la especulación con la guerra representaba una amenaza real para el sentido de propósito de la nación y para su economía. Una investigación posterior del Congreso reveló que una empresa, que debía su propia existencia a los préstamos del gobierno y su éxito a los contratos militares, más que duplicó el precio al Ejército y la Armada por un arrancador de motor de avión. El exceso de ganancias en este caso encontró su camino hacia bonos para ejecutivos y programas de bienestar o moral para los trabajadores. Abusos como este hicieron que el gobierno insistiera en renegociar los contratos si las ganancias parecían escandalosas, pero resultó imposible establecer un margen de ganancia aplicable en toda la industria aeronáutica. Factores tales como el volumen de fabricación, la disponibilidad de mano de obra y material, la urgencia con la que se necesitaba un producto y el alcance de la inversión del gobierno en herramientas y edificios tenían que ser considerados antes de hacer acusaciones de especulación.

El gobierno estadounidense también aprovechó la industria automotriz estadounidense para la producción de aviones. También se expandió a nuevas fábricas construidas por el gobierno para la fabricación de aviones o reconvirtiendo las existentes para aprovechar las técnicas de producción en masa perfeccionadas por los constructores de automóviles. Estas prácticas demostraron ser más adaptables a la fabricación de aviones totalmente metálicos que a la fabricación artesanal de productos de madera y lino de una generación anterior. Como fabricante de aviones, la industria automotriz se concentró en la fabricación de alas u otros componentes estructurales para aviones ensamblados por otros. Solo Ford y la División de Aeronaves del Este de General Motors participaron a gran escala en el ensamblaje final de los aviones.

La planta de Ford construida por el gobierno en Willow Run, Michigan, aplicó los métodos de producción en masa para construir todo el fuselaje del B-24 e instalar los cuatro motores del bombardero. Los ingenieros de producción de Ford planearon utilizar troqueles para dar forma a las piezas de los bombarderos con aluminio, al igual que los componentes de los automóviles se formaban con acero. Desafortunadamente, el aluminio, a diferencia del acero, tiende a recuperar su forma original después de ser estampado en un troquel y requiere estampados repetidos y más tiempo para lograr la forma deseada. Los componentes principales del B-24, como el estabilizador vertical, se cambiaron para reflejar la experiencia en combate, y los cambios radicales requirieron la construcción de nuevos troqueles. Las piezas para el chasis de un automóvil y la cubierta de chapa pueden requerir solo ajustes cosméticos simples durante una producción de dos años o más. La planta de Willow Run se volvió altamente eficiente medida por el peso producido por trabajador, pero el número real de aviones terminados siguió siendo decepcionante. Para marzo de 1944, la producción mensual apenas excedía los 400 bombarderos, aproximadamente dos tercios de la capacidad, pero dado el éxito en otras fábricas y el progreso en el campo de batalla, la fabricación proyectada de 600 bombarderos por mes en Willow Run resultó innecesaria.

Los constructores de automóviles de la nación habían tenido un éxito notable en la conversión a la producción de motores para aviones. Packard, que construyó los motores Liberty en la Primera Guerra Mundial, ahora fabricaba bajo licencia el Rolls Royce Merlin británico que impulsaba al caza de escolta P-51. General Motors, Ford y Nash fabricaron productos de Pratt y Whitney, mientras que Dodge y Studebaker obtuvieron la licencia de Wright Aeronautical. Las empresas de automóviles produjeron más del 40 por ciento de los motores construidos para los aviones estadounidenses entre julio de 1940 y agosto de 1945.

