sábado, 4 de octubre de 2025

Entreguerra: Prototipo Bristol 129


Bristol 129

En octubre de 1931, el Ministerio del Aire británico emitió formalmente la especificación F7/30 para un caza diurno y nocturno, armado con cuatro ametralladoras y capaz de alcanzar las 250 millas por hora, que reemplazara al Bristol Bulldog. Esa es la versión simple, porque esta especificación es casi una leyenda dentro de la historia de la aviación, y los libros están llenos de datos erróneos. Pero bueno, a menos que seas un fanático del tema, seguir explicando puede hacerte perder la voluntad de vivir, así que lo dejo ahí.

Bristol estaba bastante conforme siendo proveedor del caza principal de la RAF y, como era de esperarse, tenía muchas ganas de fabricar el reemplazo del Bulldog. Hicieron varios estudios de diseño teniendo en cuenta distintos puntos del F7/30. Uno de los aspectos que le interesaban al Ministerio del Aire era un diseño monoplano con configuración “pusher” (con la hélice en la parte trasera), y ahí fue cuando Bristol propuso el modelo Type 129, que, siendo honestos, era medio un engendro.

El 129 era un monoplano de ala alta, todo metálico salvo las superficies de control. Pero a partir de ahí, el diseño parece ir para atrás: las alas no eran cantilever (autoportantes), sino que iban montadas sobre el fuselaje y necesitaban refuerzos a través de un pilón central. El tren de aterrizaje era grande, carenado, y parte integral de la estructura de doble cola. No era ni por asomo la máquina ágil y liviana que fue el Bulldog; al contrario, habría sido bastante grande para un caza de esa época.

Sin embargo, el desarrollo del 129 se abandonó bastante temprano en favor de otros dos diseños de Bristol: los tipos 127 y 128, que sí eran monoplanos de ala baja y cantilever. Mi primera idea era hacer una maqueta del Type 127 —y todavía puede que lo haga—, pero el 129 me despertó curiosidad.

Su diseño era medio anacrónico, aunque algunos elementos estaban basados claramente en tendencias contemporáneas. Tiene ese aire de “retro futurista” que me gusta. Pero, y esto es solo mi opinión, me da la sensación de que Bristol, con tal de impresionar al Ministerio del Aire, quiso cubrir todos los intereses que tocaba la especificación F7/30, incluyendo el diseño “pusher”, y tal vez se inspiró en ideas de competidores.

Digo esto porque el Bristol 129 es prácticamente un calco de una versión monoplano del Vickers 161. Del Vickers 161 se construyó un solo ejemplar, que voló por primera vez en enero de 1931. Su objetivo era probar la idea de montar un cañón de gran calibre que disparara hacia arriba. Westland también probó con ese concepto, aunque con un monoplano tractor (hélice delantera), pero finalmente lo abandonaron.

En fin, la especificación F7/30 la terminó “ganando” el Gloster Gladiator. El Gladiator era una evolución del Gauntlet, que había sido encargado para reemplazar inicialmente al Bulldog. Uno de los escuadrones que operaban el Gauntlet era el N° 19, con base en Duxford. En junio de 1935 llevaban un diseño a cuadros celeste y blanco y el escudo del escuadrón en la cola. Me pareció divertido imaginar que el Bristol 129 había llegado a entrar en servicio, así que pinté mi maqueta con los colores del Escuadrón 19.

Bristol fue realmente prolífica en su respuesta a la especificación F7/30, y presentó una gran cantidad de estudios de diseño distintos. Era lógico: el modelo que ganara iba a reemplazar al Bulldog —un diseño anterior de la propia Bristol que estaba en servicio con los escuadrones— y la empresa necesitaba desesperadamente más contratos para mantenerse a flote. Como el Ministerio del Aire mostraba interés en explorar diseños monoplano con configuración “pusher” (hélice trasera), uno de los modelos que propuso Bristol fue justamente eso: el Type 129.

Pero a pesar de ser un monoplano, tenía una apariencia extrañamente anacrónica. Las alas no eran autoportantes (cantilever), así que necesitaban estar sostenidas por cables que iban hasta un pilón ubicado arriba del fuselaje, además de conectarse al tren de aterrizaje fijo, con carenados grandes, que formaba parte de la estructura reforzada que sostenía la doble cola. Estaba armado con cuatro ametralladoras Vickers en el morro y debía estar impulsado por un motor Bristol Mercury. El desarrollo del Type 129 parece haber sido cancelado bastante temprano.

