viernes, 29 de noviembre de 2024

PGM: La defensa aérea de la metrópolis británica

Defensa aérea de Gran Bretaña entre 1917-18




La Transformación de la Guerra Aérea: Un Relato de Innovación y Conflicto


En Londres, durante el turbulento verano de 1917, se estaban gestando decisiones que cambiarían para siempre la conducción de la guerra aérea. El 17 de agosto de ese año, un comité liderado por el teniente general Jan Smuts presentó un informe crucial al Gabinete de Guerra sobre la organización de la fuerza aérea. Este informe visionario recomendaba la creación de un Ministerio del Aire para centralizar y gestionar todos los aspectos relacionados con la guerra aérea, e instaba a la fusión de los dos servicios aéreos existentes en una única fuerza con disciplina y estructura propias. "Quizás no esté lejano el día", decía el informe, "en que las operaciones aéreas, con su devastadora capacidad de destrucción de tierras enemigas y centros industriales, se conviertan en la forma principal de guerra, relegando a las operaciones militares tradicionales y navales a un segundo plano".

Este informe, que anticipaba la importancia creciente de la guerra aérea, resultó en la creación del Ministerio del Aire el 2 de enero de 1918, aunque no sin intensas disputas entre los diferentes servicios militares. Al día siguiente, se formó el primer Consejo del Aire, con Lord Rothermere como el primer Secretario de Estado del Aire, y el general Sir Hugh Trenchard como Jefe del Estado Mayor Aéreo. Así se dieron los primeros pasos hacia la creación de la Royal Air Force (RAF), la primera fuerza aérea independiente del mundo.

Simultáneamente, durante el invierno de 1917-1918, las defensas aéreas británicas fueron reorganizadas para enfrentar una nueva y mortífera amenaza: los bombarderos Gotha del escuadrón Kagohl 3 del Alto Mando alemán. Estos bombarderos, impulsados por motores Mercedes de 260 hp, podían llevar una carga letal de bombas y volar a una altitud de 16,000 pies, lo que los convertía en un objetivo difícil para los aviones de combate británicos.

El primer ataque masivo de los Gotha contra Gran Bretaña tuvo lugar el 25 de mayo de 1917, cuando 23 de estos aviones bombardearon Folkestone, matando a 95 civiles e hiriendo a 195. Aunque setenta aviones británicos intentaron interceptar la incursión, solo dos lograron establecer contacto, y muchos Gothas escaparon indemnes.



A medida que la guerra avanzaba, los Gotha comenzaron a realizar ataques nocturnos, y se unió a ellos un bombardero aún más formidable: el Zeppelin Staaken R-Type, conocido como "Riesenflugzeug" o "avión gigante". Este coloso, con sus cuatro motores Mercedes y capacidad para transportar una bomba de 2,200 libras, era una amenaza temible para los objetivos británicos. Para contrarrestar esta amenaza, las defensas británicas se reorganizaron, asignando zonas específicas para la artillería antiaérea y los aviones de patrulla, y desplegando globos que arrastraban cortinas de cables de acero como barreras defensivas.

El 28 de enero de 1918, trece Gothas y dos Riesenflugzeuge atacaron Londres en un bombardeo nocturno, causando la muerte de 67 civiles e hiriendo a 166 más. Uno de los momentos más dramáticos de esa noche ocurrió cuando el Gotha tripulado por el teniente Friedrich von Thomsen fue derribado por dos pilotos de Sopwith Camel del Escuadrón No 44, después de un intenso combate aéreo. Este enfrentamiento fue uno de los muchos que demostraron la creciente efectividad de las defensas británicas.

Sin embargo, la guerra aérea estaba lejos de terminar. La noche siguiente, tres de los cuatro gigantescos Riesenflugzeuge enviados por los alemanes lograron llegar al sur de Inglaterra. Aunque varios de estos colosos sufrieron daños y fueron perseguidos por cazas británicos, lograron completar su misión y regresar a sus bases, dejando tras de sí una estela de destrucción.

La batalla aérea sobre Gran Bretaña en 1917 y 1918 no solo marcó un punto de inflexión en la Primera Guerra Mundial, sino que también anticipó el papel central que la aviación militar jugaría en los conflictos futuros. Con cada combate, los británicos aprendían y mejoraban sus tácticas, enfrentándose a una amenaza que parecía imparable pero que, finalmente, fue contenida por la valentía y la innovación de sus pilotos y defensores. Esta lucha titánica en los cielos sentó las bases para lo que vendría, y el nacimiento de la Royal Air Force fue solo el comienzo de una nueva era en la guerra moderna.





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