La provisión de mano de obra para la industria fue la última gran área de movilización de la aviación en la guerra. A medida que la industria aeronáutica creció, la naturaleza de su fuerza laboral cambió. De 200.000 en 1940, la mayoría de los artesanos calificados, el número de trabajadores superó los 2.000.000 en 1944, cayendo al año siguiente por debajo de 1.500.000 como resultado de los recortes en la producción que comenzaron incluso antes de que terminara la guerra. La mayoría de los nuevos trabajadores no estaban calificados, aunque estaban completamente capacitados en el trabajo repetitivo que contribuía a la fabricación de un avión, y muchos eran mujeres. La preponderancia de la mano de obra no calificada (o, como mucho, semicalificada) reflejó el triunfo de la cadena de montaje, en la que gran parte de la construcción de los aviones se convirtió en una sucesión de procedimientos simples que requerían atención a los detalles más que competencia en el trabajo del metal o algún otro oficio. Aunque la mayoría de los trabajadores tenían habilidades limitadas, se necesitaban trabajadores con experiencia industrial para mantener la línea de producción en movimiento. El Sistema de Servicio Selectivo buscaba mantener a los técnicos aeronáuticos calificados en las fábricas e impedía su partida hacia las fuerzas armadas. Las personas que tenían trabajos esenciales permanecieron exentos del servicio militar, y las autoridades federales instaron a los trabajadores a punto de ingresar a las fuerzas armadas a permanecer en la planta el mayor tiempo posible. Dado que la fuerza laboral debía mantenerse intacta, las Fuerzas Aéreas del Ejército se aseguraron de que un nuevo proyecto estuviera esperando cuando finalizaba un contrato existente. Los planificadores industriales trataron de evitar períodos de inactividad, incluso cuando una fábrica se remodeló para un producto diferente.

En una industria aeronáutica cuya mayor fortaleza (aparte, quizás, de su propio tamaño) era una capacidad única para la producción en masa, la cuestión de la cantidad frente a la calidad surgió a principios de la guerra. ¿Deberían las Fuerzas Aéreas del Ejército conformarse con lo bueno o insistir en lo mejor? ¿Era mejor producir inmediatamente un gran número de aviones adecuados o aceptar la inevitable demora en alcanzar el máximo volumen de producción para obtener un avión superior? El Director de Requisitos del Estado Mayor Aéreo, Mayor General Davenport "Johnny" Johnson, comandante de un grupo de persecución durante la Primera Guerra Mundial, respaldó la calidad: "Cincuenta aviones al 100 por ciento son más valiosos que cien aviones al 50 por ciento en combate real". .” Sus palabras no fueron escuchadas, ya que en 1943 las Fuerzas Aéreas retrasaron la aparición del bombardero ligero Douglas A-26 para continuar con la producción en volumen de tres similares, aviones adecuados, pero menos efectivos: el North American B-25, Martin B-26 y Douglas A-20. De manera similar, el bombardero en picado A-35 Vengeance de Vultee permaneció en producción a pesar de que ni las Fuerzas Aéreas del Ejército ni la Armada tenían planes para ellos; sin embargo, los aliados de Estados Unidos recibieron el Vengeance mediante préstamo y arrendamiento, y entró en acción con los británicos en Birmania.

domingo, 25 de diciembre de 2022

Invasión a Ucrania: El fracaso del poder aéreo

Guerra en Ucrania: el fracaso del poder aéreo

Por Tom Cooper - analista en defensa, historiador, editor de ACIG.info y la serie de libros @War. Entre otros, es autor del libro Moscow's game of poker - Russian Military Intervention in Syria, 2015-2017, editado por Helion & Company.
Pucara


Para comenzar hoy, me gustaría concentrarme en analizar la guerra aérea de la Fuerza Aérea de Ucrania y la Fuerza Aérea-Espacial Rusa (VKS).

Tengan en cuenta: es probable que la mayoría de lo siguiente lo consideren "injusto" y "poco profesional", "sesgado" y cualquier otra cosa de ese tipo. Por lo tanto, recomiendo a cualquier persona demasiado sensible sobre la calidad de su fuerza aérea favorita que deje de leer aquí. Al menos, por favor, absténgase de hacer comentarios.

No puedo evitarlo, pero, después de ver al menos dos docenas de videos publicados en los últimos días, no me impresiona el desempeño de ambas fuerzas aéreas involucradas en esta guerra. Esto principalmente debido a lo que los pilotos de Su-25 en ambos lados están haciendo "sobre" el campo de batalla. Sí, sin duda, los pilotos involucrados son todos expertos en volar a baja altitud. Y sí, incluso yo estaba recomendando a los ucranianos que se mantuvieran alejados de la línea del frente, ya a principios de marzo. Pero si ellos "simplemente no pueden", entonces es mejor que permanezcan en el suelo y ahorren combustible y municiones.