El diseño con hélice trasera del Bristol 129 tenía una pinta anacrónica total. Esto demuestra que, por más que un avión sea monoplano, eso no lo convierte automáticamente en un diseño moderno. Fijate los tensores que hacían falta para sostener las alas. Y uno se pregunta cómo haría el piloto para meterse en la cabina...

 

viernes, 3 de octubre de 2025

Irán: Los gatos persas y su historia operativa

La dramática historia del F-14 Tomcat en servicio en Irán

Christian Baghai || Medium







El F-14 Tomcat es actualmente el avión de combate más avanzado de la Fuerza Aérea Iraní. Para mantener sus Tomcats operativos desde 1979, Irán recurrió a una red encubierta de contrabandistas, espías y especuladores del mercado negro, algunos de los cuales operaban dentro de las fronteras estadounidenses. Pero antes de profundizar en esta red clandestina, exploremos cómo Irán, el único país además de EE. UU. que opera el Tomcat, adquirió el F-14 en primer lugar.

La adquisición del F-14 Tomcat

A principios de la década de 1970, el Sha de Irán se sintió amenazado por sus vecinos Irak y Rusia. Deseaba un avión de combate moderno para reemplazar a los F-4 Phantom en su fuerza aérea. Su aliado, el presidente Nixon, le ofreció elegir entre el F-14 Tomcat y el F-15 Eagle, tras un vuelo de prueba en la Base Aérea Andrews. El Sha encargó 80 Tomcats, junto con 714 misiles Phoenix de largo alcance y una década de apoyo de mantenimiento por parte de técnicos estadounidenses. Estados Unidos también accedió a entrenar a las tripulaciones iraníes de los Tomcat, que comenzaron su entrenamiento en la Base Aérea Nacional Miramar de San Diego en 1974.

La Revolución Iraní y la Guerra Irán-Irak

En 1979, el Sha fue derrocado y el Ayatolá Jomeini tomó el poder, dando lugar a la República Islámica de Irán. Inicialmente, el nuevo régimen desconfiaba de sus pilotos de caza de élite, lo que impidió el vuelo de los F-14 y encarceló a muchas de las tripulaciones. Sin embargo, esto cambió en septiembre de 1980, cuando el Irak de Saddam Hussein invadió Irán. Los clérigos iraníes se dieron cuenta de que sus pilotos de combate bien entrenados eran cruciales para la defensa, en particular contra los aviones de fabricación soviética de la Fuerza Aérea Iraquí.

A pesar del entrenamiento proporcionado por Grumman, el personal de tierra iraní se enfrentó a desafíos. El fabricante había ocultado información, y técnicos estadounidenses sabotearon algunos de los misiles Phoenix al salir. No obstante, los Tomcats iraníes lograron su primera victoria en combate el 7 de septiembre de 1980, cuando un F-14 derribó un helicóptero Mi-25 iraquí. Durante la guerra, los F-14 iraníes dominaron los cielos contra los MiG-21 y MiG-23 iraquíes, a pesar del deterioro de la cadena de suministro.

Yihad de autosuficiencia y la red de contrabando

En 1982, Irán declaró una yihad de autosuficiencia, reclutando ingenieros y técnicos para producir piezas más sencillas, como discos de freno y neumáticos. Sin embargo, el radar y la aviónica avanzados del F-14 requerían componentes que superaban sus capacidades nacionales. Irónicamente, uno de los primeros proveedores fue Israel, a pesar de la ruptura de relaciones diplomáticas y la hostilidad. Corredores de armas israelíes independientes vendían piezas del F-14 obtenidas de distribuidores estadounidenses a precios elevados a clientes iraníes. Esta ruta de suministro se cerró cuando Hezbolá, patrocinado por Irán, comenzó a atacar a Israel.

Un segundo proveedor, aún más sorprendente, fue la administración Reagan, parte del escándalo Irán-Contra, que implicó la venta secreta de armas a Irán para financiar a los rebeldes de la Contra en Nicaragua. Este escándalo estalló en 1987, lo que provocó el despido del coronel Oliver North y nuevas interrupciones en la cadena de suministro iraní del F-14.



Con los canales oficiales cerrados, Irán recurrió a una red clandestina de traficantes de armas. David Panchetti, del Servicio de Investigación Criminal de Defensa, y la agente de aduanas estadounidense Wendy Dwart descubrieron el tráfico ilícito en 1998. Arrestaron a varias personas implicadas en el contrabando de piezas del F-14 a Irán, entre ellas Parvis Lobby, Saheed Humayuni y otros. Estos contrabandistas utilizaban diversos métodos para adquirir y enviar piezas, a menudo mediante complejos esquemas para ocultar el origen y el destino de los componentes.