¿De qué estoy hablando?

Permítanme comenzar con esta foto, que muestra un Su-25 del VKS volando bajo en dirección a Severodonetsk, hace dos días.



A pesar de toda la valentía demostrada persistentemente por los pilotos de Su-25 de ambos lados al volar a baja altitud, tal vez alguien allí quiera recordarles que lo que realmente importa en la guerra: los resultados. Los "resultados" en la guerra aérea son: "municiones entregadas precisamente en el objetivo", destruyendo al enemigo. ¿Por qué? Bueno, porque el objetivo final en la guerra es derrotar al enemigo, y este objetivo no se puede lograr errando persistentemente el objetivo. Esto va tan lejos que uno puede volar 100,000 salidas de combate, disparar 2 mil millones de cohetes no guiados y proyectiles de cañón, y luego llamarse a sí mismo un "héroe" hasta que el Sol aparezca en Occidente, pero si ni una sola bala anotó un golpe, todo fue completamente en vano.

Aparentemente, tanto en Kiev como en Moscú, alguien decidió que esto no importa. Por lo tanto, tanto los pilotos rusos como los ucranianos de Su-25 están hoy en día rociando y rezando (sí, los Su-25 ucranianos también).


Cohetes no guiados

Comencemos con el armamento: todos los videos publicados en los últimos días muestran Su-25 ucranianos y del VKS armados con cuatro pods B-8M para cohetes no guiados calibre 80 mm, o dos B-13 para cohetes no guiados calibre 130 mm. La captura de video de arriba muestra un Su-25 del VKS armado con dos B-13, y los dos de abajo se muestran un Su-25 del VKS armado con un total de cuatro B-8M:



Visibles al lado de los dos lanzacohetes B-8M son tanques de combustible (no, estos no son 'bombas', independientemente de lo 'grandes' que se vean).

Los cohetes no guiados eran algo así como "armas de elección" para la doctrina soviética de ataque a tierra ya desde finales de la década de 1930. En las décadas de 1940 y 1970, el calibre estándar para los cohetes no guiados de fabricación soviética era de 57 mm. El endeble (y, hoy en día, en gran parte olvidado) S-3 se desplegó desde un lanzador de 7 disparos, pero después de demostrar ser altamente poco confiable fue reemplazado por el S-5: este fue fabricado en inmensas cantidades, en casi una docena de variantes, desplegado desde pods como ORO-57, UB-16-57, UB-32-57 y ampliamente exportado.

Cuando se lanzan con puntería y desde, digamos, menos de 700-800 m de alcance, los S-5 son razonablemente efectivos, incluso si carecían de poder para noquear tanques mejor protegidos. En la década de 1980, los soviéticos comenzaron a reemplazar los S-5 por S-8, calibre 80 mm, que sigue siendo el cohete no guiado estándar en el VKS, y en Ucrania, hasta el día de hoy. Es solo desde 2015-2017 que se complementa con el S-13: esta es un arma grande, comparable en tamaño y poder a una sola ronda del lanzacohetes múltiple BM-21.

Ahora, debido a la falta de munición guiada de precisión, tanto los S-5 como los S-8 fueron desplegados en cantidades significativas por pilotos assadistas y del VKS en Siria de 2015-2018. A menudo con resultados devastadores. Por ejemplo, para atacar convoyes de ayuda de la Media Luna Roja Internacional, o vehículos civiles desprotegidos que transportaban a civiles que huían en el sur de Idlib (como se puede ver en la foto de abajo), al menos hasta que alguien derribó el Su-25 pilotado por el mayor Roman Filipov, en febrero de 2018.


Tomada a principios de febrero de 2018, esta fotografía muestra vehículos civiles que transportan refugiados que huyen, moviéndose hacia el norte en dirección a Idlib, mientras están bajo el ataque de los Su-25 del VKS: este ataque (que viene del lado derecho: el avión está fuera de la foto) erró el blanco, como se puede ver por el humo a la izquierda.

Pero, en aquel entonces, los pilotos assadistas y rusos se enfrentaban solo a defensas aéreas mínimas, y por lo tanto eran libres de desplegar sus cohetes no guiados desde corto alcance y apuntar con cuidado. Durante Ucrania de 2022, las cosas son dramáticamente diferentes.


Ingreso

En la Ucrania de nuestros días, y en cuanto a tácticas, tanto los pilotos rusos como los ucranianos de Su-25 están ingresando tan bajo como este (que es de 30 a 50 m de altitud); a veces incluso más bajo, entre edificios y árboles. Es bastante seguro que esto les permite acercarse sin ser detectados por el enemigo hasta menos de 5.000 metros de distancia, dejando así al oponente un tiempo mínimo para reaccionar, ya sea por MANPAD (Strela, Piorun, Stinger, etc.), o por SAM más pesados (Osa-AKM / SA-13, Tor / SA-15, Pantsyr / SA-21, Buk / SA-17 o S-300 / SA-10). Hasta ahora, todo está bien y nadie sale herido.


Lanzamiento de armas

Importante es lo que sucede a continuación. Cuando están a unos 3.000 metros de distancia de la posición enemiga, todos entran en una subida poco profunda y, cuando el alcance se reduce a menos de 2.000 m, disparan todos sus cohetes no guiados a la vez, "en dirección general del enemigo", como los dos Su-25 ucranianos visibles en este video, una captura de video se adjunta a continuación.

Sin duda, esto está dando como resultado algunos videos espectaculares. Ante todo, la lógica y las leyes físicas dicen: OK, que con una escalada poco profunda significa que los cohetes van a volar sobre un alcance más largo que los habituales "1.000 metros o menos", como cuando se dispara desde una picada: porque los cohetes van a volar a lo largo de una trayectoria parabólica. El problema es apuntar. Mientras vuela este tipo de ataque, el piloto no puede ver el objetivo, ni apuntar con precisión: todo lo que tiene que lograr es precisión en la navegación. Pero, 0,5 grados más o menos de ascenso, 0,5 grados más o menos a la izquierda o a la derecha, 5 km/h más o menos de velocidad (es decir, unos pocos céntimos de empuje más o menos), solo una ligera ráfaga de viento, y todos los cohetes van a fallar. A lo sumo, todos están "aterrizando en algún lugar del territorio controlado por el enemigo": es extremadamente improbable que hayan golpeado algo en absoluto. De hecho, teniendo en cuenta cuántos S-8 tienden a no detonar al impactar en el suelo blando (del cual, según los rumores, hay muchos en Ucrania), es más probable que una de las tropas enemigas pueda resultar herida debido a tropezar con uno que golpeó el suelo, pero no explotó.

Inmediatamente después de lanzar sus cohetes, todos los Su-25 están haciendo una ruptura dura y lanzando bengalas, como se ve en la foto de arriba, para evitar cualquier MANPADS disparado contra ellos, y esto independientemente de si los pilotos han detectado algún MANPADS disparado contra ellos, o no.


Análisis

Todo eso, señores, significa muchas cosas.

Ante todo, significa que los genios a cargo de ambos países, y sus GenStabs no han podido equipar a sus fuerzas aéreas con

a) medios para suprimir eficazmente las defensas aéreas enemigas,

b) armamento que permita a sus fuerzas aéreas alcanzar de manera fiable sus objetivos, y

c) sistemas de autoprotección para pilotos y aeronaves.


Discutir solo estos tres temas podría llenar fácilmente algunos libros, pero aún no es todo. Después de al menos dos meses de monitorear estas tácticas de "rociar y rezar", es obvio que ninguna de las partes tiene ningún tipo de idea de cómo resolver el problema a mano. Ese parece ser el problema principal aquí: ninguna de las partes tiene a mano una solución para el problema. Aquí es donde los "guerreros de sillón" como yo no pueden dejar de preguntarse: y, ¿qué estaban haciendo exactamente todos los gloriosos asesores militares soviéticos en, digamos, Egipto y Siria de 1973, Irak y Angola de la década de 1980?