Las operaciones de contrabando

Humayuni, por ejemplo, encargaba piezas utilizando alias y las enviaba a través de países intermediarios como Singapur. Su red involucraba a su hermano Saroosh en Londres y a varias empresas fachada. A pesar de sus esfuerzos, Humayuni y sus socios fueron finalmente capturados y encarcelados. Las investigaciones de los agentes también revelaron incompetencia burocrática, ya que las piezas de aeronaves incautadas en ocasiones se revendían al público, lo que creaba nuevas oportunidades para los contrabandistas.

Otra figura destacada fue Arif Durrani, un traficante de armas pakistaní que improvisaba transacciones de armas desde su restaurante en México. Durrani utilizaba una red de intermediarios para conseguir piezas y modificarlas según las especificaciones antes de venderlas con grandes beneficios. Finalmente fue arrestado y condenado, lo que pone de relieve la naturaleza extensa y, a menudo, caótica de la red de contrabando. El fin de la era del F-14

En 2006, la Armada estadounidense retiró sus últimos F-14, dejando a Irán como único operador. Esta mayor demanda de piezas provocó acciones más agresivas por parte de los agentes estadounidenses, incluyendo la incautación de F-14 intactos y la destrucción de aeronaves sobrantes para evitar que las piezas llegaran a Irán. El Congreso aprobó una ley que prohibía el comercio de componentes del F-14, y el presidente George W. Bush la promulgó en 2008. El Pentágono también recibió la orden de desmantelar y destruir más de 100 F-14 en la Base Aérea Davis-Monthan en Arizona para garantizar que ninguna pieza pudiera ser contrabandeado a Irán.

A pesar de estos esfuerzos, la Fuerza Aérea Iraní continuó operando el F-14, atribuyéndose el éxito en el mantenimiento e incluso la modernización de la aeronave. Imágenes de 2015 mostraron F-14 iraníes escoltando bombarderos rusos Tu-95 sobre Siria, lo que indica que los Tomcats seguían operativos.

Conclusión

La historia del F-14 Tomcat en servicio en Irán es una fascinante historia de intriga geopolítica, operaciones encubiertas e ingenio técnico. A pesar de enfrentarse a importantes desafíos, como el aislamiento y las sanciones, Irán logró mantener su flota de F-14 en vuelo mediante una combinación de esfuerzos de autosuficiencia y una extensa red de contrabando. El legado del Tomcat en Irán es un testimonio de la durabilidad de la aeronave y de los esfuerzos que las naciones están dispuestas a hacer para mantener sus activos estratégicos. Mientras la Fuerza Aérea Iraní continúe operando el F-14, el mercado negro de sus componentes persistirá, lo que planteará desafíos constantes para quienes se encargan de hacer cumplir los embargos internacionales de armas.

jueves, 2 de octubre de 2025

Helicóptero pesado: Kamov Ka-22 (URSS)

Kamov Ka-22





El Kamov Ka-22 Vintokryl Ocho hizo récords mundiales de altitud y velocidad fueron fijados por el Ka-22 en su clase, ninguno de los cuales se ha roto desde entonces. El avión de transporte experimental combinó las capacidades de un helicóptero para despegue y aterrizaje vertical con las de un avión de ala fija para crucero. El Ka-22 llevaba una gran carga útil, teniendo un tamaño comparable al Antonov An-12.
El Ka-22 era en esencia un avión de ala fija con rotores equipados por encima de las puntas del ala. Se montó un motor en cada punta del ala, con un impulso tanto a una hélice de tractor de cuatro palas como a un rotor principal de cuatro palas.
El 7 de octubre de 1961, con polainas sobre las ruedas y un carenado detrás de la cabina, se estableció un récord de velocidad de clase en 356,3 km/h. Las polainas y el carenado fueron eliminados y el 24 de noviembre de 1961 se levantó una carga útil de 16.485 kg a 2.557 m.
Diseñador - Vladimir Barshevsky
Número construido 4
Primer vuelo 15 de agosto 1959
Retirado el 12 de agosto de 1964
Capacidad: 100 pasajeros
Longitud: 27 m (88 ft 7 in)
Envergadura: 22.5 m (73 pies 10 pulgadas) ala fija
Superficie del ala: 105 m2 (1.130 pies cuadrados)
Peso en vacío: 28.200 kg (62.170 lb)
Peso bruto: 35.500 kg (78.264 lb) VTO
Peso máximo de despegue: 42.500 kg (93,696 lb) STO
Planta eléctrica: 2 motores turboeje Soloviev D-25VK, 4.045 kW (5.424 cv) cada uno
Diámetro del rotor principal: 2 × 20 m (65 pies 7 pulgadas)
Área principal del rotor: 795,2 m2 (8,559 pies cuadrados) total
Hélices: hélices de 4 palas de paso variable
Rendimiento
Velocidad máxima: 375 km/h (233 mph, 202 kn)
Rango: 450 km (280 mi, 240 nmi)
Techo de servicio: 5.500 m (18,000 pies)

martes, 30 de septiembre de 2025

Maniobras: Ejercicio Thai Boomerang 2025 (Australia/Tailandia)

Tailandia y Australia realizaron el ejercicio Thai Boomerang 2025



La RAAF se enfrenta a los F/A-18F Super Hornets, mientras que la RTAF a los F-16 Fighting Falcon y los JAS-39 Gripen (fotos: Aus DoD)

El ejercicio Thai Boomerang regresa a Tailandia

Más de 500 participantes de la Real Fuerza Aérea Australiana (RAAF) y la Real Fuerza Aérea Tailandesa (RTAF) participan en el ejercicio Thai Boomerang 2025.

El ejercicio de este año, que se extenderá hasta el 19 de septiembre, es la decimoquinta iteración de la actividad bilateral.

El ejercicio brinda una oportunidad para aprovechar la rica historia y la profunda asociación de defensa entre Australia y Tailandia desde 1992.


El ejercicio Thai Boomerang, que se realiza principalmente desde la base de la Fuerza Aérea Real Tailandesa Korat en Tailandia, mejora la cooperación y la interoperabilidad entre las Fuerzas Aéreas de Australia y Tailandia.

El ejercicio de este año se centra en diferentes entrenamientos y escenarios de combate aéreo en el empleo de grandes fuerzas y en el apoyo aéreo cercano de fuerzas terrestres en un entorno de entrenamiento no confrontativo.

En el ejercicio participaron F/A-18F Super Hornets del Escuadrón N° 1 de la RAAF y personal del Escuadrón N° 4 trabajando con aviones F-16 Fighting Falcon y JAS-39 Gripen de la RTAF.


El comandante de ala Trent Baldry, comandante del escuadrón nº 1, destaca la importancia del ejercicio Thai Boomerang.

"El Ejercicio Thai Boomerang es una valiosa oportunidad para aprender mutuamente mediante el entrenamiento de combate aéreo combinado. Los perfiles y escenarios abarcan todo el espectro del poder aéreo de combate", afirmó el Comandante de Ala Baldry.

Los combates de defensa, como el Ejercicio Thai Boomerang, fomentan la amistad y la compenetración entre los aviadores de la RAAF y la RTAF en todos los niveles. Esperamos entrenar juntos, como lo hemos hecho durante muchos años.



 

domingo, 28 de septiembre de 2025

Argentina: El accidente que condenó al Pulqui



El día que el Pulqui se convirtió en Pulquiría





El 31 de mayo de 1951 marcó el punto de inflexión definitivo para el IA-33 Pulqui II. En lugar de apostar decididamente por su desarrollo y producción en serie, el gobierno peronista optó por relegarlo a la categoría de demostrador tecnológico, desarticulando con ello las posibilidades reales de que Argentina se posicionara a la vanguardia de la aviación militar global. Esta decisión, atribuible en última instancia a la voluntad del presidente Juan Domingo Perón, resultó determinante en el fracaso del proyecto.

Ese día, durante un vuelo de prueba a bordo del segundo prototipo, el capitán Vedania Adriel Mannuwal falleció al intentar eyectarse del aparato. La catástrofe evidenció fallas estructurales graves: un ala se desprendió en pleno vuelo por una soldadura deficiente, y el sistema de eyección falló debido a su complejidad técnica. Pero más allá del accidente en sí, lo alarmante fue que el aparato aún no estaba homologado y se lo estaba utilizando de manera irresponsable en maniobras de adiestramiento de pilotos, exponiéndolos a riesgos inaceptables.



El Pulqui II fue fruto de una coyuntura histórica excepcional. Argentina, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, se encontraba entre las pocas naciones con acceso a tecnología de propulsión a chorro. Esta situación fue facilitada, paradójicamente, por su relación con el Reino Unido, que le proveyó motores y repuestos militares sin restricciones. El Instituto Aerotécnico —posteriormente Fábrica Militar de Aviones— ya tenía experiencia en diseño y producción, pero nunca alcanzó una escala industrial significativa. Los modelos IAe-22 y Calquín, diseñados antes del peronismo, son prueba de ello.