De hecho: ¿cómo es que nadie parece haber oído hablar de algo llamado "toss bombing (o "loft")"?

Para aquellos que no lo saben: el toss bombing fue desarrollado por la Fuerza Aérea de los Estados Unidos para la liberación de armas nucleares de sus bombarderos Boeing B-47, en la década de 1950. Fue perfeccionado por pilotos A-4 de la Marina de los Estados Unidos y luego adaptado y ejercido por pilotos soviéticos Sukhoi Su-7 para fines similares en la década de 1960. Fue aplicado por los israelíes en 1973 para atacar posiciones egipcias y sirias cuando se enfrentan a defensas aéreas enemigas igualmente fuertes como las que enfrentan ahora los ucranianos y los rusos. Finalmente, fue refinado en un arte por iraníes y sudafricanos durante sus guerras aéreas de la década de 1980 (ver: Guerra Irán-Irak y II Guerra Angola/Frontera/Bush de 1975-1992). A grandes rasgos, y dependiendo del arma en cuestión, consiste en que la aeronave entra en una escalada y luego suelta el arma: de esa manera, la aeronave no debe sobrevolar la zona del objetivo y, una vez que se libera el arma, rápidamente queda libre para evitar las defensas aéreas enemigas. Con el tiempo, el toss / loft bombing se convirtió en un arte muy fino, con docenas de versiones diferentes que se desarrollaron, y en todos los años de aplicación de tales tácticas, no importa en cuántas guerras, a lo sumo unos 5-6 aviones que volaban tales maniobras fueron golpeados por el enemigo. Este diagrama del libro 1973: The First Nuclear War, muestra el bombardeo de estilo israelí de 1973:



... y está la llamada maniobra 'Vergooi', desarrollada por sudafricanos de mediados de la década de 1980:


Hasta donde sé, este es un escaneo del libro de Dick Lord 'Flamgats', publicado a principios de la década de 2000.

Para hacer las cosas particularmente irónicas (de hecho: casi absurdas), las maniobras voladas por los pilotos de Su-25 de ambas fuerzas aéreas descritas anteriormente son en realidad una parte del toss bombing: la principal diferencia es que en lugar de lanzar cohetes no guiados "en dirección general del enemigo", el bombardeo de lanzamiento puede, si se entrena y realiza adecuadamente, resultar en una entrega de armas extremadamente precisa. Lo suficientemente precisa como para golpear no solo objetivos del tamaño de un puente de pontones, sino también vehículos de combate individuales; alternativamente, cuando se combina con la liberación de unidades de bombas de racimo, puede resultar en someter a golpes asesinos a la infantería dispersa sobre un gran pedazo de campo de batalla.

"Pero no", los héroes voladores en Rusia y Ucrania ni siquiera están intentando esto: aparentemente, los niveles de testosterona, alardeo y / o recoger medallas, ¿tal vez incluso terminar como un héroe muerto? — son más importantes que la eficacia del combate.

Por supuesto, me resulta fácil criticar desde una "oficina cómoda, a miles de kilómetros de distancia"; y, ¿quién soy yo para decirlo, después de todo? No soy piloto, y seguramente nunca volé un avión de combate (menos aún en la guerra). Pero, resulta que conozco pocas leyes físicas básicas, un poco sobre la historia militar contemporánea y un poco sobre algo llamado "lógica", y por lo tanto no puedo dejar de preguntarme: ¿no es el trabajo de las personas a cargo de ambas fuerzas aéreas pensar en resolver los problemas que enfrentan? ¿Quién allí, ya sea en Moscú o Kiev, considera que esto es una "táctica seria" o algo así que valga la pena no solo desperdiciar municiones y combustible, sino que, y, sobre todo, poner en riesgo a pilotos y aviones? ¿Y qué idiotas, ya sea en Bruselas, Washington, Praga, Sofía o en cualquier otro lugar, están convencidos de que están "ayudando a Ucrania" proporcionándole, obviamente, Su-25 completamente inútiles? como dicen que han hecho las últimas semanas.