Con la llegada del ingeniero alemán Kurt Tank a Argentina, se buscó aprovechar su experiencia en diseño avanzado. Su colaboración con el equipo local produjo el Pulqui II, un caza con alas en flecha, motor Rolls Royce Nene II, y una velocidad máxima en torno a los 1.080 km/h. Aunque en sus inicios el avión no estaba muy lejos del F-86 Sabre o el MiG-15 en términos de rendimiento, nunca pasó del estado de prototipo. Mientras sus contrapartes ya estaban en producción masiva y en operación activa, el Pulqui II apenas lograba acumular horas de vuelo entre constantes rediseños y accidentes.



El programa sufrió múltiples tropiezos técnicos: desprendimientos estructurales, fallos en el tren de aterrizaje, problemas de estabilidad y falta de potencia de la turbina. Estos no eran insalvables, pero requerían inversión sostenida, personal altamente capacitado y decisión política. Lo cierto es que ninguno de estos tres factores estuvo presente en la medida necesaria.



En el período clave entre 1950 y 1953, el gobierno peronista no proporcionó el respaldo financiero ni organizativo que hubiese permitido avanzar hacia una producción industrial. La tragedia del capitán Mannuwal, seguida por la muerte del piloto alemán Otto Bherens en 1952, no fueron advertencias técnicas, sino consecuencias previsibles de una política que priorizaba el simbolismo por encima de la operatividad. Aún más grave fue la utilización del prototipo en entrenamientos de combate, sin homologación ni preparación adecuada, un acto negligente que tuvo consecuencias mortales.



En 1953 voló finalmente un cuarto prototipo con varias mejoras —cabina presurizada, cañones instalados—, pero ya era tarde. Las grandes potencias estaban entrando en la era del vuelo supersónico. Mientras se desarrollaban modelos como el F-100 Super Sabre o el MiG-19, en Argentina apenas se aspiraba a fabricar una docena de aviones subsonicos de tecnología ya obsoleta.



Cuando se produjo el golpe de 1955, el Pulqui II seguía sin estar homologado. Solo un aparato estaba en condiciones mínimas de vuelo, y el proyecto estaba lejos de concretarse. Aunque un grupo reducido de técnicos intentó mantenerlo vivo, incluso realizando vuelos de larga distancia armados con municiones reales, el retraso tecnológico ya era irrecuperable. Los problemas de oxigenación que casi causan la muerte al capitán Rogelio Balado en uno de estos vuelos solo refuerzan esta conclusión: el aparato no estaba listo y el país ya no tenía margen para esperar.



En 1956, el brigadier Ahrens confirmó lo inevitable: solo había material para construir un puñado de unidades. A pesar de que se propuso fabricar 100 ejemplares, la infraestructura heredada del peronismo apenas permitía armar una docena en cinco años. Frente a ello, la oferta de cazas F-86 Sabre usados, disponibles de inmediato y a bajo costo, resultó una solución racional y pragmática.



La Fuerza Aérea finalmente recibió 28 F-86F, que lograron cumplir con los requerimientos operativos en un contexto regional cada vez más exigente. Por el contrario, el Pulqui II quedó como un testimonio estático en el hangar de pruebas. Su último vuelo fue hacia 1961. A esa altura, era un artefacto de museo que no respondía a ninguna necesidad real de la defensa nacional.



Cualquier intento de justificar el fracaso del Pulqui II por el golpe militar de 1955 ignora lo esencial: cuando la decisión de apostar por su desarrollo era crítica —entre 1950 y 1953—, el gobierno peronista no actuó. El proyecto se dejó avanzar a media marcha, mal coordinado, mal financiado y usado de forma propagandística. La responsabilidad por su estancamiento no recae en una revolución posterior, sino en la decisión política inicial de no convertirlo en una prioridad nacional real. Fue allí, en 1951, cuando se firmó su sentencia de muerte. Los pilotos terminarían nombrando internamente al avión como Pulquiría, por su pobre perfomance y riesgos asociados a su pilotaje.



Hoy, el Pulqui I y el Pulqui II están restaurados y preservados en el Museo Nacional de Aeronáutica en Morón. Son testimonios silenciosos de una posibilidad frustrada. Pero también representan una lección clara: la tecnología de punta exige más que intenciones; requiere decisión, coherencia y responsabilidad. Nada de eso estuvo presente cuando más se necesitaba.