De una forma u otra, el resultado inevitable de lo que las dos fuerzas aéreas están realizando en los últimos días es poco más que un gran espectáculo aéreo que incluye un colosal desperdicio de municiones (y combustible, y años de entrenamiento que cuesta millones, etc.). Sin duda, ambas partes están reclamando "ataques aéreos precisos" y cada ataque aéreo = "objetivo destruido". De hecho, ambos están ciertamente convencidos de que sus abuelos también están extremadamente orgullosos de ellos. Pero, mientras tanto, tengo fuertes dudas de que tengan al menos un rastro de pista sobre los resultados reales.


SEAD y Combates Aéreos

Las tácticas de los pilotos de ataque en ambos lados se están volviendo aún más importantes teniendo en cuenta que ambas partes están invirtiendo esfuerzos adicionales, y por lo tanto poniendo en riesgo tripulaciones y aviones adicionales, solo para permitir que sus Su-25 alcancen la zona objetivo.

Por ejemplo, los comandantes en Moscú afirman haber realizado ataques SEAD adicionales contra las defensas aéreas ucranianas en el Donbass. Uno, supuestamente, golpeó un centro de inteligencia electrónica, "matando a 11 militares y 15 especialistas extranjeros". Otros dos deberían haber golpeado un Buk M1 TELAR y el radar de control de tiro de un sitio S-300 SAM ucraniano en el área de Barvinkove.

Como de costumbre, no se proporciona evidencia de ningún tipo de éxito y, "milagrosamente", supongo, los "15 especialistas extranjeros" no tienen familiares que los extrañen o lloren su pérdida.

Debe ser otra conspiración de la CIA/ Mossad / al-Qaeda.

Pero esperen, eso no es todo. El 25 de mayo, los comandantes en Moscú reclamaron un Su-27 ucraniano derribado poco después de despegar de un aeródromo cerca de Dnipro. Como de costumbre, los rusos no dieron más detalles: ni siquiera el tipo de su interceptor que debería haber anotado ese derribo. Y, a excepción de algunos lugareños que informaron de una gran explosión sin saber la razón, no hay evidencia alguna de si esto fue realmente causado por un avión que se estrelló. De hecho, toda la historia suena como rusos sobresaliendo en el monitoreo de las redes sociales ucranianas y ajustando sus afirmaciones correspondientemente.

Ah sí, y: ayer, los rusos primero afirmaron haber derribado un "avión de transporte militar cerca de Odessa", y luego un "MiG-29 en la región de Odessa", y luego, alrededor de las 14.00 horas, la Fuerza Aérea de Ucrania afirmó que uno de sus MiG-29 derribó un Su-35 ruso (que debería haber salido desde la península ocupada de Crimea) sobre el área de Kherson. Supuestamente, esto sucedió mientras ese MIG-29 escoltaba a un grupo de Su-25 volando en tierra.

Una vez más, ninguna de las partes publicó ningún tipo de evidencia en apoyo de sus afirmaciones: aparentemente, ambos están severamente convencidos de que todos los datos sobre sus aviones de combate son súper turbo-top-secret, al menos para el público: casi con certeza, nadie allí en Moscú o Kiev es consciente del hecho de que todos los secretos de los sistemas de armas de MiG-29 y Su-27 han sido revelados a la CIA por Adolf Tolkachev ya años antes de que ninguno de los dos entrara en servicio operativo (es decir, a finales del decenio de 1970 y principios del decenio de 1980); de hecho, que no importa cuánto 'mejorado', teniendo en cuenta la 'porosidad' en ambos lados en los últimos años, es extremadamente improbable que algo sobre el MiG-29M ucraniano moderno o el Su-35S ruso sea 'secreto' para el otro lado, en absoluto.

Y así, todo lo que tenemos que ver 'en apoyo' de todas estas afirmaciones, son pocas fotos de teléfonos inteligentes como esta, tomadas ayer sobre Kherson. El lector es libre de adivinar por sí mismo qué es exactamente lo que muestra.